El municipio de Siachoque (Boyacá) ha implementado medidas para proteger el frailejón Espeletia tibamoensis, pero los conflictos por la frontera agrícola continúan, agravados por la estigmatización de los pobladores. A pesar de los esfuerzos de Corpoboyacá, los incendios forestales y la intervención humana siguen amenazando la biodiversidad de la región, que alberga el 24% de los páramos de Colombia.
Por Gina Rojas Hoyos
El 27 de julio de 2018, el Congreso de la República promulgó la Ley 1930, “Por medio de la cual se dictan disposiciones para la gestión integral de los páramos en Colombia”. Esta ley establece estrategias para la conservación de los páramos en el país, fijando lineamientos para delimitar estas áreas y fomentar la educación ambiental entre las comunidades locales, promoviendo una cultura de protección de los recursos naturales.
Para Daniel Camilo Castillo Cepeda, habitante y seguidor de páramos en Boyacá, el esfuerzo de Siachoque y otros municipios del departamento es importante, pero llega tarde, en medio de problemas como la escasez de agua e incendios que afectan las áreas naturales. “Con la promulgación de esta Ley y la existencia de las entidades ambientales, hace varios años debieron haberse iniciado procesos similares. Lo que he visto es que, en cuanto a conservación, nos quedamos cortos. Hay mucho contenido en redes sociales y trabajo en oficinas, pero no se llega a los campesinos ni a los habitantes de los territorios con la divulgación científica necesaria para que el trabajo de conservación sea conjunto”.
En el diálogo con RAYA, Castillo destacó que las corporaciones ambientales se han limitado a delimitar áreas de páramo sin revisar las actividades de subsistencia, como las agrícolas y mineras, que, aunque impactan el entorno, no pueden ser simplemente erradicadas. “No se trata solo de basarnos en leyes. Hay que ir donde están las comunidades y hacer pedagogía”, comentó.
Conflictos en páramos
El Acuerdo Municipal 200-02-01-015, aprobado por el Concejo y expedido por la Alcaldía de Siachoque, busca incentivar la conservación de la planta amenazada Espeletia tibamoensis, una de las 54 especies de frailejones registradas en Colombia. Esta especie es fundamental en el ciclo hídrico, pues absorbe el agua de la neblina y la convierte en arroyos y quebradas que abastecen la región.
Por ello, la administración municipal inició procesos de divulgación para que la población se apropie del cuidado de esta especie, respetando la delimitación del Parque Natural Regional La Cortadera. Además, se estableció el Día del Frailejón, un festival que se celebrará el primer fin de semana de junio de cada año para educar sobre la conservación.
Según Karen Aguilar Botía, ingeniera ambiental de la Secretaría de Planeación de la Alcaldía de Sotaquirá, una de las amenazas existentes tiene que ver con la frontera agrícola y su control. Se iniciará un proceso de reconversión en incentivos para establecer mayores controles.
Sin embargo, este es el punto donde han surgido los mayores conflictos en Boyacá, pues se ha estigmatizado a los pobladores como “devoradores de la naturaleza” sin considerar que el consumismo de las ciudades contribuye a la sobreexplotación de las montañas. Como señala Castillo, los conflictos en las áreas de páramo persisten porque no hay acciones efectivas de protección, no se asigna presupuesto a la orientación, y se generan alertas sobre las espeletias cuando ya existen problemas. Además, no se valora a los campesinos como guardianes históricos de la tierra.
“A la gente del páramo hay que cuidarla y apoyarla. Enseñarle a cuidar y convivir respetando los límites naturales y productivos. No hay que olvidar que, cuando hay incendios, son los mismos campesinos quienes ayudan a apagarlos, con sus propias herramientas, porque el Gobierno dice que no tiene ni presupuesto para atender esas emergencias”, puntualizó el caminante.
A cuentagotas
Claudia Rivera, profesional especializada de Corpoboyacá, señaló que “la mayoría de las especies de frailejones amenazadas en Boyacá están dentro de parques naturales. Hemos avanzado significativamente en la delimitación de áreas protegidas, como Siscuncí-Ocetá, donde se encuentra la Espeletia oswaldiana, también en peligro crítico. Otras áreas incluyen el Parque Pan de Azúcar-El Consuelo, en Belén, Santa Rosa y Cerinza, donde se hallan varias especies en riesgo”.
A pesar de estos avances, la Corporación reconoce la necesidad de seguir trabajando en la delimitación de áreas protegidas, pues la formulación de planes de manejo con las comunidades es una tarea compleja. La extensión del páramo dificulta la protección total, permitiendo a veces la apertura de caminos para actividades agrícolas. Rivera lo explica así: “hay un área bastante extensa de páramo, y por ello es muy difícil protegerla al 100%. No siempre podemos evitar que se abran caminos para el paso de alimentos o sembrados de papa, cebolla, etc. Es importante que tanto los habitantes como las administraciones municipales colaboren en la protección”.
Boyacá, con el 24% de los páramos de Colombia, es clave para la biodiversidad. En la jurisdicción de Corpoboyacá, se encuentran siete complejos de páramos que abarcan más de 517,052 hectáreas. Los frailejones del género Espeletia son las plantas más representativas de estos ecosistemas, con más de 50 especies reportadas, lo que representa el 53% de la diversidad de frailejones en el país. A pesar de su importancia, el cambio climático, la deforestación y la intervención humana han puesto en peligro a alrededor de 23 especies de frailejones en Boyacá.
Según el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, los frailejones son considerados las plantas más importantes y carismáticas de los páramos, con 90 especies reconocidas, 78 de las cuales son endémicas.
Incendios forestales
Según el informe del grupo de Gestión del Riesgo de Corpoboyacá, se han registrado más de 35 incendios forestales, siete de los cuales ocurrieron en áreas protegidas. Las cifras son alarmantes: cuatro incendios en el Parque Natural Regional de Siscuncí-Ocetá afectaron 146,99 hectáreas, mientras que otros incidentes en el municipio de Cerinza y en el Sistema Municipal de Áreas Protegidas también contribuyeron a la devastación.
El más reciente incendio, ocurrido el 4 de septiembre en los municipios de Toca y Pesca, afectó 76,5 hectáreas dentro del Parque Natural Regional La Cortadera, hogar de la Espeletia tibamoensis. También se registró un conato en la Serranía El Peligro que afectó 0,4 hectáreas. En total, se han evaluado 241,31 hectáreas afectadas, y se ha confirmado otro evento en el municipio de Sotaquirá, con un impacto de 102 hectáreas.
Trabajos de conservación
Castillo advierte que, en el afán de proteger los páramos, se están tomando decisiones apresuradas, como el traslado de frailejones a páramos que no corresponden a su hábitat. “Muchas de esas siembras se hicieron para las fotos, pero no hubo seguimiento porque valía más el protagonismo que la verdadera conservación”.
La Corporación ambiental señaló que dentro de sus enfoques de conservación incluyen la colaboración con el Santuario de Flora y Fauna Guanentá Alto Río Fonce, que cuenta con un vivero de alta montaña dedicado a la propagación de estas especies amenazadas, y con su asesoría se realizan repoblaciones.
Además, Corpoboyacá y la Gobernación departamental participan en la COP 16, discutiendo estrategias de conservación de los páramos andinos.