Tras el atentado contra el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, medios y figuras políticas difundieron información y versiones sin verificar que profundizaron la desinformación. Desde imágenes falsas hasta teorías sin sustento, el tratamiento mediático del caso evidenció graves fallas éticas y falta de rigor periodístico en un contexto de alta sensibilidad política y social.
Por: Juan Carlos Granados
Desde el atentado al senador Miguel Uribe Turbay el pasado 7 de junio, en redes sociales comenzaron a circular videos desde distintos ángulos del momento del ataque, imágenes de Uribe Turbay ensangrentado y de la huida del joven que le disparó. Sin embargo, a partir de allí, los medios de comunicación han contribuido a un mayor clima de confusión, con aseveraciones sin fundamento, noticias falsas y la réplica de informaciones delicadas sin contrastar.
La unidad investigativa de Caracol Radio, por ejemplo, publicó unos chats donde aparecían frases como “tiene que ser hoy” o “a la hora que sea”, señalando que se trataba de una conversación sostenida entre el menor de edad que atentó contra Miguel Uribe y alguien más que daba instrucciones. En realidad, estos chats correspondían a un caso de hurto en Medellín y no al atentado sicarial del sábado pasado que dejó al precandidato del Centro Democrático en estado de coma, por esa razón Caracol Radio tuvo que rectificar pasadas unas horas de que se propagara como un virus dicha información falsa.
Retractación Caracol Radio: https://x.com/CaracolRadio/status/1931884709774299390
Sobre los chats falsos publicados por Caracol Radio el diario El Tiempo hizo una nota con el rótulo de su “Unidad Investigativa”. El titular daba por cierta la información y los reporteros no se preocuparon por hacer fact checking para saber si era cierta o falsa: “Los chats, la mujer y el otro sicario: las primeras pistas sobre el atentado a Miguel Uribe Turbay”. La Unidad Investigativa del Tiempo nunca rectificó la información, que de hecho sigue en línea, y fue otra sección del periódico dedicada a cubrir la actualidad de Bogotá la que publicó una nota días más tarde aclarando que se trataba de chats falsos.
Por su parte, sin revelar ninguna evidencia, el medio digital Pulzo.com tituló de manera irresponsable: "Arma del atentado contra Miguel Uribe tendría secreto que enredaría a entidad del Gobierno". La nota no aporta pruebas o indicios que demuestren la relación entre la pistola homicida y el Gobierno Nacional, tan sólo reproduce una afirmación del presentador Juan Diego Alvira, quien insinuó en la emisora La W –también sin pruebas- que la pistola Glock 9 milimetros provendría de un lote de armas importadas para la Unidad Nacional de Protección (UNP).
Al contrario de esta afirmación escandalosa, la Fiscalía General de la Nación y autoridades norteamericanas determinaron rápidamente que la pistola había sido adquirida legalmente en Estados Unidos en 2020 por un ciudadano norteamericano y no se sabe cómo fue que terminó en nuestro país. Pese a ello, Pulzo no ha rectificado su nota, ni la ha borrado. Pulzo es un portal digital que pertenece al conglomerado económico de la familia Santodomingo, una de las más poderosas del país, dueña también de Caracol Televisión, Blu Radio y El Espectador.
El 7 de junio en la noche, mismo día del atentado, en medio de la incertidumbre por el estado de salud de Miguel Uribe, el medio El Nuevo Siglo publicó la radiografía de un cráneo que supuestamente pertenecía al precandidato. Aunque posteriormente borró la publicación, la imagen se hizo viral y las redes se llenaron de comentarios especulativos. Pero no fue el único medio que publicó una información y luego la eliminó: en la mañana del lunes 9 de junio la W Radio también difundió en la red X una imagen de la supuesta casa del joven que atentó contra el senador Miguel Uribe, señalando que en esa residencia se habían realizado allanamientos. Minutos después, la prestigiosa emisora también borró la publicación.
En medio del caos y la indignación por el atentado, varios políticos y precandidatos presidenciales hicieron afirmaciones muy graves que fueron replicadas como noticia por medios de comunicación, sin verificación alguna. El 9 de junio, Vicky Dávila publicó en su cuenta de X que un militar de inteligencia le había informado que el atentado contra Miguel Uribe fue ordenado por alias “Iván Mordisco”, jefe de las disidencias de las FARC con fuerte injerencia en el suroccidente colombiano. Añadió que este también buscaba acabar con su vida y con la de María Fernanda Cabal.
Trino Vicky Dávila: https://x.com/VickyDavilaH/status/1932135441995878866
La delicada afirmación de Dávila se convirtió en noticia. Minutos después, Daniel Quintero —también precandidato presidencial— afirmó en su cuenta de X que, según la información que él había recibido, el Clan del Golfo, en alianza con grupos de extrema derecha vinculados a un país extranjero, atentó contra Miguel Uribe para desestabilizar al Gobierno de Gustavo Petro y para favorecer a Dávila en su prematura campaña. Esta aseveración también fue reproducida como noticia.
Trino Daniel Quintero: https://x.com/QuinteroCalle/status/1932143523102667045
El 10 de junio, al día siguiente de las denuncias de Dávila y Quintero, Vanessa De La Torre entrevistó a Dávila para profundizar sobre su afirmación de que “Iván Mordisco” había ordenado el atentado sicarial. La precandidata respondió: “No tengo manera de comprobar la información que me dieron, pero mi obligación con el país es darla a conocer”, dejando claro que su mensaje carecía de verificación y quedando en evidencia al no contar con el derecho que tenía cuando era periodista a reservar las fuentes anónimas. De hecho, un ciudadano la defendió para que entregue la información a las autoridades.
Trino Vanessa De La Torre: https://x.com/vanedelatorre/status/1932411558870610084
En medio de esta andanada de informaciones falsas y sin verificar, el papel que están jugando los medios colombianos en una situación tan compleja como la que vive el país deja mucho que desear y reaviva el debate de los filtros y estándares éticos que escasean actualmente en la prensa. Por eso, RAYA entrevistó a dos profesores especializados en ética periodística para abordar el tema.
Un periodismo desorientado
Hernando Salazar, profesor de ética periodística en la Universidad Javeriana, señaló que la circulación de imágenes tan sensibles en noticieros nacionales —como las del momento exacto en que disparan a Miguel Uribe— le recuerda al tratamiento que los medios le dieron al atentado contra Fernando Londoño Hoyos en 2012. En ese entonces, se ha afirmado que las FARC colocaron una bomba en su vehículo en la Avenida Caracas con Calle 74 en Bogotá. Londoño, exministro de Justicia en el Gobierno de Álvaro Uribe y director del programa La Hora de la Verdad, resultó gravemente herido. Dos de sus escoltas murieron.
El hombre de la foto es Fernando Londoño Hoyos
“Aquella vez los noticieros mostraron una y otra vez las imágenes de Londoño cubierto de sangre, como ahora hacen con los videos del atentado al senador Miguel Uribe. Los medios deben plantearse qué tan necesario es reproducir estas cosas y los impactos que pueden tener en las audiencias y la familia del precandidato”, afirma Salazar.
Esta preocupación ha sido ampliamente desarrollada por Gretchen Dybwad, del Dart Center for Journalism & Trauma, quien señala que la reproducción de imágenes sensibles sin consentimiento ni contexto puede tener efectos revictimizantes, al banalizar el sufrimiento humano y alimentar narrativas de miedo que distorsionan el juicio público.
Por su parte, Germán Ortiz Leiva, docente de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, advierte que los videos del atentado a Miguel Uribe, mostrados además desde diferentes ángulos, no aportan al debate público. “El problema de estas piezas es que no tienen ningún contexto. No hay muchos más detalles más allá del hecho ya conocido, por lo que se entra en el terreno de la especulación y no de la información”, sostiene Ortiz.
El profesor Salazar señaló que no todo lo que es verídico es publicable, y que bajo ese criterio los periodistas deben preguntarse qué aporta, por ejemplo, la publicación de una radiografía del supuesto cráneo de Miguel Uribe con impactos de bala. “No sabemos si la imagen es real, pero, incluso, en ese caso no agrega ningún valor informativo. Además, después aparecen médicos o personas haciendo interpretaciones sobre la radiografía que solo generan más confusión y caos informativo”, señala Salazar. El docente advirtió que lo mismo ocurrió con la publicación de la casa donde supuestamente vivía el joven que disparó, ya que esto puede poner en riesgo a sus habitantes, sin aportar valor más allá de las interacciones en redes sociales.
Ortiz es enfático: en la coyuntura actual, no se puede convertir en noticia una interpretación o comentario de un político con intereses personales. “No hay contextualización ni contraste. Las múltiples conjeturas alrededor del atentado se quedan en el plano de la especulación, siembran incertidumbre en la audiencia, pero no informan. Los políticos no pueden ser fuentes principales en la medida en que no hay certeza de nada, y cada quien vela por lo que más le conviene”, subrayó. Este tipo de dinámicas responde a lo que Omar Rincón ha denominado como la espectacularización de la política en los medios, donde el periodismo se transforma en una caja de resonancia de la polarización y el escándalo, priorizando el impacto emocional sobre el análisis informado.
Esta lógica mediática también puede leerse desde el modelo de propaganda descrito por Noam Chomsky y Edward S. Herman en Manufacturing Consent, donde los medios, aun sin censura directa, actúan como filtros ideológicos al seleccionar y jerarquizar la información según intereses políticos o económicos. Así, se privilegian discursos de poder, se excluyen voces críticas y se moldea la percepción pública sin necesidad de mentir, simplemente mediante la omisión y el encuadre sesgado de los hechos.
Ambos profesores coinciden en que equiparar la violencia actual con la de las décadas de los 80 y 90 es una simplificación por parte de los medios. “En aquella época los narcotraficantes, en alianza con paramilitares, eran quienes disparaban. Hoy no lo tenemos claro. Los autores del atentado a Miguel Uribe pueden ser muchos; yo no lo tengo claro y no me atrevería a señalar públicamente a nadie”, dijo Salazar.
Para finalizar, Ortiz agregó que las razones detrás del atentado no están claras, pero que asumir desde el inicio que se trató de un hecho de polarización política, sin evidencia sólida, solo genera caos y miedo. “Se está generando una confusión mediática en una coyuntura muy delicada. Decir que volvimos a los años 80 solo genera pánico e impide comprender qué estamos viviendo hoy y por qué es distinto a lo que ocurrió hace 35 años”. De todas maneras, es el escenario perfecto para los políticos en su carrera por la presidencia del 2026.