Sabine Martelly es resistencia en un Haití fracturado por la violencia. Médica de profesión, ha impulsado acciones colectivas de defensa del derecho de las mujeres a través de la asociación Fanm Kore Fanm ak Fanmi (AFKF Sud) de la cual es presidenta y fundadora. En medio de la crisis que atraviesa el país caribeño, viajó a la principal Conferencia Mundial de Mujeres de la ONU, desde donde habló con RAYA.
Por David González M.
Activista y defensora, Martelly aboga por la igualdad de género y la justicia social en Haití, un país en una profunda crisis política y social. Con un doctorado en comunicación comunitaria y sociología, ha dedicado su vida al empoderamiento, la mentoría de jóvenes y la lucha contra la trata de personas.
Recientemente fue invitada por Naciones Unidas, a participar en el foro de la CSW69, la cuarta Conferencia Mundial de Mujeres. La razón: durante más de tres años, representó a Haití en Operation Underground Railroad (OUR), una organización internacional dedicada a la lucha contra la trata de seres humanos.
Raya habló con ella y en la entrevista hizo una radiografía dura de Haití, en un momento que la capital de su país está controlada en un 85% por bandas armadas, formadas en un 50% por menores de edad. Desde allí le habla a América Latina.
Raya: Es poco lo que que se habla en Colombia de Haití, a pesar de la cercanía, y los vínculos históricos. Así que me gustaría conocer de su propia voz cómo está la situación actual. Escuchamos seguido en medios que parte de la capital ha caído en manos de las bandas. ¿Podría darnos un panorama de la crisis?
La situación humanitaria en Haití es realmente una crisis sin precedentes porque el país está atravesando una de las crisis humanitarias más graves de su historia. Se caracteriza por la inseguridad generalizada, el colapso de las instituciones, la pobreza extrema y los desastres naturales. La situación es especialmente crítica para las poblaciones más vulnerables, en particular las mujeres, los niños y las personas desplazadas, porque hay muchas personas que han tenido que dejar sus hogares para ir a campos de refugiados improvisados
Tengo tantas cosas que decir sobre esta situación. Uno de los principales factores de la crisis humanitaria es la violencia de las bandas armadas, que controlan gran parte de la capital, lo que paraliza todo, y el resto del país también está copado por estos grupos. Aterrorizan a la población a través de violaciones, secuestros, en fin... la sociedad civil exige que se detenga la violencia contra las mujeres y las niñas, y que se eliminen las barricadas en las carreteras, que impiden la llegada de cualquier tipo de ayuda.
Por ejemplo, nuestra asociación no puede trabajar realmente en Puerto Príncipe para ayudar a las personas en los campos de refugiados, porque la inseguridad está en su punto máximo en la capital e incluso en las provincias. Si quieres hacer algo, ni siquiera puedes enviar ayuda allá.
RAYA: ¿Cómo son las condiciones de vida para la población en ese contexto?
Hay cinco millones de personas en situación de inseguridad alimentaria severa. El acceso a la comida se ha convertido en un gran desafío debido a la destrucción de cultivos, el aumento de precios y las interrupciones en las cadenas de suministro causadas por la inseguridad. Miles de niños sufren de desnutrición aguda, lo que pone en peligro sus vidas. El acceso a la atención médica también es limitado.
El sistema de salud está al borde del colapso. Los hospitales han sido incendiados, muchos han sido destruidos, hay escasez de medicamentos, personal y equipos médicos básicos. Una vez más, las mujeres son las más afectadas, especialmente las embarazadas, los enfermos crónicos y los heridos por la violencia urbana, que luchan por recibir atención adecuada.
El desplazamiento de la población y los refugiados internos supera las 300 mil personas, obligadas a huir de sus hogares debido a la inseguridad. Viven, como ya mencioné, en campos improvisados, en condiciones precarias, sin acceso a agua potable, alimentos ni atención médica. ¿Qué solución hay para salir de esta crisis? Bueno, se necesita reforzar la seguridad para permitir la distribución de ayuda, así como apoyo específico para mujeres y niños, particularmente expuestos a la violencia y la pobreza.
RAYA: Frente a este panorama, ¿existe hoy algún mecanismo efectivo de protección para las mujeres o reina la impunidad?
Bueno, existen, por ejemplo, estructuras legales y policiales: está el Ministerio de la Condición Femenina y de los Derechos de las Mujeres, encargado de promover sus derechos, elaborar políticas y luchar contra la violencia de género. Pero no no cuentan con los recursos necesarios.
Este ministerio quizá no tiene los recursos necesarios. También está la Brigada de Protección de Menores, la Unidad de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres y unidades de la policía nacional que intervienen en casos de violencia doméstica. Pero tampoco es suficiente.
Además, aunque hay leyes contra la violencia y algunos avances, como la criminalización de la violación, la aplicación de estas leyes es débil debido a la corrupción y la ineficacia del sistema judicial en Haití. Por eso, ahora las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres, como la Asociación de Mujeres Kay Fanm, Solidarite Fanm Ayisyèn (SOFA), Union des Femmes pour la Paix (UFP), entre otras, juegan un papel crucial.
Estas organizaciones brindan apoyo psicosocial, legal y económico, además de programas de reinserción social y autonomía. Por ejemplo, es lo que la asociación Kay Fanm proporciona precisamente a estas mujeres. Pero, como les decía, el acceso es limitado: No podemos ni siquiera llegar a las provincias, y trabajar en los campos de refugiados improvisados con estas mujeres es casi imposible.
Union des Femmes pour la Paix (UFP) también trabaja en asociación con AFKF, pero su enfoque es más internacional, ofreciendo refugio a mujeres en peligro, asistencia psicológica y legal. Hay muchas organizaciones que brindan servicios esenciales a las víctimas.
Algunos medios de comunicación también denuncian estas violencias y animan a las víctimas a buscar ayuda. Aunque, honestamente, no todos los medios se interesan por el tema.
RAYA: ¿Y qué tan difícil es denunciar en este contexto?
El miedo a represalias y la estigmatización impiden que muchas víctimas hablen, hay falta de recursos para los centros de acogida y servicios de apoyo, la impunidad y la debilidad del sistema judicial persisten. Para mejorar la situación, es urgente reforzar la protección de las mujeres, aplicando las leyes con rigor y persiguiendo a los agresores, porque cuando el sistema judicial es débil, las mujeres siguen expuestas, ya que los violadores y pandilleros no temen a nada.
Es necesario además crear más centros de acogida y servicios de apoyo. Apoyar económicamente a las mujeres para ayudarlas a salir de la precariedad y la dependencia. La lucha contra la violencia hacia las mujeres en Haití requiere una acción colectiva y duradera. Si bien existen estructuras, deben fortalecerse y recibir más apoyo para ofrecer a las víctimas una protección real.
RAYA: ¿Tienen cifras sobre la magnitud de estas violencias en el contexto actual?
¡Oh! Son más de 300,000 personas desplazadas, como mencioné antes. Existen varias estructuras gubernamentales, ONG y asociaciones locales, pero suelen estar subfinanciadas y mal coordinadas. Por eso, nuestras capacidades son limitadas. Sin embargo, según las últimas verificaciones, sabemos que 300,000 personas viven en condiciones precarias.
Muchas mujeres desconocen la existencia de mecanismos o, incluso, siguen sin utilizarlos por miedo a represalias y estigmatización. Además, existe un marco de apoyo psicológico, como ya mencioné. Por tanto, ellas están expuestas a una inseguridad generalizada.
RAYA: ¿Cómo evalúa el apoyo internacional a las organizaciones que trabajan en Haití?
Bueno, para responder sinceramente a esta pregunta esencial —y es realmente importante—, incluso cuando recibíamos ayuda internacional, siempre ha sido... inadecuada.
Diría que está mal coordinada. Así que, creo que debe reforzarse con una mejor coordinación. Porque necesitamos un apoyo financiero sólido y, sobre todo, voluntad política firme para combatir la impunidad.
Esto es crucial: podemos recibir ayuda, tener recursos y buena voluntad, pero sin esa voluntad política y judicial para enfrentar la impunidad, no es suficiente. Ahora, en cuanto a la ayuda internacional, seguimos pidiendo asistencia urgente, especialmente para esas mujeres. Pero es vital fortalecer el mandato de la ONU en seguridad y estabilización.
Hay que presionar a los Estados miembros para que aumenten la ayuda financiera y logística, y —como mencioné— coordinar eficazmente con las ONG locales. Ya hemos creado planes de emergencia para proteger a las mujeres y garantizarles refugios seguros con apoyo psicológico. Además, deben incluirse en la gobernanza y la reconstrucción del país.
Hemos recibido ayuda en el pasado, pero en muchos casos, aunque organizaciones la obtuvieron, la coordinación fue deficiente. Ahora necesitamos que funcione directamente con las ONG locales, sin intermediarios gubernamentales, porque hay personas en esos gobiernos desde hace años que no son dignas de confianza. La distribución y coordinación debe ser ágil, transparente y centrada en las víctimas, a través de las ONG locales.
RAYA: ¿Y cómo percibe usted la respuesta o visión de América Latina hacia Haití?
Trabajar con países clave… algunos de América Latina con vínculos históricos con Haití podrían ser aliados estratégicos. Por ejemplo, Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile tienen capacidades militares y humanitarias para ayudar a estabilizar la situación.
Creo que debemos coordinar con ONG regionales como Techno, Cáritas y Oxfam para apoyo humanitario y de reconstrucción. Pero si me pregunta sobre política interna… la realidad es que hoy tenemos nueve presidentes, algo inconstitucional que solo agrava el caos.
La situación empeora cada día. Necesitamos solicitar ayuda bilateral humanitaria: enviar solicitudes oficiales a embajadas latinoamericanas. Pero también movilizar a figuras políticas y culturales influyentes para visibilizar la crisis haitiana.
Hoy, por ejemplo, tengo esta oportunidad de hablar con un medio extranjero. Es crucial que nuestras voces —especialmente a través de ONG— lleguen a oídos de América Latina. Que entiendan que esto no es fácil en absoluto.
Desde incluso antes del asesinato del ex presidente Jovenel Moïse —desde su mandato—, fuerzas políticas invasoras han paralizado al gobierno. El caos persiste. Quizá haya voluntad en el poder, pero la población sigue desesperada. ¿No deberíamos crear grupos de presión regionales para exigir una respuesta política y humanitaria más firme? América Latina, como vecina, puede ser clave. Una estrategia de incidencia regional bien coordinada es esencial para obtener apoyo concreto.
Por eso fuimos a la ONU con nuestras organizaciones (AFK y UNRP): para que nuestras voces traspasen fronteras. Que sepan que queman a nuestros bebés, que las mujeres están acorraladas, que los desplazados sufren violencia por doquier… Podría hablar todo el día sobre Haití…
RAYA: Para cerrar, ¿cuál fue el mensaje que llevó a la ONU y qué deberíamos amplificar para que se conozca la realidad haitiana?
Mire, yo no soy la mujer de los discursos políticos, sino precisamente una líder humanitaria. Así que la naturaleza de la ayuda también sería un factor determinante.
Si la ayuda se concentra en iniciativas humanitarias, de seguridad y de reconstrucción, probablemente sería mejor recibida. El apoyo podría percibirse como un gesto solidario entre vecinos y no como una imposición de soluciones externas. Los esfuerzos conjuntos para garantizar estabilidad, paz y seguridad podrían reforzar la confianza de la población haitiana hacia la ayuda latinoamericana.
Es crucial que esta ayuda se perciba como respetuosa de la soberanía de Haití y orientada a la reconstrucción, no a la injerencia política.
¿Entiendes lo que quiero decir? Es importante que la ayuda esté bien coordinada, no solo entre los países latinoamericanos mismos, sino también con las organizaciones locales e internacionales, como ya he dicho. La transparencia y la gobernanza en la gestión de la ayuda serán cruciales para evitar malentendidos y garantizar una distribución eficaz. Si los haitianos ven que la ayuda llega rápidamente, de manera organizada y sin obstáculos, sería mejor recibida. También está el compromiso de nuestra diáspora en América, especialmente la que vive en Brasil, Colombia y otros países latinoamericanos. Esta diáspora podría jugar un papel clave en facilitar la aceptación de esta ayuda.