Por Elmer Montaña
Se atribuye al Nazareno el envidiable poder de convertir el agua en vino. Sin embargo, dos mil años después, el Milagroso de Buga ha sido superado con creces por un simple pecador que se ingenió la fórmula mágica de convertir el agua y otros elementos químicos en valiosas toneladas de clorhidrato de cocaína sin usar la hoja de coca.
Pero antes de mencionar el santo y el milagro, es necesario recordar que la guerra contra las drogas es una guerra perdida desde hace mucho tiempo. Un hecho a pesar del cual persiste en la agenda de los norteamericanos como un asunto de honor y como una táctica para alimentar la voracidad de las empresas contratistas encargadas de suministrar aeronaves, armas, municiones, insumos para la fumigación de cultivos, etc.
La guerra contra las drogas es un inmenso agujero negro que engulle los recursos de las naciones involucradas en el cultivo, procesamiento y venta de estupefacientes y que por regla general, son países empobrecidos por los estragos de una confrontación sin fin, que deja cientos de miles de muertos, familias y poblaciones destruidas, arrasa con el medio ambiente y fomenta la existencia de estructuras criminales que amenazan a la sociedad y a la democracia y cometen brutales crímenes.
Colombia es el país que más ha sufrido los estragos de la fracasada guerra contra las drogas, año tras año se apilan los costos acumulados en vidas humanas, infraestructura, destrucción del medio ambiente e “inversión” de recursos públicos.
El “Informe del gasto del gobierno de Colombia en la lucha antidrogas entre 2013 y 2015”, presentado por Fedesarrollo en 2018, establece que el “gasto total en política de drogas y número de programas y actividades por estrategia” fue de $ 970,480 millones de pesos.
A los Estados Unidos, principal promotor y financiador de la lucha antidrogas en Colombia, la misma guerra le ha costado la bobadita de US$11.000 millones de dólares, cerca de 4.4 billones de pesos, según fuentes norteamericanas.
Una suma que representa en dinero más de la quinta parte del total que pretende recaudar el presidente Petro mediante el pago de impuestos para iniciar las grandes transformaciones que prometió en campaña.
Volvamos a la fórmula mágica para convertir el agua en coca…
EL MAGO
El Mayor General Jorge Luis Ramírez Aragón, Director Antinarcóticos de la Policía Nacional, expidió el instructivo 007 del 20 de abril de 2020, “con el fin de aclarar dudas e inquietudes y optimizar los resultados concernientes a los diferentes escenarios que se encuentran en desarrollo del procedimiento 21T-PR-0009 “Destrucción de laboratorios para el procesamiento de estupefacientes e insumos químicos”.
El instructivo precisa que “es importante acatar y aplicar las recomendaciones descritas en el anexo 1 del presente instructivo” donde se recogen los procedimientos para realizar los informes de material incautado.
LA MAGIA
Según dicho anexo, los funcionarios encargados deben incluir en los informes “la cantidad real de base y clorhidrato de cocaína en solución encontradas en los laboratorios clandestinos” y establece el procedimiento que debe seguirse en “caso de encontrarse una infraestructura para el procesamiento de base de cocaína. Muestra además, dos tablas tituladas “Cálculos para la conversión de base de cocaína en solución de diferentes solventes”.
El nombre, ambivalente y confuso, llevaría a pensar que se trata de una fórmula para calcular el volumen total de los solventes que fueron necesarios para la producción de determinada cantidad de la cocaína incautada. Pero, por absurdo que parezca, su verdadero objetivo es calcular, en kilogramos y toneladas, la cantidad de cocaína que se podría haber producido con los precursores o solventes incautados para así plasmar el resultado en los informes como si fuera la “cantidad real de base y clorhidrato de cocaína” confiscados.
Uno de tales precursores es el agua. Según la tabla con un galón de agua se puede producir 7.57 Kg de base de cocaína, en consecuencia, por cada galón de agua “incautado” se deben reportar 7.57 kg de cocaína. ¡Magia!
La Tabla Mágica establece que cuando se incauten solventes como alcoholes, cetonas, éteres o acetatos e hidrocarburos, por cada galón la conversión es de 0.946 kg de cocaína y por cada galón de cloroformo es de 0.236 kg de cocaína.
Esta conversión también es referida en un manual expedido por la Policía Nacional, Dirección Antinarcóticos, titulado “Sustancias Químicas en el Proceso de Producción de Estupefacientes. Herramientas de Conocimiento para un Control Efectivo”.
En la antepenúltima página, se destaca un recuadro con el siguiente contenido: “Para el caso de las sustancias líquidas de las cuales se tiene un valor en volumen (litros, galones), y se quiere obtener el peso (kilogramos, toneladas), se debe realizar la conversión de las unidades para tener el valor exacto. A continuación, se muestra la tabla de densidades de las sustancias liquidas más comúnmente incautadas”, y al frente aparece la tabla de conversión.
La página del manual cierra con el siguiente ejemplo: “Con el volumen conocido de la sustancia incautada, se aplica la siguiente fórmula para conversión: KILOGRAMOS SUSTANCIA = VOLUMEN SUSTANCIA INCAUTADA X DENSIDAD Ejemplo: Se incautan 5.000 galones de ácido sulfúrico, calcular cual es el peso en toneladas. Lo que se debe hacer en primera medida, es convertir los galones a litros, así: Ahora los litros deben convertirse a kilogramos, usando la densidad del ácido sulfúrico (1.84 gramos/litro), así: 34.822 kilogramos, equivalen a 34,8 toneladas”.
Cuando algún despistado investigador antinarcóticos indica en su informe el volumen de los precursores incautados, inmediatamente la dirección revira exigiendo que se aplique la “tabla de conversión” para convertir los litros de insumos en kilogramos de cocaína y los fiscales, siempre tan voluntariosos, se encargan de que el funcionario cumpla con la tarea.
Las preguntas que surgen al respecto son obvias como obvias son las respuestas. ¿Por qué el interés de convertir el volumen de los precursores en kilogramos de cocaína? ¿Tiene esto algún tipo de repercusión?
Es evidente que los reportes en kilogramos de cocaína sirven para elaborar informes, nacionales e internacionales, sobre los “exitosos operativos” de incautación de cocaína en el país, como también para el pago de recompensas. ¿Cuánta plata habrán pagado a los “informantes”, so pretexto de la incautación de toneladas de cocaína cuando en realidad lo que encontraron fue agua y precursores químicos?
El Ministro de Defensa, Iván Velásquez, tiene la obligación de investigar este asunto y rendirle cuentas de los hallazgos a los colombianos. Estaremos atentos.
También quedaremos atentos a la respuesta del señor Fiscal Francisco Barbosa.
P.D.: Gracias a los periodistas de la Revista Raya por haberme invitado a hacer parte de tan honroso equipo de columnistas.