El Padre Giraldo, del Cinep, advierte sobre la falta de avances en los diálogos de paz y la persistente impunidad en Colombia, controlada por las élites judiciales. Introduce el concepto de "plataforma socio estatal de exterminio impune" para describir la eliminación sistemática de líderes sociales. Critica la ingenuidad sobre la paz, señalando que no basta con implementar acuerdos sin cambios estructurales profundos. Además, cuestiona la conducción de los diálogos por parte del Gobierno y ve poco probable que se logre la paz en este periodo presidencial.
Por: María Fernanda Padilla Quevedo
El padre Javier Giraldo es una de las memorias vivas del conflicto armado en Colombia. Atesora en su mente información de 26 años de violaciones a los derechos humanos. Desde 1988, con la creación boletín de Justicia y Paz (hoy conocido revista Noche y Niebla), ha seguido día tras día los homicidios, el desplazamiento, las amenazas y desapariciones, entre otros hechos, que ha vivido el país en más de 60 años de violencia.
Aunque para él las cifras no son lo fundamental, no puede ignorar que ha habido un incremento significativo de la violencia en comparación con periodos anteriores, especialmente contra líderes sociales y comunidades indígenas. El informe Noche y Niebla, en su más reciente edición No.69, resalta que 10 líderes y lideresas sociales fueron asesinadas por mes en el primer semestre de 2024. “No sé qué país puede resistir eso. Un movimiento social con ese ritmo de exterminio está yendo hacia la desaparición completa”, dice el padre Giraldo.
El padre Javier Giraldo también ha presenciado decenas de mesas de diálogo con grupos armados de distinta índole. Tiene, como pocos, una mirada certera de la guerra y la paz, los fracasos y los aciertos. La política Paz Total, con la que el Gobierno Petro ha buscado silenciar los fusiles y desescalar el conflicto, no es la excepción. La Revista Raya habló con el padre Javier Giraldo para hacer un balance de esta iniciativa presidencial a la luz de un informe que clama por el respeto a la vida.
RAYA: En dos meses se cumplen dos años de la sanción presidencial de la Paz Total. A la luz de los hallazgos de la revista Noche y Niebla, ¿cuál es el balance de esta política y su influencia en los territorios de Colombia?
Padre Giraldo: No hay ninguna paz, pero esto hay que analizarlo con perspectiva. Este Gobierno enfrenta una cantidad de procesos anteriores de paz, al menos 40 años, en los que se han reciclado acuerdos de paz que no han servido para construir una paz nacional.
Petro tuvo el acierto de reconocer que los procesos de paz hasta ahora no han servido para nada y, al mismo tiempo, señala que Colombia se ha llenado de violencias plurales, donde la violencia con motivación política es solo una parte. Hay muchas otras violencias que no tienen motivación política, sino económica. Él buscó distinguir ambas motivaciones y no dejar a ninguna de lado para construir la paz.
Otro principio que aplicó Petro y que me parece acertado es que no se trata de buscar la paz con la guerra. No se trata de enfrentar a los grupos armados a punta de bala, porque eso simplemente multiplica la violencia y crea más grupos violentos que comienzan a defenderse. Él se imaginó mesas de diálogo y empezó a convocar a todos.
RAYA: Entonces, ¿qué ha faltado en la fórmula de la Paz Total para que los índices de vulneraciones a los derechos humanos se reduzcan y se avancen en acuerdos concretos?
Padre Giraldo: Cuando Danilo Rueda era comisionado y comenzó a conversar con todo el mundo, surgieron problemas incluso familiares de Petro, y eso empezó a complicarse. Llegó el momento en que cambiaron a Danilo y buscaron a antiguos colegas del M-19. Me parece poco afortunado porque son personas que no han comprendido a fondo el problema de la paz. Eso funcionó hasta cierto punto, hasta que aparecieron los desencuentros de fondo con el ELN.
Además, Petro no analizó a fondo cómo quedó el Acuerdo Final de 2016. Me parece que sufrió cambios significativos respecto al primer acuerdo de La Habana y al que se firmó en el Colón. Hay una diferencia enorme. Por ejemplo, la reforma agraria no es una verdadera reforma. Las FARC terminaron renunciando a sus propuestas, algunas muy buenas, y se sometieron a las del Gobierno, que consistían en un fondo de tierras para repartir. Eso es más de lo mismo, y Petro no lo ha querido entender.
También, iniciar diálogos con grupos narcotraficantes, pandillas y otros grupos puramente delincuenciales no es fácil. Se necesita mucha paciencia y sabiduría para empezar a buscar soluciones.
RAYA: Petro abrió un espacio de diálogo con el Clan del Golfo, una de las estructuras paramilitares más grandes del país. ¿Qué particularidades tiene este nuevo espacio con este grupo armado?
Padre Giraldo: El Clan del Golfo es el grupo más criminal que se ha conocido. Han accedido a un capital de la droga monumental, poseen una riqueza enorme y, gracias a eso, han hecho crecer al clan, pagando a todos. A desmovilizados de las FARC, que tenían mando y experiencia militar, les pagan 8 millones mensuales. A guerrilleros de base, que solo manejaban un fusil, les pagan lo que equivale a un salario mínimo. Además, pagan sobornos a la institucionalidad y han comprado a las Juntas Comunales. Se dice que a un presidente de junta le están pagando hasta 30 millones mensuales.
RAYA: O sea, ¿es un grupo que solo tiene intereses económicos?
Padre Giraldo: Evidentemente, el interés principal es económico, pero también hay un interés político que se manifiesta en su relación con los militares y los partidos políticos, buscando dominar la política. Por ejemplo, ellos manejan las elecciones y, por otro lado, controlan las instituciones. Planifican con los alcaldes del Urabá lo que van a hacer en la región y elaboran los planes de desarrollo. Por eso nos mataron a dos muchachas en la Comunidad de Paz; querían construir una carretera por la finca de la comunidad, y esta se oponía, argumentando que eso sería una destrucción ecológica terrible, y que se saltarían todas las normas constitucionales y legales para llevar a cabo la obra.
RAYA: Mediáticamente, las disidencias de Iván Mordisco son el grupo armado que más fuerza tiene hoy en el país; no obstante, el informe concluye que los paramilitares encabezan la lista de perpetradores con 56 asesinatos en el primer semestre del año. ¿Cómo entender estos contrastes entre control territorial y vulneraciones a los derechos humanos?
Padre Giraldo: Ese es otro aspecto muy preocupante, y lo confirmaron los líderes que vinieron del Caquetá y el Putumayo. Todos estos grupos paramilitares están haciendo alianzas con las disidencias y, aún más, con los mismos militares. En estos departamentos, los militares se están integrando en los grupos Comandos de la Frontera. Hay militares involucrados. Otros, que aparecen como disidencias, también son militares. Entonces, hay una mezcla terriblemente confusa.
Petro les decía a las cúpulas militares: "Antes, cuando iban a las zonas de conflicto, tenían la consigna: mato o me matan. Ahora ya no se preguntan eso, ahora la pregunta es: me vendo o no me vendo, y por cuánto me vendo". Entran en una zona de conflicto y son abordados inmediatamente por los líderes paramilitares o de sus grupos, que no se identifican como tales, pero son paramilitares. Les dicen que no necesitan identificarse plenamente, solo coordinar con ellos y les pagan.
RAYA: Pero con esta nueva mesa de diálogo con el Clan del Golfo, ¿se puede lograr desmontar el paramilitarismo definitivamente?
Padre Giraldo: Eso es lo que Petro está intentando, pero sabe que no es algo de corto plazo y que no es fácil. Debe llevarlo a cabo por etapas y fases.
RAYA: Desde 1991, el ELN ha estado en distintas mesas de diálogo. Hasta el 3 de agosto era uno de los procesos más avanzados que tenía el Gobierno Petro. Dado el seguimiento que desde el Cinep le han hecho, ¿qué falló esta vez para que no pudiera prosperar?
Padre Giraldo: La conciencia del Comando Central (COCE) del ELN siempre fue que están frente a un enemigo de clase, un enemigo que no va a ceder en nada porque nos considera demonios. Con esa conciencia más o menos se metían en las negociaciones, pero cuando comenzó este gobierno, se dieron cuenta de que había un cambio y de que se podía avanzar.
Avanzaron en ese punto de la participación de la sociedad, y salió un documento bueno. Pero también he sido crítico con ellos, ya que, en lugar de reunir a la gente en una asamblea para que lleguen con una lista de mercado—diciendo que quieren un aeropuerto en tal parte o una carretera—les he aconsejado que recojan las cinco necesidades básicas de la gente: alimentación, vivienda, trabajo, salud y educación, y que lancen ese desafío al país para que ningún colombiano se quede sin eso. Con eso solo bastaría para lograr una transformación nacional.
RAYA: Entonces, ¿los comandantes del ELN no han hecho una lectura sobre el Gobierno con el que están sentados a dialogar?
Padre Giraldo: Ellos se han sentado a analizar. Sin embargo, llegó este conflicto desgraciado con ese líder que se les metió allá en Arauca, y empezaron a sospechar; lo tuvieron como un comandante local. Hasta que decidieron investigarlo y someterlo a juicio, se escapó y se fue a Nariño. El Gobierno lo apoyó, y esa actitud ambigua rompió las negociaciones.
El prontuario que el ELN tenía como investigado era que ese comandante tenía un plan de dividir en pequeños núcleos al grupo, fraccionarlo y pulverizarlo. Entonces, dicen que es un infiltrado y el Gobierno no les cree eso.
RAYA: ¿Se le puede dar oxígeno a esa mesa en estos dos años de Gobierno?
Padre Giraldo: Yo no he visto por dónde. Las dos partes están muy cerradas: Otty y Petro por un lado, y el COCE por el otro.
RAYA: En el informe señalan que “a pesar de los llamados a reformar la justicia, las élites continúan controlando el poder judicial, perpetuando la violencia en muchas regiones”. ¿A qué se refiere con esto? ¿Qué hallazgos tienen en esa vía?
Padre Giraldo: Nosotros, en el Cinep, hemos analizado los mecanismos de impunidad desde hace mucho tiempo. Sin embargo, últimamente hemos observado que los elementos de identidad de los victimarios, aunque sean débiles y ambiguos, se han ido esfumando. Antes existía una tradición en la que los grupos dejaban un mensaje indicando el porqué de sus acciones y firmaban con un nombre, aunque fuera ficticio. Ahora, el proceso es completamente anónimo, y los fiscales no quieren involucrarse en ello.
Hicimos un análisis profundo, tomando experiencias de otros países, e identificamos que no se trata de victimarios individuales que matan a un campesino por interés personal, sino que están motivados por una estructura mayor que hemos denominado "Plataforma Socio Estatal de Exterminio Impune".
RAYA: ¿Quién está detrás de esa plataforma?
Padre Giraldo: Hemos llegado a la conclusión de que todos estos crímenes son perpetrados contra líderes de base que defienden derechos humanos, como las guardias indígenas y campesinas, los líderes de la Junta de Acción Comunal, las víctimas y los reclamantes de tierras. Esto constituye una política generalizada que, aunque no está escrita, se refleja en la práctica por ser sistemática.
Encontré un texto de los años 80 en el que un general retirado instruyó a un líder paramilitar de la época. El general les dijo que estaban matando a demasiadas personas en grupos, lo que afectaba su imagen ante el mundo; por lo tanto, debían "matar graneado". Eso es lo que se aplica hoy: matan a un líder en Tumaco, al día siguiente a un reclamante de tierras en Urabá, luego a un líder del movimiento del Catatumbo, y así sucesivamente a lo largo del país. Eso es lo que llamamos una "Plataforma Socio Estatal de Exterminio Impune", que busca exterminar el movimiento social.
Padre Giraldo: La gente está enamorada de la paz, pero su enamoramiento es muy ingenuo. En este momento, se cree que solo con implementar el Acuerdo de Paz ya hemos logrado la paz. Petro tiene intuiciones válidas, y es que ya no basta con firmar acuerdos con estructuras armadas. Él repite mucho que la paz debe ser territorializada y que debe incluir una salida económica para la población de la zona, convenciendo así a la gente de que es necesario seguir apostando por la paz.
RAYA: Es difícil hacer pronósticos sobre el futuro de este Gobierno, pero ¿cuáles serían las recomendaciones para que las nueve mesas de diálogos con los distintos grupos armados lleguen a buen puerto?
Padre Giraldo: El proceso está empantanado, y eso hay que reconocerlo. Creo que Otty y Vera Grave no son las personas adecuadas para llevar la conducción de los diálogos, y ojalá Petro lo vea en algún momento. También está el problema de la oposición en el Congreso, para la que Petro trajo a (Juan Fernando) Cristo, buscando atraer a algún sector de lo que llamamos clase dirigente. No sé si eso le funcionará. Sin embargo, hay consenso en que el tiempo que queda es muy corto para alcanzar la paz en este Gobierno.
RAYA: Sigue siendo una pregunta abierta: ¿en algún momento conoceremos la paz en Colombia?
Padre Giraldo: No muy pronto. La paz aún exige mucho tiempo, decisiones profundas y procesos que involucren a la gente