Por Juan Pablo Soler Villamizar
El mes de marzo es simbólico por la lucha contra las represas y por la celebración del día mundial del agua, sin embargo en las acciones que se emprenden están marcando la pauta las acciones de la sociedad civil por tomar la transformación del modelo energético en sus manos o como han dicho los activistas de Casa Pueblo en Puerto Rico: “por la resurrección del planeta, la insurgencia energética”.
Esto ha sido incentivado por las necesidades insatisfechas y las condiciones impuestas por el mismo modelo en el que las tarifas se han vuelto impagables y la deuda histórica con las comunidades afectadas por hidroeléctricas no se ha atendido. Tres experiencias con enfoque comunitarias puestas en marcha por procesos comunitarios de base muestran que la transformación en manos de los pueblos es posible y sigue en curso. En todos los casos el enfoque comunitario impreso en los proyectos se puede leer en dos perspectivas, la primera relacionada con los objetivos de las instalaciones y la segunda con el proceso participativo del diseño y montaje, una tercera, pero que no profundizaré en esta columna, son las necesidades o situaciones que las originaron.
En orden cronológico de montaje y entrada en operación, se sitúa el proyecto Vereda Sol y Lares en Minas Gerais propuesto por el Movimiento de Afectados por Represas de Brasil (MAB) que empezó a operar la segunda semana de marzo. El proyecto consistió en crear una isla flotante sobre el embalse de una represa de más de 3.000 paneles solares que representan 1200 kilovatios de capacidad instalada.
La producción que se estima tener ronda los 1,8 Gigavatios-hora por año los cuales abastecerán en primer lugar a 1.250 familias de bajos ingresos o pequeñas iniciativas productivas quienes verán reducida su cuenta mensual de energía, en segundo lugar, el resto de la energía será inyectada a la red por lo que se espera que se generen dividendos que serán reinvertido en iniciativa asociadas al mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades que fueron afectadas por hidroeléctricas en esa zona conocida como el semiárido minero o Valle de Jequitinhonha.
Un factor diferencial de este proyecto es que contó con la voluntad y compromiso de diversos aliados estratégicos, entre ellos de la compañía de electricidad del estado de Minas Gerais - CEMIG, la Corporación AEDAS y representantes de la Academia. El proceso de diseño participativo que llevó a cabo el proyecto involucró a más de 5.900 personas de 19 municipios en más de 420 reuniones desde 2018 hasta que el proyecto vio la luz en marzo de 2023.
En segundo lugar, sucedió la convocatoria de la segunda marcha por el sol que Casa Pueblo adelantó el municipio de Adjuntas en Puerto Rico y a la cual acudieron cientos de personas llenando de colores las calles del municipio. El hito de esta acción sería la conexión de una batería de abastecimiento al sistema de 172 kilovatios que funcionaba hace más de un año lo cual habilitaría la conexión al sistema de una pizzería, panadería, óptica y una iglesia entre otros espacios vitales de la comunidad.
Esta iniciativa comunitaria es la posibilidad de construir mejores condiciones de vida en la isla ante las secuelas que dejó el paso del Huracán María en 2017el cual devastó el sistema eléctrico e infraestructuras, las que dejó el terremoto en los albores del 2020 y finalmente, que no cesan, las que trajo la pandemia de la Covid-19.
El contexto en el que se promueve Adjuntas Pueblo Solar, que busca constituir una microrred con 40 usuarios interconectados, se posiciona como una alternativa real y de referencia para puerto rico y el mundo en la que no se tuvo un peso del fisco federal. Y vale la pena resaltar la autogestión comunitaria pues a pesar de que el gobierno de Estados Unidos ha aprobado millonarios desembolsos para desarrollar programas de autobastecimiento en la isla con energía renovables, solo un 3 % de la generación proviene de este tipo de proyectos. Los dineros no han sido ejecutados o las empresas eléctricas han buscado que la alternativa al carbón sea la importación de gas.
En tercer lugar, se situó la iniciativa en Colombia de las Comunidades Sembradoras de Territorios, Aguas y Autonomías – Comunidades SETAA - que decidió instalar un primer sistema conectado a la red -on grid- de 2.1 kilovatios el pasado 21 de marzo. Este sistema diseñado preliminarmente para abastecer la demanda de una vivienda rural también inyectará energía a la red que consumirán los vecinos del lugar en el Municipio San Vicente Ferrer en Antioquia.
En Colombia, la legislación para instalar proyectos conectados a la red sin el uso de batería es relativamente reciente, y es lo que buscan estudiar los integrantes de Comunidades SETAA con este proyecto que además se constituye como un aula abierta, como lo han venido establecido en otras veredas, en el que los estudiantes de la escuela local podrán visitar, investigar y hacer seguimiento.
A diario las comunidades siguen avanzando en la construcción de un proyecto energético popular que responde a la construcción de otros paradigmas de sociedad donde el agua y la energía no son mercancías y donde las diversas formas de vida son respetadas. De este modo, sin intermitencia, seguiremos asistiendo el proceso en que más proyectos de energía comunitaria ven la luz.