El caso de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, se convirtió en uno de los casos más polémicos cometidos en contra de la prensa, luego de que dejara al descubierto un cruel operativo cometido por el ejército de Estados Unidos en contra de civiles de Bagdad. Este es un recuento por la historia de Assange, y por el futuro que, en septiembre de este año, le espera al periodista australiano.
Por Sonalys Borregales Blanco
Varios hombres caminan en las calles de Bagdad, lo hacen desprevenidos, sin saber que estaban en la mira de dos helicópteros Apache estadounidenses. Van de acá para allá, cuando, de repente, dan la orden: “Mátalos a todos…Vamos, dispara”. Entre risas, uno de los soldados que pilotaba la aeronave dice: “maldita sea, Kyle, les di”.
Más tarde, llega al lugar una camioneta con cuatro personas, entre ellas un niño de diez años y una niña de cuatro, quienes intentan auxiliar a un herido, pero de nuevo los militares atacan desde los helicópteros: ¡Dispara, dispara!
La descripción corresponde al video ‘Asesinato colateral’ publicado el 5 de abril de 2010 por WikiLeaks, una organización global con enfoque mediático, fundada por el periodista Julian Assange. Era contenido clasificado de Estados Unidos y fue publicado para demostrar que los soldados estadounidenses asesinaron, de manera deliberada, a civiles durante la ocupación de Irak.
“Es su culpa si ponen a sus niños en la línea de fuego”, remata uno de los militares de esa operación registrada en video, la cual dejó una decena de víctimas, entre ellas dos colaboradores de la agencia de noticias Reuters.
Imagen tomada del video ‘Asesinato colateral’ publicado por WikiLeaks.
Poco después, Assange comenzó a enfrentar las consecuencias por exponer la verdad, con ese video y miles de documentos clasificados, sobre los crímenes de lesa humanidad de Estados Unidos.
El 21 de agosto de 2010, la justicia sueca ordenó el arresto de Assange, entonces residente en Londres, por los supuestos delitos de violación y acoso sexual. Aunque los cargos fueron retirados debido a la falta de pruebas, los hostigamientos judiciales en su contra no cesaron. En 2012, tras recibir el asilo y la ciudadanía concedidos por el entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, Assange se refugió en la embajada de Ecuador en Londres, donde estuvo encerrado por siete años, tiempo en el que su salud mental comenzó a deteriorarse.
En junio de 2019, por petición de Estados Unidos, el sucesor de Correa, Lenin Moreno, le retiró el asilo y Assange fue capturado nuevamente y sentenciado a 50 semanas de cárcel por haber violado los términos de una fianza concedida en 2010 por la justicia británica.
Durante los últimos 12 años, ha sido arrestado, acusado, absuelto, refugiado y arrestado de nuevo. Assange lleva ya tres años detenido en una prisión de máxima seguridad en Londres sin haber sido condenado y se espera que este mes de septiembre la justicia británica haga un nuevo pronunciamiento sobre su proceso de extradición.
¿Extradición o no? Lo que queda para Assange
Estados Unidos emitió 17 cargos por espionaje y uno más por intrusión informática en contra del periodista australiano. De ser extraditado, podría tener una pena de 175 años de prisión. El proceso judicial para decidir la extradición o no de Assange avanza y cada vez parece más inminente que será condenado. Sin embargo, en términos legales aún quedan recursos para su defensa.
Hace un año y medio la jueza de primera instancia Vanessa Baraitser bloqueó la extradición de Assange al considerar que su estado mental era frágil y que podía suicidarse de ser aceptada la demanda. Pero esta decisión fue revertida por la justicia británica luego de la apelación de Estados Unidos.
La luz verde a la extradición de Assange fue dada luego de que Estados Unidos ofreciera unas “garantías diplomáticas” para no someter a Assange a Medidas Especiales Administrativas (SAMs, por su acrónimo en inglés), que son ultraopresivas y podrían agravar su condición de salud mental. Estados Unidos también se comprometió a, de ser condenado, transferir al fundador de WikiLeaks a una prisión en Australia, su país natal, y durante el tiempo que pase en Estados Unidos darle tratamiento apropiado clínico y sicológico.
“Los estadounidenses se comprometieron a no ponerlo en esas condiciones (SAMs), pero hay un menú extenso de otros regímenes muy opresivos. Pero, además, nadie puede creer en la palabra de estas personas porque en las mismas garantías ponen en letra pequeña que eso estará sujeto a cambios dependiendo de las condiciones”, afirmó en entrevista para revista RAYA, Fidel Narváez, uno de los hombres más cercanos al proceso judicial de Assange, defensor de derechos humanos y excónsul de Ecuador en Londres.
El exfuncionario ecuatoriano explicó que la defensa de Assange está tratando de demostrar que contra el periodista pesa una persecución política. Por eso, los riesgos a la vida del periodista son solo uno de los argumentos para pedir que no se dé la extradición.
Los abogados mencionan otros puntos quizá de mayor peso, como que el periodista australiano es acusado de espionaje, lo que se considera un delito político y estos no son motivo de extradición. “Las cortes están haciendo una mofa del derecho”, sentenció Narváez. Asimismo, aseguró que Assange es un preso político, el más importante de estos tiempos.
Para él, la actuación de la justicia británica es vergonzosa. “El caso de Assange debe ser considerado paradigmático para demostrar cómo estos sistemas de justicia que se suponen tienen el prestigio de ser transparentes, imparciales, objetivos y por fuera de las presiones políticas, no son así. Sobre todo, cuando se trata de un caso tan político en el que se juega la alianza militar que hay entre Estados Unidos y Gran Bretaña”, dijo.
Otro de los argumentos de la defensa tiene que ver con que no hay condiciones de un juicio justo para Assange en Estados Unidos, debido a que este se llevaría a cabo en el estado de Virginia, donde se encuentran la sede de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés), del Pentágono y el mayor mercado de armas de ese país. Son estas mismas organizaciones las que han realizado espionaje ilegal al mismo Assange.
Sindicato Nacional de Periodistas (NUJ, en inglés) del Reino Unido: "Se informa que la CIA conspiró para secuestrar y asesinar a Julian Assange; exigimos su liberación". Imagen del sitio web de NUJ.
“Se sabe exactamente qué corte lo va a procesar en el estado de Virginia, donde ningún procesado por seguridad nacional nunca ha ganado un caso”, explicó Narváez, y afirmó que bajo estas condiciones “cualquier jurado que se tenga al azar va a estar prejuiciado en contra de él”.
Entonces, ¿qué queda para Assange? En la apelación, Estados Unidos logró que se aprobara la extradición de Assange, sin embargo, el proceso judicial en Londres continúa y puede demorar meses incluso un año más, según explicó el excónsul. Es ahora el turno de la defensa de apelar para poder debatir sobre el resto de puntos en los que no le dieron la razón en primera instancia, que son los que no tienen que ver con su estado de salud mental.
Si los mecanismos en la justicia británica se agotaran, la defensa de Assange aún podría recurrir al Tribunal Europeo de Derechos humanos que Reino Unido siempre ha integrado, pero, en este caso, el tiempo juega en contra porque la nación europea podría estar considerando retirarse de ella y, por tanto, sus decisiones no serían vinculantes.
Hace 12 años, Assange perdió la libertad
Stella Assange, esposa del periodista, ha afirmado en varias entrevistas que su marido perdió la libertad hace ya 12 años cuando empezó la persecución en su contra. Sus familiares denuncian que pasó de ser un genio inofensivo a estar encerrado en la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh, conocida como la ‘Guantánamo británica’, donde se encuentra recluido con los criminales más peligrosos del país, que van desde terroristas hasta asesinos en serie.
Varias veces se ha mencionado la palabra tortura en relación con el caso de Julian Assange, quien ya tiene 51 años de edad y desde hace más de una década intenta recuperar su libertad, la que perdió por ejercer su labor como periodista.
“Julian está preso indefinidamente. Si es extraditado, su juicio en Estados Unidos puede durar años, en peores condiciones”, enfatizó el exfuncionario ecuatoriano. Sus familiares denuncian que pasó de ser un genio inofensivo a estar encerrado en la prisión con los criminales más peligrosos de Londres.
Hay en esta prisión desde terroristas hasta asesinos en serie, y es denominada la “Guantánamo británica”. La condición de Assange se agrava debido a que padece el síndrome de Asperger, considerado un tipo de autismo.
Narváez también llamó la atención sobre un aspecto que es fundamental para mantener la esperanza dentro de prisión y es el tiempo en el que se va a recobrar la libertad, algo que se desconoce en el caso de Assange. “Está en una condición de desespero y eso es lo que lleva a una persona al suicidio”, sentenció.
¿Contra quién apuntan las armas?
Sin duda, uno de los argumentos más sólidos de la defensa de Assange tiene que ver con el ejercicio del periodismo. WikiLeaks no ha hecho nada diferente a lo que han hecho otros grandes medios en el mundo: publicar información relevante para el mundo.
“Siempre valdrá la pena revelar verdades escondidas. Hasta el día de hoy, lo que WikiLeaks reveló no ha sido totalmente dimensionado”, afirmó Narváez sobre este punto, sin embargo, hay que considerar que los responsables de las violaciones de derechos humanos en estas guerras no han sido condenados.
Imagen tomada de WikiLeaks.
En cambio, desde que se dieron las filtraciones, las violaciones de los derechos de Assange han sido una constante. Miles de periodistas se han pronunciado en su favor, pero además presidentes como el de México, Andrés Manuel López Obrador; organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional; y, más recientemente, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.
“La posible extradición y el enjuiciamiento de Assange plantea preocupaciones sobre la libertad de prensa y sobre el eventual efecto amedrentador sobre el periodismo de investigación y sobre los lanzadores de alerta”, dijo la expresidenta chilena.
Los años pasan y parece que el mundo no reacciona ante este caso que pone en riesgo el periodismo. Así lo han advertido constantemente quienes exigen la libertad de Assange. Sobre esto, el relator especial de la ONU para la tortura, Nils Melzer, dijo en junio de 2019:
“Al final, caí en la cuenta de que me había cegado la propaganda y de que Assange había sido difamado sistemáticamente para desviar la atención de los delitos que había denunciado. Una vez deshumanizado mediante el aislamiento, las burlas y la humillación, como las brujas a las que quemamos en la hoguera, era fácil despojarle de sus derechos más fundamentales sin provocar la cólera de la opinión pública mundial. Es así como, por la puerta trasera de nuestra complacencia, se sienta un precedente legal que, en el futuro, podría aplicarse, y será aplicado, también a las revelaciones que publiquen The Guardian, The New York Times y ABC News”.
Narváez también advierte sobre los riesgos para el periodismo: “No tenemos que esperar a que lo extraditen y que lo condenen a cien años de cárcel para ahí sí decir que se ha criminalizado el periodismo. Ya hay un precedente”. Asimismo, se preguntó ¿qué periodista se va a atrever a desafiar a Estados Unidos, de la misma manera en que lo hicieron WikiLeaks y Julian Assange, si han visto lo que le ha pasado a él?
Mientras tanto, Assange sigue intentando impedir su extradición a Estados Unidos. Será ahora, en septiembre, cuando se dé una nueva decisión de la justicia británica sobre su caso, pero también, de cierta manera, será una decisión que enviará un mensaje a quienes intenten seguir su ejemplo.
Hoy las armas apuntan hacia el periodismo, la libertad de prensa, la labor de informar de manera independiente y libre, y parece que quienes la empuñan no tienen temor a disparar.