Artes

RAYUELA

Viki Ospina, a través de su lente, ofrece un invaluable testimonio visual de un país en constante transformación. Sus imágenes de la Toma al Palacio de Justicia, los movimientos sociales y la vida cotidiana de los colombianos recuerdan las luchas y desigualdades que marcaron una época. Esta crónica, surgida de la entrevista con RAYA, destaca su vida y sus icónicas fotografías.

Por: Juan Sebastian Giraldo Guzmán

Sonaban guascas, tamboras y flautas en el Aeropuerto Perales. A su llegada, el ambiente festivo y el indómito bambuco ‘Palo Negro’ interpretado por un grupo de artistas de Ibagué no dejaba duda de que había arribado a la ciudad musical de Colombia. Viki Ospina, la afamada fotorreportera, volvía al Tolima después de unos 15 años.

De Ibagué, recordaba sus montañas verdes y extensas que emergían desde todas direcciones en que se postrara la mirada. A inicios de los 2000, junto a la Federación Nacional de Cafeteros, se amarró la cámara al cuello y emprendió un viaje por la zona rural de Ibagué, surcando el vasto verde que formaban los cafetales, fotografiando, a su paso, las casas de pequeños caficultores de una sola hectárea.

A sus 76 años, con una sonrisa muy similar a la que tenía en su juventud, por los años 80, hablaba de su sueño de ser contratada por alguna entidad como el Ministerio de Agricultura y volver al campo a tomar fotografías de flores, frutos, árboles y plantas, celebrando además que hace poco había cosechado una papa criolla “gigante” de su pequeño huerto.

El sábado 17 de agosto de 2024, fue el último día en que estuvo disponible la exposición fotográfica ‘Viki Ospina: Crónicas visuales de la transformación social en Colombia 1970-1990’ en la Biblioteca Darío Echandía del Banco de la República. Tiempo atrás, previo a la inauguración de la exposición, fui, quizás, el primer periodista en hablar con Viki.

—Solo mi mamá me llamaba María Victoria y eso cuando me quería regañar —fueron las primeras palabras de Viki, como me recalcó quería que la llamara.

Viki Ospina fue una de las primeras fotorreporteras en Latinoamérica y se hizo un nombre en una época en la que el medio estaba dominado exclusivamente por hombres. Con más vocación de filósofa que de rigurosa fotógrafa, terminó buscando la otredad del ser humano a través de un lente. 

Ese deseo por encontrarse en los ojos, nariz y boca del otro, surgió desde muy niña. A unos cortos 4 años, su madre vivía con el miedo de perderla algún día, porque Viki solía tomar la mano de los extraños en la calle e irse con ellos. “Siempre me fascinaron los extraños. Me fascinó la incertidumbre de que tú conoces un mundo, pero no el mundo de los demás. Esa curiosidad tan tremenda. De chiquita me hacía esa pregunta con una intensidad terrible”.

De su niñez, recordaba también las largas estancias que tomaba la señora del aseo de la casa de su abuela, en un cuarto cerrado en el que proliferaban el vapor de las planchas y el humo de tabacos grandes que sostenía entre sus labios frecuentemente al trabajar. Para Viki era todo un espectáculo sensorial que se complementaba con la voz ronca de la mujer entonando ‘Todo me gusta de ti’, de Alberto Beltrán.  

Su madre, Vilma Stewart, amante de los boleros, el jazz y la poesía, musicalizó sus días de infancia al ritmo de Virginia López y su ‘Cariñito Azucarado’. De ese modo, cada instancia de la vida de Viki estuvo acompañada por la música, desde su niñez a hasta su avanzada adultez, pasando entre medios, del hipismo al marxismo y luego al individualismo.

—¿Y ahora? ¿Qué canción suena?

—No sé si le sonaría muy cursi a alguien, pero en un arranque que me dio por musicalizar el post del Banco de la República sobre la exposición, coloqué esta canción de Pedro Guerra, ‘Toda una vida’ —dijo Viki, para luego tararear juntos durante unos segundos la letra que originalmente pertenece a Antonio Machín—. ¿A quién le puedo dedicar esa canción? A la fotografía, que ha sido mi amante y mi amiga durante 53 años seguidos. Toda una vida.

Toda esa vida de la que hablaba Viki, había sido marcada por varios de los sucesos más importantes de la historia de Colombia, los cuales, tras su lente, fueron inmortalizados con su estilo fotográfico lleno de complicidad. La exposición ‘Viki Ospina: Crónicas visuales de la transformación social en Colombia 1970-1990’ iba sobre ello, aunque había algo que a Viki no le convencía del todo, pero no eran las 45 fotografías suyas elegidas, ni tampoco los tres ejes en los cuales se articulaba la obra, sino el nombre de la exposición.

—A mí la palabra —vaciló ella—. Bueno, no voy a hablar de eso porque nos metemos en temas que… —dijo haciéndome una seña clara de que no era buena idea profundizar en ello—. En realidad, son crónicas sociales. “… de las transformaciones en Colombia”, ahí te preguntas: ¿Cuál transformación social? —continuó—. Pero, bueno, eso es un tema muy álgido del que no hablaremos.

‘Viki Ospina: Crónicas visuales de la transformación social en Colombia 1970-1990’

1. “Movimientos sociales” 

Fotografía del reportero Sánchez Puentes a Viki Ospina publicada en el periódico El Espectador.

Su primera aparición en la tapa de un periódico fue el 21 de abril de 1970 en El Espectador, con el encabezado de “Turista extranjera capta el ambiente post-electoral en Bogotá”, donde Viki sostiene su cámara mientras observa a los militares que acordonan la carrera séptima con calle 12 en Bogotá, luego de que se declarara a Misael Pastrana Borrero ganador de las elecciones presidenciales, bajo la sombra de un presunto fraude. Aquel día, una inexperta Viki decidió ir al centro de Bogotá a fotografiar las manifestaciones.

Su amor por la clase obrera, los movimientos sociales y estudiantiles que ocurrían en Colombia, fueron una constante en su vida y una de las razones por las que se ganó su ingreso a ‘El Periódico’ dirigido por Consuelo de Montejo, aunque también sería la razón de su salida en 1972, luego de la publicación de su fotoreportaje ‘Más vale una palma de cera africana que la vida de un obrero colombiano’, en la que Viki evidenció el asesinato de un líder sindical y el injusto encarcelamiento de cinco trabajadores más en Indupalma.

Desde 1972 hasta 1976, sin ningún tipo de crédito o reconocimiento, tomó fotografías para el MOIR (Movimiento obrero independiente revolucionario) y la UNO (Unión Nacional Obrera), los movimientos sociales y sindicalistas de la época y sus líderes. 

—Y un día perdí la fe. Cinco años tomando fotos, haciendo los afiches y no entendía por qué no escogían a un sindicalista de base, y escogen a este señor pequeño burgués (Hernando Echeverri Mejía). Le hago 36 fotos y en esas 36 perdí la fe. El tipo como un payaso gesticulando. Ahí me di cuenta de todas las cosas ridículas que nos habían inculcado y cómo nos habíamos perdido como individuos.

2. “Gamines de Bogotá” (1976-1977)

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“La Gallada”, fotografía de Viki Ospina (1976).

En 1976, cuando la Revista Cromos aún quedaba sobre la Avenida 19 en Bogotá, Viki llegó a sus oficinas con su cámara al cuello y con una reputación que la precedía, buscando una oportunidad laboral en la revista y solicitándosela al Jefe de fotografía de ese entonces. Sin embargo, la respuesta fue negativa, aludiendo a un corredor de seis o siete fotógrafos y concluyendo con “esto es un medio de hombres, las mujeres no son fotógrafas”.

—Le insistí y le insistí, y como cuando uno quiere espantar una mosca, me dijo con la voz cansada: “vaya y tome un rollo de gamines”. Él nunca pensó que yo iba a tomar fotos de gamines, él pensó que yo me iba a asustar.

Momentos más tarde, en inmediaciones de la 23 con Séptima, con cámara en mano, de repente, aparecieron sobe el andén una gallada de niños que, al verla, comenzaron a hacer diferentes poses y muecas (aparentemente para asustarla) y Viki decidió responderles con su cámara y disparó. Aquella tarde, Viki reveló el rollo junto a su jefe y la foto de “Gamines” o “La Gallada”, fue publicada a doble página en un artículo Cromos llamado ‘Los Pacos de la vida real’. 

—Ese fue el ingreso mío a un medio de hombres.

3. “Palacio de Justicia” (1985)

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Fotografía de Viki Ospina en la Toma al Palacio de Justicia.

En la madrugada del miércoles 6 de noviembre de 1985, el Beeper de Viki Ospina no dejaba de sonar. “Pasa algo en el Palacio de Justicia”, le dijeron desde Reuters sin más detalles. Tomó sus seis lentes fotográficos y varias maletas, y se dirigió a la Plaza Bolívar a las 3:00 a. m., encontrándose con un panorama “surreal” que no entendía.

“¿Dónde están los periodistas?”, preguntó. La llevaron hasta la Casa del Florero, el sitio elegido por las autoridades para la permanencia de los periodistas, quienes tenían prohibido moverse de allí por motivos de seguridad. “¡Agachen la cabeza!”, les decían constantemente, debido a la cercanía con la que pasaban las balas. 

—Por eso cuando publicaron una foto del Palacio de Justicia mía, de un tanque entrando, cogieron y le cambian el eje a la foto, la pusieron al revés, como si fuera tomada desde el otro lado. Yo les decía: hay que ponerla al derecho. Pero resulta que los fotógrafos no teníamos permitido ir a ese lado.

Viki vivió días de frenesí corriendo entre la Plaza Bolívar y el Parque Santander, donde estaba ubicado Reuters, disponiendo de alrededor de 30 minutos para revelar, ampliar, transmitir y hacer leyendas en inglés con sus limitados conocimientos en idiomas extranjeros, en lo que configuró un capítulo aparte en su vida como fotorreportera.

—Yo recuerdo que cuando revelaba las fotos, lloraba. Yo creo que mis lágrimas se mezclaban con el revelador y todo. Creo que ese proceso se dio porque hasta la película fue sensible a la tristeza, desolación y hecatombe que causó esa tragedia y que hoy en día aún tiene secuelas y gente que aún sufre por la ausencia de sus seres queridos.

En medio del proceso de revelado, uno de los rollos de 35 milímetros tomados por Viki fue interrumpido en la etapa de fijación, por lo que varias fotografías fueron arruinadas. Así mismo, el resto fueron alteradas mediante un proceso de solarización. “La tragedia humana que se desarrolló durante esos días parece corresponder con la descomposición química de sobre este material”, declaró Viki en su momento a medios nacionales.

—¿Crees que ese fue el momento más importante de tu carrera como fotorreportera?

—¡Uh, sí! Tan importante que dejé la reportería. Después de eso ya yo no iba a volver a trabajar ni en El Tiempo ni El Espectador o Reuters.

¿Cuál transformación social?

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Viki Ospina en la inauguración de la exposición en Ibagué de ‘Viki Ospina: Crónicas visuales de la transformación social en Colombia 1970-1990’. Créditos: Banco de la República.

Estaba en la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Darío Echandía, unos 10 metros de largo por unos 4 de ancho. «Al fin no hablamos del tema álgido del que no debíamos hablar», pensaba mientras repesaba cada una de las fotografías de la exposición. Estaban agrupadas en secciones de tres, cuatro y cinco elementos, y separadas cada sección por un poco más de un metro. 

Esa “transformación social” que pareció no convencerle mucho del título de la exposición a Viki, podía responder a las ideas del hipismo que tanto amaba y que planteaban “el mundo no se puede transformar, nuestra responsabilidad es transformarnos a nosotros mismos” o quizás, estuviera relacionada con la postura de que, en Colombia, a pesar de los años, aún no había una gran transformación social que mereciera bautizarse con ese nombre.

Un trágico hecho se presentó en el municipio de Cucunubá (Cundinamarca), donde un trabajador quedó atrapado al interior de una mina de carbón después de un derrumbe que se produjo al interior del socavón.

El pasado 26 de junio, encontraron el cuerpo sin vida de Juan Pablo Murcia, un obrero que quedó atrapado al interior de una mina de carbón en la vereda Ramada Alta de Cucunubá, Cundinamarca. Su muerte se sumó a las decenas de decesos que se presentan anualmente en Colombia, muchas de ellas en socavones ilegales.

Aunque no hay datos precisos acerca de la desigualdad en los 70s en Colombia. Durante los últimos años, el país ha figurado como uno de los de mayor desigualdad económica en Latinoamérica con un índice de Gini de 0,546. Caso similar al de la propiedad de la tierra y las brechas salariales entre los distintos grupos sociales.

Por estos días, en la prensa se habla de modificar la constitución, de “golpes de estado blandos”, de aumento de pie de fuerza de grupos armados y de resistencia de los sectores económicos a beneficios para los trabajadores. Y recuerdo la pregunta: “¿Cuál transformación social?”.

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