Una resolución del Ministerio de Agricultura, que permite la comercialización de tiburones y rayas capturadas incidentalmente, desató un debate entre defensores de la seguridad alimentaria y la conservación de los ecosistemas marinos. Mientras las comunidades costeras celebran la medida por su impacto económico, grupos ambientalistas expresan preocupación por el riesgo para las poblaciones de tiburones y el equilibrio ecológico. El dilema entre tradición y conservación requiere encontrar soluciones equilibradas.
Por: Redacción Revista RAYA
El 24 de enero la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP) emitió la resolución 0119 en la cuál declaró a once especies de tiburón y cuatro de raya como recurso pesquero. El Gobierno Nacional aseguró que esta decisión se tomó para salvaguardar el derecho a la alimentación, subsistencia y riqueza cultural de las comunidades costeras de Colombia, sin embargo, animalistas y ambientalistas han alzado sus voces de protesta, pues aseguran que esta resolución lo único que genera es desprotección a unas especies que son importantes para los ecosistemas acuáticos. Precisamente, la senadora Andrea Padilla presentó una proposición en la Comisión V del Senado que permita hacer un debate de control político sobre la resolución. Para intentar entender la dimensión de la problemática la Revista RAYA se comunicó con la senadora de Alianza Verde, así como con el Ministerio de Agricultura, líderes de pescadores de Buenaventura, animalistas y científicos.
Lo primero que se tiene que explicar es que esta decisión del Ministerio de Agricultura lo que hizo fue derogar el decreto 281 de marzo de 2021, en el cual se prohibía la pesca total de tiburones y rayas en todo el país. Es por eso que el punto principal de la resolución emitida por el Gobierno Nacional es que las especies incluidas en el documento dejaron de ser consideradas recursos hidrobiológicos y pasaron a ser reconocidas como recursos pesqueros, lo que permite el procesamiento y comercialización de los tiburones y las rayas que sean capturadas de forma incidental. “Era necesario devolver la condición de recursos pesqueros a algunas especies de tiburones y rayas marinas para proteger la salud de las poblaciones de dichos organismos, así como la salvaguarda del derecho humano a la alimentación, subsistencia, diversidad y riqueza cultural de las comunidades costeras de Colombia”, se lee en el Documento Técnico que la AUNAP presentó para aprobar la resolución, la misma en la que quedó explícito que se prohíbe la pesca dirigida de tiburones y rayas marinas en todo el territorio nacional.
Como lo señaló la ministra de Agricultura Jehennifer Mojica, durante la firma del pacto de gobernanza comunitaria por la pesca sostenible en Buenaventura, que se realizó el pasado 13 de febrero, desde que se conoció la decisión del Gobierno Nacional se han instalado dos posiciones en torno a este debate. “Es una discusión entre dos mundos, el mundo de la ciencia elitista, de quienes van a la universidad y hacen doctorado y van a otro país contra la vida real y la práctica y el conocimiento heredado”, aseguró.
Una de las personas que habló con RAYA fue Ingritts García, directora de Cadenas Pecuarias del Ministerio de Agricultura y quien estuvo en el proceso de elaboración de la resolución 0119 de la AUNAP. La funcionaria destacó que la medida representa un avance en la protección de los derechos a la alimentación y de soberanía de las comunidades del pacífico y permite que los pescadores no sean judicializados por la captura incidental de estos animales, que eran considerados recursos hidrobiológicos y por lo que se había generado un conflicto social debido a la imposibilidad de ejercer las prácticas comerciales de los productos y subproductos de estas especies. “En el decreto pasado no había una ruta clara de cómo era ese proceso de judicialización, entonces había pescadores que pasaban todo el día entre las autoridades ya que las entidades ambientales no tenían un mecanismo establecido”.
La decisión del Ministerio de Agricultura fue celebrada por las mujeres de la Federación de Pescadores Artesanales del Litoral Pacífico Colombiano (Fedepazcifico). Una asociación que reúne a más de 20 organizaciones de pescadores de Buenaventura y que desde 2019 viene adelantando acciones para la derogación del decreto 281 de 2021 y sobre todo alertando que este decreto sería el primer paso para acabar con la pesca artesanal, a la par que pone en riesgo la seguridad alimentaria y económica de cerca de 45.000 personas que viven de esta actividad en Buenaventura.
Desde que Fedepazcifico se organizó las quejas de los pescadores artesanales que representa han sido las mismas. Han exigido el reconocimiento de sus derechos en dos sentidos: El acceso al recurso de tiburones y rayas marinas como parte de su soberanía alimentaria, producto de la práctica de pesca artesanal no dirigida y el aprovechamiento y comercialización de los subproductos que tradicionalmente elaboran como parte de su conocimiento ancestral. “No estamos en contra de su trabajo y de cuidar los animales. Pero lo que queremos realmente es que se deje trabajar a la gente que vive de esto. Que las acciones sean consultadas”, comentó Yenny Palma Viveros, representante de la Asociación de Familias Emprendedoras de Cultura y Tradición de la Costa Pacífica (Asofaculp) y una de las líderes de Fedepazfico con las que habló esta revista.
Esta federación, liderada por mujeres, le escribió al expresidente Iván Duque una carta el 17 de septiembre de 2021 donde le advierten que la prohibición de la captura de tiburón convirtió en ilegal una práctica que durante siglos fue legal. “Nuestras familias se convirtieron en potenciales delincuentes y muchas mujeres se quedaron sin empleo y poniendo en riesgo nuestra seguridad alimentaria. Permita a los pescadores artesanales del país seguir realizando el aprovechamiento y comercialización de tiburones y rayas que son capturados incidentalmente”, dice la carta que no obtuvo respuesta.
Para las pescadoras de Buenaventura la decisión es histórica, pues prohibir la pesca de tiburón sería el primer paso para acabar con la pesca artesanal, a la vez que pone en riesgo la seguridad alimentaria y económica de cerca de 150.000 pescadores. Crédito Ministerio de Agricultura.
Nidia Nelly Ángulo es conocida en Buenaventura como “Nena” y es la presidenta de la Asociación de Pescadores el Pan de mis Hijos, organización que hace parte de Fedepazcifico, habló con RAYA sobre la resolución de la AUNAP. “Es algo histórico para nosotras. Es la primera vez que una decisión pone sus ojos en las comunidades del pacífico. Queremos que quede bien claro que la pesca que hacemos es incidental. La que pesca es la malla y la malla no habla. Si no pescamos tiburón, no podemos pescar nada. Además es una actividad que genera empleos directos e indirectos en nuestra costa pacífica. Nosotras queremos cuidar el medio ambiente, somos las más beneficiadas”, dijo.
Por su parte, desde que se conoció la resolución, la senadora animalista de Alianza Verde, Andrea Padilla, se posicionó como una de las voces que más han mostrado su inconformidad respecto a la decisión del Gobierno Nacional. Aunque la congresista recalcó que la resolución no está habilitando la práctica del aleteo, que consiste en cortarles las aletas al tiburón y arrojarlo vivo al mar, sí expuso que esta medida abre una puerta para que se siga fortaleciendo la pesca dirigida para capturar tiburones y rayas en grandes cantidades. “La gran preocupación es cómo se va a evitar, que de ahora en adelante, no todo sea pesca incidental. Aquí no se trata de poner un manto de sospecha sobre los pescadores artesanales, aquí el tema es que detrás de ellos están las grandes pesquerías que seguramente se están frotando las manos con esta resolución”. A la postura de la ministra se sumaron 80 organizaciones de ambientalistas que emitieron una carta rechazando la resolución 0119 que consideran “va en contravía de lo plasmado en el Plan de Gobierno, donde manifestaba que se debía superar el especismo, algo que claramente ha sido incumplido”.
El tiburón como seguridad alimentaria y arraigo cultural
Aunque la resolución del Gobierno Nacional excluyó como recurso hidrobiológico tanto a rayas como a tiburones, el debate se ha centrado en el tiburón y la razón es que este animal hace parte clave en la dieta alimenticia de Buenaventura. En esta parte de Colombia, al tiburón chiquito, el que se come, se le dice “tollo” y se consume en cualquier casa y restaurante del puerto. Uno de los argumentos de las mujeres de Fedepazcifico, para defender la captura incidental de esta especie, es que el tollo es utilizado ancestralmente por las comunidades del pacifico y hace parte de su cultura, así como existen canciones, bailes, festivales alrededor del tiburón. Además, aseguran que es una especie que se aprovecha de manera integral tanto las aletas, como dientes, piel, tronco, cartílago, aceite con las que se hacen artesanías, cápsulas medicinales y productos afrodisíacos, entre otros.
En Buenaventura una libra de tollo cuesta 10.000 pesos y de él pueden comer hasta cuatro personas, mientras que una pechuga de pollo o un pedazo de carne de res valen el doble o hasta el triple, por lo que es un mercado muy apetecido en la región por sus bajos costos. “De la noche a la mañana no nos puede decir cómo tenemos que vivir. Desde hace siglos hemos vivido de la pesca del tollo. Desde Bogotá toman unas decisiones sin ir al territorio a consultar, nunca han venido a Buenaventura y no saben lo que significa el tiburón y la raya para nosotras”, le dijo a la Revista RAYA Yenny Palma Viveros.
La directora de Cadenas Pecuarias del Ministerio de Agricultura comentó que mientras el decreto 281 estuvo en vigor un pedazo de tiburón podía costar hasta 30.000 pesos, lo que generó un riesgo en la seguridad alimentaria de estas comunidades. “Los animalistas no viven de la pesca y no pueden poner las condiciones de vida de ellos. Toca ser responsables con estas familias y proteger su seguridad alimentaria cuando se tomen decisiones se deben tener en cuenta las necesidades de las personas del territorio”, le dijo a la Revista RAYA Ingritts García y también señaló que prohibir la pesca de tiburones y rayas sería el primer paso para acabar con la pesca artesanal en Colombia.
Sobre la seguridad alimentaria que representa el tollo o tiburón para las comunidades del pacífico también se pronunció la senadora Andrea Padilla dijo que la alimentación de las comunidades del pacífico que dependen del tiburón es muy baja. “Digamos que no es que si no comen tiburón no comen nada. Si hace parte de su dieta, pero es una dieta que también incluye muchas más especies, entonces no es como que va a generarse un hueco en la soberanía alimentaria si se prohíbe la pesca de estas especies,” enfatizó.
En otro de sus argumentos, para defender la pesca incidental de estas especies, Fedepazcifico recalcó que el tiburón no solo sirve para alimentarse, sino que también es una actividad de la que dependen económicamente muchos eslabones de mujeres costeras de Colombia. Una de esas mujeres son las ahumadoras, quienes se encargan de poner a ahumar el tiburón capturado durante las faenas. La tradición de ahumar el “tollo” nació como una necesidad de proteger su seguridad alimentaria y preservar el producto y poder mantenerlo en estado comestible durante largos períodos de tiempo. “Es algo hereditario que va pasando de generación en generación y es una forma de ganar plata para mantener a nuestras familias. Le volvemos a decir que si no se puede pescar tiburón no se puede pescar nada y se acaban todas nuestras tradiciones”, comentó la líder. Según cifras del Ministerio de Agricultura en el país existen cerca de 150.000 pescadores artesanales en Colombia que se verían afectados por la prohibición de la captura del tiburón.
Uno de los eslabones afectados por la no pesca de tiburón son las mujeres ahumadoras, encargadas de ahumar el tiburón. Tradición culinaria que nació como necesidad de preservar el producto en estado comestible durante largos períodos de tiempo. Crédito Ministerio de Agricultura
El papel de las mujeres ahumadoras y su estado de riesgo por la prohibición de la pesca en sus territorios también fue un tema del que habló la congresista animalista de Alianza Verde. Aunque reconoció que esta práctica culinaria tiene un valor cultural en las comunidades de pescadores, destacó que hay un bien superior que es proteger el derecho ambiental y la conservación de la biodiversidad. “Este es un típico caso de ponderación de derechos. Acá hay un bien superior de interés colectivo que es la protección ambiental y la protección de la biodiversidad, sobre todo en tiempos de emergencia climática. Digamos que prohibir el aprovechamiento de estas especies no quiere decir que estas prácticas ancestrales vayan a desaparecer, pero en este momento hay un claro mensaje de emergencia sobre esas especies, que están en peligro de extinción”, dijo.
Tiburones: los policías de los océanos
Más de 80 organizaciones de animalistas y científicos publicaron una carta de rechazo a la resolución 0119 del Gobierno Nacional que consideran va en contra de las especies animales marinas. El documento tiene fecha del 14 de febrero y dice que el apoyo a ciertas poblaciones pesqueras no debe otorgarse sacrificando la salud de los océanos. “Si queremos ir más allá, debe primar la defensa de los ecosistemas y la biodiversidad, porque de lo contrario la misma especie humana estaría en riesgo”, dice el documento. Una de las personas que firmó la carta fue Iván Orlando González Garzón, ecólogo de la Universidad Javeriana, investigador científico y consultor ambiental, en su entrevista con RAYA dijo que a pesar de que esta medida tiene buenas intenciones está solucionando un problema, mientras crea otro. “Es inconveniente y preocupante se está descuidando la conservación de los recursos naturales al reconocer unos recursos hidrobiológicos para el uso y explotación por parte de las comunidades”.
Al ser un animal depredador es muy común que los tiburones se ubiquen cerca de los otros peces, razón por la cuál son susceptibles a que caigan dentro del producido de la jornada. Ahora; con la resolución 0119, los pescadores no tienen la obligación legal de devolver al mar a los tiburones o rayas capturados, Felipe Ladino investigador de la Fundación Malpelo y quien durante diez años ha trabajado en la investigación de los tiburones, destacó la importancia de este animal en los ecosistemas acuáticos, sobre los que dijo que cumplen el rol de policías de los océanos. “Es un depredador que se encarga de regular los ecosistemas cuando hay alguna sobrepoblación de alguna especie invasora o cuando hay una enfermedad”.
En Colombia está prohibida la pesca dirigida contra tiburones y rayas y así quedó marcado en la resolución del Ministerio de Agricultura, sin embargo no existen técnicas pecuarias que eviten que estas dos especies sean capturadas durante las faenas de pesca, tanto por pequeños como por grandes pescadores. De acuerdo con datos del Servicio Estadístico Pesquero Colombiano (SEPEC) en los desembarcos provenientes de la pesca artesanal durante los últimos 8 años, en el pacífico colombiano, aproximadamente el 1.2% de las capturas corresponden a tiburones y rayas marinas, y en el Caribe, aproximadamente, el 4.02%. “Es decir, que la proporción de elasmobranquios (tiburones y rayas) es baja, lo que indica que no existe una pesca dirigida a este recurso y su captura es incidental”, se lee en el documento.
Por su parte, los animalistas aseguran que en Colombia si existe una pesca dirigida para capturar tiburones y que su principal objetivo es cortar sus aletas para comercializarlas en el exterior, precisamente, a los mercados asiáticos. Para este sector, bajo el pretexto de la pesca incidental, la resolución abre un boquete para el gran aprovechamiento de estas especies por los sectores más industrializados. “Los pescadores artesanales pescan y cogen lo que cogen, pero entonces ahora el tema es que no hay ningún control y ninguna manera de controlar nada, porque la resolución crea un enorme peligro que se resume en que no hay control sobre la pesca incidental”, dijo el investigador de Malpelo.
En cambio, para los animalistas, hay un bien superior de interés colectivo que es la protección ambiental y de la biodiversidad, diciendo que estas prácticas ancestrales no van a desaparecer, “pero hay un mensaje de emergencia sobre especies que están en peligro de extinción”. Credito Armada Nacional
En total fueron once especies de tiburones y cuatro de rayas las que el Gobierno Nacional declaró como recurso pesquero. Según Ingritts García, funcionaria de la ANUAP, la decisión de incluir a estas especies se tomó siguiendo los análisis y datos que tenía la entidad sobre los peces capturados de manera incidental, aseguró que también se evalúo el riesgo de la especie y el aprovechamiento que tiene dentro de las comunidades. “Las especies que quedaron no están en riesgo, puede que en otros países estén en riesgo, pero en Colombia no”, puntualizó García.
En este punto no concuerda el investigador de la Fundación Malpelo, el cual dirige Sandra Bessudo, una de las figuras que más rechazó la medida del Gobierno. Ladino explicó que hay diferentes grados de amenaza, ya que hay tiburones que se reproducen más rápido que otros, por lo que se pueden reponer más fácil de una actividad pesquera. En ese sentido dijo que de los tiburones incluídos en la resolución y que presentan más riesgo son: el Alopias pelagicus (tiburón zorro), el Carcharhinus falciformis (tiburón sedoso) y el Sphyrna corona (tiburón martillo amarillo). “Estas son especies de tiburones muy grandes que se demoran en madurar sexualmente, además tienen un número de crías menores a otros peces, precisamente estos son de los tiburones más capturados por la pesca incidental de las pesquerías en Colombia”.
Por ahora, la resolución 0119 de la AUNAP está en etapa de consulta pública, mientras se espera el proceso impulsado por Andrea Padilla para que se haga el debate de control político en su contra. Desde el Ministerio de Agricultura ya advierten que están dispuestos a dar respuestas y a convocar a mesas de diálogos con los actores principales para encontrar puntos en común y soluciones que lleven a un desarrollo económico y social donde puedan convivir las tradiciones de la costa pacífica y la sostenibilidad de las especies, sin poner en riesgo la seguridad alimentaria de los pescadores de Colombia, mientras eso pasa las comunidades de Buenaventura esperan que los animalistas vayan a su territorio para que conozcan de primera mano la importancia que tiene el tiburón en su vida y subsistencia.