En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la organización Artemisa hizo un análisis sobre la violencia digital contra mujeres candidatas en la política colombiana. El estudio identificó seis categorías de discriminación en las pasadas elecciones y encontró menciones negativas en Twitter hacia veinte candidatas al congreso y contra dos candidatas presidenciales.
Por: Artemisas
Las violencias contra las mujeres siguen siendo sin duda alguna uno de los temas prioritarios a enfrentar y resolver para todos los gobiernos del mundo, más aún, con la llegada de la era digital. Las redes sociales son consideradas por muchos como lugares de encuentro y debate, pero para las mujeres en la política, son espacios hostiles, violentos e incluso de invisibilización, en los que se replican prácticas violentas normalizadas en lugares comunes como las calles que no solo discriminan a la mujer sino que dañan profundamente la democracia.
Según el Observatorio de Violencias Políticas Digitales, conformado por la Organización Artemisas, FESminismo Chile, El Barómetro de Xenofobia y la FES en colombia que estudió la conversación digital frente a los dos escenarios electorales del 2022 en Colombia, existen seis categorías de discriminación. Estas incluyen la sexualización, el menosprecio físico, la instrumentalización, la cuota de género, el menosprecio de capacidades y el desprestigio.
En estos escenarios se evidenció que la mujer candidata es reducida a un objeto de deseo o atractivo sexual más que a un sujeto político, donde además se les evalúa desde los estándares hegemónicos de belleza y se les descalifica por no encajar en ellos, así mismo, se utiliza al género, raza, etnia u orientación sexual, para hacer ver al partido como incluyente sin que de fondo exista una participación real, es decir, se utiliza a las mujeres candidatas solo con el interés de cumplir con la ley de cuotas, sin que de fondo se busque evaluar sus habilidades para el cargo que aspira, ni mucho menos escuchar sus ideas en dichos escenarios. Las violencias son tan diametralmente opuestas a los hombres, que incluso a las mujeres se les cuestionan las habilidades que tienen para participar en política por el hecho de encajar en estereotipos machistas como el “dirigente” “candidato” o varón, se les descalifica la trayectoria, su credibilidad o imagen pública a través de la exposición de información falsa, manipulada, fuera de contexto o por omisión.
Para las elecciones legislativas del 2022, entre el primero de enero y el 20 de marzo se estudiaron las menciones y comentarios hacia 20 candidatas al Congreso de la República y 2 candidatas presidenciales: Francia Márquez e Ingrid Betancourt. En total, se encontraron 619.872 menciones emitidas por 79.633 autores únicos.
En las seis categorías se encontraron menciones negativas tanto a candidatas del Pacto Histórico como de la Alianza Verde y el Centro Democratico “por el hecho de ser mujeres que buscan ocupar cargos de elección popular y utilizan herramientas digitales, como la red social Twitter, para darse a conocer” evidencia el estudio.
Con esto, el ejercicio concluyó que “hubo una correlación entre las candidatas más mencionadas en Twitter y las candidatas elegidas con más votación, pero esto no debe ser entendido como una relación causal entre actividad en redes sociales y elecciones” y destacó que las menciones en las que se apoyaban a las candidatas se asumen características observadas principalmente en hombres como el “tener los pantalones bien puestos y carácter fuerte”
Por el lado de la contienda presidencial, se analizaron las interacciones y los mensajes en Twitter hacia Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Rodolfo Hernández y las 12 mujeres con mayor influencia en esta plataforma.
La información, recopilada a nivel nacional entre el 24 de mayo y el 6 de junio del 2022, estudió 259.486 menciones emitidas por 58 autores únicos que tan sólo en 79 días evidenciaron la seis categorías de discriminación.
Durante este periodo, expresiones como “idiota útil”, “relleno” y “acomodada” fueron de las más repetidas en Twitter, las cuales hacen alusión a la ley de cuotas como excusa para que las mujeres sean contempladas en las listas de los partidos, lo que desconoce que existen mujeres que quieren ocupar estos cargos de decisión.
“Si la mujer quiere triunfar en política tiene que ser asexual” compartió una de las participantes en el grupo focal realizado durante el estudio, cuya identidad es reservada por razones de seguridad, en donde se refería a que una mujer no puede sentirse cómoda con su cuerpo porque se ponen en duda sus capacidades.
Todas las afirmaciones que son lanzadas libremente a través de twitter y desde la comodidad del anonimato que permite la plataforma pretenden estas cuatro cosas, según lo estudiado por El Observatorio:
1) hacen creer que las mujeres siempre actúan con la instrucción o el mandato de un hombre, 2) les comparan con otras mujeres sin guardar las proporciones de sus recorridos y 3) las llaman resentidas por expresar sus inconformidades o desacuerdos y que estos generen polémica.
Los hallazgos del Observatorio de violencias políticas digitales muestra que la violencia digital es una barrera adicional que enfrentan las mujeres que participan en política pues cumple con el objetivo de desalentarlas, intimidarlas, dañar su salud mental y poner en riesgo su integridad física, además de tener un efecto colectivo de desincentivo para la participación política; de igual forma, se observa que en el espacio digital el clasismo, racismo y machismo afecta de forma diferencial a mujeres negras, afrodescendientes, palenqueras, indígenas, y mujeres diversas y con orientaciones sexuales diversas.
Por ello, es deber tanto del estado, como de los gobiernos nacionales en alianza con la sociedad civil, promover medidas que garanticen un entorno seguro para que las mujeres puedan participar en política en igualdad de condiciones, y es deber de la ciudadanía reconocer que si existen sesgos muy claros a la hora de interactuar con quienes pretenden representarla y debe reconocer que la transgresión de poder incomoda, pero es necesaria para el avance de los debates y la calidad de nuestro sistema político.