Aunque el proceso de paz con el ELN avanza, las recientes declaraciones del presidente Petro que generaron crisis, dejan un alfiler en el corazón de un posible acuerdo: ¿están las Fuerzas Militares chantajeando con un golpe de Estado sino se mete a la guerrilla en el mismo costal que a los narcotraficantes y paramilitares? Análisis
Por: Helberth Choachi
Vocero de Ciudadanías para la PAZ
Los anuncios realizados por el presidente Gustavo Petro en su discurso del 12 de mayo de 2023 ante Generales y Almirantes de las Fuerzas Militares (FFMM) ha generado interrogantes sobre su propuesta de “paz total” y lo que puede estar pasando y podrá suceder en materia de guerra y paz con la Mesa de Negociación entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en un contexto de recrudecimiento de la guerra y en medio de la instigación permanente de muchos sectores políticos y económicos para que se materialice un golpe de Estado.
¿Qué condujo al presidente a la reunión con Generales y Almirantes? ¿Un posible golpe de Estado?
El 10 de mayo de 2023, un grupo significativo de veteranos de las Fuerzas Militares (FFMM) en alianza con el Centro Democrático (partido de derecha en Colombia) se concentró en la Plaza de Bolívar, en Bogotá, en un claro acto de oposición al gobierno del presidente Gustavo Petro. Ese sector de militares retirados expresó en un comunicado público el 8 de mayo, dos días antes, cuál era el carácter de la “concentración”: “Apoyar de manera incondicional el sacrificio de hombres y mujeres de la fuerza pública; oponerse a proyectos y reformas que pueden atentar contra la libertad; el respeto a la autoridad legítima de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional”, entre otros asuntos.
También el cuestionado general retirado Eduardo Zapateiro envió un mensaje convocando a los veteranos para proteger la Constitución de 1991 y las instituciones, un llamado que revive el impase discursivo del presidente, cuando fue señalado de no respetar las instituciones y su autonomía al decirle al fiscal general que “(…) olvida una cosa que la Constitución le ordena: yo soy el jefe del Estado, por tanto, el jefe de él”. Sin embargo, Zapateiro, al parecer no recuerda que la Constitución de 1991 es el resultado del proceso de negociación entre el Estado colombiano y el M-19, un grupo guerrillero del cual era integrante el actual presidente de la República. Asunto que llama la atención por los juegos discursivos y mediáticos, incluso, por la disputa de la memoria.
El balance de los sectores convocantes fue positivo a tal punto que el 11 de mayo, un día después de la marcha en la Plaza de Bolívar, un exoficial confesó el objetivo: “aquí vamos a tratar de hacer lo mejor por defenestrar a un tipo que fue guerrillero", dijo el expresidente de la Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares (Acore), John Marulanda. A renglón seguido, y con tono desafiante en una entrevista radial, puso el ejemplo de Perú: "Las reservas fueron exitosas al lograr defenestrar a un presidente corrupto". A pesar de lo dicho, en la misma entrevista, después del rápido mensaje, se retractó: "yo corrijo lo dicho. No se trata de defenestrar al presidente Gustavo Petro como se defenestró al presidente peruano Pedro Castillo". (WRadio,2023)
Las alarmas quedaron encendidas. ¿Se está fraguando un golpe de Estado por sectores de las FFMM? ¿Son pasos previos a un golpe militar? ¿Solo están midiendo la capacidad de sectores de veteranos y FFMM para escalar la oposición y mostrar qué pueden defenestrar al presidente? ¿Le sirve a la oposición, especialmente al Centro Democrático, que se anuncié un golpe para las próximas elecciones? ¿Todo lo anterior? o ¿simplemente es la grandilocuencia de algunos medios de (anti)comunicación que aprovechan la coyuntura para la avanzada en un golpe blando?
Lo cierto, es que el presidente Gustavo Petro reaccionó y en su cuenta de Twitter expresó: “¿Por qué conspiran para un golpe de Estado? Porque les aterroriza que acabemos la impunidad. La verdad los acobarda tanto que van al desespero”.
A raíz de esos hechos, en las horas siguientes se generaron múltiples reacciones por parte de sectores de la derecha y, en paralelo, una reunión urgente que sostuvo el presidente con Generales y Almirantes el 12 de mayo.
A pesar de la alocución presidencial, el 17 de mayo pasado, el coronel retirado John Marulanda insistió en lo mismo, esta vez, a través de una columna de opinión (rara) publicada en el Nuevo Siglo. En ella recalcó en la defenestración del presidente: “No hemos, sino que he tratado de pensar en algo mejor para que cuando el actual presidente caiga, lo haga de la mejor manera posible”.
De esta manera, llama la atención que mientras algunos sectores de (veteranos) de las FFMM azuzan el golpe y mientras algunos medios de comunicación desinforman, a la par los partidos políticos de derecha, estrechamente vinculados con el narco-paramilitarismo, están dispuestos a derrocar al presidente por medio de golpes blandos o duros para frenar su propuesta de cambio. El fiscal general Francisco Barbosa es la punta de lanza para ese fin. Si esto es así, entonces, ¿por qué el problema es el proceso de paz con el ELN? ¿Este es el proceso que se debe sacrificar para mostrar mano dura ante las FFMM?
Será qué se está adoptando con el ELN la misma tesis que con las FARC-EP cuando se difundió como dinamita por los medios masivos que el problema de todos los males en el país eran las FARC-EP y que, acabándolas, todos los males del país se resolverían. Es claro que eso no sucedió, por el contrario, el proceso de paz de las Farc fue una tregua para que los narco-paramilitares tomaran ventaja en su gobernanza criminal al lado de sectores retrógrados de la derecha.
Es así como vale la pena preguntarse lo siguiente frente al discurso del presidente Petro frente a Generales y Almirantes luego de la provocación en la Plaza de Bolívar: ¿Sus develaciones en el discurso, en contra del proceso de paz con el ELN, evitan que avance un golpe de Estado contra el actual Gobierno?
En un comunicado público de “Ciudadanías para la Paz”, del 16 de mayo de 2023, dirigido al presidente Gustavo Petro y al Comando Central del ELN, expresamos “(…) preocupación por las declaraciones del presidente frente a las FFMM, pues “(…) el mandatario pone en riesgo los avances de la actual Mesa de Negociación entre el Estado colombiano y la Delegación de Paz del ELN y eso puede llevar a su ruptura”.
Las cartas sobre la mesa
Hechos que permiten mostrar las posibles cartas que se está jugando el presidente Gustavo Petro respecto a la paz total y al ELN:
La paz total, no es total. El presidente Petro al desconocer que “paz total” no fue su idea sino de “la prensa que la llamó paz total…” permite entrever que los alcances y propósitos de su propuesta de campaña, incluso andamiajes jurídicos de la Ley 2272 de 2022, no serán posibles. ¿Parte de tranquilidad a las FFMM?
Ya no eres como antes, pero si lo eres. El presidente Petro ha desconocido al ELN como organización armada beligerante y la ha encasillado dentro del costal de narcotraficantes, deslegitimando su carácter político e insurgente. Eso ha quedado claro cuando recientemente ha afirmado: “(…) esos viejos, ¿realmente mandan? o “Los frentes son autónomos, son federales y giran todos alrededor de la economía ilícita, pero su razón de ser es la economía ilícita”. “Algunos frentes podrían acercarse a nuestra posición. La economía no es insurgente y no va contra el Estado”.
Asuntos que refuerza desde la cuenta de Twitter de la Presidencia, por donde ha enviado mensajes negando el estatus político del ELN, aunque luego lo haya borrado. Estos hechos no solamente son poco serios, sino que, además, deslegitiman al equipo negociador del Gobierno comprometido con la paz; contradice el propio reconcomiendo político que le otorgó al ELN el jefe de la delegación del Gobierno y el cual fue ratificado, luego de borrado el mensaje el mensaje de Twitter, por el senador Iván Cepeda, quien es parte de la mesa de diálogos con la guerrilla:
“Recuerdo que el presidente Petro ya reconoció el carácter político del ELN durante todo el proceso de negociación, el presidente reconoció el carácter político de los diálogos. Ahora, hay 9 acuerdos que se han firmados entre el Gobierno y el ELN y en todos se reconoce el carácter político y se dan pautas de la naturaleza de los mismos”. Es una “discusión superada”, dijo, pues “ya está jurídica y políticamente claro”.
El camuflaje, sí son lo que dicen ser. El presidente Gustavo Petro señala ante los altos mandos de las FFMM que el ELN se camufla de ideología, pero su interés real es traquetear: “la guerrilla iba por el Estado, contra el Estado, ahora no nos tiene de enemigos, si se les deja traquetear hace pactos”. Igualmente, hace semejanzas en las maneras en que opera delictivamente el narco-paramilitarismo, llamando la atención de las posibles alianzas de sectores de las FFMM con la ilegalidad de la siguiente manera: “… los mandos de la fuerza pública que se ponen en el territorio tienen dos opciones: compartimos en el negocio y yo los dejo, y los otros no están interesados en destruir el Estado desde el punto de vista ideológico y nada, solo traquetear”.
Entonces, si todo está claro respecto al carácter político, beligerante e insurgente del ELN, ¿por qué el afán del presidente Petro, frente a los militares, para encasillar al ELN dentro de organizaciones narcotraficantes? Los narcos no son políticos, no tienen esa tradición en su génesis y por tanto dichas aseveraciones ponen en riesgo los avances que las delegaciones de paz han hecho en los últimos nueve meses. Uno de esos avances, precisamente, ha sido construir confianza sobre la base de que el Gobierno reconoce el estatus político de la guerrilla.
Estas situaciones generan crisis, sin lugar a dudas, principalmente porque la contraparte que tiene el gobierno en la mesa de negociación se siente traicionada en los acuerdos hasta ahora alcanzados. Por eso, delegados del Comando Central del ELN desde la Habana hayan señalado que la “mesa de diálogos está en crisis”, aunque el pasado 17 de mayo, en un comunicado conjunto, anunciaron que retoman las sesiones ordinarias de la Mesa de Diálogos después de aclarar las intervenciones del presidente Petro”. Por tanto, la buena noticia es que seguirán trabajando por acordar un cese al fuego y mecanismos de participación de la sociedad civil en este proceso. Pero la mala noticia es que, en mi análisis, quedó un alfiler en el corazón del proceso. ¿Hasta dónde aguantará el corazón de la paz?