Revista RAYA entrevistó al líder campesino Alberto Castilla, en el marco del “Encuentro Cocalero del Catatumbo”, le preguntamos por su opinión del evento, las propuestas del gobierno y la crisis alimentaria que los pobladores de esta región están viviendo.
Por: Redacción Revista RAYA
Durante la primera visita del presidente Gustavo Petro a la región del Catatumbo en el mes de agosto, líderes de procesos sociales le propusieron un encuentro amplio para avanzar en la búsqueda de soluciones a la problemática de la economía de la coca. Los días 15 y 16 de diciembre pasados este encuentro tuvo lugar en El Tarra, Norte de Santander.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
En 52 mesas de trabajo miles de campesinos, campesinas e indígenas del pueblo Bari consolidaron las propuestas que presentaron al gobierno nacional en cabeza del presidente. Tras su pronunciamiento se firmó un acta de compromiso con la ciudadanía del Catatumbo para iniciar varios proyectos que buscan transformar la actual economía. Uno de ellos, la Universidad Pública a la que se destinaron 39 mil millones de pesos y cuyas obras iniciarían en abril de 2023.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
En El Tarra, Revista RAYA entrevistó a Alberto Castilla, líder campesino del Comité de Integración Social del Catatumbo (CISCA) y ex Senador de la República, para profundizar en los impactos de este Encuentro Cocalero, en las propuestas de las comunidades y en los compromisos asumidos por el gobierno nacional con esta región.
Miles de campesinos se han reunido en El Tarra para desarrollar el Primer Encuentro Cocalero, cuéntenos un poco, ¿de qué se trata esta iniciativa?y ¿Cuáles son las primeras impresiones que deja este espacio?
Es supremamente importante tener escenarios como estos en regiones como el Catatumbo, excluidas siempre desde la capital a la hora de tomar decisiones. Este es un territorio como objeto de aplicación de decisiones gubernamentales y ahora se invierte con un cambio, que plantea este gobierno: poder construir las decisiones de gobierno escuchando a la gente en los territorios. Me parece un escenario muy importante en ese sentido.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
Fueron más de 50 mesas de trabajo con diversidad de procesos sociales, de sectores de la región, que consolidaron propuestas, que estuvieron compartiendo con las distintas instituciones y con el presidente ¿Qué resalta de las propuestas que se construyeron en los tres ejes?
Desde el diseño del encuentro cocalero, las organizaciones sociales y el movimiento comunal plantearon que este debía ser un encuentro muy amplio, abierto a todas las expresiones comunitarias y sociales presentes en el Catatumbo y así se desarrolló. También se definieron los ejes temáticos, todos los elementos que debían ser objeto de reflexiones en las mesas de trabajo.
Se planteó un primer eje relacionado con el ordenamiento territorial y los cultivos de coca; un segundo eje que tiene que ver con el desarrollo y los cultivos de coca; y un tercero sobre el concepto de paz total y los cultivos de coca. Es mirar la realidad de la región relacionada con la presencia de los cultivos de coca.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
Me parece que el haber diseñado los ejes temáticos y distribuirlos en 50 mesas permitió una participación más amplia porque en grupos pequeños se puede discutir mejor y se reflexiona, no solamente sobre lo que es la coca, o los cultivos de coca, sino también mira de manera integral lo que significa para la región en materia de desarrollo, de ordenamiento territorial y eso como se puede entender como paz.
Surgieron en los trabajos de grupo varias propuestas. La primera es que el ordenamiento territorial debe hacerse alrededor del agua, eso es fundamental. Aunque no es una postura conservacionista la que se plantea, al definir el agua se está poniendo la vida en el centro del ordenamiento territorial, ese es un concepto muy fuerte para pensar que los cultivos de coca tienen un impacto negativo en la vida, porque también afectan las fuentes de agua y derivado de ello se deteriora el medio ambiente.
En materia de desarrollo se planteó el debate de volver a hacer de esta una región productora de alimentos, con un propósito: en primer lugar, poder producir, transformar y alimentarnos, y luego intercambiar excedentes. Esa transformación le da una posibilidad al campesino y la campesina, productores de alimentos, de tener ingresos adicionales a partir de la transformación.
La paz total en la discusión de las mesas llevó a la comprensión de un concepto que no queda limitado, restringido a la negociación del conflicto armado. Se entiende en la discusión y en la práctica que la paz total es la búsqueda de la garantía de derechos y que cuando hablamos de paz total hablamos de vías, de salud, de educación, de inclusión, de generación de ingresos, etc. Aquí van surgiendo unas líneas de acción para la población del Catatumbo que van llevando a que el planteamiento sea resolver las causas que motivaron la siembra de coca.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
Como líder histórico de la región y como parte de uno de los procesos sociales del Catatumbo ¿Cómo ve esa intervención que hace el presidente, esa respuesta de gobierno a lo que plantea el Catatumbo?
Yo creo que lo que ocurrió en la conclusión del encuentro es un mensaje muy fuerte, es un mensaje muy poderoso para la sociedad colombiana.
Lo primero es el llamado que hace el presidente de la República a que su gabinete y los funcionarios públicos comprendan su misión, y a que se invierta la pirámide a la hora de construir las acciones de gobierno. Lo que hace es que la comunidad, la sociedad, que conoce su realidad le planteé al gobierno lo que se debe hacer, ahí ya hay un cambio muy fuerte en las formas, el mensaje es poderoso: los funcionarios deben ponerse al servicio de esas decisiones y buscar darle solución a los problemas que identifica la sociedad. No creer que el funcionario es el conocedor y portador de la solución acertada.
También, el llamado que hace el presidente a que las instituciones sean cercanas a las personas para generar confianza, para que la ciudadanía reconozca ese Estado, eso también es muy importante para regiones como el Catatumbo donde siempre ha habido desconfianza por la institucionalidad y no se cree en el Estado. El hecho de poder plantear un día unas realidades y de que al siguiente el presidente plantee acciones con plazos, hable de la asignación de recursos y haga un llamado al cumplimiento y la veeduría, me parece que es un conjunto de decisiones y de hechos que rodearon el desarrollo de este encuentro que se convierten en un mensaje muy fuerte de cambio en la manera de hacer la política y de hacer gobierno.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
El gobierno de Petro, en el tema de la economía de la coca, ha venido planteando una propuesta de legalización a nivel global ¿Cómo este tipo de encuentros ayuda a la consolidación de esta propuesta? ¿Cómo lo que pasa en el Catatumbo puede irradiar a otros territorios del país?
El llamado es a comprender que desde esta región se cultiva la hoja de la coca. El propósito del cultivador es generar unos ingresos, que tienen un impacto en la humanidad que no se alcanza a comprender, al igual que no se dimensionan los cientos de toneladas de cocaína que se producen y eso significa traer un debate sobre el consumo, sobre el mercado de las drogas, donde el campesino produce con el deseo de resolver y satisfacer unos problemas de ingresos. Entonces se empieza a dimensionar un problema que es mayor: el mundo es el consumidor. En el Catatumbo no está el consumo de cocaína, está en otros países.
Si uno quiere buscar soluciones en materia de inversiones locales en el territorio, de garantizar derechos, de resolver las aspiraciones que ha tenido la población durante tantos años, eso va a tener un impacto también en la oferta de la cocaína a nivel mundial. Por lo tanto, cuando se habla de la regulación se entiende que no debe ser un esfuerzo local que deba hacer Colombia, sino que también tiene que planteársele a los países en donde hay un problema muy grande de consumo y dependencia de la cocaína.
Esos esfuerzos llaman a que la regulación debe buscar solución a los problemas de salud en esos países y entender que el hecho de que exista el consumo lleva a la existencia de la siembra que afecta la vida, la cultura, el ambiente y la sociedad aquí. Nosotros creemos que está muy bien que no solamente se mire la solución local sino que se entienda que hay que avanzar globalmente porque si no habrá poco éxito en el esfuerzo de acabar o disminuir la producción de hoja de coca y de pasta base. En ese sentido hay que pensar cómo se busca una solución integral.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
Con esas claridades y esa comprensión más amplia de lo que significa la problemática de la coca y volviendo sobre lo local ¿Por qué los campesinos han sido estigmatizados y perseguidos históricamente como si fueran los grandes narcotraficantes? ¿Qué sale de este encuentro en ese sentido?
Hay una intención de ocultar un problema que tiene la humanidad de manera global. El mayor problema está en el consumo de cocaína que es muy alto, pero, hay que demostrar, en una especie de doble moral, que se está haciendo algo para resolver el problema, entonces se ataca al productor de hoja de coca y no se hace nada, por ejemplo, en la interdicción del transporte ni se resuelve el tema de la demanda o el consumo.
Los Estados distraen atacando al campesinado con el propósito de demostrar éxito, acciones, o que están impactando en un problema tan grande como es el tráfico de drogas en el mundo. El campesinado, a mi modo de ver, no tiene esa dimensión no alcanza a tener una comprensión de lo que significa la cocaína porque no está inmerso en el narcotráfico, solo está produciendo hoja que se convierte en una materia prima que no se sabe todo el daño que ocasiona.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
Se puede decir que, en los últimos años, el Catatumbo ha basado su economía en el monocultivo de la coca, por un lado, pero por otro también en la explotación petrolera ¿Cuál es hoy el panorama de la población que vive de esas economías? ¿Le ha servido de algo al campesinado?
La explotación de petróleo, que es mucho más antigua que el cultivo de coca, no generó riqueza en el territorio ni en la población para que pudiera cambiar las condiciones y mejorar su calidad de vida. La riqueza de la explotación petrolera no cambió las condiciones.
Cuando llegó la coca, el producir coca le dio algunas posibilidades a unos y aumentó la brecha social entre los que logran mejorar sus condiciones de vida, desde el punto de vista de poder tener progreso, y los que no lo pueden lograr.
Es una economía que no le genera riqueza al campesino productor, es una especie de economía de enclave donde el gran capital desarrolla las inversiones y hace asociar. Obliga al campesino a proveerle la materia prima y en últimas quien transforma es quien se queda con la riqueza. Cuando no ingresan los capitales para comprar la producción de pasta base de coca se golpea muy fuerte a la vida del campesino productor que depende absolutamente de esa economía. Es un mercado muy dependiente. No le genera soberanía a la población productora de coca, entonces se buscan otras salidas y en esa búsqueda, en el territorio que es tan rico, también existe minería no metálica, como el carbón y otro tipo de minerales.
Es como un círculo vicioso en el que ese modelo económico de explotar y generar riqueza para los de afuera lleva a la destrucción de la naturaleza y al fortalecimiento del capital a través de los recursos naturales, pero no se contempla un cambio de fondo en las condiciones de vida de la población catatumbera.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
Varias personas planteaban en las distintas mesas de trabajo que hoy la región del Catatumbo está atravesando una crisis, que hay hambre en la región del Catatumbo. Teniendo en cuenta que estas economías que hemos mencionado siguen vigentes en la región ¿a qué podría responder la crisis? ¿Cómo se relaciona con el discurso del presidente Petro cuando plantea que la economía de la coca ya no es funcional en ningún territorio?
Es cierto, en el sentido en que este modelo económico lleva a que constantemente se esté ampliando la frontera agrícola, se tenga que buscar nuevas tierras, usar tierras productivas para sembrar coca y mantener esa cadena de generación de ingresos. Eso ha llevado a que se destruya la producción de alimentos, la capacidad de generar a nivel familiar bienes que reducen los costos de la canasta familiar y a que se dependa totalmente del mercado externo. Cuando no entra plata para comprar las cosechas o comprar la pasta base no se tiene cómo acceder a alimentos. Ahí empieza a verse la crisis alimentaria que redunda en que haya familias que están pasando hambre, es un desequilibrio en el modelo.
Es decir, se fue todo el diseño a generar ingresos a través de los cultivos de coca y se destruyó la producción de alimentos, eso hace que la alimentación dependa directamente de la generación de dinero por la coca, como no llega dinero de la coca, no se puede acceder a la alimentación y se puede caer en una situación peor de asistencialismo porque se acude al Estado para que resuelva una situación, que puede ser bien vista si se plantea como una solución de emergencia pero en el fondo se necesita que el campesino pueda reflexionar, que entienda que cualquier modelo económico que depende de un monocultivo lo pone a depender de factores externos y siempre va a generar una crisis.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
Dentro de las muchas propuestas que se estuvieron planteando hay una relacionada con los 'territorios campesinos agroalimentarios' ¿En qué consiste esa propuesta de carácter nacional? ¿por qué recalcar su importancia?
Los territorios campesinos agroalimentarios son una propuesta de ordenamiento territorial en el marco de la soberanía alimentaria. Cuando se habla de soberanía alimentaria habla de tener suelos y contar con los bienes necesarios. Para producir hay que tener agua, hay que tener semillas, etc., entonces, un territorio campesino agroalimentario es una manera de organizar y relacionarse con el territorio, cuidarlo para la producción de alimentos de preservación de la vida. El territorio campesino agroalimentario se convierte así en una figura de protección del territorio, pero con un componente muy importante, la soberanía alimentaria. Eso hace poderosas a las poblaciones.
Esa es una propuesta que aquí en la región ha venido impulsando el Comité de Integración Social del Catatumbo (CISCA) ¿Cómo puede esta propuesta contribuir a la estabilización económica y a la paz, en la región?
Realmente ordenar el territorio para cuidar el agua, para tener la tierra productiva, para conservar la semilla, para producir alimentos, para garantizar la alimentación de la población que habita en esos territorios va generando una comprensión distinta de la vida, donde lo importante no es la acumulación de capital sino garantizar bienes indispensables.
Se plantea que los territorios campesinos agroalimentarios también generan unos excedentes que son los que se comercializan y generan ingresos. Lo que se hace, y se comprende aquí, es vincular a la naturaleza como una entidad con derechos. Eso es muy fuerte a la hora de comprender la paz, porque la paz es una forma de comprender las relaciones de los seres humanos entre sí, pero también, la relación de los seres humanos con la naturaleza. El territorio campesino agroalimentario se convierte en ese sentido en un gran instrumento para vivir bien, para construir el buen vivir.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
Algo importante que también se mencionaba en las mesas de trabajo y en los documentos que las comunidades presentaron eran las afectaciones a poblaciones particulares de las que muy poco se ha hablado, a las mujeres y a los jóvenes ¿Qué opina de este tema?
La economía de la coca impacta fuertemente la cultura porque se copian modelos, sobre todo en una sociedad donde los medios de comunicación se han encargado de posicionar unos estándares de vida relacionados con la economía de la coca, lo que lleva a que los jóvenes no tengan mayores aspiraciones más allá de ingresar rápidamente a ese mercado laboral. Es decir, a vender su fuerza de trabajo, a convertirse en mano de obra de barata al servicio de la generación de capital y a incursionar en el consumo de lo que eso significa.
Para las mujeres la situación es muy grave porque en una sociedad patriarcal, machista, en la que se desarrollan los cultivos de coca, la mujer se convierte en un objeto sexual de fácil acceso, o en un objeto al que se puede acceder con plata, y se la violenta en varios sentidos: en poder ofrecer siempre por el cuerpo o en obligar a que las mujeres deban transformar su cuerpo para poder recibir buenas ofertas en ese mercado de la sexualidad. Eso es muy grave porque deteriora las condiciones sociales y culturales en las que los seres humanos tienen un valor, que no es el de la apariencia o ese falso de tratar de parecerse a alguien o convertirse en un objeto comercializable.
Culturalmente el cultivo de coca golpea muy fuerte a la mujer y en la juventud genera una desesperanza, una especie de sin futuro, de desilusión y entramos en la irracionalidad de vivir el momento. En ese ‘vivir el momento’ se pierden los sueños y eso es muy grave para los procesos organizativos que tienen la continuidad puesta en la juventud, pero si esa juventud se afecta y no hay mirada con horizonte de futuro las formas organizativas también se trastocan.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
Otra población afectada seriamente es el pueblo Barí, ellos estuvieron participando en este encuentro, poniendo su palabra y sus propuestas, cuéntenos un poco sobre como la economía de la coca impacta al pueblo Barí.
El pueblo Barí ha logrado con sus luchas que se le reconozca un espacio físico para conservar, tienen derecho a más, pero producto del ataque, el intento de exterminio que ha vivido logra la figura del resguardo: que es la tierra colectiva donde esa población puede garantizar la conservación y también la pervivencia. Ahí se dan unas condiciones desde la cosmovisión indígena de la manera de producirla, de relacionarse con ella, no se contaba con la expansión de los cultivos de coca y lo que eso significa.
Un pueblo indígena, como los Barí, que toda su vida se ha dedicado a la recolección y a la pesca, ve que escasea esa fuente de recursos, que no tiene como encontrar en su entorno natural lo que es necesario para alimentarse y encuentran un mundo que está demandando mano de obra, el de los cultivos de coca, y rápidamente engancha a la juventud en la actividad recolectora de hoja de coca. Esa recolección rápidamente los lanza a un modo de vida que no es el propio del pueblo indígena sino el de los colonos, práctica de blancos, que trastoca la cultura indígena, esa es una preocupación mayor.
La segunda tiene que ver con el riesgo inminente de que los cultivos penetren en su territorio y deterioren la naturaleza, lo que pone en peligro la vida del pueblo porque su refugio, el pedacito que les queda para garantizar la familia y la continuidad del pueblo está en la figura del resguardo.
Hay una amenaza, y es donde el pueblo Barí plantea en este encuentro una seguridad jurídica. Acabar con la creencia de que ellos tienen mucha tierra, que tienen una figura a la que hay que sustraer o que hay que reducir para otros propósitos. Se requiere ese blindaje.
También se requiere que se reconozca culturalmente al pueblo Barí, la coca no hace parte de sus prácticas culturales, ni siquiera como una hoja de uso ancestral. Cuando ellos dicen que se requiere ampliar el territorio de su resguardo, lo que quieren es poner un límite a la presencia de colonos para que desarrollen la actividad agrícola por fuera de la zona de traslape del resguardo.
Fotografía: Comunicaciones Cisca
Sabemos que hay varios procesos sociales en el Catatumbo, cada uno ha construido sus propuestas y las ha compartido en las mesas de trabajo donde se han consensuado con los demás participantes de este encuentro cocalero. ¿Hay algún avance, alguna ruta abierta para que entre los distintos procesos y organizaciones históricas de la región se piense cuál puede ser la economía regional que funcione una vez superada la economía de la coca?
Yo creo que espacios como este encuentro, de una reflexión profunda donde los saberes empiezan a dialogar se convierten en una especie de alerta para las organizaciones sociales. Es decir, el papel de las organizaciones sociales, a diferencia de otros procesos organizativos y de los individuos, es que ven con anticipación lo que puede presentarse para la región. Políticamente le pone un contenido y es lo que ocurrió en este encuentro.
El Catatumbo está viviendo un momento interesantísimo, ha logrado recuperar la esperanza de ser una región para la vida, no una región para producir en el día a día. Quiero destacar que, en lo que ha sido la historia de lucha de esta región, en 1987 se marcó un hito con el paro del Nororiente sobre la reclamación de derechos, en 2022 hay una diferencia frente a este tipo de reivindicaciones históricas, que hoy se plantee que es prioritario tener educación superior con una universidad de esta región, que responda a las necesidades de la región, plantea un panorama de ilusión porque antes las reivindicaciones eran necesitamos un puesto de salud, la carretera, escuela, etc. Ahora se está diciendo es: “Hemos pasado por una circunstancia y unas situaciones que nos han llevado a tener dolores tan fuertes que hoy decimos, no hay que pensar tanto en la infraestructura, sino hay que pensar en la construcción y en la capacidad de pensamiento de la gente”.
Esto que está pasando hoy nos lleva a afirmar que ha valido la pena lo que se ha hecho durante tantos años en esta región que tiene la posibilidad de potenciarse. A mí me parece que es muy acertado potenciar la vida porque no significa resolver desde afuera, sino decirnos a nosotros, tóquense y miren a ver que pueden hacer que nosotros desde afuera les ayudamos, eso es lo que dice el gobierno. Aquí tenemos unas capacidades que nos ponen en ese desafío, creo que las organizaciones juegan un papel importante pero, poco a poco, la sociedad que no se organiza va a entender el papel de lo que es vivir en la región del Catatumbo, va a entender las decisiones políticas que han tomado las organizaciones sociales en el tiempo, entonces me parece que eso hace de este encuentro, un encuentro que marca una historia en la vida del Catatumbo, porque lo pone a mirar lejos, nosotros teníamos una mirada muy corta. Ahora se está creyendo que es una región en la que hay que generar condiciones para heredar.