En nuestras manos llevamos con fuerza nuestros bastones, en ellos está la dignidad, la memoria, la historia, la unidad y la complementariedad. Nuestros bastones no son armas. Por el contrario, históricamente nos hemos opuesto a la violencia armada porque esa es la que nos ha exterminado. Por eso, seguiremos con los bastones en alto defendiendo la esperanza de vida de otras generaciones.
La Guardia Indígena es un tejido de vida que ha existido desde la misma creación de los mundos de cada uno de los 115 pueblos indígenas que habitan en Colombia. Desde antes del amanecer cada territorio en la “Madre Tierra” tenían y tienen sus guardianes que no son otra cosa que hombres, mujeres, niños, niñas, jóvenes, mayores y mayoras pertenecientes a las comunidades locales quienes participan de manera voluntaria y a quienes se les exige un comportamiento ejemplar. Ellos y ellas, los guardianes, con bastón en mano defienden la vida y el territorio de los pueblos indígenas hasta con sus propias vidas. Uno a uno con valor y dignidad se enfrentan a la desproporcionalidad de la guerra que no cesa en los territorios por intereses económicos, por disputa y control territorial. Esta Guardia Indígena hoy consolidada no es una fuerza de lucha y resistencia de ahora, sino que tiene sus origines en el nacimiento mismo cuando nos enfrentamos a los españoles, cuando nos defendimos de los terratenientes y cuando los paramilitares pretendieron extinguirnos en el siglo pasado.
Movilización de la Guardia Indígena en La Delfina, Valle del Cauca. / Ramírez, T. (2019).
Antes de continuar con este relato, los invito a escuchar a Juan Carlos Rodríguez, coordinador de los semaneros del Pueblo Indígena Kankuamo y coordinador de la Guardia Indígena del Caribe colombiano, quien explica el significado del bastón de mando desde la visión de este pueblo ancestral.
Voz de Juan Carlos Rodríguez.
Guardia Indígena de la Unidad Indígena del Pueblo Awá, asentado principalmente en Nariño y Putumayo. Desfile hacia la plaza de Bolívar acompañando el VIII Congreso de la ONIC en Bogotá en 2016. /Archivo ONIC (2016).
Continuamos con el relato. Con estos antecedentes históricos la Guardia Indígena se ha caracterizado por ser un actor de paz en los territorios ensangrentados por la guerra. Todos somos Guardia Indígena porque sobre nosotros recae la responsabilidad de cuidar la Madre Tierra y la vida de nuestra gente. Por eso, estamos organizados bajo los principios que rigen al movimiento indígena: unidad, territorio, cultura y autonomía. Caminamos bajo el sendero de lo que determinan sus leyes de origen, el derecho mayor o la ley natural. Pero también, bajo la normatividad internacional de los Pueblos Indígenas como la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas y Tribales del Mundo (2007), la Declaración Americana de los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas (2016) y lo reconocido en la Constitución Política de Colombia de 1991, en donde se reconoce la Jurisdicción Especial Indígena como la forma legítima de justicia de nuestros pueblos ancestrales en Colombia.
Por eso, desde esta tribuna hacemos un llamado público al reconocimiento y el respeto de la Jurisdicción Especial Indígena, de la que hace parte la Guardia y la cual bajo los principios de la resistencia civil no violenta se encarga de ejercer una resistencia de amplio espectro: frente a los actores del conflicto armado y frente a todo tipo de intervención externa en sus territorios. Insistimos y ratificamos, contrario a la estigmatización que se quiere generar por parte de políticos y periodistas confundiéndonos con grupos armados, somos una Guardia para respetar y hacer respetar la vida.
La Guardia Indígena no es homogénea, pues cada una tiene su propia identidad comunitaria y territorial. Unos con flechas como los Yukpas de la Serranía del Perijá y los Sikuanis de los Llanos Orientales; otros con cerbatanas como los Emberá Katió del Chocó; los Nasas y los Awá con bastones; y los Kankuamos, Arhuacos, Wiwas y Koguis con Poporo”.
Representación de la Guardia Indígena Nacional elevando sus bastones de mando en el territorio de La Delfina, Valle del Cauca. / Óscar Montero (2021).
“La simbología de las guardias –representada en los bastones de mando, flechas u otro elemento tradicional de las culturas indígenas– constituye un claro rechazo al poder de las armas y un refuerzo del poder de las autoridades tradicionales”, señaló la Comisión e la Verdad en su informe final sobre los impactos del conflicto armado en Colombia. De la misma forma podemos afirmar que la amenaza que representó la guerra para los Pueblos Indígenas conllevó a la reafirmación de una estrategia de resistencia y lucha colectiva: la Guardia Indígena, como se le conoce, pero que también puede llamarse semaneros, capitanes y alguaciles, es ejemplo de ello.
Izquierda: Guardia Indígena del Pueblo Indígena Pijao, armonizando el territorio (2021) Derecha: Guardia Indígena del Pueblo Indígena Zenú, en San Andrés de Sotavento, Córdoba (2021), / Óscar Montero 2021
El bastón que porta la Guardia Indígena no es “cualquier palo”, es símbolo de unidad, de autoridad y de mando en las comunidades. Quien lo porta es una persona ejemplar, servicial y solidaria, sin antecedentes y con todo un proceso organizativo respetable. El bastón tanto para los hombres como para las mujeres es el complemento, es la fuerza, es la dualidad que acompaña su espíritu y su caminar. Hay bastones que portan las autoridades territoriales y ancestrales y los que portan los Guardias Indígenas, todos son diferentes y están acorde al sentido cultural y territorial de cada Pueblo Indígena.
Escuchemos ahora a Luz Yadeni, coordinadora general de la Guardia del Resguardo Indígena de Cañamomo Lomaprieta, departamento de Caldas.
Voz de Luz Yadeni
En la Colombia profunda, esa de las selvas, los desiertos, las sierras y montañas, ha sido la Guardia Indígena la que históricamente ha salvaguardado la vida de la gente. Allá donde ninguna entidad del Estado va por falta de garantías de seguridad es que los bastones se alzan para ejercer gobierno propio, gobierno que evita en gran medida el reclutamiento forzado de la niñez y la juventud indígena, y todo tipo de desarmonía en sus espacios de vida. Por ejemplo, la Guardia Indígena se ha caracterizado por realizar acciones de rescate de personas secuestradas por los actores armados o se destaca por la búsqueda de desaparecidos.
Guardia Indígena Embera Chamí, Segovia, Antioquia. / Archivo particular.
Contrario a la opinión malintencionada que pretenden sembrar en los colombianos periodistas desinformados y líderes políticos, la Guardia Indígena tiene como principio la no violencia, la espiritualidad y el diálogo. De hecho, históricamente hemos logrado crear pactos locales de paz, proteger a civiles en sus territorios tomando como referente el derecho internacional humanitario. Siempre desde la palabra y no desde el fusil que nos asesina a diario. Así lo ha podido documentar el primer Informe Nacional de Memoria Histórica de los Pueblos Indígenas en Colombia, Tiempos de Vida y Muerte (2019), de la ONIC y el Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia (CNMH). De igual manera lo hizo el Capítulo Étnico del Informe Final de la Comisión de la Verdad, Resistir no es Aguantar.
Semaneros del Pueblo Indígena Kankuamo, en el V Congreso Kankuamo, en Atánquez./ Óscar Montero 2022
La Guardia Indígena igualmente ha sido motivo de inspiración, un referente de fuerza no violenta para otros grupos poblacionales. De allí han emergido las Guardias Campesinas y las GGuardias Cimarronas entre los pueblos negros en busca de la paz de sus territorios ensangrentados
históricamente por quienes tienen el poder de las armas.
Guardia Cimarrona de San Basilio de Palenque en la posesión del presidente de la República Gustavo Petro. / Villano, M (2021) .
Por todo esto es que hoy más que nunca ven a miles de indígenas, también de campesinos y negros, desfilando por todo su país con sus bastones de mando. Estamos cansados de ser asesinados, masacrados, desplazamos y confinados. Por eso, salen desde todos los territorios ancestrales del país con sus mochilas, jigras, mochilones y bastones a defender los 231 acuerdos que sus autoridades tradicionales lograron concertar con el Gobierno en el marco del Derecho Fundamental que tienen a la Consulta y el Consentimiento Previo, Libre e Informado. Todo esto enmarcado en la llamada Mesa Permanente de Concertación, máximo escenario de diálogo y acuerdos entre el movimiento indígena y el Estado colombiano.
Por eso, hemos visto en la capital de nuestro país, hoy más que nunca, desfilar a hombres y mujeres de las diferentes Guardias Indígenas de los 115 pueblos que aún viven en Colombia. Y llegaron hasta la Plaza de Bolívar en medio del frío, con sus rostros de dignidad, sosteniendo sus bastones de mando, esos de madera fuerte hechos de chonta y de macana, para defender la vida y el territorio una vez más; ya no de los armados, sino de los congresistas que el mismo pueblo elige.
Mural en honor a los Guardianes de la Madre Tierra, Asociación de autoridades Indígenas del Pueblo U´wa- ASOU´WA,
Cubara, Boyacá, 2022. / Óscar Montero 2022
Una vez más en el corazón del Bakatá, en el centro del país, el territorio ancestral del Pueblo Indígena Muisca vio desfilar por sus calles a la Guardia Indígena. Todos con sus bastones y pañoletas caminando en fila, uno tras de otro, llenaron la plaza de Bolívar. A su llegada, los rostros de la tierra llenos de esperanza avivaron con danzas y cantos la alegría de la otra Colombia, esa invisibilizada históricamente por el Estado. Pero no todo iba a ser alegría. Era de esperarse que algunos medios de comunicación, periodistas y políticos no soportaran su presencia tan cerca del poder.
Y por eso, quisieron ver lo que dijeron: que los Guardias Indígenas portaban armas y no bastones. Y otros, con mayor ignorancia y racismo, afirmaron que con “palos” pretendían amenazar al Congreso de la República. Claramente afloró el racismo, el clasismo y la discriminación contra de los Pueblos indígenas. Algo que no es nuevo, una práctica que ha estado presente en todos los tiempos, siempre buscando desconocer que corre por sus venas sangre y genes indígenas, mucha de ella, producto de las violaciones y abusos que los españoles cometieron en contra de nuestros ancestros.
Pero no lo quieren entender así. Por el contrario, estos colombianos, cada uno de manera irresponsable, le pusieron una lápida a la Guardia Indígena al equipararla con grupos armados, al difamar que portaban armas, al señalar que se tomarían por la fuerza el poder, al creer que la violencia es parte de nuestro pensar y querer. No señores feudales, no es así. Somos gente de paz y, muchas veces, como le tocó esta semana al joven guardia de Jambaló, Cauca, entregamos la nuestra por defender la de todos. Por defender que no nos exterminen.
William Vargas Peña se llamaba el Kiwe Thegna, el Guardia Indígena del Resguardo de Jambaló asesinado el pasado 3 de mayo justamente cuando desde los micrófonos y periódicos de Bogotá nos acusaban de portar armas. No señores señoriales, el joven Vargas portaba un bastón de chonta y apoyaba a su comunidad que estaba en medio de los combates entre las disidencias de las Farc y el ELN. Y murió por las balas que se cruzaban esos actores. Murió sin poder ser atendido en un hospital digno de los que carecen nuestros territorios.
Escuchemos el testimonio de Luis Acosta, coordinador nacional de la Guardia Indígena de Colombia.
Voz de Luis Acosta
Twitter Vicky Dávila, 2023.
El mensaje contra la Guardia Indígena ha sido claro y así lo hemos entendido: no soportan que por fin en la historia del país los pueblos indígenas, milenarios, tengan voz y lideren parte del Estado. Pero tranquilos, señores feudales, porque ya son muy pocos esos colombianos, esas calumnias, insultos y expresiones de racismo no doblegaran nuestra lucha. La respuesta en cabeza del Coordinador Nacional de la Guardia Indígena ha sido clara: "Nuestra arma es la unidad, es el pensamiento, la palabra. Las armas han hecho mucho daño y nuestra política de defensa y de protección ha sido más en el sentido de la protección. Las armas destruyen, las armas llaman malas energías y entre la armonía y los principios ancestrales de nuestros pueblos pues no está esa alternativa", lo dijo en 2019 ante la cadena mundial CNN Español. Palabras que hoy siguen teniendo vigencia.
twitter Luis Carlos Vélez, 2023.
Twitter Juan Carlos Pinzón, 2023.
Por ahora, solo déjenme decirles que la lucha y la resistencia en la Plaza de Bolívar valió la pena. Finalmente logramos que el Congreso incluyera más de 30 artículos que refrendan los acuerdos de la consulta realizada con los Pueblos indígenas en el Plan Nacional de Desarrollo. Hoy, la Guardia Indígena sigue siendo una fuerza de paz con la que cuenta el país, un ejemplo de resistencia civil que ha sido reconocida con el Premio Nacional de Paz y con el premio Front Line Defenders (FLD) para las Américas 2020, por su labor de resistencia en zonas convulsas del conflicto armado y su defensa por los Derechos Humanos de la población. Según Andrew Anderson, director ejecutivo de FLD, a pesar del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y la extinta guerrilla de las Farc, “las personas y organizaciones defensoras de Derechos Humanos, incluida la Guardia, siguen enfrentando ataques letales y un riesgo extremo. Este premio reconoce el extraordinario coraje de todo el colectivo de la Guardia".
Escuchemos a Indi Iaku Sigindioy, director de asuntos étnicos de la Secretaria de Gobierno de Bogotá.
Voz de Indi Laku
Niño guardia indígena escolar del Pueblo Indígena Awá, semilla de vida, semilla de esperanza. / Óscar Montero 2022
Por ahora, como indígena kankuamo les diré: “No nos maten más ni con balas, ni con palabras; vengan y caminen junto con nosotros para seguir defendiendo el territorio, para seguir tejiendo y buscando la paz”.
Para ellos y ellas, para los guardianes de la vida y de la Madre Tierra en el país, por su lucha, su resistencia y valentía para cuidar a nuestros Pueblos Indígenas, todo mi agradecimiento eterno. Su pie de lucha en la Plaza de Bolívar siempre valdrá la pena.