En diálogo con RAYA, Osver Polo Carrasco, quien coordina en América Latina una red de organizaciones que vigila el cumplimiento de los compromisos climáticos de los gobiernos, alerta que la COP 30 dejó compromisos simbólicos y sin financiamiento para sostener el 1.5°C. Solo 122 países presentaron las NDC 3.0, mientras el Norte Global aumentó el gasto militar y los petroestados frenaron la salida de los combustibles fósiles. El avance del negacionismo agrava el panorama hacia 2030.
Por: David González M.
"La prioridad más urgente que debió haberse tomado en esta COP era cómo avanzar para limitar la temperatura a 1.5°C, algo que no ha progresado desde la COP 28 en Egipto, durante el primer balance global", explica a RAYA Osver Polo Carrasco, responsable del seguimiento de los compromisos climáticos por parte de organizaciones civiles y coordinador del grupo de trabajo de NDC de CANLA.
Polo es un experto de trayectoria en causas relacionadas con la justicia climática. Representa una red de organizaciones civiles que tienen como objetivo fortalecer los compromisos climáticos bajo el acuerdo de París: Climate Action Network América Latina (CANLA). El grupo aporta recomendaciones para la COP30 y generar documentos como "Two Pager prioridades al cierre de la COP30" y "La Voz de CANLA" donde sintetizan demandas y análisis de la sociedad civil latinoamericana para la negociación climática.
"¿Cómo haremos efectivos estos compromisos climáticos si los países desarrollados no cumplen? Sin dinero, sin una hoja de ruta clara para la salida de los combustibles fósiles, ¿vamos a poder mantener el 1.5°C?", pregunta tras el cierre de la última Conferencia Climática impulsada por la ONU en Belém, Brasil: la COP 30.
El investigador se refiere al compromiso que asumieron los países del mundo en el Acuerdo de París de 2015, un hito histórico en la lucha contra la crisis ambiental. Uno de los puntos centrales del acuerdo fue reducir el calentamiento global por debajo de los 2°C para 2030. La ciencia ha demostrado que, de no lograrse este objetivo, el planeta sufrirá impactos catastróficos e irreversibles.
Para eso, cada signatario debía cumplir con compromisos nacionales conocidos como NDC (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional). Pero el horizonte no se ve alcanzable por varias razones: el debilitamiento del escenario geopolítico, el auge de fuerzas negacionistas y acientíficas como los gobiernos de Donald Trump en Estados Unidos y Javier Milei en Argentina, la falta de avances en la financiación de políticas climáticas y la presión de los petroestados para evitar compromisos contra los combustibles fósiles.
“¿Pasamos directamente al umbral de la emergencia? Hay que decirle a la población en qué momento estamos y decir la realidad. Así como ocurrió con el COVID, pronto tendremos que enfrentar la realidad de la situación climática. No sé cómo estará preparado el mundo ante las consecuencias que vamos a vivir debido a la falta de decisiones políticas”, expresa Polo.
Las proyecciones de los científicos ambientales indican que el calentamiento para finales de siglo estará alrededor de 2.5 y 2.9°C, muy por encima del umbral de seguridad. Incluso para cumplir con la meta del Acuerdo de París, las emisiones globales deben reducirse en un 43% para 2030. Sin embargo, los datos proyectan un aumento de las emisiones del 16%.
En ese escenario, la COP 30 buscaba marcar un antes y un después en la protección de la vida en la Tierra. Pero los avances fueron sobre todo simbólicos y los compromisos no estuvieron a la altura de la emergencia climática global. "Se esperaba que todos los países presentaran los nuevos compromisos, las NDC 3.0, y que cumplieran con las recomendaciones de la COP 28, pero solo 122 países lo hicieron. El documento de decisión multilateral no dice nada sobre los países restantes”, explica Polo Carrasco.
Y agrega que fueron los países desarrollados quienes incumplieron los compromisos, pues no presentaron nuevas NDC ni avanzaron en el nuevo financiamiento que se aprobó en la pasada cumbre de Bakú. “Ese dinero es crucial, porque sin esos fondos no se puede avanzar en la implementación de las nuevas NDC ni asegurar que los países del Sur puedan realizar una transición justa y cambiar su modelo económico. El problema es que los países no están cumpliendo con reducir sus emisiones porque siguen inyectando recursos a los combustibles fósiles, al gas y al carbón."
Geopolítica de la inacción y el auge del negacionismo
El mundo vive un proceso de reorganización política tras el declive del orden liberal unilateral liderado por Washington. Este reacomodo multipolar ha debilitado a actores que antes impulsaban la acción climática, mientras que gobiernos negacionistas y defensores de intereses corporativos, como los de Estados Unidos o Argentina, dan la espalda a los acuerdos de la cumbre.
"La Comunidad Europea llegó muy débil a esta COP, sin objetivos bien definidos, y varios países de Europa no han querido aumentar sus compromisos. China ya presentó su NDC, pero aún no se ha valorizado su contenido. Además, hay países del G20 que tampoco han presentado sus NDC", resume Polo Carrasco.
La cooperación para la acción climática se ha retraído, especialmente en los acuerdos de financiamiento. "La excusa de algunos países desarrollados es que están cortos de recursos, pero lo cierto es que están aumentando el gasto militar. Un informe de la ONU detalla cómo los países desarrollados incrementan sus gastos militares en lugar de financiar la cuestión climática”, agrega.
Esta actitud coincide con la aparición de fuerzas políticas que replican las ideas del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, un mandatario que sostiene discursos acientíficos, ha calificado como "estafa verde" las alertas sobre el cambio climático y, en la última Asamblea General de Naciones Unidas, dijo ante países insulares ya afectados por inundaciones y huracanes: "Este cambio climático es, en mi opinión, la mayor estafa jamás perpetrada contra el mundo. Todas estas predicciones hechas por las Naciones Unidas y muchos otros, a menudo por razones erróneas, estaban equivocadas. Fueron hechas por personas estúpidas que han costado fortunas a sus países."
En América Latina, donde la política de Washington tiene influencia histórica, han surgido gobernantes que retoman esa narrativa negacionista. Es el caso de Javier Milei, presidente de Argentina, quien sostiene que “el cambio climático es un ciclo natural”.
“La tendencia es que esta posible derecha y el negacionismo limiten aún más la acción climática. Tenemos que hacer todo el esfuerzo el año que viene, porque ya estamos cerca de 2030, solo nos quedan cinco años.", expresó Polo a Raya.
El dilema de la energía fósil y oídos sordos a la ciencia
El tema más espinoso ha sido el abandono de los combustibles fósiles. Desde la COP 28 de Egipto, las naciones más afectadas exigen una hoja de ruta con metas claras para eliminar progresivamente estos combustibles, pero la resistencia ha sido fuerte. “Los petroestados, como Arabia Saudita y Rusia, hicieron lobby para evitar que la hoja de ruta de los combustibles fósiles saliera en los textos finales, lo que nos deja una mala sensación.”
Ese bloqueo ocurre cuando la Amazonía está cerca de un punto de no retorno, los océanos sufren por temperaturas extremas y la biodiversidad se reduce aceleradamente. “Los ecosistemas ya no están soportando los niveles actuales de calentamiento global. Si no logramos restaurar la naturaleza, proteger los ecosistemas y avanzar en la reducción de emisiones en esta década, el 2030 será complicado”, explica el investigador.
Hasta antes del gobierno Trump, había avances relevantes. En la Corte Internacional de Justicia avanzaban precedentes para castigar la inacción: “Lo ilícito no son las emisiones en sí, sino las acciones u omisiones que causan un daño significativo al sistema climático en incumplimiento de las obligaciones internacionales”.
Asimismo, se construyó una arquitectura diplomática —de la cual la COP es un pilar—, pero ha resultado insuficiente para contener la crisis. En Belém, decenas de organizaciones ambientalistas y pueblos indígenas hicieron sentir sus reclamos frente a los lentos avances en medio de la emergencia.
“El panorama hacia 2030 no pinta bien. Los informes científicos confirman que las próximas décadas no serán buenas. El planeta está en vilo. Los países no toman en cuenta la ciencia por intereses económicos y políticos, ya que priorizan el crecimiento. La ciencia dice: Ya estás explotando y deteriorando demasiado; esta es la capacidad del planeta y no soporta más." concluye Polo Carrasco.
La década es decisiva. Superar estas brechas exige una voluntad política sin precedentes que priorice la supervivencia colectiva por encima de los intereses del capital y la guerra. La responsabilidad recae en quienes más han contribuido a la crisis: las naciones ricas. Pero la inacción es un lujo que ya nadie puede permitirse. Como resume Harjeet Singh, de la Satat Sampada Climate Foundation: “Salimos de Belém con una victoria histórica del poder popular, pero con un fracaso devastador de la voluntad política del Norte Global para lograr ambición climática y financiación”.
