Esta nueva marca es la sombrilla que aglutina todos los cafés de los firmantes del acuerdo de paz, con el fin de producirlo, procesarlo, transformarlo y venderlo al por mayor o en sus tiendas en Colombia y Europa, un sueño que se está haciendo realidad.
Por: Cristian Camilo Ubaque Calixto
Especial para la Revista RAYA
“Cuando te hablen de Trópicos, debes saber que te están hablando del café de la paz, hecho y procesado por firmantes del acuerdo de 2016”, eso dice Jhonatan Sierra, un joven excombatiente de las Farc que hoy lidera este proyecto nacional desde el Valle del Cauca. La finca donde se asientan está ubicada a la derecha de la vía que conduce de Cali a Buenaventura, exactamente a un lado de la cabecera municipal de Yotoco, una antigua hacienda de 199 hectáreas que el Estado le quitó a un narco del otrora cartel del Norte del Valle.
Finca Trópicos, frutos de la esperanza
La marca Trópicos, frutos de la esperanza, a simple vista parece un nombre más dentro de la gama de cafés que existen en Colombia. Sin embargo, tiene un objetivo claro y ambicioso: convertirse en la sombrilla de todos los cafés de los firmantes del acuerdo de paz que existen en diferentes regiones del país. De esta manera, cobrarán un mismo precio, tendrán un solo nombre (como Juan Valdez u otras marcas), con el valor agregado de que tendrá el sello “paz”. “Muchas veces el consumidor final se pierde. Tú vas a una feria y hay cinco o seis organizaciones de firmantes y todos te vamos a hablar del café de la paz. La idea es que sea una misma marca respetando las propiedades de cada región”, dice Jhonatan Sierra desde Yotoco, Valle del Cauca.
El auge del café colombiano a nivel mundial es un momento decisivo para el proyecto Trópicos, como una alternativa económica real para los firmantes de paz. Las exportaciones de café colombiano de septiembre de este año se ubicaron en 998 mil sacos de 60 kilogramos, lo que equivale al 18,8% más que en el mismo mes de 2023. Mientras que el precio de la carga en octubre pasado también aumentó un 57% más que hace un año: pasó de valer $1.379.065 a $2.173.290.
"En este momento 27 hectáreas están sembradas en café Castillo, Tambo, Java, Turrón y eso va en lote y lo tenemos denominado por lotes, por lote la integración, que fue el primer lote que sembramos. Ha comenzado a cosechar sus sus primeros frutos, el cual hicimos una una edición especial y participamos en la COP 16”: Jhonatan Sierra, miembro del comité directivo Trópicos.
Por eso, la búsqueda de los mercados internacionales para este proyecto está andando muy rápido. A finales de noviembre, Jhonatan y diferentes integrantes de Trópicos, viajaron a Oslo (Noruega) con el fin de participar en una feria para dar a conocer el café de la paz. La idea es que, como Juan Valdez u otras marcas populares de café colombiano, Trópicos también tenga sus tiendas, comercie café en grano y polvo, y también café verde empacado al vacío, una nueva modalidad que se abre camino en el viejo continente.
Como decíamos, este café se está cultivando no solamente en la finca La Esperanza, ubicada en Yotoco, sino también en diferentes fincas de las 32 organizaciones de firmantes de paz de todo el país que se agremiaron en esta marca para hacer crecer el negocio. La Esperanza perteneció al capo Dennis Gómez Patiño, alias “El Zarco” o “El Mono Dennis”, integrante del cartel del norte del Valle, quien la usó para ganadería y para lavar su dinero del narco. Esto también se transformó al llegar a las manos de los firmantes de paz, pues allí se cultiva y pronto se procesará, empacará y exportará a dos horas de carretera del principal puerto del Pacificó: Buenaventura. Allí quedará el centro de acopio que aglutinará todo el café de los excombatientes de diferentes regiones del país afiliadas a Trópicos.
Muchos cultivos de café están sembrados debajo de los árboles que producen agua para la región. Finca La Esperanza, Yotoco (Valle del Cauca).
El proceso para llegar a este punto ha sido largo. Desde la constitución de la cooperativa Ecomún La Esperanza, la formación de los firmantes en técnicas para procesar café hasta intensos concursos de catación en los que han ganado premios como el Illy Café, el mejor café del mundo. Luego, recibieron la finca de parte de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), que administra los bienes de la mafia; hicieron una alianza con la Universidad de Antioquia para abrir la primera tienda en esa institución y recibieron a la reina de España, Letizia Ortiz, quien ratificó el apoyo de la cooperación española con este proyecto. Este año, inauguraron una tienda denominada centro de experiencias en Neiva, capital del Huila, y existe otra en el Valle del Cauca.
Primera tienda inaugurada en Medellín en alianza con la Universidad de Antioquia.
“Esta iniciativa es de largo aliento porque como bien se sabe la comercialización de café en Colombia ha cogido un auge y el consumidor final cada vez más quiere probar mejor café y eso nos exige que tengamos unas presentaciones en óptimas calidades e innovar con el producto”, dice Jhonatan Sierra, previo a su viaje a Oslo.
Jhonatan Sierra, miembro del consejo directivo Trópicos y representante legal de la cooperativa de su organización de base en Tuluá, Valle.
Esa innovación pasa porque el mismo productor de café, el pequeño campesino, indígena o afro, quienes lo cultivan, se acostumbre a consumir el café que ellos mismos cosechan y no la pasilla que compran en el mercado mucho más barata. Así lo describe Milton Cesar Castro Navia, miembro del comité directivo de Trópicos: “En la historia de los cafeteros, desde nuestros abuelos, lo que han hecho es sembrar café, vender el mejor café y luego de eso van al mercado a comprar una pasilla, un café Águila Roja, un café tradicional, que no es el que debemos tomar. Si nosotros producimos un buen café, deberíamos tomar un buen café y eso es lo que les estamos enseñando a través de Trópicos. ¿Cómo? Generando condiciones para que se tome un café bueno a precios asequibles”.
Milton es un excombatiente de las Farc que salió desplazado del anterior espacio de reincorporación, llamado La Elvira, en Buenos Aires (Norte del Cauca), donde los grupos armados los asediaron, los amenazaron y asesinaron a varios de sus compañeros en el intento de obligarlos a retomar las armas. Son 39 firmantes del acuerdo que viajaron durante más de cinco horas por tierra, al lugar donde encontraron paz. Allí, se aliaron con otras 74 personas que no hicieron parte de las Farc, pero quienes los acogieron para hacer empresa. Ellos prefirieron huir y buscar un nuevo espacio en el sur del Cauca, en el municipio de Timbio, donde se agruparon en la cooperativa que está afiliada a Trópicos. Allí realizan la cosecha, la poscosecha, la transformación, el empaque y la comercialización de café muy a nivel local. El objetivo de Trópicos es, precisamente, llevar este café a diferentes regiones del país y a los mercados internacionales.
Las tierras de la vereda La Esperanza y de Yotoco están irrigadas por los ríos Cauca, Mediacano, Piedras, Volcán y Yotoco. Allí está sembrado una parte importante del café de Trópicos y, como en pocos lugares de Colombia, empezaron siendo amigables con el ambiente, por decirlo de una manera cliché, pero clara para ellos. “Una de nuestras proyecciones es que el territorio sembrado con nuestro café esté libre de agrotóxicos. Actualmente venimos reforestando el territorio donde se siembra, porque nuestros cultivos están bajo sombríos, es decir, bajo árboles que ayudan a los acuíferos que nutren de agua a varios municipios del Valle del río Cauca”, apunta Miltón, quién llegó desde el municipio de Timbío a Yotoco.
Milton Cesar Castro Navia, miembro del comité directivo de Trópicos y de la cooperativa La Esperanza, de Timbio (Cauca).
Trópicos, frutos de esperanza hace parte de otro proyecto que promete ser noticia en los próximos meses: la nueva Federación Mesa Nacional del Café, la cual pretende aglutinar a todos los comités cafeteros de los firmantes de la paz, de víctimas del conflicto y de población de cualquier etnia, como una alternativa contra hegemónica en el campo del café colombiano. Tienen una relación armónica con la histórica Federación Nacional de Cafeteros, pero consideran sana la democratización del café.
La Federación Mesa Nacional de Café a la fecha tiene 32 organizaciones asociadas a nivel nacional, funciona con comités regionales, por ejemplo, el Comité Regional de Suroccidente Colombiano está integrado por delegados de los departamentos de Valle, Cauca y Nariño. “Apenas estamos arrancando el proceso y vamos a hacer esa articulación hacia la zona centro del país. Quienes hacemos parte de la dirección de la Mesa Nacional del Café estamos en representación de las organizaciones de base de los territorios”, dice Jhonatan Sierra sobre los alcances de este macro proyecto alrededor del café colombiano.
Café con sello de paz y con enfoque de género
Trópicos persigue convertirse en el café de la paz, protector del ambiente y con enfoque de género. Sobre esto habla Luz Dary Suárez, una mujer afro, excombatiente y ahora la representante legal de la Cooperativa de Cafeteros Ecomún La Esperanza, la cual está asentada en el municipio de Timbío (Cauca). Ella es una de las mujeres firmantes que desempeñan una labor de liderazgo dentro de esta organización cafetera. “La directiva de la cooperativa es equitativa, tiene paridad. La mitad del consejo directivo son mujeres, la representación legal está en cabeza de una mujer, que soy yo; en este momento la presidenta de la cooperativa también es una mujer. Eso no significa que nos las sepamos todas, sino que somos un equipo de trabajo sólido y que las tareas las desempeñamos como equipo y no como personas”, dice Luz Dary a su paso por Yotoco.
Los roles que les dejó la guerra les permite mantenerse unidas en la construcción de un proyecto que les signifique el acuerdo de paz. “Venimos de una formación en donde el trabajo era equitativo, fuésemos hombres o mujeres, desempeñamos las mismas labores, dependiendo las capacidades de cada una. Entonces, ahora tratamos de continuar con la misma línea que traíamos, con la misma directriz”, agrega Luz Dary.
Luz Dary Suárez, representante legal de la Cooperativa de Cafeteros Ecomún La Esperanza
Haber cambiado los fusiles por sembrar café es una metáfora de vida para Luz Dary. Ya no están las armas en la mitad, sino el discurso y los hechos. Por eso, piensan en generar empleo que beneficie a la cooperativa, pero también a los campesinos que viven a su alrededor. “Esperamos a un futuro próximo que la cooperativa pueda suplir las necesidades básicas de los asociados y competir con las grandes organizaciones cafeteras”, añade Luz Dary, quien ahora lidera a las mujeres cafeteras que firmaron el acuerdo de paz.
Cuando llegaron a la finca La Esperanza, en Yotoco, encontraron mucha maleza y la vía de acceso era una trocha intransitable. Luego, el Batallón de Ingenieros del Ejército se unió a ellos para ayudar a reparar esa carretera que permite hoy movilizarse y próximamente sacar los cargamentos de café hasta la vía principal que comunica a Yotoco con Buenaventura.
Jhonatan, Milton y Luz Dary son tres firmantes del acuerdo de paz que representan a cientos de sus compañeros empeñados en convertir el café en una verdadera alternativa económica muy alejados del dinero fácil de la coca. Están en un área que no fue de injerencia de la otrora guerrilla de las Farc, sino que, por el contrario, fue una zona del Bloque Calima de los paramilitares y de narcos del cartel del norte del Valle como alias “El Zarco”. Por eso, su arribo a la región no fue tan fácil, a raíz del estigma generado hacia los firmantes del acuerdo. Sin embargo, el diálogo y los hechos les ha permitido echar raíces en una tierra que produce café, pero también, mucha agua.
Firmantes de paz en concursos internacionales de catadores de café.