Por: Aiden Salgado Cassiani
Este año se cumplieron 174 años de la abolición legal de la esclavitud en Colombia, pues en 1851, siendo presidente José Hilario López, mediante la Ley 21, se aprobó la libertad para todas las personas esclavizadas en el territorio nacional. Con la Ley 725 de 2001, el Congreso colombiano decretó el Día Nacional de la Afrocolombianidad. Desde entonces, cada año se conmemora esta fecha.
En el 2004, cuando constituimos el CEUNA –Colectivo de Estudiantes Universitarios Afrocolombianos–, empezamos a participar críticamente en las actividades del Día de la Afrocolombianidad. En ese entonces, predominaban eventos folclóricos: presentaciones musicales, comidas, actividades deportivas, entre otras. Asistían líderes y lideresas que, para esa fecha, se vestían o se disfrazaban de africanos. Nuestra crítica era radical frente a la folclorización a la que se sometía esa fecha, y lo poco que se hablaba de manera crítica era que simplemente "se celebra el 21 de mayo, día de la abolición de la esclavitud", sin reflexiones profundas sobre el hecho.
Lo más político en torno a esa fecha era la marcha que organizaba el Movimiento Nacional Cimarrón, liderado por su figura histórica, Juan de Dios Mosquera. Era un espacio lleno de tensiones, pues aunque asistíamos masivamente, nuestras intervenciones eran frecuentemente desconocidas. Ese año, 2004, publicamos un pronunciamiento radical como apuesta organizativa, asumiendo que el pueblo afrocolombiano debía avanzar hacia otras formas de lucha y organización. Nuestras intervenciones incomodaban porque, a diferencia de otros procesos, asumíamos públicamente una postura de izquierda, y lo seguimos haciendo.
Hoy, 21 años después, debemos reconocer que la esencia de estos eventos ha cambiado sustancialmente. Recuerdo que, en aquel entonces, organizamos un evento sobre la afrocolombianidad en el que presenté una ponencia sobre los antecedentes de la fecha. En esta actividad desarrollada en la Universidad INCA, también participó y apoyó el profesor Arturo Grueso (a quien llamábamos con cariño “el viejito”).
En comparación, hoy las actividades son más políticas: se discuten los procesos históricos, las problemáticas sociales, las apuestas políticas, entre otros temas. Pero aún hay tensiones. Se hace un llamado a seguir radicalizando la lucha. Hoy muchos se asumen de izquierda —incluso algunos que se reían de nosotros en el pasado—, aunque también hay quienes siguen en el multiculturalismo liberal, o quienes, como diría Facundo Cabral, “no son de aquí ni son de allá”, en lo político.
En los eventos de este año, lo ideológico sigue tomando fuerza. Ese debate que se profundizó en 2009 y 2011, cuando trazamos una línea crítica frente a la afroderecha, fue clave para decantar procesos organizativos y liderazgos. Hoy muchos dicen ser de izquierda, aunque sea solo en el discurso y no en las acciones. Ya se reconoce que nuestra lucha no es solo contra el racismo y la discriminación racial, sino más amplia. Por eso, es necesario seguir profundizando el debate, llenarlo de contenido. En ese sentido, se está haciendo un llamado a realizar el Segundo Congreso Autónomo del Pueblo Negro.
Volviendo a los eventos, es de resaltar cómo hoy se discute la política. Como diría el viejo líder de Mundo Afro en Uruguay, Romero Rodríguez, esa es la política que debemos abordar. De los eventos actuales, destaco el convocado en Cali por el Congreso Internacional de la Diáspora Africana de Habla Hispana, liderado, entre otros, por el camarada César Cabeza, titulado Malcolm X: 100 años. También el evento de URAMBA por el Desarrollo Rural y la Dignidad, organizado por la hermana Yudy Samira Moreno en la ADR; el evento X Visión: El legado de Malcolm – cine, foto y micrófono abierto, que seguí por redes, organizado por el hermano Ali Bantú Ashanti, quien ha estado en boca de todos por su video de reclamo político a la vicepresidenta; el evento organizado por el Centro de Pensamiento Epistemológico en Casa Kombilesa: La coyuntura política y el pueblo negro, en diálogo con el líder tumaqueño Carlos Angulo; el evento de Tinto Experiencia de Paz: Afrocolombianidad, resistencia y lucha en Colombia; y finalizo con uno que organizamos desde los conversatorios del Kuagro Mona Ri Palenque Andi Bakata, donde participó como ponente el historiador Teodoro Rodríguez.
Reconozco que esta relación de eventos es centralista, al mencionar solo los de Bogotá y uno en Cali, pero son aquellos de los que tenemos mayor información o presencia. De estos espacios, debemos destacar no solo su carácter político, sino también autónomo. En ellos se dijeron cosas que antes no se escuchaban, que pocos nos atrevíamos a decir, confrontando directamente al sistema y a los momentos más duros, como el del “innombrable” y su "seguridad democrática", que implicó persecución a líderes y procesos de izquierda. Fuimos muchas las víctimas de esa política. Este año, los eventos fueron organizados por gente negra con conciencia, de manera autónoma, y eso es significativo para el devenir de nuestro pueblo, que necesita más espacios para discutir la política en sus propios términos.
Estos espacios de discusión política deben continuar en el Segundo Congreso Autónomo del Pueblo Negro, como lo plantea el colega Babalao Jimmy Viera. Creo que este Congreso debe realizarse, y el Gobierno debe financiar su logística, así como financia otras actividades políticas. Eso sí: la agenda, los temas, la organización y el desarrollo del evento deben ser autónomos, liderados por la izquierda negra, y deben asistir los sectores más radicales del pueblo negro —sin excluir, por supuesto, a los liberales democráticos, los afrocentristas o centristas.
Con el paso del tiempo, notamos que las discusiones de los años 70, 80 y 90 reaparecieron hacia mediados de los 2010 y siguen vigentes. El Segundo Congreso Autónomo del Pueblo Negro debe ser un espacio para retomar el rumbo de nuestro pueblo, más allá de lo electoral. Necesitamos procesos organizativos de lucha antisistémica, que enfrenten el racismo, el patriarcado, el colonialismo y la xenofobia, y que vayan al fondo, a sus causas estructurales. Por ello, esa lucha debe ser también anticapitalista, pues recordemos que fue precisamente ese sistema el que sustentó la colonización y la trata transatlántica esclavista.
El llamado es a profundizar la lucha y el nivel de conciencia política, con acciones que cada día nos lleven a mayores niveles de organización y movilización, para que, en últimas, el resultado sea mejorar las condiciones y la calidad de vida del pueblo negro, afrocolombiano, raizal y palenquero, y del pueblo no negro también. Este momento coyuntural es propicio para un cambio de mentalidad: por el futuro de nuestro pueblo, es hora de construir poder negro.
Desde el palenque, un cimarrón todavía.