Rosario Caicedo es conocida por ser la hermana del escritor colombiano Andrés Caicedo, pero ella también es escritora y en octubre de este año publicó un libro en el que hace un retrato de su vida y su lucha por la libertad. En RAYA quisimos saber más detalles acerca de esta mujer que no se cansa de luchar por la libertad de escribir, de crear y de amar.
Por: Pablo Navarrete
La casa de Rosario Caicedo es el mausoleo de todos sus muertos. Allí, entre Ruth —su “mujer amada”, como ella llama a su esposa— y los libros que lee, relee y las libretas y archivos en los que tiene todo su poemario, pasan sus papás, Andrés, su hermano, y Luis Ospina como guardianes de sus poemas y vigías de sus pasos.
A sus 72 años continua luchando para que la literatura de su hermano siga saliendo a la luz, incluso por encima de la censura que Pilar Caicedo y María Victoria Caicedo, hermanas de Rosario y de Andrés, impusieron sobre el trabajo del emblemático escritor colombiano.
En octubre de este año publicó Mil pedazos, una obra que retrata el rostro y la vida de una mujer que ha dedicado su existencia a conocer la incomodidad del clasismo y de la burguesía que residía en las tripas de la Cali “clasuda”, así como el amor y la construcción de su libertad. Este libro nació luego de que sus hermanas, junto a sus ocho sobrinos, le enviaran una carta diciéndole que ella estaba muerta para ellos y para ellas. Ya veía Rosario que sus denuncias para que se supiera acerca del sesgo que se había puesto sobre Andrés Caicedo estaban dejando como saldo una ruptura eterna entre ella y su familia.
Rosario y sus Mil pedazos
En la carta “me decían de manera eufemística que yo ya estaba muerta para ellos, y que ya habían hecho el luto de mi muerte”. Fue así como nació Mil pedazos, un libro que conjuró el deseo de la muerte y hace que Rosario Caicedo reviva con su rabia, su amor, su temor, sus dioses, sus soles y sus lunas. El libro es una bitácora de sus muertos, o sea, una carta de amor hacia quienes la acompañan de manera sideral.
Pero también es una manera de reivindicar su nombre como escritora. Aun cuando se siente orgullosa de decir que es hermana de Andrés Caicedo, la mística de Rosario trasciende el nombre de su hermano, de su familia y de su pasado para poner su historia a merced de quienes quieran conocer más acerca de la poesía, el agradecimiento y el amor. Su libro es una carta de agradecimiento, pero también un grito de ira en medio de la soledad y el deseo de ser escuchada.
Se considera la disidente de la familia Caicedo, critica lo patético que para ella significa “la gente de bien” de Cali. Su aliento es un vaivén entre Virginia Wolff y la voz de Leonard Cohen, Bob Dylan, Joan Manuel Serrat, Víctor Jara y Joni Mitchell. Todas las mañanas sale a caminar con alguno de sus muertos, elige con quién quiere hablar y rompe el camino junto a uno de ellos. Los recuerda para darles vida, pero los sueña, como ella misma dice, para hablar con ellos. Vive desde hace 50 años en Estados Unidos y actualmente pasa su vida junto a su Ruth, su amada Ruth.
Rosario y Ruth, "la mujer amada"
Sueña seguido con ellos. Con Andrés Caicedo, por ejemplo, “lo sueño en el cine, hablando en el cine. Estando en el cine con él”. Sueña que habla con ellos mientras camina. Que ellos viven aún cuando ya murieron.
Rosario nos abrió las puertas de su casa, de su vida, de sus pensamientos más íntimos y habló con Revista RAYA acerca de su Dios, de sus amores, de sus miedos y de su lucha por un mundo libre que, aunque utópico, es el mundo en el que hoy todos quieren vivir. Esta es la conversación:
¿Cómo ha sido la lucha para sacar adelante el proyecto literario de Andrés Caicedo?
Yo siempre pongo a mi papá en el centro del esfuerzo que se hizo para que Andrés fuera reconocido como escritor. Admiro muchísimo el rol tan introspectivo que tuvo mi padre ante un hijo muerto, a quién nunca comprendió mientras estuvo vivo y que solo lo pudo hacer cuando ya estaba muerto. Fue ahí cuando él entendió lo que significó la vida de Andrés y entonces se dedicó a tratar de que su legado literario perdurara.
Pero la postura de María Victoria Caicedo y de Pilar Caicedo, también hermanas de Andrés, es distinta a la de su papá…
Yo veo a mi papá de una forma completamente distinta a como veo a las hermanas de Andrés Caicedo. Nunca entendieron literariamente significó Andrés Caicedo ni lo que significa. Lo censuraron de una forma clara e inquisidora cuando tratamos de empezar a publicar todo lo que nosotros queríamos que se publicara.
¿Su papá alguna vez censuró a Andrés?
Nunca. Ni a él ni a sus escritos. Mi papá le dio todo lo de Andrés a Sandro Romero y a Luis Ospina para que lo pudieran ordenar.
¿Cuándo comenzó la batalla por sacar a la luz pública toda la obra de su hermano?
En el año 2007 cuando me di cuenta de que había un esfuerzo por parte de María Victoria Caicedo y de Pilar Caicedo por esconder aspectos de la vida de Andrés que eran supremamente importantes en su legado. Yo, que fui profundamente cercana Andrés y que lo admiro desde que él empezó a escribir y siempre lo haré lo admiré como persona y como escritor, no podía entender lógicamente cómo dos personas que nunca supieron siquiera cuántos cuentos escribió Andrés Caicedo lo hubieran querido censurar.
Entonces como yo personalmente fui testigo de la lucha de Andrés por querer ser publicado y de la disciplina que tuvo como artista, dije: “esto no puede ser así”. Y si cancelar a mi hermano era ser desleal a mi familia, decidí no ser leal. Porque antes que nada quería ser leal a lo que yo pensaba y consideraba. Yo no creo en lazos de sangre cuando esos lazos de sangre pueden llegar a ser bastante punitivos y letales.
Este es un conflicto literario, no un conflicto entre hermanas. Esto no es una pelea de un familiar con otro familiar; esto es una lucha por la libertad de expresión, una lucha para que la literatura y el arte de alguien que se dedicó a la literatura y a ese arte pueda salir tal cual como él lo hizo. Yo detesto cuando se plantea este conflicto como una pelea entre varias mujeres, porque me parece muy misógino y me parece que se minimiza lo que hay detrás de todo esto. Yo estoy luchando por algo que tiene como base la literatura y la libertad del arte.
Rosario y Andres. Casa de la Avenida Sexta. Cali. 1953.
¿Por qué María Victoria y Pilar Caicedo empiezan a censurar a Andrés?
Es el temor de lo distinto. Lo distinto es lo que hace que una persona sea racista, que una persona sea clasista y que una persona sea homofóbica. Es el terror a lo que uno no sabe. Es el temor al misterio. Decidí irme por el camino que nunca había cogido antes: denunciar. Yo no creo en los secretos familiares.
¿Qué piensan María Victoria y Pilar de la obra de Andrés Caicedo?
En el 2014 María Victoria Caicedo me dijo que ella jamás en la vida se había leído ¡Que viva la música!, y Pilar Caicedo me dijo que se había leído ¡Que viva la música! en 1977 y que no lo había vuelto a leer. Pilar siempre expreso que ella no le interesaba la literatura de Andrés. Y tiene todo el derecho de que no le interese, igual que María Victoria Caicedo tiene todo el derecho a no leer ¡Que viva la música! si le produce vergüenza. A lo que no tienen derecho es a censurar algo que ni siquiera conocen. Es decir, que así lo hubieran conocido, no tienen derecho a censurar.
Y no han cambiado su postura desde entonces…
El temor que hay en ellas frente la figura Andrés Caicedo tiene como base que Andrés representa lo que ellas en la vida no han querido tener en su familia. Andrés representa para ellas el contestatario absoluto frente a todos los valores pequeño burgueses. Ellas son pequeños burguesas y en ningún momento las critico por eso. Lo que yo critico de ellas es la censura que le dieron a mi hermano. Una censura con una base profundamente homofóbica frente Andrés. Y eso es algo que no puedo entender, pero yo creo que uno nunca puede entender un prejuicio.
¿Cómo fue su vida después de la muerte de Andrés?
Yo seguí en una relación con mis hermanas y continuamos como familia, lidiando con la historia qué hay detrás del trabajo de Andrés. Durante muchos años las discusiones se daban de manera respetuosa. Yo a ellas las he querido muchísimo y yo supongo que ellas también me han querido a mí, pero es que yo aquí no estoy cuestionando ningún momento el amor que ellas le tiene a Andrés o que me pudieron haber tenido a mí. Yo no cuestiono nada porque yo no puedo cuestionar sentimientos tan profundos. Pero las cosas cambiaron.
Y así seguí procesando el dolor de perder a mi hermano como lo perdí, pero lo conservé en mí siempre, y lo llevo siempre en mí, porque yo pienso que uno lleva los muertos a través de los recuerdos y a través de esa energía que ellos le han dejado a uno.
¿Cómo influyó Andrés en su vida?
En querer decir la verdad. En querer plasmar la realidad, porque eso fue lo que él hizo. En quererlo hacer de una forma literaria y de una manera hermosa eso es lo que yo espero hacer con mi prosa y en mi poesía.
Bachiller. Liceo Benalcázar. 1967.
¿Es cierto que la familia de Andrés Caicedo era “gente de mucho dinero”?
No. El mito de que éramos una familia de mucho dinero viene de esta definición de clase, que es tan supremamente característica de Colombia. Nunca tuvimos mucha plata. Mis papás siempre estuvieron endeudados
¿Usted es la irreverente y la disidente de su familia?
La irreverencia hace parte del alma humana. Me siento muy orgullosa de ser irreverente. ¿Cómo no me va a volver disidente viviendo en esa opresión de la pequeña burguesía?
¿Cali ha cambiado en algo durante estos 50 años que usted ha estado viviendo fuera de Colombia?
La burguesía de Cali sigue siendo igual de patética a como la veía en 1967. Sin embargo, tengo que decir que Cali me dio las armas para poder cuestionar absolutamente todo en la vida.
¿Qué es la muerte para usted?
Es parte de la vida. Está tan unida a la vida como la respiración misma. Uno palpa la muerte en la misma forma en que palpa la vida. Pero también la muerte puede ser la negación total de todos los seres humanos. Yo palpo la muerte todos los días, porque he tenido problemas de salud serios, eso lo pone a uno más en contacto con la muerte. Todos vamos hacia la muerte, por eso no le tengo miedo de ningún tipo a ella. La muerte está muy viva; es algo que está muy vivo siempre.
¿Qué pasa si uno se muere con asuntos pendientes?
Todo el mundo muere con asuntos pendientes. Inevitablemente siempre va haber algo que uno no ha terminado de hacer cuando llegue la muerte.
Entonces, el suicidio es morirse sin asuntos pendientes…
El suicidio es un misterio. Es la negación de la vida y la escogencia de la muerte.
¿Ha tenido intriga de caminar hacia los misterios?
Yo pienso que eso tiene que ver mucho con la disidencia, porque una persona que es disidente admira el misterio.
¿Los muertos son un misterio?
Mi mamá siempre decía que en mi casa los muertos estaban más vivos que los vivos. Yo le doy muchas gracias a mi mamá por darme ese obsequio, el obsequio de pensar que podía continuar dándole vida a sus muertos a través de las historias y de los recuerdos.
¿Sus muertos están vivos?
Muy vivos. Yo hablo con mis muertos. Les tengo altares, yo no les tengo miedo, ellos me acompañan muchísimo. Conmigo siempre está mi mamá, me acompaña mi papá, Andrés Caicedo, Luis Ospina. Todos mis muertos están por acá andando.
¿Cómo honra a sus muertos?
Dándoles vida a través de mis recuerdos.
¿Dios es un misterio?
Mi Dios es un dios muy mío. Creo en ese misterio de lo que hay que yo no veo. Me encantan los misterios, y por eso mi Dios es un gran misterio. Pienso que la pequeña burguesía es la negación de ese misterio el dios de la pequeña burguesía no es mi Dios. Mi Dios no se conforma con rituales que son siempre los mismos.
Dios es el misterio al que yo siempre he admirado, el misterio de la vida es algo que me hace seguir viviendo.
¿La vida que tiene en Estados Unidos la hubiera podido tener en Colombia?
Ese es otro misterio.
¿Qué es la fealdad?
Hacer el mal de manera consciente.
¿Qué es la hermosura?
Casi todo en la vida. El verde es hermosura para mí, por ejemplo.
¿A qué le tiene miedo?
A la crueldad humana y a perder la memoria.
¿Ha amado?
Mucho. Amo a mis hijos. Haber dado a luz dos veces es hermoso. Y, claro, amo a Ruth, el día que la conocí fue amor puro. Ellos son mis grandes amores.