Por: Dumar A. Jaramillo-Hernández
La ciencia nos ha permitido integrarnos como comunidad sintiente y sensible en un ecosistema que fluye entre las dinámicas de las Leyes de la vida, lo podemos ver desde la teoría evolutiva adaptativa propuesta por Darwin y Lamarck, hasta la misma evolución endosimbiótica puesta en escena por Lynn Margulis. La ciencia ha diezmado enfermedades a través del desarrollo de la vacunología, mejorando la calidad de vida y reduciendo drásticamente la muerte de neonatos e infantes, así mismo, permitiendo mejorar indicadores productivos en sistemas animales que nos brindan la proteína, sustrato elemental de la correcta nutrición. Gracias a la ciencia estamos tratando de comprender ese “bucle recursivo de energía endosomática a partir de energía solar” llamado vida, descifrar enigmas conlleva un esfuerzo integrado de múltiples fuerzas científicas, lo mínimo que estamos llamados a hacer, es conocerlas, permitirnos mejorar a partir de sus descubrimientos.
Comencemos este breve, pero sustancioso recuento de lo mínimo que debemos saber sobre los descubrimientos científicos del año 2025. Sobre la salud ecosistémica, en los años 2023/2024 registraron temperaturas récord, la magnitud sin precedentes del calentamiento, así como un desequilibrio energético terrestre (IEE) significativamente elevado, sugieren una aceleración del calentamiento global durante el 2025. Este cambio climático está afectando la biodiversidad desde escala local a global, donde cada vez hay más evidencia que sugiere que una mayor pérdida de biodiversidad puede contribuir al cambio climático, creando una retroalimentación desestabilizadora.
Es así, que el cambio de temperaturas está ampliando los hábitats de los mosquitos, por ejemplo, Aedes aegypti, trasmisor del virus del dengue, facilitando condiciones favorables para su reproducción y supervivencia, alargando la temporada de transmisión de este virus, lo que contribuye al aumento del número de casos de dengue. Los casos de dengue aumentaron hasta convertirse en el brote mundial más grande jamás registrado, con 14.2 millones de casos notificados en 2024. Este año, Brasil adoptó una medida oficial de salud pública para combatir al mosquito A. aegypti, liberar en el ambiente de múltiples ciudades mosquitos portadores de la bacteria Wolbachia, agente que infecta las células reproductivas de muchas especies de artrópodos. Los mosquitos portadores de Wolbachia tienen menos probabilidades de contraer el virus del dengue a través de la sangre. Es así que la incidencia del dengue en varias ciudades de Brasil ha disminuido un 89% desde que se introdujeron estos mosquitos.
Por otro lado, cada ser humano presenta decenas de miles de pequeñas alteraciones genéticas en su ácido desoxirribonucleico (ADN), también conocidas como variantes, que afectan la forma en que las células sintetizan proteínas. Sin embargo, en un genoma humano determinado, es probable que solo unos pocos de estos cambios modifiquen las proteínas de forma que causen enfermedades. Este año un nuevo modelo de inteligencia artificial (IA) llamado popEVE (https://pop.evemodel.org/da) da una puntuación para cada variante en el genoma de un paciente que indica su probabilidad de causar enfermedades y las ubica en un espectro continuo, prediciendo así, si las variantes son benignas o patógenas (causantes de enfermedades) y qué variantes provocan la muerte en la infancia y en la edad adulta. El modelo logró identificar más de 100 alteraciones novedosas responsables de enfermedades genéticas raras no diagnosticadas.
Sumado a este importante avance diagnóstico de enfermedades genéticas, la novedosa terapia de edición genética (reescritura de genes, correcciones del ADN) a través de la edición de “bases” (nuestro ADN está conformado por más de 3000 millones de bases nitrogenadas) y edición principal o prima (prime en inglés, edición de búsqueda y reemplazo de bases nitrogenadas) está usándose con éxito para el control de estas enfermedades, incluyendo a leucemias, enfermedades hereditarias de la retina (ERH), tirosinemia hereditaria, enfermedad granulomatosa crónica, deficiencia de alfa-1 antitripsina, progeria y atrofia muscular espinal.
La medicina regenerativa también aporta, a futuro para personas con insuficiencia cardíaca, se desarrolló un parche implantable que fortaleció la pared cardíaca en monos. Se indujo a células madre cultivadas en laboratorio a convertirse en músculo cardíaco y tejido conectivo antes de implantarlas e integrarlas en el corazón. También, células madre para crear tejido ureteral funcional. Esta es la primera vez que esta estructura, que transporta la orina desde los riñones hasta la vejiga, se construye a partir de estas células programables, una pieza que anteriormente faltaba en la búsqueda de regenerar el sistema renal.
Importante destacar, que para el año 2025 se logró la integración de 190 naciones pertenecientes a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a través del primer tratado mundial contra la pandemia. El documento establece los principios rectores sobre cómo el mundo debería unirse para prevenir, prepararse y responder a la próxima pandemia. Recordando que, aunque se desarrollaron vacunas para contrarrestar el virus SARS-CoV-2 causante de la COVID-19, estas no se distribuyeron equitativamente entre las naciones. Los países de bajos ingresos se vieron obligados a esperarlas y las naciones de altos ingresos fueron acusadas de acapararlas.
En ese camino de salud poblacional, se descubrió que las vacunas aportan protección no solo contra infecciones o cáncer. Por ejemplo, la vacuna contra el herpes zóster, redujo el riesgo de accidente cerebrovascular en un 16% y de infarto en un 18%. Esta vacuna también redujo la probabilidad de desarrollar demencia hasta en un tercio de los pacientes, en los tres años siguientes. Por otro lado, las personas con cáncer de pulmón y de piel avanzado que recibieron una vacuna de ARNm contra la COVID-19 en los tres meses posteriores al inicio del tratamiento de inmunoterapia para su cáncer, mejoraron la respuesta del medicamento a los tumores y vivieron más que quienes no la recibieron.
Así mismo, este año se sumó un nuevo elemento para la prevención de la transmisión-infección del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que ocasiona el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA): Yeztugo (lenacapavir), un medicamento profiláctico inyectable que se administra dos veces al año, previniendo casi toda la transmisión del VIH.
Para finalizar, en ese bonito mundo de la inmunología, uno de los principales descubrimientos científicos del 2025 fueron los proteasomas, una estructura celular que toma las proteínas de desecho para “triturarlas” y generar fragmentos peptídicos más pequeños. Pues resulta que esta “basura” celular tiene múltiples funciones inmunitarias, dado que esos fragmentos peptídicos pueden perforar membranas de bacterias, destruyéndolas, es decir, son antimicrobianos. Así que posiblemente tenemos un arsenal de 270.000 posibles antimicrobianos, todo un nuevo mecanismo de defensa inmunitaria.
