Por: Sandra Mazo
Directora
Católicas por el Derecho a Decidir – Colombia
“La violencia contra la mujer constituye una violación a los derechos humanos
Y las libertades fundamentales y limita total o parcialmente a la mujer
el reconocimiento, goce y ejercicio de tales derechos y libertades”.
(Convención de Belem do Pará)
Las fechas en las que reivindicamos los derechos de las mujeres tienen un sentido trascendente en la memoria histórica de nuestras luchas, así, el 25 de noviembre fue declarado como el día de la no violencia contra las mujeres, a partir del primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en 1981 en Bogotá. Esta fecha fue escogida en honor a las hermanas Minerva, María Teresa y Patria Mirabal, tres luchadoras sociales y políticas por la justicia, la democracia y la libertad que fueron torturadas y asesinadas un 25 de noviembre de 1960 por la dictadura del general Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana.
Fue así como gracias a la iniciativa y la capacidad de incidencia del movimiento feminista latinoamericano y del Caribe que se logró que las Naciones Unidas, a través de la Resolución 54/134 de 1999 declarara oficialmente el 25 de noviembre como el “día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres”.
De esta manera, en honor y bajo la inspiración de estas tres “Mariposas”, como en adelante fueron conocidas las hermanas Mirabal, se levantan las voces de las mujeres en todo el mundo para denunciar la injusticia, la desigualdad, la discriminación, el estigma y las múltiples violencias que hemos padecido en todo tiempo y lugar, producto de un modelo económico, político, social y cultural que ha sostenido y reproducido de manera impune e infame esta barbarie contra las mujeres en todas sus diversidades.
Después de una larga lucha del movimiento feminista y de mujeres, hoy día se reconoce que el derecho de las mujeres a vivir libres de violencias constituye un derecho humano, además, existe una nutrida normatividad tanto internacional como nacional que lo reafirma; sin embargo, las más crueles y despiadadas formas de violencias contra las mujeres y niñas siguen manifestándose de manera degradante y humillante contra la vida, los cuerpos, la dignidad, los sentimientos y sus proyectos, bajo el manto de la indiferencia y la impunidad.
¿Cómo no indignarnos y salir a marchar este 25 de noviembre, cuando en el mundo 1 de cada 3 mujeres a lo largo de su vida (alrededor de 736 millones) son objeto de violencia física o sexual por parte de su pareja, de alguien que no lo es o de ambos?
Según cifras de Onumujeres (2021), la pandemia dejó a su paso que 7 de cada 10 mujeres expresaron que el abuso verbal o físico por parte de la pareja se volvió más común y 6 de cada 10 consideraron que el acoso sexual en los espacios públicos empeoró.
Sumado a ello, en Colombia, según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal del 2021, 30.436 mujeres fueron víctimas de violencia de pareja, 3.966 casos más de los registrados en 2020, que fueron 26.470. Así mismo, en 2021, este instituto realizó 22.607 exámenes por presunto delito sexual, de los cuales el 88% de las víctimas, es decir 19.793 casos, eran mujeres, donde el 60% de las víctimas son niñas de menores de 15 años. Es decir, 2 de cada 3 mujeres víctimas de violencia sexual son niñas menores de 15 años.
Y ni que decir en materia de feminicidios, según los reportes de medicina legal, en lo corrido de 2022 se han presentado 140 casos, cifra que según la Procuraduría podría aumentar, ya que se han presentado 659 alertas de feminicidio que han sido remitidas a este Ministerio Público, registrándose mayores reportes en Bogotá, con 202 alertas; 76 en Ibagué, 39 en Arauca y 30 en Pereira. Y si siguiéramos mostrando las cifras de la infamia con respecto a las violencias contra las mujeres y las niñas, no cabría tanto horror e indignación.
Esta acotada muestra de la execrable situación de violencia contra las mujeres y las niñas, nos reafirma que cada 25 de noviembre, es un día que invita a la sociedad en su conjunto a hacer un alto en el camino y reflexionar seriamente sobre esta lamentable y preocupante situación, es un día para recordarle al Estado y a sus instituciones la obligación de garantizar el derecho de las mujeres y de la niñas a una vida libre de violencias, lo que implica compromisos y acciones reales para prevenir, erradicar, sancionar, investigar, dar respuestas y reparar la violencia contra las mujeres en todas sus dimensiones.
No queremos eventos oficiales grandilocuentes cada 25 de noviembre, repitiendo los mismos discursos vacíos que sólo reafirman la incapacidad y la falta de voluntad para poner fin a las violencias contra las mujeres y las niñas; lo que queremos este 25 de noviembre son calles llenas de personas indignadas marchando contra las violencias hacia las mujeres y las niñas y exigiendo un basta ya de estas violencias; lo que queremos y por lo que luchamos todos los días del año es por justicia, igualdad, dignidad y la eliminación de prácticas y políticas que desde diferentes dimensiones reproducen y toleran la discriminación y las violencias; lo que queremos y por lo que luchamos las mujeres es por hacer realidad una democracia incluyente, participativa y que nos reconozca como sujetas de derecho, como ciudadanas plenas y como dignas habitantes de este territorio común. Si, lo que las mujeres en todas sus diversidades queremos y por lo que luchamos día a día es por una vida sin miedos y sin culpas.
Lo que queremos es que esta fecha nos sirva para reflexionar sobre los derechos de las mujeres y las niñas, para pensar en alternativas estructurales, en cambios socio – culturales que contribuyan a poner fin a estas violencias; pero también esta es una fecha para hacer memoria y un homenaje a las millones de mujeres y niñas víctimas de un modelo patriarcal que todavía tiene una deuda pendiente con nosotras; es una fecha en la que como movimiento feminista, de mujeres y de DDHH reafirmamos esta apuesta colectiva e incansable por la defensa de los derechos de las mujeres a una vida libre de violencias y expresamos nuestra voz de indignación y dolor por la muerte y sufrimiento de tantas Rosas, de tantas Yulianas, de tantas mariposas Mirabal que están vivas en nuestras luchas y que inspiran y alientan nuestro día a día por la vida, la justicia, la libertad y la dignidad.