Por: Jimmy Viera Rivera
La discusión que se suscitó debido a una desafortunada recriminación del presidente de la República al ministro de la Igualdad, indica la necesidad de recordar las raíces del racismo estructural e institucional del Estado colombiano.
El término “negro” que el código supremacista blanco utilizó para definir a los esclavizados africanos, continúa incrustado como una marca indeleble o karimba en las mentes, no ya sobre los cuerpos esclavizados, perpetuándose en las profundas cavernas de nuestro propio ser y del país.
El racismo que establece estructuralmente diferencias de raza, constituye uno de los excelsos productos letales del capitalismo que mantiene criterios de clasificación para determinar oportunidades personales además de anular expectativas y modelar culturalmente los cuerpos, como otra forma de opresión.
El clasismo, el racismo y la discriminación racial también hacen parte de otro conflicto agazapado e irresuelto. Aunque el país es líder en el reconocimiento formal a los derechos étnicos, sin embargo, esconde un racismo estructural y discriminación. El racismo cotidiano se derrama de manera solapada a través de todos los poros de la sociedad y toma forma en la piel y representaciones sociales que se construyen desde las élites de poder y la sociedad, sobre los afros, indígenas y pueblo Rrom, que los medios de comunicación amplifican perversamente.
El racismo está inscrito desde la colonia, en los actos administrativos y de gobierno, en las instituciones de la República, en la naturaleza del intercambio y la producción y, en los estatutos políticos y económicos que se refuerzan mutuamente.
Así mismo, niega los derechos a mujeres y hombres que fueron sometidos como esclavos en el pasado, y los mantiene en la violencia e ignorancia, por medio de la fuerza, bajo las nuevas lógicas de la expansión económica del capital transnacional que profundiza un estado de vida subhumana como sucede en los territorios ancestrales de nuestros pueblos. El moderno edificio de la República se asienta totalmente sobre el racismo y la discriminación.
La sociedad colombiana no rechazó desde el punto de vista ético, la esclavitud, ya que poseer o traficar seres humanos como esclavos no era vergonzoso sino, al contrario, un símbolo del estatus, riqueza y prestigio de terratenientes, explotadores de minas, grandes comerciantes, generales, iglesia católica, partidos y alta burocracia.
Hoy, el efecto de este flajelo pervive en su forma de discriminación racial contra los descendientes de los esclavizados, que se ejerce de modo silencioso en nombre no ya de la esclavitud sino, en nombre del moderno progreso económico, del trabajo asalariado y de las políticas del capitalismo.
De manera invisible pero eficaz, el dispositivo histórico de discriminación opera encubierto mediante la pobreza y desigualdad social o económica, un proceso que se repite por parte de los Estados, como etnocidio o muerte cultural de un pueblo o de una etnia. El genocidio mata los cuerpos, el etnocidio liquida el espíritu y cultura de un pueblo.
Los racismos latinoamericanos son sistemas de dominio étnico-racial cuyas raíces históricas están enclavadas en el colonialismo europeo. A la división de clases sociales, se le sobrepusieron las castas que fueron minuciosamente clasificadas. En la actualidad, las clasificaciones de las cuales el legislador se ocupó más de una vez y que impusieron un régimen de servidumbre, sobreviven en el imaginario de las élites oligárquicas y del gobierno.
En una taxonomía de brutal exterminio, las personas fueron homologadas como especies de animales. He aquí, una de estas antiguas clasificaciones:
“Español con india, sale mestizo
Mestizo con española, sale castizo
Castizo con española, sale español
Español con negra, sale mulato
Mulato con española, sale morisco
Morisco con española, sale salta - atrás
Salta atrás con india, sale chino
Chino con mulata, sale lobo
Lobo con mulata, sale jíbaro
Jíbaro con india, sale albarrazado
Albarrazado con negra, sale cambujo
Cambujo con india, sale zambaigo
Zambaigo con mulata, sale calpan mulato
Calpan mulato con Zambaigo, sale tente en el aire
Tente en el aire con mulata, sale no te entiendo
No te entiendo con india, sale ahí estas” 1.
“Las élites occidentalizadas del tercer mundo (africanas, asiáticas o latinoamericanas) reproducen prácticas racistas contra grupos etno/raciales inferiorizados, donde los primeros ocupan la posición de superioridad sobre los últimos. Por tanto, dependiendo de la historia local/colonial la inferiorización puede definirse o marcarse a través de líneas religiosa, étnicas, culturales o de color”2.
El intenso mestizaje de la población, la ausencia de un odio racial evidente como en Estados Unidos y de visibles manifestaciones de racismo y segregación legal o explícita, la apariencia de una democracia racial o el mito de una igualdad racial de la sociedad, ocultan el abismo social entre las condiciones económicas de los pueblos afros y las condiciones sociales en que el resto del país vive.
Las marcas del racismo y discriminación histórica existen en una geografía racializada y se manifiestan con gran claridad a través de la presencia mayoritaria de población afrocolombiana en situación indeseable, de barrios subnormales, de territorios de miseria, de apartheid socioespacial dentro de las grandes ciudades, y de peores ocupaciones laborales.
“Si bien en las últimas décadas ha habido mayor visibilización de esta problemática, debemos asumir que en nuestro país, la cuestión del racismo, tampoco ha sido expuesta en toda su dimensión, incluso por parte de sectores de la izquierda. El discurso blanqueador y eurocéntrico tiene aún latencias múltiples, el racismo aparece casi siempre como una causa colateral y no el origen. Un proyecto autoemancipatorio, además de ser anticapitalista, ecosocialista, feminista, humanista e internacionalista deberá tener un claro contenido antirracista”3.
Un proyecto de reconstrucción del movimiento social y político afrocolombiano deberá contemplar una perspectiva afrofeminista, anticapitalista, antineoliberal, anticolonialista, antihomofóbica, antipatriarcal, panafricanista, antiautoritaria y prolibertad. De igual modo, debe contar con un claro enfoque interseccional (clase, género, territorio y espiritualidad de matriz africana).
Un proyecto de cambio no puede llegar a ser sostenible, si todos los movimientos sociales no se fortalecen. Pocos oídos receptivos dentro del gobierno, han escuchado la propuesta sobre un congreso constituyente del pueblo afrocolombiano.
Ante el avance de la crueldad como política de la guerra imperial impuesta por el gran capital financiero, además del colapso de la democracia liberal, el ascenso del fascismo, la limpieza étnica y genocidio en Gaza, la hecatombe ambiental, y el predominio neoliberal como razón gubernamental dominante; solo la lucha de la humanidad en favor de un multilateralismo y democracia popular como fuente de legitimidad puede frenar la barbarie, generando un nueva sociedad antirracista, el Sumak Kawsay de los indígenas, la vida en plenitud, convertido en sueño para la humanidad.
ADENDA: la consigna “¡fuera Petro!”, que resume la acción política de la derecha, fracasó. Los medios golpistas de comunicación que demostraron su indigencia moral, desean hoy minimizar su derrota. La estrategia de la tensión responde a un plan preconcebido, destinado a destruir las fuerzas sociales y políticas del cambio, para crear la imagen de un gobierno del caos y generar una tensión capaz de desembocar en un abierto golpe de Estado que no es propiamente blando. Solo la organización del pueblo permite pasar a la ofensiva y brindar continuidad a un proyecto revolucionario de cambio.
Notas:
1. Mujeres Negras: Sexualidad, Enfermedad y Salud en el Chile Colonial
2. El concepto de «racismo» En Michel Foucault y Frantz Fanon: teorizar desde la zona del ser o desde la zona del no-ser. Ramón Grosfoguel.
3. Racializacion para el despojo del territorio y la segregación socio espacial - Huella del Sur