Con el deslizamiento de tierra que volvió a cerrar la vía Panamericana dejando desconectado el sur del país, volvió el debate alrededor del puerto de Tumaco y su potencialidad mercantil en el país. Pero, ¿las necesidades de los empresarios son las mismas que las de los tumaqueños?
Por Ángela Martin Laiton
Dicen que tres pargos rojos gigantescos después de deambular por las aguas del mundo por miles de años, un día, cansados, se detuvieron en los esteros del pacifico nariñense. Ahí, dormidos, la arena los cubrió y la vegetación empezó a crecer sobre sus lomos. Luego surgieron los riachuelos, y de sus cuerpos se formaron las tres islas que conforman el archipiélago de San Andrés de Tumaco.[1] En esas tres bestias marinas gigantescas se fundó “Tumatai” que traduce “tierra del hombre bueno”. Esta historia se contó en todas las generaciones porque los tumaqueños son hijos del mar y su terruño es carne de esos peces, mezclada con arena y manglar.
La historia del segundo puerto más importante del pacífico colombiano está atravesada por distintas aristas; toda clase de colonos arribaron allí, toda clase de intereses económicos y mercancías. Una idea del crecimiento impulsada por políticas centradas en el discurso del desarrollo que continúan implantándose. La población se ha organizado a través de los años; desde el Tumacazo hasta acciones más recientes en las que los comités cívicos abordan asuntos como la sustitución de cultivos de uso ilícito, la presencia de múltiples actores armados en la zona o la monopolización de la tierra por unas pocas empresas dedicadas al cultivo de palma africana. Los liderazgos sociales se hicieron cada día más fuertes en Tumaco dado que la tierra se explotaba legal e ilegalmente, pero los habitantes no veían inversión social en las comunidades, por ejemplo, el municipio todavía no cuenta con agua potable, un comentario común dice que en Tumaco primero se hizo el oleoducto que el acueducto. Una afirmación nada inocente que deja ver la mirada extractiva que han tenido distintos gobiernos sobre el puerto. Convirtiéndolo en una mina de oro para algunos colonos y, a la vez, un territorio violento y empobrecido para pescadores y agricultores tradicionales.
“El Pacífico colombiano es una de las regiones más olvidadas de nuestro país, por parte del gobierno y de los mismos empresarios que no hemos visto las oportunidades económicas que tiene. Solo hay que ver que, en países como Ecuador o Panamá, que son vecinos, tienen ciudades portuarias con grandes inversiones. Pero esa no es la historia de nuestro pacífico, Tumaco no tiene ni siquiera acueducto, tiene más de 259.000 habitantes y no hay ni un solo centro comercial”. afirma Andrés Tarquino, gerente y representante legal de la Sociedad Portuaria Regional Tumaco.
En los casi 4000 kilómetros cuadrados de Tumaco, y pese al histórico aislamiento que ha sufrido el departamento de Nariño, se han impulsado tímidamente distintas economías basadas en la tradición piscícola de la región, la riqueza biogeográfica y el uso del suelo para actividades agrícolas. Asimismo, el interés de distintos actores armados en la zona, la ausencia de políticas sociales del Estado y la presencia del narcotráfico marcan actividades económicas ilícitas que ponen en disputa el territorio. Según Tarquino, el carácter fronterizo de Tumaco y sus actividades portuarias podrían ser la clave económica para el surgimiento de esta región del país que transporta la mayoría de productor por la vía Panamericana doblando costos frente a lo que sería la conexión Buenaventura-Tumaco: “más de 1400 tractomulas traen combustible desde Yumbo (Valle del Cauca) hasta Nariño, doblando o triplicando costos y dejando sin abastecimiento la zona cuando la Panamericana está bloqueada. Es llamativo que el puerto de Tumaco nunca haya tenido protagonismo cuando estamos hablando de más de 250.000 toneladas que mueve el Departamento de Nariño de entrada y salida (solo de combustibles) y al puerto de Tumaco solo le dejan un poco más de 5000. Eso no es nada comparado con la potencialidad de lo que podría hacerse con inversión para un puerto que podría tener exportaciones”.
Esta propuesta impulsada por empresarios del puerto es también una de las banderas políticas de Gustavo Petro en la región, quien se ha referido en reiteradas ocasiones a la importancia de invertir recursos públicos para el desarrollo de Tumaco. Una de las más recientes inversiones fue la de 30.000 millones para dragado y ampliación del puerto.
La crisis redescubre a Tumaco. La carretera a Pasto, la reubicación, el dragado del puerto en curso, la apertura a Ecuador, la sustitución productiva de cultivos ilegales, la educación superior.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) February 4, 2023
Vamos con Tumaco y el Pacífico. https://t.co/dUTs9X9YlT
Invías presentó ante Corponariño en septiembre de 2022 los estudios de impacto ambiental y compensación para obtener la licencia del proyecto de dragado de profundización del canal de acceso al puerto de Tumaco. En enero de 2023 ante la emergencia por abastecimiento, después del derrumbe en la Panamericana, el tema del puerto volvió a quedar en el centro de la discusión, la alcaldesa de Tumaco, María Emilsen Angulo, pedía celeridad para invertir esos treinta mil millones en dos aspectos: 15.000 para el dragado y que el puerto gane profundidad, de 7.1 metros a 12 metros. Los otros 15.000 millones para arreglar la carretera que conecta El Pindo con el puerto.
Además de ello, en una reunión binacional celebrada el 31 de enero entre los presidentes Gustavo Petro y Guillermo Lasso, se llegaron a algunos acuerdos para aumentar el control del narcotráfico en el Océano Pacífico y la potencialidad de incrementar el intercambio de mercancías por el mismo, entre los puertos de Tumaco y Esmeraldas. Como medida inmediata se propuso la ampliación de la Panamericana para conectar mejor a Nariño y Cauca con el norte de Ecuador.
No todo lo que brilla es oro
Dice la tradición oral tumaqueña que cuando Francisco Pizarro intentó desembarcar en Tumaco en 1526, el pueblo Tuma lo detuvo por la fuerza. Una tradición guerrera, orfebre y pescadora se implantaría en la memoria de todos los habitantes: “duró seis meses con su menguada tripulación, hasta que le llegó refuerzos de Panamá y pudieron seguir hacia la conquista del Perú, por eso decimos nosotros que en Tumaco se pelea desde que nacimos, sin miedo, nosotros somos como los delfines, bailamos, brincamos, gozamos y siempre alegres, pero eso sí, toda la vida con el agua al cuello”[2]. Le narraba una lideresa tumaqueña al sociólogo Ricardo Oviedo Arévalo.
Por eso, para impulsar económicamente a Tumaco, tanto empresarios como gobiernos de turno deben atender a la experiencia y los consejos de los liderazgos del municipio. Para don Licko Biohó, líder cívico de tumaco, la inversión de esos 15.000 millones en el dragado del puerto es un desperdicio: “como líder cívico de Tumaco, me he manifestado varias veces en contra de esta iniciativa, es literalmente botar la plata al mar en un municipio con tantas necesidades como las de Tumaco. El mar es un ser vivo, al extraer arena de su vientre el mar la va a volver a buscar, ahí recurre a la arena de las playas (como la del Morro). Ese dragado es la destrucción paisajística del municipio.Le pedimos a la señora alcaldesa que detenga ese proyecto por infructuoso y dañino medioambientalmente”.
Dentro de las solicitudes de algunos líderes de la zona está el de la reubicación del puerto hacia el área en la que tanquean los buques, dado que cuenta con la profundidad requerida para el puerto y su ampliación. “Eso sí constituirá a Tumaco como el puerto más importante del Pacífico. Lo pondría por encima de Buenaventura porque a ese puerto lo baña un solo río, a este llegan cinco”.
En cambio, dentro de las necesidades que resaltan los líderes está la de impulsar la economía agrícola, invertir en el fortalecimiento del turismo en el municipio y proteger las zonas de biodiversidad con las que cuenta. “Esos 15000 millones es mejor invertirlos en la protección del Morro, para que se construyan espolones rocosos que protejan la playa. Cuando la ola pega en el espolón aporta arena, en cambio cuando pega en la playa, la roba. Por eso se deterioran”. cuenta Licko Biohó.
Finalmente, campesinos y campesinas de la zona han insistido en el control de tierras que se entregan a las empresas para el cultivo de palma africana (existen unas 18.153 hectáreas sembradas. Lo que constituye el 47.6 % del total de la superficie en uso del municipio de Tumaco y el 13.3 % del área total sembrada en palma en Colombia)[3], el cuidado de la tradición agrícola de productos como el cacao y el coco. Así como la inversión en carreteras para que el transporte de los productos sea efectivo: “potenciar la agricultura en Tumaco es muy importante para el suroccidente del país, esta zona es inmensamente rica, aquí todo es verdor. No entendemos cómo es que llevamos tanto tiempo los tumaqueños viviendo de forma tan miserable en medio de tanta riqueza”. finaliza el líder.
[1] Información tomada de: “Caracterización y diagnóstico socioeconómico y ambiental de la Costa Pacífica del departamento de Nariño.” publicado por Jairán Sánchez Gutiérrez.
[2] Información tomada de: Relatos de tres tristes pargos rojos y una guerra desalmada Doble historia de Tumaco. Ricardo Oviedo Arévalo.
[3] Información tomada de: “Hacia una etnografía del cultivo de la palma africana en Tumaco” por Eduardo Restrepo.