Por: Sandra Mazo*
Cada año diferentes organizaciones y colectivos de mujeres y feministas en todas sus expresiones y diversidades nos encontramos en una gran juntanza para reivindicar el 28 de septiembre, día por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe.
Fecha que fue reconocida en el marco del V Encuentro feminista de Latinoamérica y el Caribe, realizado en 1990 en San Bernardo, Argentina, donde una delegación brasileña sugirió esta fecha para conmemorar aquel 28 de septiembre de 1871 cuando se promulgó en Brasil la ley de “Libertad de Vientres”, que declaró libres a todos los hijos e hijas nacidos de mujeres esclavizadas. Por ello, es una fecha para celebrar la libertad de decidir.
Este 28 de septiembre para el movimiento de mujeres y feministas en Colombia la celebración era mayor, pues estaba precedida por el fallo histórico emitido por la Corte Constitucional, el 21 de febrero del presente año, cuando a través de la Sentencia C-055 de 2022 se despenalizó el aborto hasta la semana 24 y se mantuvieron las 3 causales que ya estaban despenalizadas desde el año 2006 (cuando la vida o la salud de la mujer está en riesgo, por malformación fetal incompatible con la vida extrauterina o por violación). Esta decisión de la Corte Constitucional es un importante avance en el cumplimiento de acuerdos y recomendaciones internacionales sobre el acceso al aborto seguro y la salud sexual y reproductiva, que permite además garantizar los derechos reproductivos al reconocer el derecho a decidir, con plena libertad, si tener hijos e hijas o no.
Esta nueva Sentencia de la Corte Constitucional, sin duda representa, simboliza y evidencia la demostrada capacidad del movimiento de mujeres y feministas quienes, con la incidencia, la lucha organizada y la movilización en el marco de las reglas de la democracia, han logrado avanzar en el reconocimiento de nuestros derechos. Y ¿cómo no celebrar esta “marea verde” que recorre América Latina, reafirmando la libertad y la autonomía reproductiva? Por ello, durante varios meses, estuvimos desde la alegría, el arte y la pedagogía, planeando esta fiesta por la dignidad, la memoria y la libertad.
Así, durante este día las calles se vistieron de verde, de rostros diversos pintados de esperanza y de alegría ante un logro que significa nada más y nada menos que la libertad de nuestros vientres. En Colombia al fin las mujeres, las niñas, las jóvenes y las personas gestantes tenemos derecho a decidir por maternidades deseadas, no obligatorias; tenemos derecho a decidir ser madres o no serlo; tenemos derecho a abortar bajo nuestra propia libertad de conciencia y a partir de nuestra autonomía.
Por eso, para quienes se quedaron con la sola impresión de unas llamas en la puerta de la catedral, sin darse la oportunidad de mirar más allá, o para quienes a partir de esto quisieron aguar la fiesta, y para quienes no pudieron comprender la dimensión genuina de por qué marchamos ese día, les quiero contar que este 28 de septiembre marchamos en torno a tres momentos o estaciones: la primera denominada “DIGNIDAD” que comenzó su recorrido en el Ministerio de Salud para recordarle a esta instancia de gobierno su obligación de cumplir con la implementación de las Sentencias sobre el aborto; la segunda estación llamada “MEMORIA” estuvo centrada en la Corte Constitucional, lugar que ha simbolizado el espacio - tiempo de tantas luchas por la justicia; y, la tercera y última estación, denominada “LIBERTAD”, que tuvo su punto de llegada en la plaza de Bolívar, allí junto al Congreso de la República se levantó una tarima para decirle a esta instancia legislativa que hay un exhorto o llamado que le hace la Corte Constitucional para que elabore una política pública integral en derechos sexuales y reproductivos que garantice de manera plena e incluyente estos derechos alcanzados.
Así, esta marcha por el aborto libre es la expresión legítima de un movimiento vivo y propositivo que ha sabido construir y avanzar en derechos con capacidad de organización y de incidencia en el marco de la democracia. Es una fiesta por el derecho a decidir que, con la fuerza de múltiples y diversos rostros colectivos, levantan y ondean sus pañuelos verdes para celebrar y cuidar este nuevo derecho, recorriendo el territorio para dar vida a la dignidad, a la justicia, a la memoria y a la libertad.
En consecuencia, resulta de trascendental importancia entender en su verdadera dimensión las movilizaciones del 28 de septiembre, lo que significan genuinamente para la democracia y los derechos de las mujeres en todas sus diversidades, más allá del hecho específico de algunas expresiones particulares que alcanzaron relevancia en los medios, lo que sin embargo, no tiene la vocación para aguar la fiesta con la que conmemoramos una fecha histórica en la piel pluriétnica y multicultural de nuestra América que avanza en derechos, habitada por rostros y cuerpos libertarios que construyen la dignidad y la memoria de nuestros pueblos.
* Directora Católicas por el Derecho a Decidir – Colombia