A mediados de la década de los años 50, un joven colombiano aterrizó en tierra azteca, y pasó de ser el chofer de su hermana, Betty Meléndez, a consagrarse en uno de los productores más importantes de la industria nacional mexicana. Su nombre es Ramiro Meléndez López, es caleño y sentó las bases para la transformación del séptimo arte en México. Esta es su historia.
Por: Óscar Hembert Moreno Leyva
El cine mexicano ha encontrado prestigio en el ámbito cinematográfico internacional gracias al trabajo de cineastas contemporáneos como Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, quienes han conseguido diversos premios internacionales y la aceptación del público en general. En la década de los años cincuenta su industria se apoyaba en grandes figuras como Emilio Fernández, Alejandro Galindo, Ismael Rodríguez y Roberto Gabaldón; sus películas destacaban temas como el amor trágico, las telecomedias, el nacionalismo y la revolución, pero ¿qué hizo cambiar ese arquetipo en el carácter del cine mexicano?
A mediados de los años cincuenta la cantante y actriz colombiana Betty Meléndez fue contratada por el famoso actor y cantante Antonio Aguilar para una gira musical y filmar tres películas en México. Su hermano, Ramiro Meléndez, de catorce años, la acompañó durante la gira. Fue tal el éxito de Betty en el país azteca que su contrato se extendió de manera indefinida, obligando al joven Ramiro a culminar sus estudios en México.
Así se lo contó en exclusiva a este periodista: “Acabé mi bachillerato en un colegio que en México le decimos ‘patito’, es decir con mala reputación. Y luego dije, “voy a estudiar al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, porque me apasionaba el teatro. A la mitad de carrera supe que abrieron un curso de producción de televisión y me inscribí en el CUEC, ahí conocí a varios amigos, íconos del cine mexicano”.
Ramiro, joven, entusiasta e inquieto, a una edad muy temprana quiso estudiar teatro en INBA y la carrera de cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su vida transcurría entre trabajar para su hermana y hacer dos carreras en simultáneo. Fue en el CUEC donde conoció a los que serían, no solo sus grandes amigos, sino los próximos íconos del nuevo cine mexicano: Jorge Fons, Gonzalo Martínez Ortega, Jaime Humberto Hermosillo, Alberto Bohórquez y Juan Manuel Torres. Con ellos participaron en numerosos festivales del séptimo arte en los que México fue el protagonista.
En medio de sus estudios, Ramiro fue contratado para dirigir y producir en Telesistema Mexicano, canal que luego se convertiría en Televisa. Poco tiempo después pasó a trabajar en la Televisión Independiente de México, también conocida como Cadena TIM o Canal 8. Trabajó rigurosamente en varios programas, al igual que su amigo, el gran artista mexicano, Roberto Gómez Bolaños con quien compartió en distintos momentos de su vida:
“Con Roberto jugábamos dominó todos los jueves y platicábamos de historia latinoamericana. Era un gran conocedor de la historia de nuestro continente. Yo le platicaba sobre Colombia y él me enseñaba sobre México”.
Ramiro fue madurando y creciendo en la televisión como director y productor, y en el Canal 8 conoció y se hizo alumno del famoso director, actor y productor Luis Buñuel, quien le presentó al actor español Enrique Rambal Saciá, con quien trabajó en el popular programa ‘Dos y su Show’. Así lo recuerda:
“Éramos Enrique Rambal y la gran actriz Fabiola Falcón. Era muy pesado de hacer. Teníamos que filmar 4 a 5 programas a la semana, pero nos fue bien. A la gente le gustó. Fabiola me había presentado a Luis Alcoriza”. Meléndez dice con orgullo que el nobel de literatura Gabriel García Márquez escribió esta película ‘Presagio’, un filme realizado con su productora Escorpio S.A., escrito por el nobel Gabriel García Márquez y dirigido por Luis Alcoriza y editado por uno de los grandes colegas de Luis Buñuel, Carlos Savage. En la cinta actúa su hermana, Betty Meléndez y fue producido en los Estudios Churubusco, uno de los mas grandes de México y de Latinoamérica, así lo narra:
“Fue un filme de largo aliento, durante tres semanas tuve a cargo la dirección del filme ya que Luis padeció durante esos días una enfermedad en la piel. Presagio se cuenta en una árida aldea donde a la partera, Mamá Santos, se le rompe la botella, símbolo que vaticina que algo terrible va a suceder. Superstición que influye en la vida de los lugareños. Todos abandonan la aldea y Mamá Santos concluye que era cierto que algo terrible iba a pasar”
Enlace para ver el filme: https://www.youtube.com/watch?v=dD3bxFNV10Q&ab_channel=FVLTV
Los compañeros de este símbolo del cine mexicano fueron el resultado de un mural de acontecimientos, actitudes y emociones de un México que vivía diferentes corrientes artísticas con la euforia política global, revoluciones continentales, la llegada del ‘cine de autor’ y la fuerza del movimiento estudiantil de 1968. Esta base social y política permitió establecer las condiciones para una nueva cinematografía por fuera de la temática conservadora. La nueva ola requirió otras voces de jóvenes escritores, directores y productores visionarios, que pretendían alejarse del cine de las “comedietas” musicales, westerns norteños y de los melodramas fáciles; en cambio buscaban reflejar crudamente la realidad social del país.
El giro en el cine mexicano
“Luis Alcoriza me dijo: “no podemos perder el tiempo que tú te gastas en escribir una película para que la estropee un mal director”, y recalco: “la próxima o la diriges tú o no produzco más”. ¡No me hice director, me hicieron!”, señaló entre risas.
Meléndez contó cómo se fue formando junto al guionista y director español Luis Alcoriza, a quien se le recuerda por su estrecha colaboración con Buñuel. Además, hizo guiones importantes como Los olvidados (1950) y El ángel exterminador (1962). Alcoriza le propuso ser el productor de uno de los filmes más emblemáticos de la historia del cine mexicano, Mecánica Nacional (1971), película que abrió paso al nuevo cine nacional y que en 1994 la revista Somos la incluyó en la lista de las cien mejores películas del cine mexicano.
“Estábamos buscando una idea original para filmar una nueva película. Pasaron por nuestras manos un buen número de guiones, textos e ideas, pero no me convencía nada, deseaba algo distinto, una idea que me diera la posibilidad de tomar un nuevo camino. Queríamos criticar varios elementos simbólicos, típicos de la cultura mexicana: el machismo, la mamacita, la élite blanca, los españoles y cómo es vivir en México”.
Meléndez afirmó que después de tres meses de lecturas, un amigo productor llegó con una idea en un pequeño papel a los estudios Durango, donde él tenía su oficina: “En dos líneas decía: “una mujer muere en medio de una carrera de autos, en la carretera panamericana”. Llamó a Luis Buñuel y comenzaron a trabajar en Mecánica Nacional. Gracias a este filme, dice él, “fui admitido muy tempranamente en la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM)”.
Concebida como un gran retrato de personajes urbanos, es una crítica a las costumbres mexicanas vista desde personajes como Eufemio, dueño de un taller mecánico y aficionado a las carreras automovilísticas, un padre machista con la hija moderna, también está el valentón armado que va con la amante, y, por supuesto, la abuela abnegada que usa un lenguaje impensable para aquella época, interpretada de manera magistral por Sara García reconocida como la ‘abuelita del cine nacional’. Ramiro llegó a pensar que con esa película iba ser expulsado de México, ya que había tocado cuestiones muy sagradas para el país. Para su suerte el filme fue aclamado tanto por la crítica como por el público en general, así lo comenta:
“Por aquellos años existía aquí en Cali un señor periodista cubano llamado José Pardo Llada, hincha a morir del Deportivo Cali, y a él se le ocurrió que la capital del Valle merecía un parque con un avión. Llada iba por las calles de la ciudad con su grabadora preguntándole a la gente sobre la película Mecánica Nacional, contándoles que era una película producida por un caleño”.
Conforme avanzó la década de los años setenta, Ramiro continuó produciendo películas de gran importancia para la cinematografía azteca: Los cachorros (Jorge Fons, 1971), basada en la novela de Vargas Llosa; Fe, esperanza y caridad (1972), un conjunto de tres cortos que toman como pretexto las virtudes teológicas, dirigido por Alberto Bojórquez, Alcoriza y Fons. Para esta película, Ramiro le pidió a Luis Buñuel, quien siempre iba muy temprano a ver la filmación, hacer un extra. Solo debía pasar por detrás del Cristo, interpretado por Milton Rodríguez. En esta escena Buñuel camina junto a una mujer hablando en francés detrás del faquir que dibujaba un Cristo de espectáculo. Meléndez buscaba abordar con esta imagen otro de los pilares más importantes de la cultura mexicana, la religión.
Cuando Ramiro volvió a Cali, Colombia, durante la alcaldía de Alfredo Carvajal Sinisterra, le otorgaron las llaves de la ciudad por su trayectoria y reconocimiento. Hoy, este emblema del cine centroamericano, cuenta cómo Alfredo Carvajal le hizo un tour en la ciudad, entre muchos lugares fueron a la casa en la que Ramiro nació, a un par de casas del Teatro Mariscal Sucre, donde su tía materna lo llevaba de niño a ver caricaturas.
En esa visita Ramiro concretó el desarrollo de varias coproducciones con su país natal, la primera de ellas El muro del silencio (1971), dirigida por Luis Alcoriza, filmada entre Bogotá y Santa Marta. El guion de este filme nació en una noche en la que Ramiro Meléndez, José de la Colina, Fernando Galiana, Paco Ignacio Taibo y Julio Alejandro, y por supuesto Luis Alcoriza se encontraban en casa de Luis Buñuel. Bebían y comentaban sus experiencias familiares:
“La historia que se ve reflejada en el filme se basa en una anécdota que nos contó Buñuel cuando su madre preparaba un extraño brebaje con sangre para su hijo, con el fin de proporcionarle fuerza y vitalidad”.
Ramiro Meléndez López tiene una extensa filmografía con más de 80 películas como productor, guionista y director, además de obras de teatro en diversos países como México, España, Colombia, Venezuela y Estados Unidos. Sus películas fueron las más taquilleras en la historia del cine mexicano de mediados de siglo XX. Y ostenta un total de setenta y cinco premios internacionales, entre ellos la Concha de Plata en el Festival de Cine de San Sebastián, y el trofeo Ariel de Oro a la mejor película en México. Ha recibido tres veces la estatuilla India Catalina del Festival de Cine de Cartagena, también el trofeo Perla del Cantábrico, un trofeo Miffet del festival de Milán, Italia, además de premios en los festivales de Taormina, Italia, Taschkent en Uzbekistan y un reconocimiento del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Él es un caleño que planteó los nuevos paradigmas en el cine latinoamericano e invitó a las nuevas generaciones a indagar en cuáles son nuestras raíces, a pensarlas de manera crítica, como una manera imprescindible de navegar en nuestros tiempos.