Por Dumar A. Jaramillo-Hernández *
Antes de hablar de la inmersión superficial, y sobre cómo editar el genoma a partir del uso de “tijeras moleculares” podría ser el mayor avance científico de la era moderna de la medicina, tratemos de precisar primero qué es CRISPR-Cas9, el acrónimo en inglés que recoge la expresión “Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats”, cuya traducción técnica es “Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Espaciadas”.
Esta es un producto del genoma de ciertas bacterias en las que CRISPR es una región del ADN que actúa como defensa contra los virus que infectan bacterias, descubierto por el investigador español Francis Mojica en el año 1993. Así cuando el genoma viral ingresa a la bacteria, el sistema CRISPR le permite a esta última identificar al virus como ajeno agresor, y guía la maquinaria nuclear para frenar su multiplicación, propiciando su destrucción dentro de la bacteria infectada por el virus.
Por otro lado, Cas9 es una enzima con capacidad endonucleasa (molécula orgánica que corta genes - fragmentos de ADN). En ese orden de ideas, CRISPR funcionaria para guiar la enzima Cas9 hacia una secuencia de ADN del genoma celular que deseamos cortar – editar. En ese espacio creado dentro del genoma, podemos acomodar un nuevo fragmento de ADN que expresaría una proteína que ayudaría a solucionar - controlar la enfermedad del individuo que recibe la terapia CRISPR-Cas9.
Como todo proceso vinculado a cambiar la naturalidad del proceso evolutivo de un ser, este podría traer cambios, algunos con consecuencias adversas para quienes están sometidos a este tipo de tratamiento. Respecto a la terapia genética con CRISPR existe la posibilidad de asociar los efectos on-target, que hacen referencia a las alteraciones génicas no buscadas cuando se edita el genoma celular (on-target = en el mismo lugar que queremos editar), esta acción podría originar mutaciones peligrosas aun más perjudiciales que las que se piensan tratar - eliminar.
Ahora lo importante es aclarar que, dado que existe alta complejidad al entender que existen herramientas de laboratorio que permiten, a través del uso de “tijeras moleculares”, corregir errores del genoma celular, es el bajo costo, fácil acceso y alta versatilidad de esta tecnología, en comparación con otras técnicas asociadas y conocidas tiempo atrás; como lo describen los equipos de científicos Jennifer Doudna, Emmanuelle Charpentier y Feng Zhang que han desenmarañado este descubrimiento.
La tecnología CRISPR ha revolucionado el mundo de la biología molecular, ya que permite la edición precisa del genoma humano. Desde su descubrimiento, se ha hablado mucho sobre el potencial de CRISPR para el tratamiento de enfermedades genéticas y cáncer. Principalmente de las primeras, una categoría donde se han caracterizado alrededor de 230 enfermedades en humanos asociadas a anomalías. La mayoría se trata de errores pequeños de secuencia génica, que podrían corregirse sin alterar grandemente el genoma celular. Por supuesto, esta situación generó que esta tecnología fuera considerada el mayor avance científico del año 2015.
Por supuesto, los usos en diferentes aspectos de desarrollo productivo no se han hecho esperar. Por ejemplo, en Estados Unidos donde no se somete el uso de CRISPR en producción de vegetales a una regulación especial, ya se venden cultivos de champiñones editados que se conservan durante más tiempo.
Por otro lado, en el mundo existen varios proyectos de impulso genético (actividad en la cual un gen modificado podría heredarse casi en el 100% de los individuos editados genéticamente), donde en unas pocas generaciones se podría modificar una población – especie endémica completa. Este año, una región del Brasil ha reducido cerca del 70 por ciento de los casos de dengue gracias a la edición genética de los mosquitos transmisores (Aedes aegypti), los cuales están infectados con una bacteria Wolbachia que genera imposibilidad de trasmisión del virus del dengue. Cuando los mosquitos macho A. aegypti con Wolbachia se aparean con mosquitos hembra silvestres que no tienen Wolbachia, los huevos no producen crías (son infértiles). Por supuesto, estos experimentos y sus resultados ponen sobre la mesa la condición de fracturar los procesos de selección natural, generando así, riesgos ecológicos que fácilmente tomarían el camino de uso de bioterrorismo, entre otros grandes males socio-políticos.
Apartándonos de los desastres inevitables, que seguro traerá la estupidez humana el utilizar esta tecnología al alcance de todos los grupos de investigación, quisiera centrarme en los diálogos de saberes respecto de las opciones farmacológicas específicas que la tecnología CRISPR podría entrar a dar soluciones económicas vanguardistas para el tratamiento de enfermedades incurables. El primer ejemplo que quiero presentar es “CTX110”, una terapia desarrollada por la empresa de biotecnología CRISPR Therapeutics, que busca el tratamiento de ciertos tipos de cánceres de células B.
En mayo de 2021, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) otorgó a CTX110 la designación de terapia de medicina regenerativa avanzada (RMRA), lo que representa un importante reconocimiento a la promesa terapéutica del enfoque de CRISPR en pacientes con enfermedades graves y sin opciones de tratamiento. La designación de RMAT significa que CTX110 recibirá prioridad en la revisión regulatoria y la posible aprobación acelerada por parte de la FDA, gracias a la evidencia preliminar de su eficacia y seguridad en los modelos experimentales preclínicos.
Sin embargo, antes de que CTX110 pueda estar disponible para los pacientes, aún deben realizarse ensayos clínicos adicionales para demostrar su seguridad y eficacia en casos de cáncer de células B. Si se completa con éxito esta fase de ensayos, la esperanza es que CTX110 pueda ser una opción terapéutica aprobada para pacientes con cáncer de células B que no han respondido a otras terapias.
Es importante destacar que CTX110 es una de varias terapias basadas en CRISPR que han progresado en ensayos clínicos en los últimos años. Si bien CRISPR se encuentra todavía en las primeras etapas de su desarrollo y hay muchos desafíos por superar, es emocionante ver el progreso continuo de esta tecnología y su potencial para mejorar la vida de pacientes con enfermedades genéticas y cáncer.
Así, el principal motivo de esta columna de opinión es la posibilidad de que hoy, en el año 2023, una terapia experimental basada en CRISPR ha dado un paso importante en su camino hacia la aprobación histórica por la FDA de los Estados Unidos para su uso en pacientes con desordenes sanguíneos (hemoglobinopatias) genéticos (recordando que sí la aprueba la FDA, seguro lo aprueba INVIMA en Colombia).
En teoría entre 8 a 12 meses el mundo conocería la decisión de la FDA respecto a la solicitud de las empresas “Vertex” y “CRISPR Therapeutics” para la aprobación de su terapia celular ex vivo -sacando las células, modificándolas y volviéndolas a inyectar-, basada en CRISPR (denominada: “exagamglogene autotemcel”) para tratar las enfermedades sanguíneas de células falciformes y la β-talasemia. Esta sería la primera aplicación directa sobre tratamiento génico a partir de la tecnología CRISPR en humanos, todo un hito científico.
Por supuesto, desde la reforma a la salud que está proponiendo el Gobierno del cambio, es imprescindible que este tipo de avances científicos que redundan en bienestar poblacional y mejoras sustantivas en la salud estén enmarcadas en las posibilidades de acceso a las personas de a pie en nuestro país, seria bastante grato que el acetaminofén y diclofenaco seguirían siendo medicamentos esenciales recetados a diestra y siniestra, y claro que las terapias farmacológicas que revolucionan el mundo estén en el menú de los recetarios de los galenos.
* Profesor MVZ. Esp. MSc. PhD. Universidad de los Llanos.