voces que caminan por el derecho a decidir
Por Sandra Mazo*
Nuestra cultura ha estado, y está todavía, marcada por un enorme talante religioso. En este contexto las mujeres hemos sido inducidas por un discurso, unas prácticas y unas creencias en las que nuestra imagen ha estado a la deriva entre la figura inmaculada de María; la de Eva, tentadora, hechicera, raíz del mal; y, la de Magdalena, que toma conciencia de su culpabilidad y de una redención posible. Con estas huellas en nuestra identidad de mujeres católicas creyentes no cesamos de buscar indicios y caminos que lleven a la comprensión de las raíces, de las negaciones y de las discriminaciones que padecen las mujeres y que, en gran medida se encarnan en su cuerpo, en su sexualidad y en su derecho a decidir.
Inspiradas en la necesidad de mirar estas cuestiones con “otros ojos” y de escrutar aquello que se instala en nuestra forma de ser y de estar en el mundo y de interpelar estas realidades que nos limitan; y con la certeza de encontrar un terreno fértil para la pregunta, el cuestionamiento, el discernimiento, la revelación y la esperanza, surgimos como Católicas por el Derecho a Decidir en diferentes países de América Latina y el Caribe (Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, El Salvador, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana).
Surgimos como un movimiento autónomo y una voz alternativa. Comprometidas con la búsqueda de la justicia social y el cambio de patrones culturales y religiosos que están presentes en la sociedad y que impiden el reconocimiento de la agencia moral y el ejercicio integral de nuestros derechos. Promovemos los derechos de las mujeres, especialmente los relacionados con la sexualidad y la reproducción humana, a partir de la ética de los derechos humanos y de la teología feminista para incidir en el Estado, en la sociedad y en las iglesias desde una apuesta por la equidad en las relaciones de género y por la ciudadanía plena de las mujeres.
No cabe duda de que el debate sobre el cuerpo, la sexualidad y la reproducción de las mujeres ha ocupado un lugar predominante en la esfera de lo privado, lo público, lo político, lo teológico, lo jurídico y lo sociocultural desde diversas perspectivas. Para nadie es un secreto que mucho se ha hablado de este asunto, pero sobre todo, se han construido muchos silencios y estigmas alrededor de estos temas, especialmente cuando atraviesan las historias y las experiencias de las mujeres.
La vigencia de este debate ha estado fuertemente permeada por la persistente injerencia fundamentalista religiosa que revestida de múltiples rostros se resiste a perder el control sobre el cuerpo y la autonomía de las mujeres. Instalando múltiples imaginarios, narrativas y simbologías que, a partir de creencias, prejuicios, estigmas y paradigmas, especialmente de tipo religioso, justifican la naturalización y la normalización de las violencias contra nosotras, con la pretensión de despojarnos de dignidad y de libertad como agentes morales capaces de tomar decisiones basadas en nuestra propia conciencia sobre asuntos que especialmente tienen que ver con nuestro cuerpo, nuestra vida y nuestra libertad.
Para Católicas por el Derecho a Decidir – Colombia es sustantivo traer a la conversación pública el tema del cuerpo y la sexualidad de las mujeres desde múltiples categorías de análisis y a partir de una crítica franca, abierta y propositiva en los campos religioso y político para recuperar el sentido legítimo del derecho a decidir de las mujeres sobre su cuerpo y su sexualidad en todas sus dimensiones, como apuesta contrahegemónica y contracultural frente al statu quo impuesto por el modelo económico, político y social patriarcal, que se ha alimentado de las violencias y las desigualdades de género como un mecanismo de control y disciplinamiento para mantener un “orden” injusto.
De ahí que nuestra apuesta se centre en plantear narrativas, semióticas e imaginarios desde la teología feminista y del feminismo católico, que nos da una oportunidad para sembrar nuevos mensajes que resignifiquen las teologías y liberen el cuerpo del miedo, la culpa, el sacrificio, el pecado y el dolor que nos han impuesto a partir de tantas violencias físicas y simbólicas; y que en suma, nos permitan ampliar y retomar sentidos que acerquen y tiendan puentes con los feminismos y las teologías para avanzar en derechos, en espiritualidades liberadoras, en rituales incluyentes, y en creencias que nos dignifiquen y le den un sentido trascendente al lugar que ocupamos en la vida y en la historia.
Somos testigos de cómo la tradicional presencia de la iglesia católica a través de sus jerarquías ha participado de manera bastante activa en el debate histórico sobre los derechos sexuales y reproductivos, respondiendo con una concepción de control absoluto sobre la vida humana que indudablemente se evidencia en el pretendido dominio que tiene sobre los seres humanos desde el nacimiento hasta la muerte. Donde silenciar el cuerpo, limitar la sexualidad, imponer la reproducción como fin único y natural, y restringir la capacidad de las mujeres para decidir han sido algunos de los propósitos centrales de este modelo de poder patriarcal que ha encontrado en el pecado, la condena y la culpabilización, algunas de sus principales estrategias principales, impuestas a través de la religión, como parte del campo cultural, que ha sido uno de los instrumentos predilectos de poder, con el fin primordial de perpetuar en las mujeres el ideal católico de sumisión y de su esencia mujer– madre.
Hemos vivido bajo el imaginario del cuerpo femenino tristemente reducido al pecado, a las prohibiciones, a las culpas y a todo tipo de vejámenes sustentados en la violencia y la discriminación. Mucho se opina respecto del cuerpo y la sexualidad de las mujeres pero pocos esfuerzos se han concretado para permitirnos reconocerlo, sentirlo, resignificarlo y vivirlo como una parte integral de nosotras mismas.
Por ello, nos situamos desde una visión liberadora y positiva de nuestro cuerpo, y promovemos una sexualidad placentera y sin violencias, el ejercicio autónomo, deseado y no impuesto de nuestra reproducción. De ahí que las voces de las católicas por el derecho a decidir que se escucharán en Revista Raya, serán las de mujeres que se rebelan y se resisten a los mandatos que vulneran nuestra dignidad. Esta apuesta será siempre un camino de liberación para transformar la visión retrógrada que se ha impuesto sobre lo femenino y sobre las mujeres.
Así, nuestra presencia en esta naciente revista que nos abre el espacio para expresar nuestra voz como mujeres, feministas y católicas, se convierte en una oportunidad para interpelar a quienes se oponen al avance de nuestros derechos y libertades, para denunciar, develar y deconstruir aquellos paradigmas bajo los cuáles se ha edificado un tipo de moralidad sexual (desde el poder político y religioso), y abrir la posibilidad de dialogar desde diversos saberes teológicos, políticos y sociales sobre estos asuntos, que nos desafían como personas, ciudadanos y ciudadanas, y por supuesto como creyentes.
La invitación es a develar el miedo que las iglesias vienen imponiendo de manera “sutil” y también violenta en nuestros cuerpos, nuestra sexualidad y nuestras decisiones; en tal sentido, lo que buscamos es desinstalar el poder del patriarcado, defender los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos, desculpabilizar las conciencias, y situar estas conversaciones en un ámbito respetuoso, diverso y en el marco de un estado laico, pluriétnico y multicultural.
*Directora Católicas por el Derecho a Decidir – Colombia