Por Víctor de Currea-Lugo
¿Qué decir de nuevo sobre Palestina? A veces toca es repetir, gritando, lo ya dicho, para que alguien a lo mejor escuche, por encima de las bombas israelíes, el llanto de los moribundos. Pero hay algo peor: matar a unos niños con la ocupación de cada día, matarlos con la negación de los derechos, matarlos de un bombazo encima de su casa y luego rematarlos con un titular de prensa que convierta un bombardeo asesino en “un polémico incidente con un cohete”. Gaza, que es parte de Palestina, sufre una y otra vez bombardeos y asesinatos que se han contado por miles.
Recuerdo lo difícil que era para los hospitales de Gaza para que tuvieran antibióticos y analgésicos comunes, de esos que se compran en la esquina como si fuera el pan del desayuno. Pues allí la ocupación se ha dedicado a negar la salud, la educación, el trabajo, en fin: la vida digna. Los invito a que vayan, a que miren con sus propios ojos si el apartheid contra los palestinos es una fantasía o una dolorosa cotidianidad.
Luego vienen los bombardeos. A finales de 2008, Israel bombardeó una escuela que hacía las veces de refugio para cientos de desplazados, señalizada con banderas de la ONU, sin ninguna sospecha de ser usada militarmente. Y la atacó con fósforo blanco sin que al mundo le importara. Uno de los Ejércitos más potentes del mundo haciendo volar en pedazos casitas palestinas para dizque “defenderse”.
Y, además, toda una narrativa para exonerar a Israel, para hacernos creer que es “la guerra contra el terror”. Amparados en las palabras y en la prensa que renunció a serlo para hacer propaganda sionista invitan a un genocidio. Un ministra de Justicia, Ayelet Shaked, dijo de las madres palestinas que: “deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes”.
En la operación militar contra Gaza de 2014, un comandante israelí, Givati Brigade, llamó a la guerra contra los que difaman a Dios. Escribió en su mensaje a las tropas que: “la historia nos ha escogido para ser el filo de la bayoneta de la lucha contra el enemigo terrorista de Gaza, que maldice, difama y abusa del Dios de las batallas de Israel”.
Y nos dicen que Israel fue creado como una respuesta al Holocausto nazi (falso), que su capital es Jerusalén (falso), que los asentamientos con los que horadan el territorio palestino como un queso gruyere son legales (falso), que en 1948 nadie vivía en Palestina y por eso es la tierra sin pueblo para el pueblo sin tierra (más que falso).
Es posible que no podamos evitar, todavía, la terrible ocupación, ni podamos impedir los bombardeos asesinos de civiles en Palestina, pero de eso a la resignación hay un gran paso. Lo peor, renunciar al periodismo, volvernos los altavoces del sionismo, no hablar de la ocupación, de la falta de medicamentos, del fracaso de la ONU y del derecho.
Lo peor, lo digo nuevamente, volver una masacre de unos nadies un “polémico incidente”, es no solo callar, es casi aplaudir la muerte, cohonestar con la ocupación y manchar la verdad hasta hacerla trizas. Tanto aquí como allá, los poderosos ponen las bombas, los nadies ponen los muertos y los medios de comunicación ponen la verdad más conveniente para los asesinos.