Por: Andrés Gómez
El debate sobre el fracking en Colombia continúa vigente. Las petroleras insisten en la necesidad de implementarlo, aduciendo una supuesta crisis energética que, dicen, se solucionaría explotando la roca madre del Magdalena Medio. La gran prensa habla de los supuestos beneficios económicos del fracking de Ecopetrol en Texas, Estados Unidos, citando actores económicos interesados (Naturgas, ACP, Acipet, ACGGP). Esta manera de “informar” es cuestionable, como lo explica el reciente análisis de Climate Tracker sobre la desinformación en la transición en Colombia: la mayoría de los medios de comunicación hablan de transición, pero al tiempo, promocionan los combustibles fósiles buscando perpetuar su explotación. “Las fuentes que más desinforman corresponden principalmente a representantes de la industria fósil (43%). La persona que más resalta en este grupo es Luz Stella Murgas, presidenta de Naturgás. El autor que más se repite es José David Name, columnista de La República. En el sentido de la investigación, un reciente artículo de El Tiempo habla de la eficiencia de las operaciones de Ecopetrol en Texas, su baja huella de carbono y uso responsable del agua, a partir de fotos de Ecopetrol y citas de gremios, y así “revelan cómo es la operación”.
La historia comienza en 2019, cuando Ecopetrol adquiere el 49% de la participación en la cuenca Midland, invirtiendo US$1.500 millones, mediante una alianza estratégica (Joint Venture) con Oxy. Sobre este negocio, el ingeniero Juan Gonzalo Castaño, ex trabajador de Ecopetrol, afirma que las condiciones del negocio principalmente favorecen a Oxy. Se proyectaba alcanzar una producción máxima de 194.000 barriles equivalentes por día (BEPD) en 2027, con Ecopetrol recibiendo 95.000. Para el tercer trimestre de 2024, la producción era de 103.000 BEPD; sin embargo, el contrato "Rodeo" finalizó en marzo de 2025, dos años antes de lo previsto. Para Castaño, los costos de adquisición y desarrollo por barril equivalente (BEP) son altos: se estima que el costo por BEP de este negocio podría superar los US$29, comparado con adquisiciones recientes en la región que rondan los US$11,25 por BEP. En el mismo sentido, el “Institute for Energy Economics and Financial Analysis”, advierte que Oxy reportó una ganancia en libros de US$ 563 millones, lo que indica que Ecopetrol pagó más del valor registrado por el número de acres. Antes del contrato conjunto, Oxy admitía que su actividad en la cuenca era mínima, pero todo cambió con el compromiso de Ecopetrol de pagar el 75% de los costos de capital por el 49% de las ganancias.
A principios de mes, un programa radial transmitido en el estado de Illinois, Estados Unidos, habló a profundidad del tema. Se trajo al debate una cifra dramática: en 2022 la zona de operación de Oxy y Ecopetrol, el Pérmico, fue la mayor fuente de contaminación de gases de efecto invernadero de la Tierra. Sharon Wilson, directora de la organización basada en Texas Oilfield Witness, amplió la perspectiva sobre los enormes impactos de la operación de Oxy y Ecopetrol en la zona, muy diferente a la historia que nos cuenta El Tiempo. Oxy ha sido duramente criticada por el alto nivel de emisiones contaminantes, su operación con equipos obsoletos, instalaciones oxidadas. Los habitantes de la zona están expuestos a altos niveles de ácido sulfhídrico y benceno de la operación. “Y no se puede hablar de producción de petróleo y gas sin hablar del uso intensivo de agua. Son millones y millones de galones para cada pozo, que básicamente vuelven basura y reinyectan en pozos profundos que además causan terremotos”. Esta agua residual, altamente salina y en algunos casos radiactiva, ha causado levantamientos del terreno y contaminaciones visibles en propiedades privadas. El modelo actual beneficia a las empresas, pero deja la contaminación y los costos a los ciudadanos y al ambiente, concluye.
Al dudoso negocio desde lo contractual, y los descomunales impactos ambientales, se debe añadir la crisis económica que impacta al fracking. La caída del precio del petróleo, impulsada por la estrategia OPEP de aumentar la producción para recuperar cuota de mercado, está afectando al sector en Estados Unidos. El barril West Texas ha descendido a alrededor de US$ 60, una caída del 19% desde principios de año, lo que hace que solo los pozos altamente productivos ya perforados sean rentables. El analista Adam Tooze, comparte esta perspectiva: perforar pozos nuevos solo es económico a precios de US$ 62 por barril; para aumentar la productividad del Pérmico, los precios promedio se deberían situar alrededor de los US$ 84. Esta serie de elementos nos hablan de la urgencia de continuar en el camino de la salida planeada de nuestra dependencia de los combustibles fósiles, que comienza con sostener la moratoria a la entrega de nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos y continúa con la prohibición del fracking de manera definitiva, antes que expandir la frontera extractiva a límites mucho más destructivos que los que hoy presenciamos. Imponer la racionalidad frente a una economía fósil en declive, implica superar la desinformación en favor de un futuro posible.