Aunque la cultura china llegó a Colombia antes que la japonesa y la coreana, su expansión ha sido limitada por estigmas heredados, narrativas occidentales y barreras idiomáticas. “El chino ha sido visto como un personaje críptico y extraño”, dice al respecto Guillermo Puyana, presidente de la Asociación de la Amistad Colombo China. Hoy, con una migración calificada, inversión y ejecución de obras, el panorama podría cambiar. Entrevista en el marco de la visita de Petro a China.
Por: Redacción Cultura RAYA
China es un “galimatías geopolítico” para Occidente, dice Guillermo Puyana, directivo de la Asociación de la Amistad Colombo China. El país asiático ha sido visto bajo el prisma de históricos imaginarios occidentales y desde una agenda mediática que pareciera usar las críticas al autoritarismo y el control estatal chino como el único aspecto relevante de China. En medio de las discusiones sobre la visita del presidente Gustavo Petro a este país, Puyana habló con Raya acerca de dichas prenociones. También reflexiona sobre la transformación de la presencia china en Colombia y sobre el interés por la cultura china desde estas latitudes.
De las tres grandes potencias de Asia-Pacífico (Japón, Corea del Sur y China), es China quien, en apariencia, y para una parte importante de la opinión pública, tiene menor impacto cultural en Colombia. Para el caso de Corea, el cine, la literatura y la música han calado bastante en los últimos años. Un efecto similar ha tenido Japón aquí. ¿Por qué cree que no ha ocurrido lo mismo con China? ¿O por qué cree que esa es la impresión que existe sobre la cultura china en Colombia?
Para mí hay que matizar en términos históricos lo que mencionas. La presencia china en Colombia puede coincidir cronológicamente con la japonesa. La coreana es mucho más tardía. En todo caso, son influjos relativamente recientes, y las referencias culturales sobre China han estado muy presentes en algunas áreas, antes que las referencias japonesas o coreanas.
En nuestro país pasa una cosa muy interesante, que ocurre también en Perú: la idea de que lo oriental es chino. Para el caso peruano esto era evidente, por ejemplo, con Alberto Fujimori, que era japonés, pero lo llamaban “el chinito”. Quizá ese mayor influjo japonés tiene que ver con el momento, hace unos treinta años, en que la inversión japonesa se volvió importante, y después la coreana. A eso hay que sumarle la asociación de Japón como un país occidental o asiático-occidental.
Ahora bien, históricamente ha habido una estigmatización del chino. Se ve al chino como un personaje extraño, difícil de interpretar, críptico y eventualmente tenebroso, de la misma forma en que en el imaginario occidental se popularizó una caricatura del chino maléfico que quiere controlar la mente, tipo Dr. Fu Manchú. Tú no encuentras un equivalente de esa figura ridiculizada en Japón. Ese imaginario fue el que estuvo detrás de la persecución y el aislamiento de los chinos en California después de la construcción del ferrocarril del oeste, que fue una obra de los chinos. Además, hay algo muy de fondo en la mentalidad occidental sobre China que precede al establecimiento de la República Popular China: el anticomunismo prevaleciente en Colombia. Todo eso ha incidido.
Al final, China resulta ser un galimatías y una contradicción absoluta para todos los postulados alrededor de los cuales se mueve la geopolítica en términos de discurso y de construcciones culturales.
Grosso modo, ¿cómo se ha transformado la presencia china en Colombia?
Para hablar del caso colombiano tendría que hablar primero del latinoamericano. La historia de la presencia china en América, salvo Perú, está ligada a la gran migración china por California y de la expulsión de población china hacia las Antillas, México y Panamá. En ese sentido, todas son migraciones un poco más que centenarias. Después va a venir una ola de migración que sale expulsada por la guerra en China, por la prolongadísima participación de China en una serie de conflictos desde principios del siglo XX hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Luego hay una que es pequeña, ligada a la huida de algunos chinos cuando Mao y el Partido Comunista triunfan en 1949.
De todos esos factores se compone la historia de la migración china en Colombia. Y, de hecho, de 1949 hasta 1980 no vuelve a haber una gran oleada migratoria china hacia Colombia.
En la década de los ochenta llegan otros grupos diseminados de chinos a Colombia. Sin embargo, nuestro país va a tener una característica que no va a cambiar sino hasta los últimos años: se convierte en un lugar de tránsito para la mayoría de los chinos. Es una forma de ir dando brincos por otros países hasta llegar a Estados Unidos; por eso muy pocos tenían el objetivo de residenciarse acá. Los que se quedaron se dedicaron a tener restaurantes, pequeños comercios.
Cuando empieza a llegar la gran inversión china de empresas muy importantes como las tecnológicas, tipo Huawei o ZTE, y después de la construcción de carreteras, mineras y el metro de Bogotá, va llegando mayor población china, porque empieza a verse a Colombia como una opción de inversión por parte de una cantidad de provincias chinas que antes tenían en cuenta muy residualmente a nuestro país. Hoy tenemos una migración mucho más calificada, mucho más formada.
Desde el ámbito cultural y político, ¿cuál es para usted la mirada que existe en China sobre Colombia?
No te podría hablar de una mirada concreta. La migración china en Colombia no es muy grande en el contexto de América Latina; hay muchísimos más chinos en Brasil, en Perú, en Panamá, así que algo así como una idea muy concreta y generalizada en China sobre Colombia es difícil de encontrar.
Colombia, en todo caso, en términos políticos, tiene una historia un poco conflictiva con China porque fue el único país de América Latina que participó en la guerra de Corea contra los chinos. Entonces, durante un tiempo fuimos para los chinos un país que fue derrotado en China. Pero actualmente la concepción de China sobre América Latina y Colombia está influenciada por una especie de comprensión sobre lo que ellos padecieron y lo que nosotros padecemos en términos de déficit de desarrollo, déficit de paz, déficit de gobernanza. Por eso para los chinos la construcción del multilateralismo incluía siempre a América Latina.
Eso es lo que explica por qué si uno lee discursos oficiales del gobierno chino hace cuarenta o cincuenta años, se encuentra con que los chinos siempre tenían una palabra sobre América Latina. Porque creen que el multilateralismo es algo que no viene como resultado solo de una postura ideológica, sino que fundamentalmente es el resultado del desarrollo. Y cuando uno reconstruye cómo ha sido ese hecho, cuántos países han visitado y cuántas veces han venido los mandatarios chinos, se encuentra con la sorpresa de que son más veces y más países que los que han visitado los presidentes norteamericanos.
Lo cierto es que para China tener un mundo multipolar es muy importante, porque es la garantía de la paz y la estabilidad mundiales. Ellos creen que la principal amenaza viene del hegemonismo, de la política de fuerza y del unilateralismo; de la capacidad de imponer la ley propia en otras jurisdicciones.
Se ha hablado mucho de la posibilidad de que el presidente Petro firme la anexión de Colombia a la Ruta de la Seda, y con ello se espera fortalecer el sector agrícola, industrial y minero del país, pero ¿cuál es el potencial de tejer mayores alianzas con China para las industrias culturales del país?
Para las industrias culturales, el puente con China es el que menos requiere trabajo, curiosamente. Hay una actividad muy importante alrededor de las becas, pero en Colombia se pierden muchas oportunidades, pues el mandarín no está tan popularizado y tan extendido como el inglés o el francés. El chino es materia optativa ya en etapas tardías, y no hay instituciones educativas que lo tengan desde etapas tempranas, con la excepción de un par de colegios.
Sin embargo, el trabajo cultural y el intercambio cultural han sido siempre muy fluidos. En Bogotá se recuerda mucho que en el Festival Iberoamericano de Teatro hubo una puesta en escena muy bella de la ópera de Pekín, que fue tan aplaudida que después del festival el grupo todavía daba funciones acá. La exhibición más importante que ha tenido el Museo Nacional fue hace un poco más de 10 años, cuando se exhibió una muestra de los guerreros de terracota. También hay traducciones de lado y lado. El Nobel de literatura Mo-Yan estuvo en Colombia, y aquí no es desconocido el cine chino. Además, en China gustan de las cosas que se hacen en Colombia; es un país que recibe ampliamente todas las ofertas culturales que lleguen. De hecho, una forma de resolver el problema del déficit comercial que tenemos con China sería la exportación de servicios, y entre ellos pueden estar los servicios culturales.
Finalmente, hablando de potencialidades para Colombia en temas culturales, traer los desarrollos chinos en artes gráficas, diseño gráfico, novela gráfica y cine animado puede ser muy interesante.