Investigación

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Las mujeres son las que más usan el transporte público, también son las más vulnerables a distintos abusos dentro de Transmilenio. Un problema que el sistema conoce, pero que no ha atendido con contundencia. Aquí, hacemos un análisis de las distintas violencias que sufren las mujeres en Transmilenio.

Por: Ingrid Morris
Antropóloga
@SeBuscaya

Aprovecho la coyuntura del pasado 25N, día internacional de la no violencia contra la mujer, para hacer memoria sobre el concepto de interseccionalidad, como una de las contribuciones más importantes en los últimos veinticinco años dentro de la praxis feminista, y así de la defensa de los derechos de las mujeres, como señalaría la socióloga y politóloga estadunidense, experta en temas de inequidad social y económica, Leslie McCall. Este concepto, propuesto por la abogada afroamericana Kimberlé Williams Cresnshew en 1989, hace referencia al fenómeno de cruce y relacionamiento de las categorías sociales de género, clase, etnia y orientación sexual. Con el tiempo ha cobrado tanta importancia que el Sistema Interamericano de Derechos Humanos actualmente lo integra y define como la confluencia en un sujeto o grupo de personas de la violación de diferentes tipos de derechos que hacen de este grupo o sujeto altamente discriminados. Una perspectiva que me parece importante para introducir un tema fundamental sobre las arterias de la movilidad de Bogotá: la violencia de género en el sistema de transporte masivo TransMilenio.

Con este contexto, les invito a que, en solidaridad por este día internacional, tomemos un momento y nos situemos en el único sistema de transporte masivo que tiene Bogotá, cuyo servicio moviliza aproximadamente 4 millones de personas. Y desde esa idea, pensar en las mujeres, que en su mayoría son quienes realizan los oficios generales de estos lugares, muchas de ellas después de la medianoche, cuando ha terminado el servicio a las 12 a.m. y antes de que empiece el servicio de las 5 a.m. Aunque hoy en día muchos más hombres desempeñan esta labor, varias mujeres que han pedido proteger su identidad cuentan lo difícil e inseguro, en términos de robo y violencia sexual, que es hacer esta limpieza.

Pero las garantías laborales y el libre desarrollo de la personalidad no sólo se miden por la seguridad; un factor estructural importante de este sistema en Bogotá es que la mayoría de sus estaciones no cuentan con baño. Esta circunstancia afecta a todos los trabajadores, principalmente a las mujeres que venden los pasajes durante el día, personal de servicios generales y hasta quienes hacen labores de seguridad, aunque sus turnos son diferentes. Ahora bien, durante la pandemia, la limpieza fue una exigencia muy importante. Así, en conclusión, la mayoría de las mujeres que trabajan en horarios largos pasan por esta necesidad, que sólo es suplida por los restaurantes y almacenes abiertos en horarios laborales.

Frente al caso expuesto, se podría decir que estas mujeres sufren algún tipo de violencia económica, ya que su trabajo las obliga a exponerse a estas condiciones. Son mujeres que, además de vivir situaciones de pobreza o escasos recursos, son madres cabeza de familia, por mencionar algunos de los aspectos que pueden ilustrar la condición interseccional que sufren las mujeres que prestan servicios generales y de aseo en TransMilenio. Pero esta es tan sólo una de las situaciones de vulnerabilidad invisibilizadas dentro de las violencias de género en el principal sistema de transporte de Bogotá; una arista que se une a varias situaciones que, aunque han tenido cubrimiento periodístico, han sido poco estudiadas en clave de generar alternativas para encontrar solución efectivas.

De hecho, desde hace casi ocho años se viene hablando con contundencia de la inseguridad de dicho sistema de transporte para las mujeres y la situación de acoso y violencia sexual, la cual parece estar empeorando. En 2014, la Fundación Thomson Reuters realizó un sondeo titulado “El transporte público en ciudades de Latinoamérica es el más peligroso para las mujeres”, que aseguraba: “La encuesta en 15 de las capitales más grandes del mundo y Nueva York –la ciudad más poblada de Estados Unidos– concluyó que Bogotá, en Colombia, tiene el sistema de transporte más inseguro y en donde las mujeres sienten temor de viajar luego de que oscurece, seguida por Ciudad de México, Lima y Nueva Delhi”.[1] Y en 2018, un estudio entre expertos, realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, develó que Bogotá y Lima son las ciudades más peligrosas, siendo el acoso sexual el principal riesgo que enfrentan niñas y jóvenes.[2]

Este tipo de situaciones, donde son necesarias medidas preventivas, o procesos pedagógicos de largo aliento e inversión, a las que instituciones y/o empresas sólo dan soluciones superficiales, se vuelven parte de lo que llamo “una moda” para cumplir con un requerimiento donde se habla de “la inclusión de género” para ser parte de los discursos de inclusión y derechos. De esta manera, estos temas se vuelven frases vaciadas, es decir, tan usadas que, en algunos casos, en los hechos, no tienen nada que ver con lo planteado. Con esto logran que pequeñas medidas escuden la raíz de conflictos desatendidos, haciendo parte de una normalidad, un paisaje naturalizado que sigue siendo patriarcal.

Incluir la diversidad de género se vuelve un accesorio instrumentalizado y desgastado en situaciones donde los resultados de proyectos, políticas o administraciones son inocuos. También son instrumentos en medio de los intentos por cumplir indicadores, metas y, cómo no, los tan exigidos Objetivos de Desarrollo Sostenible ODS. Estos últimos, aunque nacen de un esfuerzo por crear conciencia de cambio en el mundo frente a temas cruciales, para muchos sólo son un ítem por cumplir frente a las fuentes de financiación y directrices de gobierno o agencias. ¿Por qué lo decimos? Porque es inexplicable que este sistema público privado tenga el aval institucional sin sistemas de monitoreo y rutas de prevención contundentes para disminuir las violencias de género o por lo menos tener rutas de atención y prevención claras y mediblemente efectivas.

Así, volviendo a la situación de las mujeres que prestan la labor de realizar aseo y servicios generales, el poco acceso a baños, los horarios, los sitios inseguros en los que trabajan y las distancias a las que son sometidas, entre otros aspectos que hacen más difícil su trabajo, son factores que un estudio liderado por el Swidish Institute[3] y varias entidades y organizaciones, entre ellas TransMilenio, SecreMujer y la Secretaría de Movilidad, denomina como “barreras de género” para el sector transporte. Barreras que durante el día no mejoran mucho más, pues la cotidianidad de estas mujeres consiste en soportar insultos y maltrato de muchas de las personas que usan en medio de los afanes y las circunstancias del día, el servicio de transporte. Por esto, las trabajadoras revelan que no saben cuál horario puede ser más pesado, pues en los dos se vive la inseguridad de diferentes maneras.

Aquí es evidente que una parte le compete a la empresa TransMilenio, ya que esta puede hacer esfuerzos por lograr una garantía de derechos laborales a estas mujeres, realidad que, como se mencionó, TransMilenio ha estudiado y conoce sus impactos. A su vez, el otro lado de estos impactos se sale de sus manos, pues depende de un contexto de cultura general de la ciudadanía al ser irrespetuosos con el trabajo que desempeñan estas mujeres. Sin embargo, esta última situación se genera porque, en sí, los puntos de aglomeración hacen del sistema un servicio hostil y violento en las horas pico en ciertas estaciones donde escasean los buses.

Los desmayos, paros respiratorios, entre otras condiciones asociadas a las aglomeraciones, no son nada nuevos. De hecho, el monitoreo de esta empresa detecta varios de estos casos a la semana; una realidad que debería suponer el trabajo conjunto interinstitucional, con una fuerte incidencia de la Secretaría de Salud y organismos de investigación en salud, así como la Secretaría de Educación y la Secretaría de la Mujer. Es más, el estudio exploratorio “Acoso sexual contra la mujer en TransMilenio 2017”, de esta última entidad, recomienda enfáticamente desarrollar estrategias para aumentar la flota, así como la frecuencia de rutas, la ampliación de horarios, puesto que claramente esto evitaría las aglomeraciones y el hacinamiento. Incluso, además de evitar la falta de oxígeno que agudiza diversas enfermedades, reduciría las posibilidades de acoso sexual. De igual manera, recomiendan comprender los factores y situaciones que generan el acoso y hechos asociados de inseguridad: “De forma que la respuesta institucional logre ser más efectiva y cercana a la realidad que viven las mujeres en el transporte público”.

Vale la pena entender que son importantes los hechos aislados, ya que muchas veces se carece de estudios oficiales ante todas las necesidades que requiere un sistema de primera necesidad para la ciudadanía. Las cifras provienen de los estudios que desarrollan y están enfocados a partir de los intereses y objetivos de las entidades que los realizan, lo que deja por fuera muchos otros temas como la salud, el bienestar y la interseccionalidad. Por eso preferí empezar por hablar acerca de las mujeres invisibilizadas y casi diariamente violentadas. Además, para nadie es un secreto que los datos oficiales de las entidades públicas hacen un esfuerzo por proteger y mostrar la buena gestión de las mismas con poca autocrítica. Así mismo, las redes están llenas de periódicos a su servicio que les hacen el marketing y sólo se conocen las noticias de los casos que se vuelven escándalo, mientras se ignora el análisis del monitoreo cotidiano.

En ese sentido, para que el análisis tenga contexto y toque las diferentes aristas de la violencia de género en TransMilenio, hay que establecer varios aspectos que han sido estudiados y corroborados por diferentes autoras expertas, así como por agencias latinoamericanas, entidades de movilidad y género. Por ejemplo, ¿sabía usted que las mujeres son las que más usan el transporte público? Se podría decir que esto ocurre a nivel global. Tan sólo en Bogotá, la encuesta de movilidad 2019[4] que incluye esta comparación revela con exactitud que los hombres realizan 6483.510 viajes al día en TransMilenio, mientras que las mujeres realizan 6.876.217 viajes al día. La conclusión: “Las mujeres se mueven más a pie y en transporte público”. Para tener un panorama amplio vale la pena consultar un estudio comparado sobre la seguridad para las mujeres entre las ciudades de Quito, Buenos Aires y Santiago, hecho por la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe) denominado “Ella se mueve segura”(2018). Este concluye que caminar es el modo predominante de transporte para la mayoría de las mujeres estudiadas. Por otro lado, se afirma que ellas son las usuarias que más usan el transporte público, sobre todo en las áreas más pobres de las ciudades, y especifican: “Cuando usan transporte público, las mujeres encadenan varios viajes en mayor medida que los hombres, así que usualmente deben pagar más por usar el transporte público” (CAF, 2018).

Esto mismo lo reitera la más reciente publicación del Ministerio de Transporte y el Banco Interamericano de Desarrollo BID, denominada “ABC Género y Transporte” (2022)[5]: “En las ciudades de América Latina y el Caribe, las mujeres constituyen la mitad de las usuarias de los sistemas de transporte público”. Pero lo más interesante que se recalca allí es el hecho de que los sistemas de transporte siguen sin responder a las necesidades diferenciadas de las mujeres, y se señala, además, que los patrones de movilidad de las mujeres son más complejos, al estar ligados a las labores de cuidado que se les han endilgado por su género.

Por este motivo, cuando se habla de la existencia de una alta tasa en los índices de violencia y acoso sexual que viven las mujeres día a día en TransMilenio, resulta ofensivo e indignante para muchas que las soluciones sean cortoplacistas, y que la situación pase de agache, al punto de que se crea que no suceden situaciones graves, cuando en realidad estas existen y ponen en peligro la vida de las mujeres. Es claro que las mujeres estamos más expuestas a situaciones de acoso de manera sistemática, lo que puede convertirse a futuro en un tema de salud pública, mental y emocional colectiva mucho más complejo. En casos como las denuncias ocurridas por violencia sexual, como las hechas por Hilary Castro en 2022[6] en el sistema TransMilenio, los comunicados públicos de la empresa y los medios se limitan a comunicar el hecho y resaltar las audaces soluciones de la misma. Esto lo hacen afirmando que las mujeres se sienten satisfechas, cuando los estudios evidencian lo contrario en cifras sobre la sensación de inseguridad en el sistema. Durante 2023 hubo otras graves denuncias[7] y las soluciones no mostraron un interés serio hacia un cambio estructural en la manera como funciona el sistema de transporte.  

Es por ello que el estudio interinstitucional “Me muevo segura” (SDMujer, SDMovilidad, TUMI, CAF, SAFETIPIN; 2019) ya mencionado muestra que, sobre “la sensación experimentada en el principal medio de transporte respecto a la seguridad”, el 61,3% de las mujeres describe la movilidad en TransMilenio como una sensación desagradable, una proporción mucho mayor a la sensación de agrado, la cual se encuentra en un 11,5%. Una realidad que da cuenta de cómo las mujeres están cautivas del sistema y las incomodidades que experimentan allí, al no tener otras opciones en muchos casos.

De igual manera, una de las encuestas más recientes sobre la percepción de seguridad que tienen las mujeres en el transporte masivo es la que llevó a cabo la Veeduría Distrital de Bogotá durante julio y agosto de 2022. A partir de una muestra de 3089 mujeres, 67,2% de ellas perciben inseguridad al movilizarse en el transporte público, y el 70,1% de las encuestadas manifestaron sentir miedo a sufrir un ataque sexual en el transporte público. La encuesta también muestra que 8 de cada 10 mujeres (80,4%) han padecido alguna situación de acoso en el sistema troncal de Transmilenio. Las cifras reiteran un tema frecuente, del que supuestamente la empresa TransMilenio ha trabajado mucho con pocos resultados evidentes, pues en este estudio el 62,8% de las encuestadas manifestó no conocer dónde denunciar. Adicionalmente, al indagar si la víctima denunció la situación de acoso, el 89,3% coincidió en no haberlo hecho.

Si bien, a partir de los casos más graves en 2022, han aumentado las estrategias de atención y emergencias por parte de TransMilenio en asocio con la Secretaría de la Mujer, la empresa aún no logra instaurar un sistema preventivo efectivo en el que las mujeres se sientan seguras al hacer uso del mismo. Allí es importante conocer cómo lo hemos indagado quienes nos hemos puesto en la tarea de investigar las percepciones de este sistema en la ciudad –un grupo de mujeres diversas–, y como lo devela el manual ya mencionado liderado por el Swidish Institute. No tener un sistema en el que las mujeres nos sintamos plenamente seguras hace que mujeres de cierta condición, que viven en las periferias, eviten tomar algunas ofertas de trabajo por los horarios de llegada. Así mismo, muchas jóvenes que tienen que hacer varios trayectos cuentan que en algunos escenarios donde deben vestir elegantes, prefieren llevar sus trajes en la maleta porque el trayecto puede ser peligroso si no llevan un acompañante que las proteja. En otros casos, muchas mujeres prefieren usar la bicicleta o tomar otras alternativas de transporte, así no tengan el suficiente dinero para cubrirlo. En conclusión, en materia de derechos, muchas mujeres de sectores lejanos a los epicentros de trabajo y estudio no gozan de libertad en el desarrollo personal porque la movilidad resulta ser una limitante. Es decir, de una u otra manera sufren una condición de interseccionalidad.

Así, si una mujer joven que vive en algunas de estos lugares periféricos quisiera saber sobre las alternativas que ofrece TransMilenio para la seguridad, puede encontrar que en la APP de esta empresa tiene acceso directo al 123 para emergencias, y en opciones específicas contacto directo con la línea púrpura para atención psicosocial y orientación. Sin embargo, muchas mujeres jóvenes y de ciertas condiciones económicas carecen de crédito para llamadas o uso de WhatsApp permanente.

En otros casos, cualquier mujer interesada en conocer los servicios y la visión que tiene la empresa TransMilenio frente las políticas de género en el transporte público y su oferta de servicios, desde una estudiante hasta cualquier mujer curiosa, podría entrar a la página web de la empresa, en busca de todos los servicios existentes; pero, desafortunadamente, más allá de una publicidad de la línea púrpura, no hay una sección dedicada al tema ni hipervínculos evidentes en la atención a la ciudadanía. ¿Cómo enterarse entonces de la eficacia, monitoreo, impacto y seguimiento de las estrategias que implementan frente a la violencia de género el sistema de transporte masivo TransMilenio?

Como ciudadanas podemos hacer uso de las herramientas de derecho a la información que todos tenemos ante la Constitución nacional mediante los mecanismos de participación y derecho de petición, para así profundizar en el conocimiento del trabajo desempeñado por la empresa TransMilenio frente a las violencias de género, puesto que no es de fácil acceso. Sin embargo, sé que muchas de nosotras confiamos en que existe interés de esta empresa de transporte, que funciona en gran parte gracias a nuestra movilidad, en una estrategia de cuidado, un enfoque de género activado día a día, a partir de las violaciones en 2022 e intentos de violaciones a mujeres que se han presentado este año. Así, se podría suponer que se ha activado un mecanismo propio del sistema de transporte que no dependa de la Secretaría de la Mujer, como lo tienen otras ciudades del mundo. Y con esa confianza seguir buscando herramientas de comunicación asequibles para que todas estemos al tanto de las herramientas con las que contamos en TransMilenio.

Pero la realidad es que no se encuentra nada parecido a una ruta de cuidado de dicha empresa disponible para adultas mayores, menores, jóvenes. Hago una búsqueda esperando que este tema tenga un micrositio, una herramienta de participación pública por parte de la empresa. Al no encontrar nada, realizo una búsqueda de noticias y artículos periodístico, y de esta manera encuentro que, a partir del caso de Hilary, en un artículo de la alcaldía mayor (22/11/2022) se menciona la existencia de un “Protocolo de prevención, sanción y atención de las violencias contra las mujeres en el espacio y Transmilenio” que no tiene acceso público, pero según lo explicado está articulado con la Policía.[8] ¿Qué garantía hay de la ejecución de este protocolo? ¿Cuál es el seguimiento de cara a la comunidad? ¿Qué elementos entregan para que las ciudadanas creamos en su trabajo después de un historial de desatención, tanto de la Policía como de TransMilenio? Gracias a un artículo de La Silla Vacía[9], también se puede apreciar el gran despliegue mediático que se le da a la alcaldesa para el lanzamiento de los buses eléctricos, que les brindan una oportunidad laboral a 600 mujeres, rompiendo los roles de género y generando inclusión; lo que le permite tener al Sistema de transporte masivo de la ciudad un logro importante para los indicadores de género. Hacia marzo 2023, el periódico El Colombiano celebra la campaña de la alcaldesa de Bogotá “Date cuenta de las violencias, pita y avisa”, frente a la cual explica: “La primera etapa de la campaña tiene una inversión de 200 millones de pesos que incluye silbatos, manillas y posicionamiento de la estrategia en medios de comunicación y redes sociales. (…) El Distrito adquirió 5.000 silbatos para adelantar esta campaña”.[10] Una estrategia que, más que pedagógica o preventiva, fue publicitaria. La realidad es que, según los gestores de convivencia de la misma empresa, hoy en día la situación de acoso, violencia y agresividad en TransMilenio sigue siendo muy caótica.

Aleatoriamente se encuentran reportajes que anuncian la puesta a disposición de personal denominado “gestores de convivencia” o “anfitriones”, así como policías y vigilantes para la seguridad de las mujeres, ya que, como pregonan: “La seguridad de TransMilenio es una prioridad para TransMilenio”[11], comunicación hecha en noviembre de 2021. Sin embargo, los operadores de los equipos de trabajo no son contratados todo el año; la cantidad de gestores y anfitriones en proporción a las millones de personas que usa el servicio no da abasto, e incluso, con frecuencia, las mujeres y hombres que prestan este servicio son violentados en medio de su trabajo por las situaciones de crisis a las que llega el sistema y el servicio en horas pico. Es decir, estos equipos no son suficientes.

Así mismo, en varios de los reportajes, gran parte de los servicios que ofrece TransMilenio, como las cámaras de seguridad, no sirven en muchas estaciones. Han sido implementadas varias estrategias y alternativas, generalmente de corto plazo, incluso en febrero de este año la misma empresa se encargó de abrir dos centros de orientación y atención psicosocial al ciudadano en la estación Marsella y la AV Calle 72[12]. No obstante, sobre este servicio no hay forma de enterarse en la página web de la misma. Igual que el Manual del Servicio al ciudadano[13], ni tampoco es visible el balance de las acciones en materia de enfoque de género que se encontró en Google después de muchos rastreos: un Power Point muy pobre, descontextualizado, nada serio y sin evidencias del seguimiento del trabajo en contra de la violencia de género.[14]

Frente a todo este panorama de violencia de género, hechos y soluciones en TransMilenio, no es difícil identificar cómo de una u otra manera quienes sufren más este fenómeno y padecen las consecuencias en diferentes circunstancias son las mujeres que deben atravesar la ciudad en el Sistema Integrado de transporte masivo TransMilenio. Son ellas quienes muchas veces viven en las periferias, o quienes tienen una condición económica más limitada y por tanto dependen de este sistema para realizar sus labores. Mujeres en condiciones vulnerables o de pobreza, en donde se suman fenómenos de desplazamiento, inmigración, exclusión.

Para concluir este abrebocas, lo que dejan claro las soluciones “light”, que distan de llegar al fondo de los problemas, es poca voluntad política. Tantas acciones aisladas, actuaciones sobre la urgencia, sin estrategias reales a largo plazo de prevención, sólo dan muestra de que no existe un enfoque transversal de género en la empresa TransMilenio, y aunque le llamen así a ciertas acciones, parecen carecer de una comprensión real y sentida por parte de sus funcionarios, pues el cambio real empieza por una transformación en la visión estructural de entender el fenómeno y así la manera en cómo se puede hacer un sistema masivo de transporte realmente incluyente y de calidad para el bienestar de las y los ciudadanos.

Doy absoluto crédito y no dudo del trabajo de pedagogas y pedagogos, psicólogos y trabajadores comunitarios contratados por la empresa en cuestión, pequeños equipos que en campo lo dan todo, e intentan aportar mucho más a la estructura de funcionamiento del servicio, pero el interés tiene que venir de la junta directiva. El cumplimiento de metas e indicadores no es suficiente.

Twitter: Feminismo Comunitario @SeBuscaya

[1] https://www.reuters.com/article/portada-latinoamerica-mujeres-idLTAKBN0II17720141029/

[2] https://tglab.iadb.org/el-acoso-sexual-es-el-mayor-peligro-de-la-ciudad-que-enfrentan-las-ninas-en-todo-el-mundo

[3] Manual de buenas prácticas para promover la equidad de género en el sector transporte https://www.movilidadbogota.gov.co/web/sites/default/files/Paginas/14-06-2023/manual1.pdf

[4] https://www.simur.gov.co/encuestas-de-movilidad

[5] https://www.mintransporte.gov.co/publicaciones/10310/enfoque-de-genero/

[6] https://www.wradio.com.co/2022/11/02/hablo-adolescente-que-denuncio-abuso-sexual-en-transmilenio-esto-relato-la-joven/

[7] https://www.eltiempo.com/bogota/mujer-habria-sido-victima-de-un-intento-de-violacion-en-transmilenio-737012 , https://www.tropicanafm.com/2023/mujer-denuncia-caso-de-acoso-sexual-en-transmilenio-pense-que-jamas-me-iba-a-pasar-a-mi-340193.html

[8] https://bogota.gov.co/mi-ciudad/movilidad/transmilenio-activo-atencion-tras-denuncia-de-violencia-sexual-en-bus

[9] https://www.lasillavacia.com/silla-nacional/bogota/como-funciona-la-rolita-el-nuevo-operador-publico-de-buses-de-bogota/

[10] https://www.elcolombiano.com/colombia/claudia-lopez-lanza-campana-contra-el-acoso-en-transmilenio-AM20792020

[11] https://www.sitp.gov.co/publicaciones/91263/la-seguridad-de-las-mujeres-es-una-prioridad-para-transmilenio/

[12] https://www.infobae.com/colombia/2023/02/09/transmilenio-tiene-ahora-un-servicio-de-ayuda-psicologica-para-que-es-y-quienes-puede-usarlo/

[13] file:///C:/Users/MONINA/Downloads/M-SC-005%20Manual%20de%20Servicio%20al%20Ciudadano.pdf

[14] https://www.movilidadbogota.gov.co/web/sites/default/files/Paginas/25-04-2022/presentacion_mujer_transmilenio_-_mujeres_y_movilidad.pdf

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