Por: Elmer Montaña
El alcalde de Cali, Alejandro Eder, cometió un grave error al ordenar el cierre de las calles aledañas a la Plaza de Caycedo, sin realizar un estudio previo sobre las consecuencias de esta medida y, además, por no consultar a las personas que laboran en el centro de la ciudad cumpliendo diferentes tipos de actividades, especialmente relacionadas con el comercio y la prestación de servicios.
Durante la COP16, la alcaldía dispuso el cierre vehicular del centro de la ciudad para facilitar el desplazamiento de los visitantes hacia la denominada Zona Verde, donde diversas organizaciones e instituciones participantes instalaron casetas para brindar información y realizar foros, debates, etc. Esto también permitió una gran afluencia de público a los sitios donde se llevaron a cabo conciertos y presentaciones artísticas.
Propios y visitantes disfrutaron de las calles libres de vehículos automotores, y muchos destacaron la novedosa peatonalización como algo positivo para la ciudad. El alcalde, por su parte, anunció que la medida se prolongaría hasta el 15 de noviembre, a pesar de que el decreto mediante el cual se justificó el cierre se fundamentaba en la realización de la COP16. Esto significa que el bloqueo debió terminar el 1 de noviembre, fecha en que se clausuró el citado evento internacional.
La secretaria de Desarrollo Económico de la Alcaldía de Cali rindió un informe sobre las ventajas económicas que trajo la COP16 a la ciudad, destacando que: “Los 21.000 turistas que visitaron Cali dejaron US$37 millones de dólares en la ciudad. Las ganancias están distribuidas entre el sector hotelero, gastronómico, de entretenimiento y el comercio”. Sin embargo, la realidad es muy distinta.
De acuerdo con las organizaciones y sindicatos que agrupan a los comerciantes del centro de la ciudad, durante la COP16, debido a los cierres viales, se produjo una disminución de las ventas entre el 40 % y el 50 %. Los comerciantes asumieron las pérdidas como una muestra de su férreo compromiso con un evento internacional que traería grandes beneficios al país, pero no están dispuestos a soportar las consecuencias de un cierre indefinido; así se lo han hecho saber al alcalde.
Con el paso de los días, crecen la tensión y la desinformación. Los comerciantes plantearon realizar una protesta si el cierre se mantenía; no obstante, han participado en varias reuniones con funcionarios de la alcaldía, prestos a ayudar a encontrar una solución.
Del lado de la alcaldía, se han limitado a escuchar y únicamente contemplaron la posibilidad de crear una “gerencia” para discutir la problemática del centro de la ciudad, sin mencionar nada sobre el bloqueo de las vías. Para colmo de males, el presidente de FENALCO VALLE intervino, supuestamente para facilitar el diálogo entre las partes, pero lo que hizo fue politizar el asunto.
Octavio Quintero, quien preside la junta directiva de FENALCO VALLE, es un furibundo uribista que esgrime su carga ideológica cada vez que puede. Durante una reunión secreta convocada en el Club Farallones el pasado lunes 11 de noviembre, entre uno de los gremios de comerciantes y el alcalde Eder, orientó el encuentro para que los asistentes apoyaran el bloqueo de las vías del centro de la ciudad e instó a que rechazaran la intervención en este conflicto de quien escribe estas líneas por ser “petrista y cercano al gobierno”. Seguidamente, afirmó que el único abogado que necesita la ciudad se llama Alejandro Eder.
Quintero está en todo su derecho de lamerle la suela de los zapatos al alcalde, pero no puede aprovechar su papel como líder gremial para estigmatizar a quienes luchamos en defensa de los intereses de la ciudad, politizando un conflicto que afecta a miles de personas con independencia de su filiación política.
El genuflexo representante de FENALCO VALLE olvida que en el centro de la ciudad laboran más de 30 mil personas en diversas ocupaciones, especialmente en el comercio y la prestación de servicios, y que a todas las tiene sin cuidado su orientación política.
Si el próximo lunes continúa el bloqueo de vías en el centro de la ciudad, los medianos y pequeños comerciantes, así como los vendedores informales, tendrán que salir a defender el sustento de sus familias mediante la movilización pacífica.
Eder ha dicho que pasará a la historia como el alcalde que peatonalizó el centro de la ciudad. Lo que no dice es que la idea que él y un par de sus asesores tienen sobre la reorganización del centro de Cali no incluye el comercio. Para la élite caleña, el centro de Cali debe cambiar radicalmente para convertirse en una zona turística, gastronómica y de prestación de servicios, pero sin la mancha de un comercio popular, anárquico y tumultuoso.
Después de borrar y pintar murales, lavar calles y puentes, el alcalde de Cali cree que lo siguiente es "hermosear" el centro, aunque con ello genere una grave crisis social.
Todos estamos de acuerdo en que el centro de la ciudad presenta problemas serios que requieren una intervención de fondo, pero se equivocan quienes aspiran a resolverlos acabando con el comercio. Los comerciantes y vendedores (formales e informales) no están dispuestos a permitir que los desplacen en el desarrollo de un improvisado e inconsulto proceso de gentrificación de la ciudad. Cuando se acaben los engaños y las triquiñuelas para evitar que los perjudicados por la medida se organicen y exijan que se les garantice el derecho al trabajo, ni FENALCO VALLE ni la organización gremial que se reunió a escondidas con el alcalde tendrán la autoridad moral para intervenir en el asunto.
Eder está usando la desgastada estrategia de dividir para reinar a sus anchas. Para dividir, usa la desinformación y promueve el ataque personal contra sus detractores. Puede que esto le dé cierto respiro, pero desgasta su credibilidad y, por lo tanto, su capital político. De seguir así, Eder pasará a la historia como un engañifas autoritario que fracasó en el intento de entregar el centro de la ciudad a las grandes inmobiliarias y al sector financiero, destruyendo una zona comercial que forma parte de la identidad de los caleños y que es uno de los motores de la economía local.
Si Eder pretende transformar el centro de la ciudad, requiere de la participación y la ayuda de quienes allí laboran o tienen montadas sus empresas y negocios. No basta con escucharlos en medio de la Plaza de Caycedo, como hizo recientemente; un asunto de semejante importancia amerita ser examinado, discutido y decidido entre la alcaldía y los afectados. La clave es consultar antes de decidir y no dividir para decidir. Es lo que diferencia a un demócrata de un autoritario. Y ya hemos visto cómo reaccionan los caleños frente a los autoritarismos.