Desde su llegada al poder, el gobierno de Javier Milei ha desmantelado políticas clave en materia de género, asestando varios golpes a los derechos conquistados. La eliminación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, junto con el recorte de fondos para programas de salud sexual y acompañamiento a víctimas de violencia de género, evidencian un retroceso alarmante en la agenda de derechos en Argentina.
Por David González
El 60% de las mujeres en Argentina se consideran antimileístas. No es casualidad. Desde su llegada al poder, el gobierno de Javier Milei ha desmantelado políticas de género clave: eliminó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, recortó programas como Acompañar y ENIA, y desfinanció iniciativas de salud sexual y prevención de la violencia de género.
El impacto de estas decisiones va más allá de lo simbólico. La eliminación de la moratoria previsional y la crisis en los sistemas de cuidado, salud y educación profundizan las desigualdades. A esto se suma un discurso oficial que ataca al feminismo y refuerza una reacción conservadora.
Para entender el alcance de estas medidas, RAYA consultó a expertas en economía, sociología y políticas públicas. Candelaria Botto, economista y directora de Ecofeminita, advierte sobre las consecuencias económicas del recorte de programas sociales. Sol Prieto, investigadora del CONICET y exdirectora de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género, analiza el desmantelamiento institucional y sus efectos a largo plazo en la equidad de género.
Abrimos este artículo con su mirada.
Acaba de pasar el 8M. ¿Cómo evalúa el enfoque del gobierno de Milei en relación con las políticas de género y los derechos de las mujeres?
Es un gobierno que, desde el principio, negó la brecha de género y sostuvo que las políticas destinadas a corregir las desigualdades forman parte de lo que llaman "ideología de género" o "discriminación positiva". Por eso, argumenta que estas medidas van en contra del principio de igualdad ante la ley. En función de esa premisa, se ha desarrollado una política muy reaccionaria, no solo frente a los derechos de las mujeres, sino también frente a la diversidad.
En ese recorrido, han implementado políticas y discursos abiertamente hostiles hacia la diversidad y los derechos de las mujeres.
Por ejemplo, aunque después podemos profundizar en detalle, se han visto afectados los jardines de infantes, el financiamiento del sistema de salud y el sistema educativo, lo que impacta de manera particular a las mujeres.
¿Qué medidas considera que han tenido mayor impacto en el corto plazo?
Desde lo simbólico, se desmanteló el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. No solo dejó de ser un ministerio, sino que pasó a ser una secretaría. Es la primera vez, desde el retorno de la democracia, que no existe ninguna institucionalidad de género en Argentina.
Otra medida clave fue la eliminación del financiamiento del programa más importante de ese ministerio, que representaba alrededor del 70% de su gasto y estaba destinado a políticas de prevención de la violencia de género. En particular, el Programa Acompañar, que brindaba un ingreso equivalente a un salario mínimo vital y móvil durante seis meses para que las mujeres pudieran salir de situaciones de violencia, fue totalmente desfinanciado. Este programa también incluía acompañamiento jurídico y psicológico, y era una herramienta fundamental para la prevención de la violencia letal.
Además, hay un tema crucial relacionado con la salud sexual y reproductiva. En Argentina se venía sosteniendo desde el gobierno de Mauricio Macri un plan llamado ENIA (Estrategia Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia), que incluía la provisión de implantes subdérmicos y anticonceptivos. Gracias a esto, se logró reducir la maternidad adolescente a la mitad. Sin embargo, el programa fue desmantelado.
¿Ahí terminan los recortes?
No, también están las políticas de cuidados. Con la flexibilización laboral, cada vez menos personas pueden cumplir con los 29 años de aportes necesarios para acceder a una pensión. Para las mujeres es aún más difícil porque enfrentan una carga desproporcionada de tareas de cuidado y, por lo tanto, tienen muchos menos años de empleo formal.
Entonces, se había creado una herramienta que era la principal vía de jubilación de las mujeres en Argentina: la moratoria previsional. Las mujeres podían comprar aportes que no habían realizado. En octubre del año pasado, el titular de la AFIP anunció que no se iba a prorrogar. Cerca del 85% de las mujeres que se pensionaban en Argentina lo hacían a través de esta vía. Desde el feminismo, esto se considera un reconocimiento a las tareas de cuidado que realizaron a lo largo de toda su vida y que les impidieron acceder a un empleo formal. Bueno, eso ya no existe.
El presupuesto con perspectiva de género, que había sido impulsado desde el Ministerio de Economía, también fue eliminado. Lo mismo ocurrió con el reconocimiento de aportes por tareas de cuidado. El programa A Mi Pieza, que permitía la refacción de viviendas en barrios populares dirigido a mujeres, también fue eliminado. Asimismo, el programa de infraestructura de cuidados, que se dedicaba a la construcción de jardines y espacios de primera infancia a cargo del Ministerio de Obras Públicas, dejó de existir.
Muchos otros programas, también pequeños, que apuntaban a distintas necesidades, fueron desmantelados.
Se ha aplicado una "motosierra" contra las políticas sociales, como Milei prometía en campaña…
Sí. Por ejemplo, en los programas de vacunas: si sos médico o infectólogo en un hospital público que no recibe vacunas y además tu sueldo se redujo un 25%, es probable que renuncies. Y, si no hay infectólogos en ese hospital, las personas tienen que buscar atención en otro lado. Generalmente, ¿quién lleva a los chicos a vacunarse? Las mujeres.
Un informe de UNICEF reveló que el 70% de los hogares pobres dejaron de llevar a sus hijos al médico. De hecho, ahora Argentina está enfrentando un brote de sarampión, una enfermedad que había sido erradicada hace años.
Además, si analizamos las principales actividades económicas de las mujeres en Argentina (comercio, trabajo en casas particulares, docencia y salud), todas han sido golpeadas. El comercio, por ejemplo, sufrió caídas sostenidas durante la primera mitad de 2024. No hablo solo de bienes de lujo, sino de productos esenciales como carne, leche y huevos. Todo eso sigue sin recuperarse.
Entonces, hay efectos institucionales y también efectos directos...
Además del impacto en las políticas concretas, el discurso también ha sido agresivo. En redes, se han viralizado ataques directos a las mujeres.
Sí, los ataques verbales son constantes. Todos los días escuchamos frases como: "los homosexuales son pedófilos", "el lugar de una mujer es en la casa", "¿por qué, si mi papá aportó toda la vida y mi mamá no, ella se puede jubilar?". Son frases textuales del presidente.
A pesar de este panorama, las encuestas indican que Milei sigue contando con un alto nivel de aprobación. ¿A qué atribuye este fenómeno?
Es una muy buena pregunta, para la cual ojalá se tuviera una respuesta clara. Lo que sí sabemos es que, en la primera vuelta electoral del año pasado, solo dos de cada diez mujeres votaron a Milei. Incluso en el balotaje hubo una brecha de 20 puntos entre varones y mujeres, y esa diferencia se mantiene en las opiniones políticas. Aproximadamente el 60% de las mujeres se consideran antimileístas.
¿Y cómo ha respondido a toda está andanada los movimientos feministas? ¿Qué qué estrategias de resistencia han usado?
Bueno, el 2 de febrero hubo una marcha antifascista, justamente después de que él dijera que los gays que adoptan, son pedófilos. Hubo una asamblea muy transversal, o sea, donde fueron organizaciones de la diversidad, pero también personas de a pie, digamos, sueltas o con sus amigos, y organizaron esta marcha que, además, se llamó marcha antifascista.
Esta marcha sentó bastante precedente y, junto con las marchas que hubo en 2024 en defensa de la Universidad Pública y Gratuita, fueron las más masivas. También ha habido otras más tradicionales contra la Ley de Bases, con sindicatos y esas cosas, digamos, a las que ya estábamos más acostumbrados en Argentina, pero estas fueron marchas muy convocantes. O sea, hubo gente que, por ahí, nunca en su vida había visto una manifestación y a esta asistió. Desde la sociedad civil, me parece que sigue habiendo mucha capacidad y poder de convocatoria. El desafío es que todo eso se convierta en una propuesta en las legislativas que tenemos este año, en 2025.
Yo, la verdad, quisiera que hubiese una estrategia más firme, más definida, por parte de la oposición, pero todavía no la estoy viendo.
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Candelaria Botto: "El proyecto de Milei es una reacción conservadora a la marea feminista de 2018"
Candelaria Botto es economista y una de las directoras de Ecofeminita, un organización civil de economía feminista.
¿Por qué el gobierno de Milei ha colocado a los feminismos y las luchas por la diversidad como sus principales adversarios?
Creo que hay que entender que este gobierno, y sobre todo Javier Milei, ha construido a los feminismos y al colectivo LGBT como enemigos públicos. Eso quedó muy claro en su discurso de Davos, por ejemplo, cuando lanzó calumnias contra el colectivo, vinculándolo con el abuso infantil, algo no solo fantasioso, sino gravísimo. Esas declaraciones marcan el horizonte de su proyecto político.
Desde el inicio de su gobierno, una de las primeras medidas fue desmantelar las políticas de género. El cierre del Ministerio de Mujeres es un símbolo de ese retroceso, aunque ya era un organismo que recibía muchas críticas por no lograr avances en medidas concretas, como un sistema integral de cuidados o la extensión de licencias maternoparentales. Pero más allá de sus limitaciones, era un espacio que impulsaba políticas públicas con perspectiva de género.
Ese ataque es deliberado y directo contra todas las conquistas de los feminismos y de los movimientos de mujeres y disidencias sexuales.
¿Cómo han impactado estos recortes en la vida cotidiana de las mujeres y disidencias?
No es menor que el programa económico de Milei, basado en el ajuste fiscal y la austeridad, haya eliminado programas sociales que beneficiaban principalmente a mujeres. Por ejemplo, en las asignaciones sociales, las principales beneficiarias eran mujeres que sostenían comedores comunitarios o impulsaban cooperativas de trabajo en barrios vulnerables.
Aunque estos recortes no se presentan como ataques de género, afectan directamente a las mujeres. Argentina alcanzó niveles de pobreza en los que más de la mitad de la población está sumida en esa situación. Y como señalamos desde la economía feminista, esa pobreza está feminizada: la mayoría de las personas pobres son mujeres que están a cargo de hogares monoparentales.
Hoy, una mujer que es víctima de violencia de género y decide denunciar no cuenta con ninguna política de apoyo económico para salir de esa situación. El programa que garantizaba un salario mínimo durante seis meses para que pudiera reacomodarse fue eliminado.
¿Qué hay detrás de este desmantelamiento de las políticas de género? ¿Se trata solo de ajuste o hay un objetivo político más profundo?
Es fundamental entender el proceso político de Argentina. En 2018, con la marea verde, hubo una explosión feminista, y eso generó una reacción posterior. El proyecto político de Milei es una respuesta conservadora a esa ebullición. Su discurso busca representar a quienes quedaron por fuera de esa ola feminista: algunos porque no fueron convencidos, otros por misoginia o simplemente porque no se sintieron parte del movimiento.
En ese marco, la batalla cultural es clave en su estrategia. Y en esa lucha tiene un papel fundamental Agustín Laje, una figura con reconocimiento regional e internacional que impulsa una agenda que él llama “antiwoke”, pero cuyo principal enemigo son los feminismos y el colectivo LGBT.
Esto no es casualidad en Argentina, un país con avances legislativos significativos: Ley de Identidad de Género, matrimonio igualitario y aborto legal desde 2020. El ataque de Milei a estos derechos no es solo una cuestión ideológica, sino una forma de fidelizar a su núcleo duro de votantes, que rechazan esos avances.
En otros países, como Estados Unidos con Trump, se observa un avance del conservadurismo con discursos que proponen retrocesos en derechos. ¿Milei forma parte de una estrategia más amplia?
Sí, hay una disputa global de paradigmas. La batalla cultural y estos programas de ajuste buscan hiperindividualizar a las personas, instalar la idea de que la pobreza es una elección, que la riqueza es mérito individual y que si alguien está en una mala situación, es únicamente su responsabilidad. Llevado al extremo, funcionarios de Milei han dicho que si una comunidad necesita un puente, sus propios vecinos deberían organizarse y construirlo, porque el Estado ha dejado de financiar la obra pública.
Hay una relación directa entre las políticas de austeridad, la reducción del Estado y el recorte de derechos. Y eso va en contra de lo que proponen los feminismos y otros movimientos progresistas, que sostienen que el Estado debe garantizar condiciones básicas de vida para todas las personas.
Si se eliminan los programas de salud, educación y asistencia social, lo primero que hay que hacer en términos discursivos es borrar la idea de lo común, de una sociedad basada en derechos. Porque si se reconoce que todas las personas tienen derechos por el solo hecho de ser ciudadanas, eso implica que el Estado debe garantizar esos derechos, y para eso se necesitan impuestos.
Esa conexión entre la batalla cultural y el programa económico es clave para entender por qué Milei elige a los feminismos y a la comunidad LGBT como sus principales enemigas. Y esa estrategia no se limita a Argentina: forma parte de una ola global que busca desmantelar derechos en nombre del libre mercado y del individualismo extremo.