Por: Migdalia Arcila
El 20 de mayo, los titulares de los mayores medios de comunicación europeos anunciaban que la Unión Europea estaba considerando revisar sus tratados comerciales con Israel a la luz de su ofensiva militar en Gaza. Empezando por el hecho de que ninguno de estos medios encabezaba la noticia con el simple reconocimiento de que Israel lleva casi dos años cometiendo un genocidio (no un asalto militar, no un operativo antiterrorismo que se salió de control) la noticia lejos de ser esperanzadora es de un cinismo enervante.
Después de más de 500 días de bombardeo continuo a una población que ha sido asediada, torturada y minuciosamente controlada por casi 20 años, hace apenas unos días los líderes de las naciones europeas parecen haber notado que estaba ocurriendo algo que merece su atención. La ministra del exterior de Suecia, Maria Malmer Stenergard, declaró que “dado que no vemos ninguna mejora en las condiciones de los civiles en Gaza, vamos a tener que subir el tono.” Por su parte, el ministro del exterior británico, David Lammy, dijo “bloquear ayuda humanitaria, expandir la guerra, e ignorar las preocupaciones de tus amigos y compañeros. Esto es indefensible y debe parar.” Tomémonos un minuto para entender lo que nos están diciendo estas lumbreras de la política europea.
Hay al menos 326 personas que han muerto por malnutrición en Gaza en los últimos dos meses como resultado del bloqueo de ayuda humanitaria que Israel recientemente levantó tan solo en forma parcial. Con apenas unas cuantas raciones de comida entrando a la Franja de Gaza, la ONU advirtió que hay 14,000 bebés en riesgo de muerte inminente. Mientras Gaza se ha convertido en el campo de exterminio más grande de la historia, en Cisjordania los civiles israelíes que ocupan el territorio ilegalmente han perpetrado, desde octubre de 2023, 1,800 ataques violentos en contra de la población palestina. Después de las innumerables atrocidades que le han dado forma al proyecto de limpieza étnica que sin vergüenza alguna ha empujado por años el sionismo, las naciones europeas deciden que ha llegado el momento de “subir el tono” y decirle a Israel “amigo, si sigues haciéndonos quedar mal no te vamos a hablar más por un tiempo.” Por supuesto con “subir el tono” no se refieren más que a la posibilidad de revisar sus relaciones comerciales con Israel. ¿Cómo es posible que a este punto no estemos hablando de sanciones económicas reales o de una intervención militar para detener el genocidio en Palestina? ¿Cómo es posible que a este punto la Unión Europea tenga el descaro de pensar que merecen algún tipo de reconocimiento por su respuesta cobarde e insuficiente frente a la masacre de toda una población?
En un gesto bastante contundente de lo poco o nada que le importan a Israel los aspavientos diplomáticos, el pasado 21 de mayo el ejército insraelí le disparó “tiros de advertencia” a una caravana que llevaba 25 embajadores y delegados diplomáticos –incluyendo varios miembros de la Unión Europea— que visitaban Jenin en la parte ilegalmente ocupada de Cisjordania. El ejército israelí publicó luego una declaración diciendo que “lamentaba los inconvenientes causados.” Aunque asustar a unos cuantos embajadores está lejos de ser lo más preocupante en estos momentos, este es un incidente que pone en evidencia la teatralidad de los supuestos esfuerzos diplomáticos de la Unión Europea para contener a la bestia que ellos mismo han alimentado y fortalecido por décadas. El hecho de que apenas hasta ahora estos líderes europeos manifiesten su “preocupación” y “disposición” a considerar sus lazos económicos con la entidad terrorista que es Israel no merece nada diferente a la más profunda indignación.