Por: César Augusto Muñoz
ForumCiv
En la segunda parte de esta historia se abordará el desarrollo de la Feria Agroambiental Campesina y el pronunciamiento público que dirigieron las organizaciones campesinas del piedemonte a la Cumbre Amazónica que se desarrolla esta semana en Belém do Pará, Brasil.
El trueque
Decenas de campesinos y campesinas salieron desde Arauca, cruzaron la cordillera oriental, pasaron por el páramo de Sumapaz, bajaron los senderos de la cordillera central hasta el Macizo Colombiano, por el lado del Huila, rodearon la bota caucana por el piedemonte y se encontraron de frente con la puerta de entrada a la Amazonía en el bajo Putumayo. Todo este recorrido lo hicieron para cumplir con el compromiso de juntarse y aprender de las experiencias de conservación ambiental que se desarrollan en este territorio. Fueron más de 40 horas de viaje en bus.
La jornada inició truequeando “sabores y saberes”: uchuvas, carantantas, piñas amazónicas deshidratadas, artesanías, plátano, café, quesos, libros y fotografías. Todos estos elementos fueron adornando la mesa principal de la caseta comunal de la vereda La Pedregosa en la Zona de Reserva Campesina Perla Amazónica (ZRCPA). Este intercambio, aparentemente una serie de acciones sencillas, me permite reflexionar sobre una idea compleja: sólo es posible salvar la Amazonía si se reconoce que los ecosistemas y las relaciones históricas, sociales y ambientales que en ellos realizan, están íntimamente ligadas.
La sensación de que el intercambio de productos cultivados en la llanura, el altiplano andino y la macrocuenca amazónica sea un espacio especial y excepcional, deja claro que a pesar de las fuertes relaciones que unen a estas comunidades campesinas, la reconfiguración del conflicto armado y la no implementación del Acuerdo Final de Paz ha dejado en un grave estado de fragmentación al movimiento social, en especial, a los campesinos.
“Nuestros procesos organizativos están fragmentados y eso se ve en los ecosistemas”, afirma Catalina Oviedo, integrante del Centro de Alternativas para el Desarrollo (CEALDES), una organización conformada por jóvenes profesionales comprometidos con el fortalecimiento de procesos comunitarios por la protección de los territorios y la biodiversidad. Ella tiene razón; en otras condiciones políticas y sociales el paisaje de un recorrido desde la llanura oriental hasta la Amazonía sería un espectáculo de ecosistemas interconectados entre bosques productivos, zonas de reserva campesina, resguardos indígenas, consejos comunitarios de comunidades negras y otras figuras de protección y ordenamiento del territorio. Esa idea de futuro es posible si se tiene en cuenta, también, al campesinado para la protección de la Amazonía.
Por eso, en el marco de esta feria agroambiental las organizaciones participantes decidieron elaborar conjuntamente un pronunciamiento público en el que los campesinos exigieron a la Cumbre Amazónica que todas las decisiones cuenten con la participación del campesinado. Es importante reconocer que el Ministerio de Ambiente en los últimos días realizó en cada uno de los departamentos de la región amazónica una serie de diálogos locales para recoger las ideas de los diferentes sectores sociales antes de la Cumbre en Belem do Para.
Justicia climática
La Amazonía es un bioma que desde los tiempos republicanos ha estado en el centro de la economía y la política global. Contradictoriamente, ha sido uno de los lugares del planeta donde la extracción y el genocidio han sido motor de la actual crisis civilizatoria. A su vez, la Amazonía es parte central de la solución para mitigar los daños ambientales generados por ese sistema que prioriza la ganancia por encima de la vida.
Por esa razón, todavía en las memorias de los sabedores del territorio hay recuerdos del genocidio cauchero, las colonizaciones campesinas dirigidas en medio de la violencia bipartidista, el abandono total del Estado condenándolos al hambre, el boom petrolero y sus daños ambientales, las bonanzas cocaleras y sus respectivos fracasos y las primeras marchas campesinas que dieron como resultado la creación de la figura de las Zonas de Reserva Campesina (ZRC). Todo ese pasado contradictorio está presente en la sentencia que hace la líder ambiental de la Amazonía, Jani Silva: “no somos mano de obra para sembrar árboles y no somos deforestadores”.
Eso quiere decir, que la forma de salvar la Amazonía no es condenando a las comunidades campesinas e indígenas al atraso, la marginalidad y la explotación para preservar una idea de naturaleza prístina con ríos de colores donde los países más contaminantes puedan lavar sus culpas, exigiendo a los países de la región la protección del territorio, mientras ellos, en cambio, hacen un esfuerzo mínimo por regular y reducir la emisión de gases efecto invernadero.
Reconocer y actuar sobre esta correlación de fuerzas desiguales es avanzar en la justicia climática y agraria. Una de las voces actuales más potentes en ese camino es el presidente Gustavo Petro, quien se ha caracterizado por llevar a los organismos internacionales un mensaje claro sobre el cambio climático. Es por eso que la Cumbre Amazónica debe mantener y desarrollar ese espíritu de justicia y aprovechar esta oportunidad para tender puentes de unidad entre las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes de América.
En México, el filósofo, sociólogo y periodista Armando Bartra habla de los campesinos como esos sujetos que tienen en sus saberes y prácticas los paradigmas de futuro para hacerle frente a la crisis. En esta parte del mundo, el impulso y el apoyo de estados democráticos con capacidad de saldar las deudas históricas con las comunidades amazónicas puede hacer de la Cumbre un hito global de justicia climática y agraria que permita posicionar las formas comunitarias de vida como un mecanismo para salvar el planeta y porqué no empezar a diseñar una conexión biológica entre el páramo y la Amazonia, donde las Zonas de Reserva Campesina y los territorios interculturales se conecten con los resguardos y los consejos comunitarios hasta tender formas de cooperación popular entre naciones que permita unir el bosque hasta las Quilombolas en Brasil y pasar por las plurinacionalidades amazónicas en Bolivia.