Otty Patiño, Comisionado de Paz de Colombia, habló con Raya sobre los avances en los procesos de paz territorial que adelanta el Gobierno y abordó el estado de las conversaciones con el Clan del Golfo y la guerrilla del ELN.
Por: Camilo Alzate - Revista RAYA
Otty Patiño, uno de los principales artífices de la política de paz del gobierno Petro, compartió con Revista RAYA su visión sobre los avances en los procesos de paz territorial en Colombia.
Patiño destacó la propuesta de crear un distrito agrominero y ambiental en Nariño como un ejemplo de cómo se pueden transformar los territorios de manera conjunta con las comunidades. Sin embargo, el consejero señaló que es necesario dar pasos hacia la transformación territorial, ya que el gobierno de Petro tiene menos de dos años de maniobrabilidad.
Aquello sucede mientras el proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional luce estancado y al borde del fracaso, pero se consolida un acuerdo con el grupo Comuneros del Sur, el más avanzado a la fecha, una disidencia del ELN en Nariño que ya ha llegado a pactos para desminar el territorio donde se mueve y de la que acaban de ser nombrados por decreto presidencial once gestores de paz, entre ellos Edgar Humberto Restrepo Benjumea o “Mono Clinton”, quien había concedido en la cárcel de Itagüí una entrevista a la Revista RAYA hace un año, revelando los detalles de un viejo episodio del conflicto colombiano que motivó un diálogo directo entre Antonio García, jefe militar del ELN, con Carlos Castaño, máximo comandante de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia, a finales de los noventa.
A diferencia de entonces, hoy el ELN se niega a entablar diálogos directos con los grupos herederos del paramilitarismo y los disidentes de las FARC, esta fragmentación de actores enfrentados entre sí se ha convertido en uno de los escollos más grandes de la política de Paz Total que, pese a todo, trata de abrirse camino redoblando su apuesta con nuevos espacios de diálogo, como el que el presidente Gustavo Petro entabló con la antigua cúpula de las Autodefensas Unidas de Colombia, cuyos miembros fueron designados también como gestores de paz en una maniobra que no ha estado exenta de polémica. Sobre algunos de estos temas conversamos con el Consejero Comisionado Otty Patiño en Cali, donde Patiño estuvo varios días con motivo de la COP16.
El comisionado Otty Patiño durante un evento en la COP16 de Cali
¿Cuál es su balance de los avances en Tumaco con la Segunda Marquetalia y en Samaniego con el Frente Comuneros, y cómo podrían contribuir a la paz territorial?
Estamos avanzando, no podemos hablar todavía de un éxito total. Tenemos un moderado optimismo, porque al fin y al cabo ese tema territorial se va configurando allá, donde no sólamente están los de la Segunda Marquetalia y Comuneros, sino también la población. Está el Gobernador, están los alcaldes, están las autoridades étnicas. Falta mucho por recorrer pero creemos que hay unos avances sólidos y positivos que van a cubrir gran parte del departamento.
¿Qué falta por recorrer?
Mucho. Hay que empezar las transformaciones territoriales allá. Ya hemos empezado, claro, con el desminado humanitario, ya hay unos grupos de trabajo mirando los planes de trabajo para esa transformación, por ejemplo la erradicación de la coca, que eso demora mucho, porque antes lo que había como experiencia era que se arrancaban matas de coca y se le pagaba a la gente por erradicarla, pero luego la gente se gastaba esa plata y terminaba volviendo a sembrar porque no sabía de qué vivir. Creo que tenemos que trabajar de una manera muy seria en la transformación de las economías.
Usted dice que el Gobierno apuesta por la paz territorial pero también es consciente que queda un año o menos para mostrar resultados, estos resultados rápidos, concretos y contundentes. ¿Podrían estos resultados rápidos y concretos atraer a otros grupos hacia la paz?
No sólamente jalar a otros grupos, sino crear unas dinámicas irreversibles. Es decir, en la medida en que cosas como lo de Nariño y otras experiencias que a lo mejor no se han mencionado, empiecen a generar procesos irreversibles, en esa misma medida podemos decir que tenemos un comienzo de una Paz Total, no porque esté en un acuerdo final con alguna organización, sino porque generamos algo que es muy difícil que sea negado por el próximo Gobierno.
¿Cuál es el estado del proceso de paz con el Clan del Golfo? Considerando que afirman haber alcanzado un 50% de avance en los acercamientos, ¿cómo avanzan las gestiones en las regiones bajo su influencia y el levantamiento de las órdenes de captura para sus líderes, incluyendo a aquellos pedidos en extradición?
El proceso con el Clan del Golfo se desarrolla en dos vías simultáneas. Primero, estamos recorriendo las regiones donde tienen influencia para escuchar a las comunidades, lo cual es fundamental. Segundo, estamos gestionando el levantamiento de las órdenes de captura de los seis miembros de su Estado Mayor. A tres de ellos ya se les han levantado las órdenes; sin embargo, los otros tres enfrentan solicitudes de extradición por parte de los Estados Unidos, lo cual complica el proceso. Este es un trabajo que requiere coordinación con la Fiscalía, la Presidencia de la República, y, por supuesto, con la Embajada de los Estados Unidos.
La embajada mantiene sus peticiones de extradición, por lo que levantar estas órdenes solo sería posible si se demuestra un compromiso claro con la paz. Esto significa que el Clan del Golfo debe mostrar una vocación decidida de paz, y no basta simplemente con expresar interés en participar en una mesa de diálogo.
¿Qué gesto le pide el Gobierno a ellos para poder avanzar?
Que presenten una hoja de ruta para desmontar sus estructuras armadas y sus negocios. Esta hoja de ruta es un avance significativo en el proceso de paz.
El Clan del Golfo ha dicho que no quiere un sometimiento, ¿qué les puede ofrecer el Gobierno?
No le hemos llamado sometimiento, porque a nadie le gusta el tema del sometimiento. Puede ser un proceso de acogimiento o una situación de negociación de sus penas.
¿Un tratamiento penal diferenciado?
Sí, pero sin la necesidad de una nueva legislación de Justicia Transicional. Hemos conversado con la Fiscal General, Luz Adriana Camargo, y coincidimos en que la justicia ordinaria ofrece mecanismos valiosos para abordar este proceso. A través de ella, se pueden establecer acuerdos que incluyan la entrega de bienes, la reparación de las víctimas y la restauración de los sitios afectados. Estos elementos de negociación son posibles sin recurrir necesariamente a la delación, que podría ser un obstáculo para los involucrados, y se enfocan más bien en el trabajo comunitario y la contribución directa a la reparación del daño causado.
Apostamos por usar al máximo los recursos de la justicia ordinaria y minimizar el recurso a la justicia transicional, dado que en el caso del Clan del Golfo sería inaplicable la Justicia Especial para la Paz (JEP), que no fue diseñada para ellos. Además, el sistema de Justicia y Paz, creado para los antiguos paramilitares, está en proceso de cierre. Por lo tanto, nuestro enfoque es encontrar soluciones viables en el marco de la justicia ordinaria para avanzar en el proceso de paz de manera efectiva
Además varios de ellos son desertores de los procesos de Justicia y Paz…
Si, es difícil. Es mirar cómo puede operar la justicia ordinaria ahí.
El abogado del Clan, Ricardo Giraldo, dice que nadie se somete para ser encarcelado. ¿Cuál es el mensaje del Gobierno?
Hemos decidido hablar directamente con ellos y no con los abogados.
¿Qué falló en el proceso con el ELN? ¿Cuál es el mensaje al ELN?
El mensaje es que manifiesten una vocación de paz y que se cumpla con lo pactado en el Acuerdo de México.