¿Qué está en juego en América Latina con un hipotético triunfo de Javier Milei, el candidato de la extrema derecha en Argentina? Este domingo 19 de noviembre se define el balotaje en segunda vuelta.
Por: Paula Giménez
Directora en NODAL (Noticias de América Latina y el caribe), analista en CLAE (Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico)
Buenos Aires (Argentina)
El 19 de noviembre, Argentina definirá no sólo quién será su próximo presidente, sino también, qué viraje tomará el proyecto político nacional que conduzca los destinos del Estado y la sociedad argentina. Las elecciones se resolverán entre Sergio Massa y Javier Milei. Massa es el candidato de Unión por la Patria, actual ministro de Economía del país, que asumió su cargo hace poco más de un año, enfrentando todos los condicionamientos impuestos por el FMI (Fondo Monetario Internacional) tras el acuerdo Stand By alcanzado por Mauricio Macri en 2018. Milei es el candidato de La Libertad Avanza, un “outsider” que, aunque promete acabar con la “casta política” argentina, son cada vez más explícitas sus conexiones con la verdadera casta, la política, financiera y comunicacional.
Los resultados inesperados de las elecciones generales del 22 de octubre dejaron en carrera a dos candidatos que expresan programas absolutamente antagónicos. Milei, que se había posicionado en primer lugar en las elecciones Primarias de agosto, obtuvo el 29.9% de los votos, mientras que el candidato oficialista, Sergio Massa, se posicionó primero con el 37%, una ventaja considerable pero sin lograr el 40% de distancia requerido para ganar en primera vuelta. Más atrás quedó la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, con el 23,8%.
Para intentar comprender el carácter de la disputa que se dirime este 19 de noviembre es necesario, en primer lugar, analizar algunos elementos que rodean al supuesto “emergente” por fuera de las fuerzas políticas tradicionales de este siglo. El “fenómeno Milei” no sólo se explica por el alcance que el libertario ha logrado en las redes sociales (solo en TikTok, la cuenta oficial de Javier Milei tiene 1,4 millones de seguidores, mientras que la paralela, Peluca Milei, cuenta con 2,3 millones, teniendo ambas gran cantidad de interacciones). Además, detrás de su candidatura hay una serie de actores nacionales, regionales e internacionales que juegan un rol preponderante en su campaña electoral y en sus futuras políticas, en caso de ser elegido presidente.
Tal es el caso de Fernando Serimedo, quien mantiene vínculos directos con Steve Bannon, asesor de Donald Trump, y que participó de las campañas electorales de Antonio Kast en Chile o Jair Bolsonaro en Brasil, y que hoy lidera la campaña en redes sociales de La Libertad Avanza. Por otra parte, durante este año y en plena campaña electoral, Javier Milei mantuvo reuniones en Estados Unidos con representantes del Fondo de Inversión Black Rock y otros fondos como Allianz SE, FMR, Capital Group, UBS, Credit Agricole Group, Vanguard Group, NN Group, Intesa Sanpaolo, Global Evolution, Ashmore Group, TCW Group.
En cuanto a sus aliados locales, sus relaciones finalmente se hicieron oficiales. Ni bien finalizadas las elecciones del 22 de octubre, Patricia Bullrich, ex-candidata presidencial de Juntos por el Cambio, se posicionó en favor del candidato libertario, de la mano del ex-presidente Mauricio Macri, quienes llevaron hasta el límite de su ruptura a la coalición opositora del país.
Con esta nueva alianza, Javier Milei, comenzó una campaña de “moderación” en sus discursos y apariciones televisivas. Luego de fustigar a quienes piensan distinto llamándolos “zurdos de mierda”, o de plantear que los liberales son “superiores moralmente”, llamó a líderes de la izquierda argentina a formar parte de su Ministerio de Capital Humano; y se desdijo sobre sus propuestas de privatización del sistema de salud y educación.
Sin embargo, algo que no pudo quitar de su discurso, fue aquello que también representa en su propuesta electoral, Victoria Villarruel, candidata a vicepresidenta, identificada con la verdadera casta militar, aquella que no solo niega los 30.000 desaparecidos, sino que incluso, reivindica los crímenes de lesa humanidad cometidos en el país, haciendo resurgir un discurso negacionista que intenta, peligrosamente, borrar las conquistas alcanzadas en materia de derechos humanos y en políticas de Memoria, Verdad y Justicia en estos últimos años, reconocidas a nivel internacional.
La Libertad Avanza se ha constituido como una opción política que legitima la violencia y los discursos de odio, la represión, la militarización del territorio argentino, el aniquilamiento de sus adversarios políticos - que identifican como “el kirchnerismo” y la dependencia económica extrema a los poderes fácticos, principalmente norteamericanos. El riesgo que supone este proyecto político al frente del ejecutivo nacional no es una preocupación solo para los y las argentinas, sino de líderes y lideresas de toda la región y el mundo.
Frente a las amenazas de Milei de romper relaciones con Brasil o China, considerándolos países "comunistas", se opone a un proyecto respaldado por el peronismo y liderado por Sergio Massa. Este proyecto busca el crecimiento industrial y social, impulsando el trabajo y la producción nacional, y protegiendo los intereses y la soberanía, apostando a políticas enfocadas en el mercado interno, la defensa de intereses nacionales, y la ampliación de derechos, en alianza estratégica con el presidente de Brasil, Lula da Silva.
La trascendencia de estas elecciones va más allá de las fronteras argentinas. Frente al inminente ajuste que Milei pretende hacer en nombre de la libertad, Sergio Massa plantea la posibilidad de encarnar un proyecto nacional que no solo resguarde la industria local en Argentina, sino que también promueva una vía alternativa para el desarrollo económico en América Latina, centrada en la autonomía y en la distribución de la riqueza. Estas elecciones, por tanto, serán determinantes en la configuración de agendas en toda la región, delimitando un escenario geopolítico crucial para la integración y el futuro de Latinoamérica y el Caribe.
¿Por qué los argentinos votan a Milei?
La crisis económica, la inflación, la frustración y la “necesidad percibida de cambio” podrían ser factores determinantes, sumados a un profundo desencanto con la clase política tradicional, percibida por algunos como corrupta, ineficiente o desconectada de las necesidades de la sociedad. Estos elementos ayudan a entender el comportamiento electoral en el voto argentino. En este escenario, Milei, con su discurso antiestablishment, se presenta como una opción atractiva para aquellos que anhelan un cambio radical.
Esta “necesidad percibida de cambio” se ve exacerbada por el impacto de las redes sociales en la formación del sentido común. Plataformas como TikTok, Twitter, Facebook e Instagram han amplificado el discurso de Milei, alcanzando a diversos estratos de la sociedad, especialmente a jóvenes deseosos de cambios y descontentos con la situación política actual. Este fenómeno destaca la capacidad de las redes sociales para influir en la percepción pública y movilizar a sectores que buscan una alternativa disruptiva en medio de un escenario político marcado por la insatisfacción y la búsqueda de transformación.
El conjunto de estos elementos conlleva la gestación absolutamente intencional de una corriente radicalizada anti kirchnerista, forjando una narrativa centrada en la antinomia de corrupción, la responsabilidad ante la inflación y la percepción de los planes sociales como instrumentos políticos clientelistas. Esta construcción narrativa fomenta un menosprecio hacia lo público, alimentando la noción de un supuesto uso del Estado como vehículo de adoctrinamiento. La figura del "ñoqui", representando a empleados estatales que supuestamente viven del Estado sin aportar efectivamente, se erige como símbolo de crítica al aparato estatal, contribuyendo a consolidar una visión negativa de lo público, sugiriendo indirectamente la prescindencia de un Estado como garante de la ampliación y acceso efectivo a derechos.
Este enfoque, enfatiza en la construcción de una narrativa que cuestiona las prácticas democráticas y abraza propuestas extremas, como por ejemplo, el apoyo a la portación de armas, representando así una amenaza directa para la convivencia social y sugiriendo la posibilidad de una intensificación de la violencia. Este panorama plantea riesgos significativos para la democracia, ya que la normalización de posturas violentas y el desprecio por los principios democráticos fundamentales pueden socavar los cimientos de una sociedad plural, participativa y democrática en toda la región.
El desafío por delante radica, no sólo en sostener y defender la vida democrática, sino también en profundizarla, en hacerla participativa, protagónica y popular, facilitando condiciones para que emerjan procesos de organización que disputen la construcción de un sentido hegemónico y corporativo de la idea de libertad, trabajando para hacerla práctica política, desde una perspectiva de la emancipación de los pueblos.