Una propuesta innovadora se teje en la capital del Cauca: Asomanuelitas, una organización de mujeres firmantes del acuerdo de paz, de víctimas del conflicto y de lideresas comunales que han construido un espacio de cuidado para sus hijos e hijas mientras se forman políticamente. A pesar de los más de 420 firmantes asesinados, este grupo de mujeres sigue buscando paz con justicia social.
Por: Cristian Camilo Ubaque Calixto
Especial para la Revista RAYA
La semana pasada se cumplieron ocho años desde la firma del acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la extinta guerrilla de las Farc, en el que más de 13 mil combatientes dejaron sus armas para apostarle a una vida civil con oportunidades por fuera de la guerra. Muchas cosas han pasado desde entonces, entre esas, el asesinato de más de 420 firmantes del acuerdo, muchos desplazamientos y el asedio constante de los grupos armados y de algunos civiles que se empeñan en señalar y atacar a los firmantes de la paz. A pesar de ello, los antiguos guerrilleros saben que este proceso sigue siendo un ejemplo para un mundo en llamas: 12.136 excombatientes siguen en el proceso y ven que el diálogo que permitió la firma es la herramienta para continuar.
La organización Asomanuelitas (Asociación de Mujeres por La Paz con Justicia Social), que nació en 2021 en Popayán, la capital del Cauca, es un ejemplo claro de ello. Son mujeres firmantes, víctimas del conflicto y lideresas comunales y populares, que se quieren formar políticamente, pero que también, no quieren descuidar a sus hijos, estar tan lejos de ellos, en un mundo en el que la búsqueda del dinero genera soledad. De eso se trata, en parte, la aplicación del enfoque de género, que no es más que hacer énfasis en los derechos de las mujeres que tienen una doble carga en la vida: crear y criar nuevas vidas.
Esta es la casa Asomanuelitas, ubicada en el barrio La Pamba de Popayán, cerca al centro histórico de la capital del Cauca.
La casa donde se maquinan todas estas ideas está ubicada en el barrio La Pamba de Popayán, en cuyas paredes ha quedado el testimonio de lo que han recorrido. Son mujeres, por decirlo de alguna manera, que han tenido otros sueños y otras vidas, en donde el énfasis de lo políticamente correcto es prioritario. Buscar prevenir las violencias cotidianas contra la mujer no solo físicas, cuando son agredidas en sus entornos familiares o laborales, sino también, las simbólicas, como el nulo acceso a un pedazo de tierra o a ser autónomas en cuanto al dinero y a determinar qué se hace con él.
La ciudad y los payaneses las han acogido con admiración, pero la mancha de sangre de más de 420 de sus compañeros asesinados en diferentes regiones del país, las pone en otro reto: cuidarse física y mentalmente. En ese departamento, Cauca, según la Defensoría del Pueblo, más de 70 homicidios contra firmantes se han registrado desde la firma del acuerdo. “Por el hecho de estar enmarcadas con el acuerdo de paz y la reincorporación, genera unas situaciones que hay que saberlas manejar y siempre debemos estar alertas de todo lo que ocurre alrededor de este lugar”, dice Erika Calderón Rincón, la presidenta de Asomanuelitas.
Son mujeres bolivarianas, y por eso la fachada de la casa en La Pamba está pintada con el rostro de una mujer al lado del libertador: Simón Bolívar. En su interior, la casa se divide en tres espacios: el primer y segundo piso dedicados a abrir sus puertas al público para exhibir su historia y vender los productos que han surgido de iniciativas de sus compañeros y compañeras antes en armas. Todo está atravesado por esa transición entre la guerra y la paz. Café, ropa, vasos con rostros de esos dos momentos que ha vivido el país. Por ejemplo, en uno de los vasos está pintada la foto de Piedad Córdoba, la líder de izquierda fallecida, quien ayudó a mediar para que la guerrilla liberara secuestrados. También, en las paredes están los rostros de ellas o de los momentos históricos del acuerdo.
La historia de los últimos días de la guerra en las paredes de la casa de Asomanuelitas
La línea de tiempo es larga e ilustra un poco cómo ha sido el proceso de paz. Pero en el tercer piso, que es su espacio privado, están las oficinas de Asomanuelitas. Allí se congrega gran parte de sus acciones para aplicar ese enfoque de género que quedó escrito en el acuerdo. Desde mapas conceptuales, con el organigrama y los objetivos de la asociación, hasta los juguetes y las camas para cuidar a los niños y niñas mientras realizan sus reuniones políticas.
El enfoque de género: el cuidado y la no violencia contra las mujeres
Ser firmante del acuerdo de paz enfrenta otro reto: encontrar una posibilidad laboral que les permita tener las cosas básicas de la vida. Muchas veces, en eso también han encontrado las puertas cerradas de la sociedad. Por eso, emprender en sus iniciativas aplicando el acuerdo ha sido una opción eficaz. En esa reflexión, han surgido Las Manuelitas, unas mujeres, en su mayoría, de arraigo campesino, indígena y afro, quienes ahora están encontrando en su espacio herramientas psicosociales para tener una vida más tranquila, por el mismo contexto de inseguridad, estigmatización, persecución y amenazas que afectan su vida cotidiana y sus liderazgos.
“Muchas compañeras que eran muy tímidas, por ejemplo, para hablar, una vez recibieron ese acompañamiento florecieron en ese liderazgo también desde el cuidado. A muchas compañeras les gusta trabajar con niños y niñas, pero decimos bueno, les gusta, pero también hay que valorar eso económicamente. Entonces, muchas se han beneficiado del trabajo de cuidado cuando están aquí en la casa o cuando se van a otros lugares a las reuniones políticas”, dice Erika Calderón, la líder de la asociación.
La palabra cuidado encierra muchos objetivos: cuidarse ellas (física y mentalmente), cuidar a sus hijos y participar continuamente en la formación política. Pero en el fondo es una iniciativa que trae implícito el enfoque de género. Dos años antes de que se constituyeran como Manuelitas, empezaron a desarrollar los espacios de cuidado para niños y niñas, una idea que se ha ido consolidando en lo que hoy se denomina La Trochita Creativa, un espacio de cuidado para la primera infancia, para la niñez y la adolescencia, con actividades recreativas, pedagógicas y culturales.
La Trochita Creativa: una apuesta por el cuidado de sus hijas e hijos, un espacio que evita la excusa para formarse políticamente
Este espacio también se presta como un servicio de manera itinerante, pues las expertas se trasladan a los diferentes eventos sociales, en donde se forman política y mentalmente, con el fin de aplicar los aprendizajes que dejan las guerras y sus sueños de revolucionar desde el espacio en el que se encuentren. A estos lugares llegan con sus herramientas lúdicas y recreativas con las que, mientras algunas de ellas se encargan de liderar o hablar en público, otras hacen esa labor de cuidar de sus hijos y enseñarles desde el enfoque de género del acuerdo de paz.
“Compartir diariamente en actividades tan sencillas como ir de paseo o encontrarse en un lugar con la naturaleza, eso también nos ha permitido forjar lazos y unirnos. Trabajar también desde la camaradería, otros espacios que antes en la guerra y en esa lucha armada, no se veían”, dice Erika. Pero, ¿cómo imaginar este ejercicio de cuidado en la práctica, para evidenciar todas esas palabras que hablan de enfoque de género, lúdico y recreativo?
Es sencillo, lo explica Claudia Bolaños, la líder de Las Manuelitas en el proyecto La Trochita Creativa: “por ejemplo, si una institución u organización lo requiere, o si tenemos algún evento por fuera de este lugar, de esta casa física, se llevan los implementos, los juguetes, el material fungible, lo que se requiera y se adecúa un espacio en donde corresponda para el cuidado de los niños y las niñas, sea de las firmantes o de particulares. Por más chiquito que sea el espacio, generamos las condiciones para que los hijos no sean una barrera para que las mujeres participen de los espacios políticos”.
Claudia Bolaños, líder de la iniciativa de cuidado La Trochita Creativa.
La conexión energética y la tranquilidad se generan cuando las madres pueden asistir a una reunión mientras sus hijos están jugando o aprendiendo de manera simultánea, “eso genera una conexión diferente y permite cambiar ese chip de que los liderazgos generan el abandono a los hijos, sino que las mamás puedan estar ahí con ellos y en cualquier momento puedan ir a verlos. Incluso, muchas veces los niños van a donde ellas están y luego se devuelven al espacio de cuidado”.
Este proyecto próximamente también será un servicio del que se desprenda un proyecto económico, por lo que pretenden expandirlo a organizaciones sociales donde las mujeres tienen el mismo inconveniente: sus hijos como una barrera para asistir a los espacios políticos. Ganaron una convocatoria en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), de nombre Atrapasueños, con el fin de fortalecer las actividades de primera infancia, niñez y adolescencia, es decir, La Trochita Creativa.
La organización actualmente cuenta con 38 asociadas entre mujeres firmantes, víctimas familiares y de comunidad.
Esta organización de mujeres, en parte, viene desde la guerra en donde también tenían su espacio de discusión frente a los hombres y su forma diferente de ver el mundo. Eso se trasladó a la vida civil luego de la firma del acuerdo. Por eso, otra de las iniciativas de cuidado que tienen en desarrollo es la construcción de una Casa de Acompañamiento Comunitario, con el fin de tener un lugar de llegada para sus compañeros o personas vulnerables que sufren a diario situaciones de riesgo o de desplazamiento de sus territorios por la guerra. Hace poco, la Sociedad de Activos Especiales (SAE), la entidad encargada de administrar los bienes incautados a la mafia, les entregó una casa en la que pretenden potenciar esta iniciativa.
“El proyecto de cuidado no lo hicimos pensando solamente en los hijos e hijas de las asociadas, sino que, también, extendimos el trabajo a la población más cercana, en especial a los hijos de las compañeras de Mesa Larga, que son mujeres que trabajan en la galería del barrio Bolívar de Popayán, quienes tampoco cuentan con un espacio de cuidado para sus hijos”, dice la líder del proyecto la Trochita Creativa, Claudia Bolaños.
La casa de la paz en Cauca: un espacio para reconocer al otro en la diferencia
Como se relató anteriormente, la casa de Las Manuelitas, ubicada en el barrio La Pamba de Popayán, es un lugar similar al que pueden encontrar en Bogotá, muy reconocido por su nombre: La Casa de La Paz. Son espacios en donde se juntan excombatientes, estudiantes universitarios, líderes sociales, mujeres, víctimas del conflicto, entre otras personalidades; un lugar donde se exhiben desde cafés de todas las regiones del país hasta cervezas provenientes de los emprendimientos de los firmantes.
“Nosotros tenemos una iniciativa que se llama La Trocha: sentires de la montaña, que es este lugar, este espacio donde nos encontramos, donde nosotras realizamos diferentes actividades económicas, artísticas y culturales. Préstamos diferentes servicios, entre ellos, el catering, el coworking y también el espacio de cuidado para los niños y niñas. Además, comercializamos los diferentes productos de paz, entre ellos, la cervecería La Trocha, La Roja, café, ropa, y demás productos, dice Jacqueline Muñoz, la líder de este proyecto.
Jacqueline Muñoz, líder del proyecto La Trocha, sentires de la montaña.
A pesar de que esta asociación de mujeres ha avanzado en la construcción de un escenario para la paz con justicia social, aún están en la búsqueda de un espacio propio y que les permita estar seguras ante las amenazas de quienes no aceptan que exista un acuerdo de paz. De ellas, solo esperen diálogo y debate de ideas siempre en busca de la equidad para las mujeres y sus hijos, al lado de sus compañeros hombres a quienes no excluyen de estar en su asociación.
* Este trabajo periodístico se realizó gracias al apoyo de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN)