Por Juan Pablo Soler
Tras varios años de lucha, debates y reflexiones en torno a la conveniencia de dejar el petróleo en el subsuelo del Yasuní, una reserva de la biosfera ubicada en la cuenca alta del Amazonas, el pueblo del Ecuador definirá el próximo 20 agosto, por medio de una consulta popular, si se debe dejar o no el petróleo en el subsuelo.
En dicha jornada también se votarán las elecciones presidenciales, por lo que los y las votantes deben percatarse de pedir la papeleta correspondiente de la consulta por el Yasuní en todas las regiones del país. Adicionalmente, la región de Quito votará por una consulta para bloquear la explotación minera de oro en el bosque Chocó Andino en la misma jornada electoral.
Para votar por la protección del Yasuní y sus comunidades se debe responder afirmativamente (sí) a la única pregunta de la papeleta: “¿Está usted de acuerdo en que el gobierno ecuatoriano mantenga el crudo del ITT, conocido como bloque 43, indefinidamente en el subsuelo?”
Los desarrollistas y quienes están aferrados a la idea de que el progreso y bienestar solo se consigue extrayendo el crudo, niegan que el petróleo es finito e ignoran que los estragos de la crisis climática cada vez son más costosos en términos económicos, sociales, ambientales y culturales. Y manifiestan gran preocupación por los millones de dólares que dejarían de percibirse por la explotación sin tener en cuenta los millones de dólares que podría conllevar la reparación de los estragos y los impactos irreversibles en esta área estratégica ambiental para la vida.
Lo que dejará de extraerse en el bloque 43 del Yasuní ITT representa un reducido porcentaje del total de petróleo que se consume en el mundo, pero traza un horizonte posible frente a la necesidad de la humanidad, de vivir sin quemar y refinar el petróleo.
Votar positivamente a la consulta concuerda con el pensamiento del pueblo U´wa en Colombia, cuyos integrantes han manifestado que el petróleo es la ruiría o sangre de la madre tierra y que su extracción conlleva al desequilibrio de la vida sobre el planeta, por ende es necesario no seguir desangrando la tierra.
En otras palabras, dicho desequilibrio se traduce en la crisis climática global ocasionada principalmente por la quema de combustibles fósiles, evidenciando una vez más que la cosmovisión de los pueblos originarios antecede a las conclusiones científicas de la modernidad.
Por nuestra parte queda actuar en coherencia y no permitir que la crisis siga profundizando. El camino trazado por la defensa del Yasuní provocará nuevas consultas y acciones en las que la razón debe imperar sobre el interés particular de las empresas que usualmente usan estrategias diversas para confundir a la opinión pública y a la ciudadanía en general en favor de sus intereses, esos sí, particulares.