El primer medidor en el mapa político es si el Pacto Histórico logra mantener su unidad y coherencia en las regiones, a costa de tener poca presencia y crecimiento por encima de las principales fuerzas políticas locales, o si la estrategia se concentrará en desligarse de la actividad electoral y centrar la actividad del Pacto hacia el activismo.
Por: Alejandro Chala
A menos de un mes para conocer las candidaturas a los cargos de representación regional y local en el país, el panorama electoral en las diferentes regiones de Colombia muestra un escenario complejo con la disputa entre fuerzas políticas tradicionales, clanes locales arraigados y nuevas opciones políticas emergentes, en un momento de potencial bloqueo político, donde las negociaciones por las reformas y las iniciativas legislativas del gobierno van a pasar por el apoyo a las candidaturas de partidos tradicionales y de partidos de la coalición a nivel local. En ello, el primer medidor en el mapa político es si el Pacto Histórico logra mantener su unidad y coherencia en las regiones, a costa de tener poca presencia y crecimiento por encima de las principales fuerzas políticas locales, o si la estrategia se concentrará en desligarse de la actividad electoral y centrar la actividad del Pacto hacia el activismo y la consolidación de bloques sociales y políticos de base como estrategia de confrontación en un escenario político desfavorable.
Existe dentro del Pacto Histórico una disonancia, demarcada por las tensiones internas existentes entre sus diferentes expresiones políticas, que se complejiza en el escenario local y regional. La disputa existencial del Pacto Histórico en este caso (y de la Colombia Humana en particular) es si existe la capacidad de generar una línea programática que responda a los proyectos nacionales y se exprese en el escenario local desde allí, o si los intereses particulares y los programas locales se imponen frente a las estructuras nacionales. Es existencial porque desde allí se desprenden otros elementos que definirán el carácter del Pacto Histórico a nivel electoral, como la consolidación de frentes amplios con estructuras políticas tradicionales o el cierre hacia candidaturas netamente ubicadas con programas de centroizquierda.
Así está, por ahora, el ambiente político y electoral en las principales regiones del país.
Región Caribe:
El panorama electoral del Caribe colombiano está delimitado por el predominio de los grandes clanes y los partidos tradicionales, que han logrado mantener o recuperar el control de las administraciones locales desde 2019 frente al desgaste de las fuerzas alternativas (representadas en el proyecto de Fuerza Ciudadana y la llegada de alcaldías independientes ampliamente cuestionadas en su gestión). Sin embargo, el poder hegemónico de los clanes no es absoluto ni homogéneo, y se enfrenta a la emergencia de alianzas de carácter amplio y heterogéneo que buscan disputar el poder en cada departamento. Tal es el caso del apoyo de sectores del Pacto Histórico a la candidatura de Alfredo Varela en Atlántico, o a la de Gabriel Calle a la gobernación de Córdoba. Sin figuras fuertes que puedan disputar el escenario político y con alternativos cercanos a grandes figuras de los clanes, como los Besaile, el Pacto Histórico se enfrenta a nivel territorial con la dificultad de articular una propuesta común debido a las diferencias internas y las tensiones entre la autonomía de los grupos departamentales y las decisiones nacionales en la elección de candidatos. Del mismo modo, Fuerza Ciudadana busca garantizar el control de la gobernación y de la alcaldía de Santa Marta, frente a la emergencia de un bloque político de centroderecha, impulsado por Claudia Aarón, que ha tomado fuerza y denota que un gran sector del departamento está descontento con la gestión de Caicedo y de Virna Johnson. También incide dentro del panorama preelectoral el efecto de la presencia de Petro en la Guajira en la definición de candidatos frente a un bloque de tradicionales que quiere evitar que el gobierno capitalice los votos logrados en las elecciones de 2022. Mientras tanto, los clanes organizados en Cambio Radical, el Partido Liberal, el Partido Conservador y el Partido de la U buscan reforzar sus maquinarias con base en la amplia legitimidad que algunos de sus candidatos siguen conservando en algunas de las provincias departamentales.
Antioquia y Eje Cafetero:
En Antioquia y el Eje Cafetero el escenario preelectoral se presenta complejo y diverso. Por un lado, la derecha, que tradicionalmente ha sido una fuerza opositora al gobierno nacional, se encuentra debilitada y dividida. La mayoría de sus candidaturas va por separado, debido a la ruptura de los acuerdos para elegir a un candidato único entre el Centro Democrático, el Partido Conservador, el Partido Liberal y el Movimiento El Parche, lo que resta capacidad de contrapeso regional al gobierno Petro. Al mismo modo, la idea de “Antioquia Federal”, impulsada por Aníbal Gaviria, parece no generar mucho entusiasmo entre algunos de los candidatos de la derecha. Sin embargo, con la posibilidad de la figura de Federico Gutiérrez como un posible candidato a la alcaldía de Medellín, se puede consolidar la construcción de un bloque de derecha fuerte y antipetrista en la principal ciudad de la región.
Por otro lado, el Movimiento Independientes del alcalde Daniel Quintero, que poco a poco ha tratado de subsumir dentro de su estructura al Pacto Histórico en Antioquia, se ha fortalecido en la candidatura de Esteban Restrepo y tiene candidatos competitivos en algunos municipios del departamento de Antioquia. Estos movimientos se disputan el apoyo de los sectores que respaldaron al gobierno Petro en las elecciones de 2022, y que no se sienten representados por el Pacto Histórico. Este último, a su vez, tiene dificultades para consolidar una propuesta unitaria en el nivel territorial, debido a la pluralidad de candidatos, la disputa por el orden de las listas a los concejos municipales, las disputas internas dentro de los partidos que componen el Pacto Histórico, junto con el cuestionamiento sobre las alianzas pragmáticas que el Pacto Histórico constituyó con el liberal Julián Bedoya y con otras estructuras políticas de la región para mover votos por Petro en 2022.
Igualmente, el escenario preelectoral también denota la capacidad de que los sectores políticos que apoyaron a Sergio Fajardo y se convirtieron en la base de la Coalición de la Esperanza en Antioquia y el eje Cafetero sobrevivan, a pesar de seguir manteniendo algunas bases electorales significativas donde pueden seguir poniendo candidaturas. Así mismo sucede con el Partido Alianza Verde, que en su crisis existencial debido a las rupturas entre las diversas tendencias que lo componen, busca mantener algunos escenarios representativos locales para evitar la disgregación.
Santanderes:
Frente al escenario electoral regional de los Santanderes, existe un contraste entre el predominio de los clanes políticos (cómo el de los Aguilar en Santander y el de la alianza Villamizar-Suárez en Norte de Santander), la presencia de Rodolfo Hernández cómo candidato y la emergencia de opciones de centro e izquierda que pueden capitalizar parte de los votos alternativos. En el primer caso, los clanes políticos han logrado mantener el control de las administraciones locales a pesar de los cuestionamientos por corrupción, clientelismo y violencia, y han impedido el desarrollo de una alternativa política que les haga frente. En el segundo caso, la posible candidatura de Rodolfo Hernández a la gobernación de Santander puede representar una opción pragmática fuerte y con apoyo popular, pero que también puede generar divisiones internas en el Pacto Histórico y en el Partido Verde, que no han logrado articular una propuesta unitaria a nivel territorial. Por su parte, los partidos tradicionales, que siguen conservando grandes segmentos de ambos departamentos a través de alcaldías y concejos municipales, se enfrentan a un escenario donde la presencia de Rodolfo les puede llevar a perder protagonismo y respaldo en la región, además que no han logrado renovar sus liderazgos ni sus propuestas.
Región Cundiboyacense:
La escena regional en Cundinamarca y Boyacá está demarcada por el predominio de candidatos que ya fueron gobernadores y que poseen una amplia base social y política en sus departamentos. Jorge Rey, de Cambio Radical, y Carlos Amaya, del Partido Verde, se perfilan como los más opcionados para ganar las gobernaciones de Cundinamarca y Boyacá, respectivamente, y tienen la capacidad de incidir en las elecciones municipales y de consolidar sus bases en el territorio debido a la fuerte presencia de maquinarias que poseen en la región. Por otro lado, la oposición de derechas se encuentra dividida y debilitada y no ha logrado presentar una propuesta ni un candidato único que les haga frente. Así mismo, la izquierda tiene dificultades para generar procesos y capitalizar votos en las grandes ciudades industriales del departamento de Cundinamarca y en las zonas urbanas de Boyacá, lo que le impide aspirar a las gobernaciones y le resta presencia en el nivel municipal. Por su parte, el Partido Verde se consolida como una fuerza política importante en la región, especialmente en Boyacá, donde tiene en Carlos Amaya a su candidato más fuerte, y donde le resta posibilidades a los partidos tradicionales y a la izquierda. Junto con el apoyo a Rey, están las maquinarias de los partidos tradicionales en el departamento.
Tolima Grande:
El principal reto de la candidatura de Mauricio Jaramillo a la gobernación del Tolima radica en romper la gran maquinaria conservadora en el departamento, que se ha arraigado en la política local y que busca en este proceso electoral renovarse en los escenarios de representación departamental y municipal. Del mismo modo, en el Huila, cabe la posibilidad de una candidatura de Rodrigo Villalba en un frente amplio con el Pacto Histórico, que se encuentra dividido y enfrentado en la elección de su candidatura única. La posibilidad de que Rodrigo Lara Sánchez se presente cómo candidato también ha comenzado a mover a las fuerzas de centroderecha y derecha en torno a una potencial coalición que evite la llegada de Villalba en octubre de 2023.
Pacifico Norte:
Una de las mayores dificultades que emerge en el escenario electoral está en el departamento del Chocó, que además de ser una de las zonas con mayor riesgo de violencia en el marco del proceso electoral próximo, presenta ahora mismo una crisis de gobernabilidad, luego de que el gobernador acusado por corrupción, Ariel Palacios, recuperara la libertad y desplazara a la gobernadora encargada, Farlin Perea. El Chocó es un departamento que posee la particularidad de haber tenido 13 gobernadores en 14 años, además de poseer en su interior fuertes estructuras del Partido Liberal y de Cambio Radical, junto con una incipiente organización de base del Pacto Histórico, cuyo reto es capitalizar los votos hacia Francia Márquez y hacia gustavo Petro en 2022 en candidaturas municipales y departamentales.
Valle del Cauca:
Las posibilidades electorales en el Valle se definen por el predominio de Dilian Francisca Toro como la candidata más opcionada a la gobernación, que cuenta con el apoyo de la maquinaria del Partido de la U y con una amplia base social y política en el departamento. Dilian concentra la capacidad de incidir en las elecciones municipales y de consolidar sus bases en el territorio. Del mismo modo, el panorama electoral en el departamento se desarrolla en una eventual posibilidad de un acuerdo entre el gobierno nacional y Dilian, que implicaría evitar una competencia directa entre el Pacto Histórico y el partido de la U en el Valle, a cambio de un respaldo legislativo a las reformas del gobierno en el Congreso. Este acuerdo ya está generando tensiones y disputas internas en el Pacto Histórico, que enfrenta dificultades para articular una propuesta común y para superar las influencias de los políticos tradicionales y del movimiento Independientes en sus candidaturas. Por su parte, la derecha se encuentra debilitada y radicalizada como fuerza opositora al gobierno Petro en el Valle y no posee una propuesta ni un candidato fuerte para disputar el poder en Cali. La derecha puede recurrir a figuras discursivas extremas para dividir los votos frente al Partido de la U y al Pacto Histórico. Sin embargo, es poco probable que logre obtener más allá de algunas alcaldías municipales en el norte del departamento, donde han sido tradicionalmente más fuertes. El escenario electoral también está delimitado por el interés del gobierno nacional en el departamento, debido a la fuerte presencia de una base electoral alternativa que canalizó las movilizaciones del estallido social de 2021, y que puede representar un desafío o una oportunidad para el gobierno Petro.
Cauca y Nariño:
La política regional del Cauca y de Nariño se presenta como un escenario de disputa entre el proyecto político del presidente Petro y las fuerzas tradicionales y opositoras. En el Cauca, el gobierno nacional busca mantener el apoyo de un departamento que le dio una amplia mayoría en las elecciones presidenciales de 2022, y que tiene una gran diversidad social y territorial. El gobierno nacional tiene el reto de articular una propuesta que represente los intereses y las demandas de los diferentes sectores del Cauca, especialmente de las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes. En contraste, las fuerzas tradicionales y opositoras buscan seguir manteniendo el poder en el departamento, aprovechando las divisiones internas del Pacto Histórico y las dificultades del gobierno nacional para atender las problemáticas del departamento, como la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades.
En Nariño, la disputa está por recuperar un departamento que, desde hace varios años, fue uno de los bastiones electorales de los partidos alternativos. El candidato liberal García Realpe tiene la posibilidad de crear un frente amplio con el Pacto Histórico para disputar la gobernación a la coalición de partidos tradicionales que llevó a la actual gobernación de John Alexander Rojas. Este frente amplio tiene el desafío de presentar una propuesta que supere las diferencias ideológicas y programáticas entre el liberalismo y el Pacto Histórico, y que ofrezca una alternativa a la gestión de Rojas, que ha sido cuestionada por su manejo de la pandemia, la seguridad y el desarrollo regional. Sin embargo, también las candidaturas del Pacto Histórico han entrado en conflictos internos por la forma en cómo se elegirá al candidato único, lo que ha generado ruido frente a potenciales apoyos a otros candidatos o la atomización de las candidaturas frente a otras coaliciones políticas.
Orinoquía y Amazonía:
El escenario electoral de la Orinoquía y la Amazonía se presenta lleno de incertidumbre y riesgo, donde se cruzan los intereses de los actores armados, los partidos políticos y los gobernantes salientes. Por un lado, la presencia territorial del ELN y de las disidencias de las FARC, que se disputan el control de los recursos, rutas del narcotráfico y el mismo territorio, puede generar violencia electoral y presiones políticas para impulsar ciertas candidaturas por medio del miedo. Por otro lado, el Pacto Histórico busca capitalizar la cantidad de votos recibida en 2022 en los territorios amazónicos, frente a las estructuras de los partidos tradicionales que siguen moviendo votos con base en el clientelismo y la corrupción. El Pacto Histórico tiene el reto allí de presentar una propuesta que responda a las necesidades y las expectativas de los habitantes de la región, además de superar las divisiones internas y las influencias de los políticos tradicionales. Por su parte, los gobernantes salientes buscan poner sucesores en sus departamentos, frente al desorden existente en la derecha, que no ha podido capitalizar las dudas sobre la Paz Total (especialmente en la Orinoquía), y frente a la emergencia de liderazgos alternativos en la izquierda, pero que no tienen aún mucha fuerza frente a las estructuras políticas existentes.