Alberto Pinzón Sánchez, antropólogo colombiano exiliado desde hace más de dos décadas en Alemania, escribió para la Revista RAYA esta semblanza sobre la senadora Piedad Córdoba, quien murió el pasado sábado en Medellín. Es un recuento de la vida personal de "la negra" y sus luchas políticas más fervientes. “Escribir sobre Piedad Córdoba es estrujar la herida sangrante de los últimos 68 años del llamado conflicto social y armado de Colombia”, relata.
Por: Alberto Pinzón Sánchez
Especial para la Revista RAYA
Escribir sobre Piedad Córdoba es estrujar la herida sangrante de los últimos 68 años del llamado conflicto social y armado de Colombia. Nadie como ella lo encarna personal y socialmente, y su pasión por la solución política del enfrentamiento y superación de la grieta social (distorsionada en los obituarios oficiales como vocación por la “paz en abstracto”) le hace sufrir desde muy temprano las consecuencias. Piedad fue una mujer mestiza en toda la extensión de la palabra, desde el punto de vista personal y social. Hija de un hombre negro chocoano desplazado de su tierra y dedicado al humilde pero enaltecedor oficio de maestro de escuela, y de una mujer blanca antioqueña luchadora, entregada a su familia y sus hijos. Nació en 1.956 con lo mejor de ambos: la pasión político social y rebeldía cimarrona de negritud de su padre y la entereza, firmeza y franqueza de su luchadora madre, en un lugar equivocado, fracturado por los intensos enfrentamientos sociales y obreros de la urbanización acelerada causada por los millones de campesinos desplazados por la guerra civil bipartidista o violencia del medio siglo XX, y la industrialización paisa de los cafeteros en Medellín, atravesando la coyuntura política e histórica equivocada del fin de la dictadura militar anticomunista del general Rojas Pinilla, y la organización plena de la dictadura bipartidista del oprobioso Frente Nacional de Lleras Camargo y Laureano Gómez en 1957.
Logró concluir sus estudios de derecho en una Universidad Pontificia Bolivariana, donde, sin duda, a la par de que adquiría bases sólidas de la doctrina social del cristianismo, también recibía las influencias de los movimientos estudiantiles contestatarios, que, en los años 70, reivindicaban (en sus diferentes versiones) las enseñanzas prácticas del Marxismo. Su profesión y el contacto con la comunidad la llevaron a un activismo social y político, tanto en su vecindario como en las comunas de su ciudad, en donde encontró la actividad de liberalismo de izquierda del destacado dirigente y presidenciable por su partido William Jaramillo Gómez, quien una vez llegado a la Alcaldía de Medellín, a mediados de los 80, reconociendo las capacidades y el liderazgo de Piedad la hizo su secretaria privada, donde con premura absorbió y adquirió una experiencia política aún mayor y aumentó, todavía más, su mestizaje.
Con esto, se lanzó a la política electoral, logrando en 1988, su primer cargo de elección popular: la alcaldía de su ciudad Medellín. Conociendo el andamiaje político de su ciudad y contando con la madurez política necesaria, buscó y obtuvo la elección en la asamblea departamental de Antioquia, y en 1992, la elección a la Cámara de Representantes por su departamento. Terminado el periodo en 1994, fue elegida senadora por 4 años hasta 1998, dándose a conocer a nivel nacional por sus debates a favor de las minorías explotadas y oprimidas negras, indígenas, campesinas, mujeres y de género, dando a conocer su carisma radical y deliberante, y su decidida convicción de una solución política al conflicto social y armado colombiano para alcanzar una paz con justicia social, democracia popular y soberanía. La contrainsurgencia en el poder del Estado se alarma de tan extraño liberalismo, pone los ojos sobre ella y la alumbra con la linterna de sus espías.
En 1998, subió a la Presidencia de la República el representante del partido conservador Andrés Pastrana y con su presidencia se abrió el malnombrado proceso de paz con las FARC-EP en el Caguán y Piedad, mostró abiertamente su posición a favor de la solución política del conflicto. La contrainsurgencia, alarmada, la declaró “enemiga interna” (obviamente insurgente comunista), y en consecuencia, el cuadrillero genocida Carlos Castaño, jefe de los narco-paramilitares agrupados a nivel nacional en las tenebrosas AUC, secuestró a Piedad el 21 de mayo de 1999, llevándola a sus campamentos oficiales tolerados, con el fin de interrogarla y después ajusticiarla.
Inexplicablemente, logró escapar y después de varias semanas de cautiverio, terminó exiliada con sus hijos en las nieves del Canadá. Una mujer de su talante, del trópico, activista y deliberante política, súbitamente atascada por varios metros de nieve en la puerta de su apartamento y bajo un cielo gris, lechoso, sin sol, por más comodidades domesticas que se tengan, pronto es víctima de la “enfermedad depresiva boreal” que la obligan a regresar a su amada Colombia, y como me lo dijo cuando nos conocimos en Berlín en 2007, “juro no exiliarme nunca más y morir de lo que sea en Colombia”. Sin embargo, el estigma contrainsurgente una vez puesto con hierro en la frente, nunca se borrará ni perdonará. A su regreso, sufrió varios atentados de parte de los mismos que la secuestraron y de los cuales, inexplicablemente, salió ilesa. Entonces, desde el Estado, se decide su destrucción política mediante lo que hoy se conoce como Lawfare o guerra jurídica, situación que Piedad debió enfrentar con entereza, buscando aliados, donde pudiera encontrarlos.
En marzo de 2002 se realizaron las elecciones regionales, en las que Piedad renovó su escaño de senadora, obteniendo una importante votación en la capital del país que le sirvió para ser promovida a la Dirección Nacional del Partido Liberal. En mayo se eligió presidente al cuestionado liberal Álvaro Uribe Vélez (AUV), paisano y enemigo político acérrimo dentro del partido liberal de Piedad, por su ideología neoliberal mafiosa y fascista, cercano a sus amigos y compinches partidarios del narco paramilitarismo.
Un año después Piedad debió dejar la dirección liberal, y tres años más tarde en el 2005, el Consejo de Estado, alegando irregularidades anuló las votaciones en 5 mil mesas en Bogotá, despojando a Piedad de la curul obtenida y convirtiéndola en una “disidente liberal” en busca de amigos para su idea de unidad popular y enfrentada al perpetuo burócrata empotrado en la dirección liberal, el ex director de la OEA, Cesar Gaviria.
Así se presentó a las elecciones de marzo del 2006 y sufre un retroceso electoral, aunque conserva su escaño en el senado, pero 10 días después de su elección, su asesor político, el sindicalista, docente universitario y asesor de movimientos sociales, Jaime Gómez Velásquez, es víctima de desaparición forzada. Este tuvo la osadía de ser el corredactor de la contrapropuesta presentada en el parlamento colombiano a la ley de Justicia y paz para los miembros de grupos paramilitares, presentada por el gobierno de Álvaro Uribe. Desaparecido durante 34 días por paramilitares y agentes del Estado, torturado y ejecutado; sus despojos incompletos fueron encontrados esparcidos en los cerros orientales de Bogotá. Crimen del terror del Estado, claramente dirigido contra Piedad, por el cual nadie ha respondido y permanece como otros miles en la oscuridad de la impunidad oficial.
A pesar del terror causado, ella siguió valientemente con sus convicciones, criticando duramente el guerrerismo y la política de paz del gobierno de Álvaro Uribe, planteando desde su convicción unitaria y amplia una solución política al conflicto interno colombiano, opuesta a la solución militar y contrainsurgente del bloque político de clases en el poder y tratando de conformar un frente amplio, popular y alternativo como herramienta de transformación para una nueva Colombia. En esta búsqueda recibió muchos apoyos dentro y fuera del país, incluyendo el del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, el inolvidable Hugo Chávez.
En el año 2007, por efectos de la presión diplomática de países como España, Suiza y Francia, interesados en un intercambio humanitario de personas secuestradas por la guerrilla de las FARC- EP por guerrilleros presos por razones de ideología política en las mazmorras colombianas, se le encomendó la tarea humanitaria de servir como facilitadora de un posible acuerdo humanitario apoyada incluso por el propio Hugo Chávez. Esta gestión duró hasta noviembre de ese año, cuando la intransigencia y contradicciones diplomáticas de Álvaro Uribe con el gobierno venezolano suspendieron tal intermediación, que, a pesar de su corto tiempo, logró la liberación de un número importante de personas secuestradas en los campamentos guerrilleros. Como reconocimiento de su decidida actividad humanitaria y deliberante, Piedad recibió por parte del bloque de poder, en abril del 2008, una acusación de “traición a la patria y conspiración” en el parlamento colombiano interpuesta por el diplomático educado en la Universidad George Washington de EE. UU y presidente de la cámara de representantes Augusto Posada Sánchez.
Su respuesta a esta acusación fue el impulso la iniciativa parlamentaria unitaria de “colombianas y colombianos por la paz”, que recibió la adhesión de un sinnúmero de académicos, activistas de derechos humanos, políticos, ex magistrados, escritores, académicos e intelectuales, artistas, actores e importantes personalidades colombianas. Pero, la guerra judicial y las noticias falsas contra Piedad arreciaron con la misma intensidad con la que enfrentamiento y el conflicto armado se profundizó. Se manipularon fotografías de ella, manteniendo conversaciones con el presidente bolivariano Hugo Chávez y el comandante guerrillero Iván Márquez durante la gestión del intercambio humanitario. Incluso, un extraño computador blindado que resistió el terrible bombardeo militar colombiano en Ecuador el 1 de marzo del 2008, falleció el comandante Raúl Reyes, se convirtió en una lámpara de Aladino, como ella mismo lo calificó, de donde se sacaron pruebas de humo, para sindicarla de ser miembro de la guerrilla y hasta para ponerle el risible sobre nombre de “comandante Teodora”.
Este constituyó también la llamada “prueba reina” aportada por las instituciones contrainsurgentes de la INTERPOL, EL CTI y la tenebrosa DIJIN, entregada oficialmente al fanático fascista de tradición, familia y propiedad Alejandro Ordoñez, quien complementaba el poder del bloque de clases dominante en esa otra institución del Estado al servicio del Poder llamada pomposamente Procuraduría General de la Nación, y sobre la cual, el 27 de septiembre de 2010, tomó la decisión oficial de liquidar políticamente a Piedad de por vida destituyéndola de su curul de senadora e inhabilitándola por 18 años para ejercer cargos dentro del Estado. Hasta 2028. La vida no le permitió a su corazón herido a esta fecha.
A pesar del cerco mediático y la destrucción personal, Piedad con su fortaleza notable, siguió luchando por sus convicciones más profundas: la unidad popular, la solución política al conflicto social y armado de Colombia, un proceso constituyente popular democrático, la justicia social, la democracia verdadera, la soberanía, la defensa de las minorías explotadas, oprimidas y excluidas, las negritudes, las comunidades indígenas, campesinas y obreros, su feminismo a ultranza, los excluidos por razones de sexo y género y en especial, la liberación humanitaria de Simón Trinidad de parte de los EEUU, y su regreso a Colombia.
Siguió haciendo política como si nada, escribiendo sesudos artículos de coyuntura que debía publicar en su propia página de internet, continuó solidarizándose con la revolución bolivariana de su amigo Hugo Chávez en Venezuela, ayudando a las noticias y colaborando en la organización del canal alternativo Telesur.com., desmontando las mentiras cotidianas en las que la involucraban desde la contrainsurgencia aliada con la falsimedia colombiana adicta al Poder. Participó en el 2012 en la conformación de del proyecto fallido de Frente Amplio Popular llamado “Marcha Patriótica por la segunda independencia de Colombia”.
En el año 2016, el propio Estado tuvo que levantarle la sanción impuesta por Alejandro Ordoñez por absoluta falsedad en las pruebas presentadas y en ese momento intentó nuevamente participar en elecciones obteniendo una curul de senadora en 2022, dentro de la coalición del Pacto Histórico que llevó a la presidencia a Gustavo Petro.
Con el tiempo, su destrucción anímica era evidente y a pesar de que las responsabilidades penales son personales (lo que no es reconocido plenamente en la conciencia colombiana), no logró sobrevivir la desgraciada confesión de su hermano, conspirando para enviar cocaína a los EEUU.
Para sus amigos de siempre, dentro de los que me encuentro desde que nos conocimos en 2004 en aquel inolvidable encuentro de Madrid, su ejemplo de vida seguirá siendo una brasa encendida resistiendo el viento furioso de afuera.