En la RAYA

OPINIÓN

Por: Juan Pablo Soler Villamizar

Hace pocos días se cerró la fecha para comentar el decreto de comunidades energéticas que está preparando el Ministerio de Minas y Energía. Tuvimos que enviar de manera reiterada nuestros comentarios dado que el texto mantuvo intacto muchos de los aspectos cuestionados en la versión presentada en julio.

De cara a la propuesta de transición energética justa, la cual fue adoptada de la agenda de los movimientos sociales, el Ministerio de Minas y Energía debe partir por reconocer las energías comunitarias puestas en marcha hace décadas en Colombia como alternativa al modelo energético prevalente. Las energías comunitarias deben tener un tratamiento especial dentro del decreto de comunidades energéticas, incluso contextualizar su trayectoria histórica en los considerandos de la norma. 

No son figuras yuxtapuestas, por el contrario, las energías comunitarias representan los cimientos para que las comunidades energéticas tengan el éxito, la eficacia y la pertinencia que requiere la transformación del sistema, sin perder de vista que la propuesta de comunidades energéticas no yace en el contexto colombiano, emana del contexto global.

El decreto plantea las figuras de autogeneradores colectivos y autogeneradores distribuidos colectivos a las que se debe sumar la categoría de Autogenerador Comunitario de Pequeña Escala (Acope) la cual no surge del interés de la comercialización de excedentes sino de la puesta por transformar estructuralmente el modelo energético y de hallar otros usos a las energía cuyo retorno más preciado es el mejoramiento de la calidad de vida, la salud, la felicidad y la contribución a la mitigación de la crisis climática. Si bien, en la legislación actual existe la figura de Autogenerador de Pequeña Escala (AGPE), esta tiene grandes limitaciones desde la perspectiva de las energías comunitarias, por ejemplo, si los excedentes energéticos se quisieran compartir con los vecinos está prohibido y, de hacerlo, correría el riesgo de ser sancionado o debe someterse a crear una empresa de servicios públicos.

Por otra parte, se requiere que el decreto defina claramente el universo de generación. Apartes del texto hacen relación o insinuaciones a que las comunidades energéticas son proyectos de electricidad. La práctica nos ha enseñado que energía no solo es electricidad, energía es el movimiento, los alimentos, la salud, la relaciones con nosotros y con los otros, las formas de construir, de habitar, así como cambiar los hábitos de consumo en clave de cesar el despilfarro energético.

Las Comunidades SETAA, además, proponen que dentro del FENOGE y cualquier otra línea de financiación pública que se proponga se destine un porcentaje para apoyar las iniciativas de mujeres exclusivamente. Es paradójico que, aunque las mujeres son a las que usualmente el sistema energético patriarcal desconoce, son las que están, en su mayoría, al frente de las energías comunitarias para dar solución a los problemas del modelo que les ha afectado. Recuerdo que alguna vez alguien decía que no creía en los biodigestores pero luego de instalarlo, el biodigestor se transformó en el corazón de la finca. Quien no creía era el hombre y quien lo convirtió en el corazón de la finca fue la mujer.

También recuerdo que en el cañón del río Cauca cuando llegaron los censadores del proyecto Hidroituango, no reconocieron a las mujeres que cocinaban para los barequeros de la zona por considerar que la labor de preparar alimentos no era un oficio que se debiera indemnizar; en la zona de Hidrosogamoso sucedió algo similar con las vendedoras de pescado a quienes además de dejarlas sin pescado les llenaron de polvo sus puestos de trabajo con el paso de las volquetas y maquinarias, negando su existencia hasta hoy.

Por tanto, la justicia en la transición energética requiere una creación especial de oportunidades para quienes han sido afectados históricamente y para quienes han contribuido en generar propuestas de escala comunitaria para la transformación del modelo energético desde el ejercicio de las energías comunitarias.

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