La mayor operación militar urbana en la historia de Colombia resultó en excesos, abusos, alianzas non sanctas y cientos de desaparecidos. Veinte años después la justicia no avanza.
Por: Isabel Caballero Samper
La Operación Orión fue la última y la más grande de una serie de operaciones militares que llevó a cabo la fuerza pública a finales del gobierno de Andrés Pastrana y comienzos del de Álvaro Uribe Vélez para expulsar a los grupos subversivos que tenían arraigo y presencia en la Comuna 13 de Medellín. Esta operación representó el esfuerzo de Uribe Vélez de entrar pisando fuerte en materia de seguridad.
Miles de efectivos de cinco batallones de la IV Brigada, el Grupo de Fuerzas Especiales Urbanas (FUDRA) y el batallón contraguerrillero del Ejército y miembros de la Policía Metropolitana y la Policía de Antioquia y del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) acompañados de helicópteros descendieron sobre los barrios en los barrios Belencito, Corazón, 20 de Julio, El Salado, Nuevos Conquistadores y Las Independencias II. Durante cuatro días impidieron la entrada y salida de los barrios libraron una guerra callejera contra los guerrilleros y milicianos del ELN, las FARC y los Comandos Armados del Pueblo (CAP), un grupo local, y contra la propia comunidad civil.
Una foto icónica de Jesús Abad Colorado mostró lo que muchos líderes denunciaron desde el primer momento: que las autoridades habían trabajado de la mano de los grupos paramilitares que después de la operación tomarían control de la comuna. Años después, Don Berna y varios otros miembros del Bloque Cacique Nutibara confesaron que sí había existido una alianza. El general Mario Montoya, entonces comandante de la IV Brigada y posterior comandante del Ejército, se presentó ante la Justicia Especial para la Paz (JEP) para responder por este y otros casos, pero hasta ahora no ha reconocido responsabilidad alguna.
Mientras tanto, el número de desaparecidos durante los días de la Operación Orión y los dos años y medio de control paramilitar que le siguieron se cuentan por centenares. Y aunque varios antiguos paramilitares han dicho que enterraron cientos de cuerpos en La Escombrera, una mina y lugar de deshechos en la parte alta de la comuna, no ha sido posible encontrarlos.