El pasado 5 de abril, el presidente Daniel Noboa, ordenó un operativo militar conjunto en Guayaquil entre las Fuerzas Armadas del país y asesores de mercenarios privados liderados por Erik Prince, fundador de la empresa Blackwater, recordada por su historial de crímenes de guerra en Irak y un amplio prontuario de fracasos y misiones que terminaron con estafas.
Por David González M.
A pocos días de la segunda vuelta presidencial, que da una ligera ventaja en la mayoría de encuestas a la candidata correísta Luisa González, el mandatario ecuatoriano intentó un operativo espectacular y mediático. Grupos de las Fuerzas Armadas y asesores privados, como Erik Prince, ingresaron a Nueva Prosperina, en Guayaquil. Este es un distrito disputado por bandas criminales asociadas al narcotráfico; hace dos semanas, en una masacre, murieron 14 personas allí.
Nueva Prosperina ha sido, además, el distrito más violento de Ecuador en los últimos tres años. "Encontramos, en primer lugar, a personas encerradas tras rejas dentro de dormitorios: más de 40 personas en solo dos habitaciones. Todo esto fue posible gracias a una investigación que determinó que estas personas eran obligadas a extorsionar en las zonas aledañas, y quienes se negaban eran encerradas en estos espacios dentro de las clínicas", dijo John Reimberg Oviedo, Ministro del Interior. Y acompañó la información con fotos de los arrestados al estilo Bukele.
Pero hay serios cuestionamientos y denuncias sobre abusos en ese operativo.
Los cientos de militares de las fuerzas conjuntas capturaron a 68 personas ese día. Las mostraron ante las cámaras y el foco estuvo en Erik Prince. Lo que no contaron es que, días después, en el momento de la audiencia de formulación de cargos, no existían evidencias o antecedentes contra los capturados. “No se logró generar una relación objetiva del proceso penal y las personas salieron en libertad”, explica Renato Rivera, analista en temas de seguridad en Ecuador.
Dos semanas atrás, Noboa había anunciado una alianza distinta con los hombres de Prince. La propuesta inicial era que la empresa brindaría apoyo en asistencia técnica y operaciones contra la pesca ilegal alrededor de las islas Galápagos. Pero la caída en las encuestas, de cara al balotaje, llevó a otras prisas más peligrosas. “Se modificó esta estrategia y ahora, discursivamente, lo que se plantea es entrenamiento en combate urbano para las Fuerzas Armadas”, agrega Rivera.
El escalamiento de la respuesta de seguridad de Noboa preocupa a sectores de Ecuador. Erik Prince, más allá de ser un rico empresario republicano cercano al círculo de Trump, tiene antecedentes de graves crímenes cometidos con impunidad por las acciones de los mercenarios al servicio de Blackwater y sus empresas.
De la Masacre de Nisour Square y otros crímenes
Durante el primer gobierno de Donald Trump, en el último mes de su mandato, el presidente indultó a cuatro ex empleados de la empresa privada de mercenarios Blackwater. Los mercenarios habían recibido largas condenas por asesinar a 17 civiles en una plaza de Bagdad en 2007.
Los hechos ocurrieron en la Plaza Nisour: sin mediar provocación, los mercenarios —que custodiaban una caravana— dispararon fusiles y granadas contra un grupo de civiles irakies. Asesinaron incluso a Ali Kinani, un niño de 9 años.
En el documental "La víctima más joven de Blackwater", el padre del menor relató:
“Fue horrible y muy aterrador. Todavía me despierto sobresaltado por la noche. ‘¿Por qué?’, me pregunto. ‘¿Por qué harían eso?’. Éramos civiles que estábamos sentados dentro de los automóviles”.
Este crimen, sumado a otros escándalos, llevó a Erik Prince —entonces CEO y fundador de Blackwater— a cambiar el nombre de la empresa a XE Services en febrero de 2009. Luego lo modificó repetidamente hasta llegar a la actual Academi, que hoy tiene contratos con el gobierno de Ecuador.
Erik Prince, originario de Michigan (Estados Unidos), es un ex oficial de los Navy SEAL que incursionó en el negocio de los mercenarios en 1997. Fundó Blackwater en Carolina del Norte como un centro de entrenamiento para personal militar. Su negocio ganó fuerza tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando el gobierno estadounidense de Bush incrementó los contratos privados en el marco de la "guerra contra el terror".
Los hombres de Blackwater participaron en la invasión de Irak en 2003, aunque su papel no fue decisivo militarmente. Ese mismo año, sufrieron la emboscada de Faluya: cuatro mercenarios cayeron ante fuerzas rebeldes, y sus cuerpos aparecieron colgados en un puente sobre el río Éufrates.
Pero no fue el único escándalo. Informes presentados al Congreso de Estados Unidos revelaron que, entre 2005 y 2007, Blackwater estuvo involucrada en 195 tiroteos indiscriminados. En más del 80% de los casos, sus guardias dispararon primero, aunque su obligación era defensiva.
A pesar del éxito económico de su corporación, los escándalos obligaron a Prince a vender la compañía y fundar en 2010 el Frontier Services Group, del que fue presidente hasta 2021.
Para entonces, Prince ya se presentaba como un empresario exitoso, vinculado a programas de la CIA y con estrechos lazos con el círculo republicano cercano a Donald Trump. Su hermana, Betsy DeVos —una millonaria evangélica— pasó de liderar el Partido Republicano en Michigan a ser Secretaria de Educación durante el primer gobierno de Trump.
De crímenes a charlatanería: la marca Prince
El último escándalo de Prince, antes de su llegada a Ecuador, fue su fallido intento de operar contra el gobierno de Nicolás Maduro. Una misión que se sumó a su historial de fracasos militares: En 2018, el gobierno de Afganistán rechazó su presencia y su propuesta de privatizar la guerra. En 2019, una incursión en Libia —para neutralizar al líder Omar Haftar— terminó con mercenarios capturados mientras huían hacia Malta.
En 2024, Prince reapareció en América Latina promoviendo la campaña "Ya casi Venezuela" en redes sociales, tras la reelección de Maduro. El ex fundador de Blackwater lanzó un conteo regresivo para una supuesta incursión, iniciando una campaña de crowdfunding con fondos no verificados.
La campaña incluso llegó a Times Square, donde Prince instó a venezolanos a donar para la operación. Tras semanas de recaudación, el plan militar nunca se ejecutó; en cambio, el gobierno de Maduro anunció sanciones e investigaciones contra los donantes.
Pero esa no fue su única derrota reciente: medios israelíes revelaron que Prince intentó vender a su gobierno equipos de minería para inundar los túneles de Hamás en Gaza, tras la ofensiva iniciada el 7 de octubre (señalada por la ONU de ser un genocidio).
El proyecto también fracasó.
¿Prince: una estrategia electoral de Noboa?
A pesar de ese historial de fracasos, crímenes y negocios turbios, el presidente Daniel Noboa confía parte de su estrategia de seguridad —y su repunte en campaña— a la alianza con Erik Prince, cuando el resto de su política contra la violencia hace agua.
El presidente había tomado varias medidas en el marco de declarar el estado de excepción y de conflicto armado interno. Pero, un mes atrás, la Corte Constitucional declaró que no podía determinar la validez de esa figura en Ecuador. Noboa venía dando más funciones a las Fuerzas Armadas en ese marco, incluso para controlar las cárceles, epicentro de los focos de violencia de las bandas. Pero los objetivos de seguridad no se cumplen.
“La meta inicial es reducir el número de homicidios, pero lo que vemos es un incremento, ¿verdad? La estrategia de puesta en marcha de estados de excepción y militarización, entendida como patrullajes de Fuerzas Armadas en las calles, no logra reducir esa violencia”, explica el analista Rivera.
El espectáculo mediático con el mercenario Erik Prince en el foco de las cámaras fue visto como un acto desesperado ante la posibilidad de perder las elecciones. Pero la estrategia puede salir mal.
“La mayor cantidad de votantes de Noboa están en las ciudades grandes del país, y sobre todo en la sierra. Y estos operativos se están concentrando en las zonas populares de Guayaquil, donde más bien puedes tener un rechazo por este tipo de intervenciones”, explica Rivera y agrega: “Puede que el sector urbano de clase media y clase alta lo perciba como algo positivo, pero es la gente que ya votó por Noboa (en la primera vuelta)”.
El clima es tenso en Ecuador de cara al balotaje. Y la violencia no cede. “En estos tres meses se han cometido por día una mayor cantidad de homicidios que en 2022, el año más violento de la historia del país, que tenía más o menos 22 homicidios por día. Ahora tienes 26”, concluye el analista.