¿Por qué cuando una mujer está segura de sí misma y es poderosa la llaman bruja? Citando a Lisa Simpson en Los Simpson, roles de género y brujería. La bruja en la cultura popular contemporánea de Sara Antinora
Por: Stephanie Salazar Mahecha *
A la figura de las brujas se le ha atribuido un sinfín de estereotipos que están asociados a la maldad, a su relación directa con el Diablo, a tener sus emociones fuera de control o estar locas. Por lo general, son solteras, divorciadas o no hay ninguna compañía masculina cerca y esto las pone bajo sospecha. Además de eso, suelen ser mujeres ancianas marginadas o al contrario mujeres con un deseo sexual notorio que suele incomodar a las personas que están a su alrededor. También se les suma sus conocimientos particulares sobre herbolaria, su íntima relación con la naturaleza y en especial con los animales. A la bruja se le atribuye todo lo que suele traicionar las expectativas de género como afirma Sara Antinora, y precisamente, esta plantilla cultural heredada por siglos dio como resultado uno de los genocidios de mujeres más grandes del que se tenga memoria.
El fundamentalismo religioso gestó una cruzada contra todas aquellas mujeres que no adoptaron la sumisión que les exigía la doctrina moral de la época. Todo lo que estuviera fuera de las expectativas que recaían sobre las mujeres las hacía objeto de sospecha. Muchos líderes religiosos encabezaron las “cacerías de brujas” que eran un compendio de prácticas de tortura para someter a las mujeres a un escrutinio público, que terminaba en su muerte y condena eterna. El relato religioso se encargó de exacerbar el imaginario nefasto sobre las mujeres que consideró brujas y promocionó su persecución, encontró en todas esas mujeres diferentes un enemigo ejemplar con el que amedrentar a todas aquellas que no se acogieran al rol de género necesario para la Iglesia. Así, la denominada “cacería de brujas” sirvió como un tipo de represión ejemplar para todas aquellas mujeres que se atrevieran a romper el statu quo e instauró en la cultura la naturalización de la violencia contra las mujeres.
No obstante, con cada día de brujas o Halloween se abre la puerta para volver a estos relatos y reivindicar el lugar de estas mujeres que se atrevieron a retar los cánones morales de su tiempo y que fueron perseguidas injustamente. Hay muchos textos que explican el rol de las brujas en la sociedad y hoy en día, se ha hecho un trabajo desde los feminismos para que el reconocimiento de estas mujeres les dé el lugar que merecen. La omisión de sus saberes y prácticas llevó a un desconocimiento profundo, pero también al cuestionamiento de su sabiduría, a castigar sus conocimientos como paganos, productos del mismo pacto que tenían con el diablo y una subvaloración de su rol en la sociedad. Por eso, releer esos relatos es una oportunidad para hacer una nueva interpretación y de esto no se escapa la cultura popular, el cine y la televisión que han visto en las brujas villanas perfectas, proclives a sus deseos y caprichos que ayudan a los héroes y heroínas de sus narraciones a su transformación.
Las brujas en la cultura popular están en todas partes, pero las nuevas lecturas que se han hecho sobre el rol de las mujeres han permitido una escala de grises considerable. Pasaron de ser personajes obsesionados con el poder o la belleza a desarrollar matices que cuentan sus motivaciones. Ese es el caso de la Bruja Escarlata del universo Marvel que tiene un proceso de transformación por una pérdida, cuestiona la estructura que hay a su alrededor y actúa en relación a su deseo. El deseo precisamente suele ser una piedra angular en la narración, así pasa en En el bosque (Into The Woods), donde la Bruja encarnada por Meryl Streep siempre hace un llamado a pensar muy bien lo que se desea.
En la última entrega de Abracadabra (Hocus Pocus 2), vuelve el trío de brujas más famoso de la cultura pop. Las hermanas Sanderson: Sarah, Winifred y Mary que aterrorizaron a más de uno y una en los años noventa, ahora vuelven, con una reflexión sobre el poder. Con la fórmula del encanto que tienen estas brujas, a partir de lo no hegemónico son rudas, egocéntricas, satíricas y cínicas, ya las brujas ni las jóvenes que las enfrentan se obsesionan con el poder supremo o la belleza (aunque sean temas importantes para el desarrollo de la trama), hay una apuesta por la prioridad de la hermandad por encima del poder y la importancia de compartir el mismo.
En Abracadabra 2, aunque la hayan acusado de ser una versión edulcorada y políticamente correcta, en relación con la primera entrega del 93, estas brujas, con pena de hacer un spoiler, se deciden por estar juntas, por confiar en su intuición y sobre todo por compartir el poder no solo entre hermanas sino también con las amigas, que precisamente es la gran transformación que ha hecho el feminismo en nuestra cotidianidad. Así mismo, se nos presenta de nuevo el fundamentalismo religioso como uno de los enemigos públicos de estas mujeres, encarnado en el personaje de Traske, un reverendo irracional que persigue y hostiga unas niñas que se ven obligadas a huir a un bosque prohibido por el temor a ser separadas. Una buena metáfora sobre lo que implica el fundamentalismo religioso en nuestros tiempos y el costo sobre la vida de las mujeres.
Ahora las hermanas Sanderson nos vienen a recordar, precisamente, la magia que hay en la unidad de las mujeres, en encontrarnos en nuestras diferencias y reflexionar precisamente sobre nuestros deseos ¿y por qué no?, el ejercicio del poder, en esa consigna de: ¡para todas, todo!
* Integrante de Católicas por el Derecho a Decidir Colombia