La familia de Jano, uno de los jóvenes que fue víctima de desaparición forzada en la dictadura de Pinochet, cuenta su historia alrededor de la Operación Colombo, un operativo montado por la Dirección de Inteligencia Nacional chilena (DINA) en 1975, para encubrir la desaparición forzada de 119 opositores.
Por: Tatiana Portela
"Yo tenía solo 12 años cuando llegó ese oscuro día, un 15 de agosto de 1974, un año después del golpe militar. Mi hermano se involucró muy joven en temas políticos y sociales. A los 14 años ya presentaba inquietudes sociales. Nosotros venimos de una familia bastante humilde y mi mamá ya era militante del Partido Socialista. Veníamos de una familia que apoyaba al gobierno de la Unidad Popular, al que mi mamá pertenecía, y que se formó durante la época de Allende. Proveíamos alimentos a las familias por sectores, debido al boicot de la derecha que ocultaba alimentos y generaba caos".
Según relata Kathia, debido a la fuerte represión contra los grupos de izquierda, su hermano Rodolfo, a quien apodaban Jano, ya no vivía bajo el mismo techo que ellas, una decisión tomada por la seguridad de todos y todas. Así que, el 15 de agosto de 1974, casi un año después del golpe, Rodolfo fue a la casa de su mamá para verla y avisarle que no podría visitarla en el día de la virgen, la misma que lleva su nombre: Santa Elena. Para esa fecha se graduaría como bombero.
"Él estaba allí cuando llegó un compañero del partido, fui yo quien abrió la puerta. No lo reconocí y preguntó por Jano. Llamé a Jano y le dije que bajara. Mi hermano bajó de la torre del apartamento a hablar con su amigo y comenté que me parecía que este niño venía muy mal trajeado. desde la ventana vi cómo mi hermano comenzó a hablar con su amigo y con dos tipos más que lo acompañaban, en ese momento mi hermano empieza a caminar con ellos sin dejar de mover sus manos, luego veo que se acerca un vehículo y ahí lo subieron, en esas famosas camionetas C10 que tenían toldo, eso nos causó sospecha, pero quedamos con la duda de que los bomberos habían comprado una camioneta. Mi mamá asoció todo con que el capitán de bomberos había venido a buscarlo, así que no relacionamos que estaba siendo detenido”.
Esta estrategia que utilizaron con Rodolfo, o Jano como cariñosamente le llamaban, fue la misma que emplearon los agentes de la DINA para sacar sin levantar sospechas a cientos de militantes del MIR y de otros partidos de izquierda, comunistas y socialistas, para luego detenerlos y desaparecerlos.
"Al día siguiente, en la noche, llega el padre de un amigo de Jano para decirnos, muy enojado, que mi hermano había ido a buscar a “Goyo” para llevarlo a la guerrilla. (una guerrilla que nunca existió pero que gracias a las operaciones de la DINA, con algunos medios de comunicación de la época, se instauró esa idea en el imaginario de la sociedad chilena) su papá era simpatizante de la junta del golpe, no de izquierda. Nos amenazó con llamar a los carabineros, y ahí nos dimos cuenta de que “Jano” estaba detenido”.
Fue entonces cuando la madre de Jano, Elena, comenzó a visitar diferentes centros de detención y campos de concentración para preguntar por su único hijo varón. Sin embargo, sólo a finales de agosto apareció la primera señal de que estaba vivo.
Un detenido que logró escapar de un centro de detención y tortura conocido como "4 Álamos" llegó a la casa de la mamá de Rodolfo para contarles que él había estado con su hijo, y que Jano volvería a la libertad en poco tiempo, una esperanza que nunca se materializó.
"A partir de entonces, comenzaron a ir cada dos días a Álamos, un centro de detención donde al principio se negaba que Jano estuviera allí. Sin embargo, con el tiempo, un informante de gendarmería comenzó a dar información sobre el lugar donde llevarían a algunos detenidos”.
"Recuerdo claramente que en la lista decía que mi hermano sería trasladado a 'Negro Destino Parral', lo que significaba que lo trasladarían al sur de Chile, donde se encontraba Colonia Dignidad. Otros decían 'traslado de televisiones', que quería decir que los llevarían en helicópteros para arrojarlos al mar. Esos eran códigos con los que ellos operaban. Sin embargo, luego de mucho tiempo, supimos que mi hermano jamás llegó a Colonia Dignidad”.
En medio de la desesperación por no poder ver a su hijo y debido a las detenciones arbitrarias constantes, Elena, la madre de Jano, llegó al Comité Pro Paz, donde conoció a otras madres que buscaban a sus detenidos. Esta red, que sigue vigente hasta hoy, permitió descubrir el macabro plan de la dictadura contra los militantes o simpatizantes de los partidos de izquierda.
"Mi mamá fue atendida allí por abogados y curas, ya que la iglesia católica jugó un papel muy importante con las víctimas, a diferencia de lo que sucedió en Argentina. Incluso se creó la Vicaría de la Solidaridad, que fue una luz de esperanza en medio de tanta oscuridad y dolor”.
Después de casi un año de la detención de Jano y otros 118 jóvenes, llegó el fatídico día. En julio de 1975, por radio y prensa se anunció la noticia de una lista de 119 personas que habían muerto debido a disputas internas entre partidos de izquierda.
"Mi mamá y casi todas las madres se volvieron locas. Recuerdo que cuando pasó eso, mi hermana mayor y yo no estábamos en casa. Solo estaba mi hermana menor, que en ese momento tenía cinco años. Ella recuerda el grito de mi mamá al escuchar el nombre de mi hermano. Mi hermana dice que nunca ha vuelto a escuchar ese grito. Fue un momento tan impactante que mi hermana menor luego desarrolló crisis de pánico como resultado”.
"En medio de su dolor, mi madre fue a la Fiscalía, que estaba al lado de nuestra casa, y pateó la puerta. Aunque era el lugar donde llevaban a los presos, a mi mamá no le importó y pidió que la mataran. Quienes estaban allí eran jóvenes militares, de la misma edad que mi hermano”.
Después de que se conociera la lista de estas 119 personas, que eran las mismas que habían estado buscando durante un año, el Comité Pro Paz comenzó a presentar recursos de amparo para denunciar la falsedad que se intentaba imponer en la percepción pública. De hecho, el montaje fue tan grande que incluso la lista distribuida por medios de comunicación internacionales, que tuvieron una única edición y cuyo rastro se perdió, y algunos medios nacionales que reprodujeron la noticia, contenía los mismos errores ortográficos presentes en los recursos de amparo presentados por las familias de los detenidos.
El 1 de agosto el Comité Pro Paz presentó una solicitud a la Corte Suprema para que se designara de manera urgente un ministro en visita por las personas detenidas y desaparecidas durante sus arrestos. Se insistió en conocer el paradero de estas personas debido a los antecedentes que se conocieron por 119 personas chilenas muertas en Argentina. Pese a la evidencia, el máximo tribunal negó la solicitud dos meses después.
"Creo que, aunque nos quebraron indudablemente, también permitieron que mi madre y otras madres rompieran el terror que se había impuesto. Ellas rompieron el silencio. Mi madre dedicó su vida al Comité Pro Paz, luego a la Vicaría de la Solidaridad y más tarde a la organización de Detenidos Desaparecidos. Buscó a mi hermano por todas partes y, aun así, junto con otras madres, visitaba a distintos presos políticos de la época, llevándoles comida y ropa. Sin duda, eso les ayudó a sobrellevar el dolor, pero también la unión las mantuvo vivas y en resistencia”.
Solo aquellos que vivieron la desaparición, la detención y la ejecución política de sus familiares pueden atestiguar el doble objetivo de estas acciones criminales. Lograron aislarlos de sus amigos y familias, que, por temor, no querían acercarse a ellos, considerándolos peligrosos. Así, el golpe se dio tanto desde el interior hacia el exterior para asegurar, como dice Kathy, que nadie se atreviera a levantarse contra la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Por motivos de salud, la madre de Jano tuvo que disminuir su actividad, y sus hermanas tomaron rápidamente la responsabilidad de la resistencia y la lucha incansable por la verdad y, sobre todo, la justicia, que, cincuenta años después, no llega.
Hoy en día, solo quedan vivas cinco madres de las 119 personas que fueron desaparecidas. La resistencia ahora la lideran hermanos, hermanas, primos y familias enteras que desafían el olvido y siguen buscando justicia.
"Una de las muchas reflexiones que se han hecho es que la operación fue un montaje internacional, pero lamentablemente, la garantía de no repetición aún no se ha materializado hasta el día de hoy. Todavía los vemos todos los días, basta con ver lo que ocurrió durante el estallido social con el pueblo mapuche. Veo que esto se repite constantemente y se ha convertido en un hábito, incluso el montaje comunicacional también lo es, ya que la prensa, los medios y los periodistas forman parte de este circo”.
"Se hará justicia en la medida de lo posible" esas fueron las primeras palabras de Patricio Aylwin, el primer presidente que llegó por la vía democrática a Chile luego del periodo dictatorial de Augusto Pinochet. Esas palabras me marcaron, y es en realidad lo que ha pasado aquí se hace lo que la derecha permite, más allá de eso no, después de 49 años no sabemos nada, a estas alturas de la vida no creo en las buenas intenciones, ni de este gobierno ni del Estado”.
Solo después de 31 años comenzó la justicia a operar a favor de las víctimas; el Juez Victor Montiglio fue quien encaró a Pinochet y pidió su desafuero, solicitud que fue concedida el 6 de julio de 2005 por la Corte de Apelaciones de Santiago y confirmada por la Corte Suprema el 14 de septiembre. Y a pesar de que se logró el proceso, el 28 de diciembre del 2005 se le concedió libertad provisoria bajo fianza a Augusto Pinochet, quedando en libertad el 9 de enero del 2006.
El 27 de mayo de 2008 el mismo Juez prosiguió con las investigaciones y procedimientos judiciales, ordenó el arresto de 98 implicados en estos delitos de lesa humanidad entre los que estaban miembros de las Fuerzas Armadas y Civiles. En 2013 se presentó la primera querella criminal en contra del dueño del Periodico Chileno El Mercurio y la Segunda, Agustín Edwars por su rol en la Operación Colombo.
Pese a la función que realizó el Juez Víctor Montiglio, la mayoría de los procesados no realizaron confesiones certeras que permitieran a las familias saber qué pasó con sus familiares ni mucho menos donde encontrar sus restos. Además, el máximo responsable de estos crímenes de lesa humanidad (Augusto Pinochet) jamás llegó a reconocer el montaje, a esclarecer la verdad o a pagar un día de prisión.
"No creo en el plan de búsqueda, ni en esas cosas. El uso de la palabra 'detenido desaparecido' genera mucha empatía y votos, pero juegas con sentimientos y juegas con madres, dando la impresión de que hay interés en encontrar a las víctimas, pero eso no es así”.
“Nuestra esperanza de justicia bajo esta institución es nula. Cuando ves al pueblo mapuche militarizado, cuando ves cómo condenan a jóvenes que se levantaron contra la represión, cuando ves cómo cada situación es pactada para beneficiarlos, no hay posibilidad de justicia. Como familiares, no tenemos esperanza de que esto pueda limpiarse y que sirva para evitar futuros abusos”.
En medio del dolor que conlleva tener un detenido desaparecido, la hermana de Jano, Kathy, todavía lo recuerda como un joven alegre, preocupado por la sociedad, estudioso y que deseaba cumplir su sueño: ser bombero.
A 50 años del golpe de Estado, suceso que marcó la historia reciente de Chile, tanto social como políticamente, los familiares de las víctimas tienen poco o nada positivo que rescatar frente a las acciones en búsqueda de justicia y reparación. Aseguran que la desaparición de sus familiares es una herida que permanecerá abierta para siempre, y que solo la resistencia y la red entre ellos ha permitido transformar ese dolor en ayuda para otros que, incluso bajo este periodo democrático, sueñan con un gobierno como el de Allende, donde la Unidad Popular representaba la luz de la esperanza.
Pese al panorama desolador siguen luchando por justicia y memoria, enfrentando desafíos legales y sobreponiéndose a los silencios pactados. La historia de la Operación Colombo es un recordatorio de la importancia de preservar la memoria histórica, honrar a las víctimas y garantizar que tales atrocidades nunca vuelvan a repetirse.
*No se revelan nombres completos por seguridad de las víctimas