Estuvo en la cárcel por haber recibido sobornos de la multinacional Odebrecht. Sin embargo, Bernardo Miguel Elías salió de prisión y fue recibido en su pueblo natal con papayeras y caravanas. Un fenómeno cuestionado, pero que tiene sus raíces en una práctica legitimada en la política colombiana: el clientelismo. En RAYA analizamos esta vieja estrategia y su mutación.
Por: Alejandro Chala
El pasado viernes 7 de julio, Bernardo Miguel Elías, conocido como el “Ñoño” Elías, quedó en libertad gracias a un fallo del Juzgado Primero de Ejecución de Penas de Sincelejo, el cual consideró que Elías había cumplido la mayor parte de su condena a raíz de los delitos de cohecho, tráfico de influencias, concierto para delinquir y lavado de activos, por su papel en el entramado corrupto de Odebrecht en Colombia. Días después de su liberación, el 9 de julio, el “Ñoño” fue recibido por una tumulto de simpatizantes, familiares e intermediarios políticos (líderes barriales y comunales) que con camionetas de alta gama, motos y papayeras recorrieron varias calles del municipio de Sahagún (Córdoba) hasta dejar al liberado líder político a unos metros de su casa donde las celebraciones continuaron.
Posterior a ello, los medios masivos de comunicación y distintos líderes de opinión reaccionaron a la noticia. Desde la justificación de que aquel recibimiento hacía parte de la idiosincrasia y la cultura del departamento de Córdoba, y que los analistas desde el centro del país omitían las condiciones en las que un confeso corrupto era recibido en su región, hasta acusar a los pobladores de la Costa Caribe de “ignorantes” y “carentes de educación política”; sin agencia y maleables ante los intereses de gamonales políticos regionales y locales. Dichas interpretaciones se mezclaron con difusas definiciones de “clientelismo”, “memoria histórica” y “educación”, conceptos que terminaron siendo tangenciales y dejando en el aire las verdades preguntas y respuestas frente al acontecimiento, las cuales aún no han sido respondidas.
Pero, ¿por qué Bernardo “Ñoño” Elías, condenado por actos de corrupción, fue recibido con celebraciones en su pueblo natal? Aunque la pregunta parece simple, encubre cierta serie de factores que involucran una lectura mucho más amplia de la idea de clientelismo y la forma cómo ha construido y sostenido el sistema político colombiano; cómo se generan lazos políticos con las comunidades más allá de la racionalidad instrumental propia de la democracia liberal y lo cual está ligado a dinámicas sociales mediadas por la cercanía afectiva con su pueblo y a la generación de estructuras políticas que se aprovechan del distanciamiento del Estado central para suplir necesidades básicas de esas mismas comunidades a nivel local. Todo ello, cubierto bajo la idea del clientelismo como forma de intermediación política y regulación de relaciones sociales.
El entramado político del “Ñoño” Elías
Bernardo Miguel Elías Vidal, alias El "Ñoño" Elías”, es uno de los políticos más fuertes y poderosos de la Costa Caribe colombiana, teniendo su fortín político en el departamento de Córdoba. Igualmente lo tiene en el departamento de La Guajira, donde sostiene una amplia red de intermediarios políticos, estructura a través de la cual ha invertido dineros públicos por medio de su gestión parlamentaria. Elías es oriundo de Sahagún (Córdoba), tiene 47 años y es ingeniero civil de la Universidad de la Salle; además, es especialista en Gerencia de Construcciones de la Universidad Javeriana. Proviene de una familia profundamente enraizada con la burocracia departamental y nacional, siendo su padre, Bernardo Miguel Elías —quien estuvo preso por corrupción—; su tío Jorge Ramón Elías Nader, conocido como "Joche Elías", gobernador de Córdoba, ex Representante a la Cámara por el mismo departamento y ex Senador —quien estuvo involucrado en el proceso 8000—; su primo Carlos Alberto Elías Hoyos —ex alcalde de Sahagún—; su hermano Julio Elías Vidal —quien es actualemente senador de la Repúbica por el Partido de la U y heredó la mayor parte de su estructura política luego de su captura en 2017—; y su otro primo, Alberto José Elías, "El Galón", quien fue salpicado por el escándalo del Carrusel de la Contratación y estaba ligado a Emilio Tapia.
Allá mismo, el “Ñoño” tiene nexos y relaciones con el clan político de los Bula, con el que se relaciona como grupo a través de la influencia de Elías Bechara Zainúm y Salomón Náder Náder, políticos cordobeses. También tiene nexos con el ex gobernador de Córdoba, Alejandro Lyons (a través del matrimonio que este último tiene con su hermana, Johanna Elías Vidal). Accedió a la vida política en 2006 tras ser elegido Representante a la Cámara por el departamento de Córdoba con aval del Partido de la U y pegado a la campaña reeleccionista del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Luego, en 2010 fue elegido Senador por el mismo partido, aumentando su caudal electoral de 39.774 a 74.247 votos. En ambas cámaras estuvo en la Comisión Tercera Económica. Posteriormente, y con la repartición de "mermelada" (asignaciones presupuestales de la nación a municipios y departamentos por iniciativas de los parlamentarios, de la cual recibió cerca de $180.000 millones) logró aumentar su caudal electoral, siendo el tercer senador más votado durante las elecciones de 2014 con 140,143 votos, tanto por el apoyo a la campaña reeleccionista de Juan Manuel Santos, como por el aumento de su influencia en la Costa Caribe, en parte, por la inversión de "mermelada" en municipios de Córdoba y otros departamentos de la región.
Una buena parte de esos recursos fueron invertidos en su municipio natal: Sahagún. Entre 2012 y 2015 impulsó la construcción de una ciclorruta que atraviesa gran parte del municipio; una plaza de mercado; un estadio de fútbol moderno (inaugurado con Juan Manuel Santos); un coliseo de boxeo diseñado para combates internacionales; un acueducto (inaugurado con Germán Vargas Lleras); una sede de la Universidad de Córdoba y la remodelación de varios parques municipales. En parte, el gran apoyo popular del ‘Ñoño’ deviene de estas obras que, en su mayoría, poseen problemas de sostenimiento debido a los altos costos de reparación y mantenimiento, lo que las han puesto en riesgo de convertirse en elefantes blancos. Del complejo de boxeo, por ejemplo, sólo se ha utilizado una vez, igual que el estadio; a diferencia del acueducto y la remodelación de los parques que se han convertido en las obras más visibles del legado de la "Ñoñomania" en su municipio.
En 2017 la Corte Suprema de Justicia ordenó su detención, acusado de recibir $17.300 millones en sobornos entregados por la multinacional Odebrecht para la construcción de la vía Ocaña - Gamarra, cuyo valor ascendía a $1,2 billones a cambio de utilizar su posición privilegiada como Senador para presionar, por medio del control político, a la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) para firmar el contrato de la vía. También estuvo salpicado por casos de corrupción en varios contratos de la Ruta del sol I y II, en los que pudo haber intermediado por coimas. En 2018 fue condenado por los delitos de cohecho y tráfico de influencias a 6 años y 8 meses de prisión; posteriormente, em agosto de 2021 fue condenado a 8 años y 4 meses de prisión por los delitos de concierto para delinquir agravado y lavado de activos. Tras varias apelaciones realizadas por sus abogados en 2022, aduciendo que había cumplido la mayor parte de su condena y que colaboró con la Fiscalía respecto a las investigaciones del caso Odebrecht.
Finalmente, el ‘Ñoño’ obtuvo su libertad condicional el pasado viernes 7 de julio. No obstante, pesa sobre su carrera política una inhabilidad, impuesta por la Procuraduría, por 12 años para ejercer cargos públicos; además, está siendo investigado por tráfico de influencias en el entramado de corrupción dentro del Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo (FONADE), en el cual pudo haber incidido en el otorgamiento de un contrato de interventoría entre 2016 y 2017, con el fin de obtener cargos para su gente dentro del mismo organismo.
A pesar del largo prontuario que tiene el “Ñoño” Elías, su familia y su estructura política en el departamento de Córdoba, su liberación generó la movilización de un amplio sector de la ciudadanía de Sahagún, que fue convocada por redes sociales para el recibimiento. Para entender el masivo apoyo que mantiene el "Ñoño" Elías y su movimiento político, la "Ñoñomanía", es necesario revisitar y profundizar en la forma cómo el clientelismo funciona en el país y en Córdoba, particulamente, para denotar que existen dinámicas de dominación y regulación de las relaciones sociales y un ejercicio político informal de relaciones y cercanías con la gente que buscar suplir sus necesidades insatisfechas por medio de favores de los políticos como el “Ñoño”.
Las lógicas clientelares y la “política de la familiaridad”
Colombia es un país que, a través de su historia, se ha construido alrededor de diferentes instituciones sociales y relaciones políticas basadas en el intercambio de favores, bienes y oportunidades. Desde la colonia se constituyó la encomienda como forma de obtención y mantenimiento del poder a través de la fidelidad para obtener servicios que, de otro modo, serían imposibles de alcanzar fuera de aquellas relaciones, del mismo modo que durante gran parte del siglo XIX e inicios del XX las relaciones entre los grandes gamonales políticos y las poblaciones campesinas y urbanas del país se establecieron bajo manifestaciones clientelares. Fue de aquel modo que los supremos directores de las guerras civiles organizaron ejércitos y mantuvieron lealtades en los territorios a través del tiempo, al mismo tiempo que aseguraron que aquellas fidelidades se transfirieran a sus herederos y conservaran el poder dentro de las regiones a lo largo del tiempo. Esta composición en redes de parentesco ha mantenido y reproducido el poder político, ha delimitado el espacio social y ha generado una lógica de identidad y pertenencia que llevan a que aquellas dinámicas locales reduzcan el ejercicio de la política a la lealtad, tal y cómo lo señala Gloria Ocampo en su libro "Poderes regionales, clientelismo y Estado"[1].
Puede leerse entonces un primer elemento que define esta cercanía de la gente con el "Ñoño" Elías, que se ha establecido sobre la identidad y pertenencia al municipio y al departamento a partir de la consolidación de una estructura política familiar que se relaciona con las bases sociales a través de la lealtad. La estructura política no es distante de la gente, sino que se sustenta en la cercanía con el jefe político (el "Ñoño") que puede garantizar que el favor se cumpla o que el servicio solicitado se redistribuya, tal y cómo señala Julieta Quirós en su artículo "El clientelismo como incógnita"[2]. La realización de las obras en el municipio entre 2012 y 2015 genera como respuesta un afecto de la gente hacia quien ven cómo su benefactor, porque ha cumplido con su promesa. Del mismo modo, la presencia de la red familiar desde el pasado también garantiza esa cercanía, pues quien es el jefe político no es distante de las lógicas sociales de su municipio, sino que ha crecido en ellas, comparte su cultura y su idiosincrasia, por lo que crean y a la vez reproducen identidades sociales existentes en el municipio. En este caso, "Ñoño" Elías no es sólo la cara de un municipio, sino también encarna la identidad del mismo, con el que la gente se siente identificada. De aquí también se puede rastrear otro elemento: la gente no percibe en los actos delictivos de "Ñoño" Elías un recelo moral, porque estos actos se realizaron por fuera de la lógica local, no afectan la identidad del municipio y de sus bases sociales en sí. En parte, esto explica el por qué en los medios de comunicación muchos de los manifestantes salieron a apoyar la “Ñoñomanía”, más allá del argumento de que hubiera construido grandes obras en el municipio.
Igualmente, también es importante reconocer que en las lógicas clientelares se conciba al jefe político como un sujeto carismático capaz de captar los problemas de las comunidades y su disposición a solucionarlos. La construcción del acueducto de Sahagún, la inversión para la construcción de una sede de la Universidad de Córdoba en el municipio y la remodelación de parques y ciclorrutas denotan que el “Ñoño”, en efecto, “escuchó” a las comunidades en su urgencia por garantizar servicios básicos, lo que reafirma el liderazgo de su figura, el prestigio de su familia y su capacidad para traducir aquellas obras públicas en votos que garanticen su presencia política a nivel local y departamental. Lo que no significa que aquella “escucha” haya sido desinteresada y justifique el accionar delictivo del “Ñoño”, pero sí permite dilucidar que ha existido una instrumentalización de aquellas obras dentro de las mismas lógicas clientelares para garantizar apoyo popular, cercanía y una política de la “familiaridad” que hoy se ve reflejada en las caravanas y en las papayeras en las calles de Sahagún. En últimas, el sostenimiento de la legitimidad del jefe político radica en su capacidad de redistribuir bienes y servicios del Estado que, de otro modo, no llegarían al municipio.
Por otro lado, una de las fuentes que sostiene el poder político que posee “Ñoño” Elías en la región radica en su capacidad de control burocrático que le permitan acceder y controlar escenarios institucionales para poder resolver los favores políticos que ha suscrito durante las épocas electorales. Tanto el acceso a recursos por medio de los cupos indicativos entregados durante la presidencia de Juan Manuel Santos, como su capacidad de incidir por medio de cuotas políticas en el FONADE para desarrollar proyectos en su municipio, sostuvieron la legitimidad del “Ñoño” en el territorio y la posibilidad de brindar garantías a sus votantes de recibir recursos del mismo Estado. Parte de la movilización por su recibimiento el 9 de julio fue gestionada por intermediarios conocidos y nuevos (consolidados por su hermano, Julio Elías) que se vieron favorecidos dentro de la red clientelar y su integración como actores políticos de nivel intermedio capaces de participar en la redistribución de bienes y en la consolidación de apoyos políticos en el tiempo, en los que también reside parte de la legitimidad y la aceptación que sigue teniendo el “Ñoño” en su tierra natal, y que serán indispensables en el momento electoral que se avecina para octubre de este año.
Por último, en su papel de intermediario principal, el lugar que ocupa el “Ñoño” es fundamental frente a los intereses particulares del Estado en la región. No sólo por su capacidad de impulsar apoyos o rechazos a iniciativas institucionales en el departamento, sino porque en su lugar de jefe político, es un intermediario que media en el acceso a los recursos del Estado, pero también impide que el Estado afecte los intereses de quienes le apoyaron, especialmente de las bases políticas medias, los liderazgos populares y su misma estructura familiar. A pesar de su condena por corrupción, el papel de “Ñoño” Elías siguió siendo fundamental para mantener la estructura de su clan, golpeado por los escándalos, y permitir que su hermano, el senador Julio Elías y el alcalde Jorge David “Davo” Pastrana llegaran a sus cargos, del mismo modo que garantizó que los nuevos líderes cumplieran efectivamente los favores suscritos y mantuvieran las redes clientelares intactas, ante la emergencia de nuevos liderazgos regionales que, ante la debilidad de la estructura, pudieran tomarse los espacios políticos que la familia Elías posee en estos momentos.
Una contestación al centralismo bogotano
Las celebraciones por la liberación del “Ñoño” Elías no sólo evidencian de manera desmenuzada como se han arraigado de forma particular las relaciones clientelares en Córdoba, sino que también, delimitan una frontera entre la forma de hacer política en las regiones y la lógica política a nivel central arraigada en Bogotá. Gran parte de las lealtades existentes en el territorio también se definen entre un “afuera” distante y un “adentro” donde se desarrollan las cercanías y los lazos interpersonales que sustentan las redes clientelares. En esta mirada, Bogotá se encuentra lejos, a pesar de ser reconocida en el imaginario de la gente como el lugar central donde reside el Estado. El problema que posee esta visión se encuentra en que aquella identificación con la lejanía territorial también se aplica para observar al Estado, las instituciones y sus lógicas.
Antes que nada, la relación que la gente posee con el Estado en las regiones se limita a lo que exista de la institucionalidad del municipio. Las dinámicas políticas nacionales se ven ajenas frente al devenir del día a día de la gente, de sus necesidades y de sus urgencias; lo mismo sucede con los escándalos y crisis que, mientras no inciden en el escenario local, se observan como problemáticas que refuerzan la desconfianza frente al Estado que lleva a la necesidad de consolidar relaciones con intermediarios políticos y redes clientelares. Es en esta perspectiva donde también puede leerse la aceptación y el júbilo de la población de Sahagún a la llegada de su “hijo pródigo”.
Desde esta lectura, los delitos cometidos por el “Ñoño” Elías son distantes a las lógicas del municipio porque los aportes y las obras que el jefe político impulsó y realizó se hicieron de manera limpia, con dineros de los cupos indicativos repartidos por la burocracia presidencial en Bogotá y con las cuotas que el mismo gobierno abrió para percibir apoyos a sus decisiones políticas y legislativas.
Para la gente y para las redes clientelares, los delitos de corrupción en el marco del escándalo de Odebrecht son vistos como problemas jurídicos que afectan la política nacional distante, que involucra a las élites nacionales que poco o nunca han visto su territorio y que tiene efectos en Bogotá y en las zonas afectadas, pero no en su municipio. Sin embargo, esta lectura no es globalmente aceptada dentro de la comunidad y tanto los detractores de la “Ñoñomanía” como algunas personas que hacen parte de las redes clientelares sí asumen que los actos de corrupción del “Ñoño” afectan al municipio. Por otro lado, las opiniones dentro de la “Ñoñomanía” frente a los delitos cometidos por el jefe político pueden llegar a celebrarse, incluso, como un acto de “viveza” frente a las élites centrales, a quienes se les acusa como culpables de que el Estado no llegue a su territorio o como “ladronas”, lo que conlleva a que la imagen del “Ñoño” se observe, incluso, como la de un “héroe”, lo que iría en consonancia con la construcción de redes clientelares en los territorios que se observen como defensoras de los intereses y las necesidades de los habitantes del municipio frente al Estado, y lo que también moldearía la cultura política local.
Conclusiones
El clientelismo ha adquirido un papel de suma importancia en el contexto democrático contemporáneo de Colombia, pues cumple una función crucial al regular las relaciones sociales y promover interacciones afectivas que generan obligaciones morales a largo plazo. Su surgimiento ha sido impulsado por la desarticulación de organizaciones locales que solían dinamizar las redes sociales cotidianas, las cuales funcionaban como redes de apoyo para satisfacer necesidades básicas. Estas redes clientelares han surgido como una respuesta a esta desarticulación, organizando nuevos grupos y vinculándolos al funcionamiento del Estado a través de la figura del patrón o del jefe político, quien actúa como intermediario. Sin embargo, el clientelismo enfrenta críticas debido a su percepción como una forma ilegítima de obtener apoyo electoral. Aunque en sí mismo no es ilegal, su desarrollo puede propiciar el surgimiento de condiciones propicias para que estas relaciones se mantengan mediante prácticas ilícitas, como delitos electorales, corrupción y cohecho, y es por ello que su debate se enfoca principalmente en su carácter moral.
Para Julieta Quirós, doctora en antropología e investigadora de la Conicet sobre organizaciones sociales y el patronazgo en Latinoamérica, el clientelismo resulta incómodo porque socava el "principio de impersonalidad", que establece que el funcionamiento de las instituciones no debe verse afectado ni por criterios particularistas, ni intereses personales y vínculos interpersonales, ya que aquello vulneraría el principio de igualdad.
Así mismo, el clientelismo es otra forma de dominación, establecido en la marginalidad de las bases electorales y su imposibilidad para acceder a esos bienes, que obliga a la apelación del intermediario-jefe político. El carácter estructural del clientelismo se establece en la precariedad y en la inexistencia de distribución en lo que el Estado debe ofrecer directamente, por lo que los apoyos al “Ñoño” Elías también se establecen en el intercambio desigual implícito que existe en las redes clientelares, por lo que, más allá del voluntarismo y de la construcción de cercanías dentro de la red, estas se ven movilizadas por el lugar privilegiado del jefe político y su ejercicio de dominación a través del intercambio.
Frente al escenario electoral de 2023, es claro que la presencia del "Ñoño" Elías será determinante en las elecciones regionales del Caribe, especialmente, frente a la necesidad de recuperar los escenarios políticos perdidos tras el escándalo de Odebrecht y la necesidad de asegurar su presencia a nivel electoral para impulsar las candidaturas afines y ligadas a su estructura política, junto con la movilización de bases electorales para cumplir ese fin.
Será particularmente importante observar si se establecen relaciones entre la estructura del "Ñoño" Elías y las candidaturas del Pacto Histórico en el departamento, luego de que en algunos sectores del mismo se estableciera la propuesta de lanzar candidaturas bajo la idea de un Frente Amplio con partidos tradicionales y otros movimientos políticos, y la existencia de un apoyo tácito de estos sectores hacia la candidatura de Gabriel Calle a la gobernación de Córdoba, en medio de la disputa con otros sectores del Pacto que pretenden lanzar una candidatura independiente y lejana de los clanes políticos de la región.
De igual manera, también será importante observar qué rol cumplirá el "Ñoño" Elías y su hermano frente a la inhabilidad que cursa en su contra para asumir cargos públicos, especialmente, frente a otras candidaturas devenidas de la misma estructura, pero que en transcurso de los años se han rebelado contra ella, como sucedió con la actual alcaldía de Sahagún, que llegó con el apoyo de los Elías y ahora lanzará su propio candidato, poniéndole competencia a la "Ñoñomanía" en su propia casa.
[1] Ocampo, Gloria Isabel (2014). Poderes regionales, clientelismo y Estado. Etnografías del poder y la política en Córdoba, Colombia. Odecofi-CINEP. Bogotá.
[2] Quirós, Julieta. El clientelismo como incógnita. Antropólogos, sociólogos y politólogos. Desarrollo Económico, vol. 50, No. 200 (Enero-Marzo de 2011).