Por: Óscar Montero De La Rosa. Líder Indígena Kankuamo.
Conciertos por doquier en todo el país, anchetas, rifas, bingos y comidas fueron las diversas formas de cierre de campaña que se vivieron en los últimos días en Colombia a vísperas de las elecciones regionales a concejos, alcaldías, diputados y gobernación.
Estudié ciencias políticas en la Universidad Nacional de Colombia y he podido evidenciar que es difícil ir de la teoría a la práctica, estamos lejos de tener gobernantes honestos en el país. Más allá de lo folclórico y la gran "fiesta de la democracia" como muchos se han atrevido a decir, no he escuchado un discurso serio, coherente y sincero que realmente le devuelva la esperanza a los ciudadanos de este país. Ese constituyente primario es en el que tenemos la responsabilidad de votar bien por el presente y futuro de nuestras entidades territoriales, de nuestro país.
Aunque sería muy irrespetuoso de mi parte generalizar, debo decir que son pocas las propuestas políticas las que realmente se están pensando una gobernabilidad del pueblo y para el pueblo A quienes sí lo hacen les deseo todo el éxito en las contiendas electorales, que logren derrotar las mafias de la corrupción, el clientelismo y la compra de votos.
Votar a conciencia, por una agenda programática y por apuestas que contribuyan al buen vivir de las comunidades es realmente contribuir a la paz total del país. No se puede hablar de cambio y de paz, si realmente desde las bases territoriales no se cambia, hay que dejar de votar a lo que siempre han gobernado por herencia política o apellido.
Debemos ser orgánicos, ejercer muy bien nuestro derecho al voto, realmente ser dignos de ser ciudadanos libres, críticos y pensantes al momento de elegir las propuestas que mejor se piensen la transformación de nuestros territorios. Requerimos gobernantes de mundo, verdaderos políticos y con pensamiento humilde y humano para ejercer el poder, desde el mandar obedeciendo como dirían los zapatistas. No requerimos mesías, necesitamos personas con calidad humana a la altura de los momentos históricos que vivimos en el país y en el mundo, un mundo que se debate entre la paz y la guerra.
A los nuevos gobernantes elegidos está la responsabilidad con el pueblo que los eligió de reafirmar los principios básicos a los cuales nos convoca y recuerda la Constitución Política de Colombia de 1991, la democracia, la paz y defender el territorio y la vida. Necesitamos gente que conozca las realidades de sus territorios, que le hagan frente a la pobreza, a la desigualdad, a la corrupción y la violencia que sigue desangrando al país.
Ojalá este país se movilice como se movilizan las campañas políticas por todo el territorio nacional, ojalá nos movilicemos por la paz, por la vida y por la democracia como pilares fundamentales de un Estado social de derecho. Y es que es necesario movilizarnos, la paz total de este país debe ser prioridad de todos.
Llegan las elecciones y territorios como Nariño, Cauca, Chocó y el Catatumbo siguen siendo amenazados por los actores armados en el país. El llamado sigue estando vigente a los armados, construir y aportar al país, es permitir que la democracia sea plena y real. Las armas jamás podrán reemplazar las ideas, soñamos con un país que pueda elegir y ser elegido en el marco de la constitucionalidad que reviste al Estado colombiano.
De igual manera, el llamado es a los partidos y movimientos políticos en el país a salvaguardar la democracia desde la ética y los principios democráticos que tenemos. Recordar que pasamos de unos bipartidismos a unos multipartidismos desde 1991, sobre ellos también recae la responsabilidad de saber a quién avalar o no en las elecciones, de ello depende el cambio que requerimos para las entidades territoriales del país.
Que la memoria viva y colectiva nos recuerde nuestra responsabilidad de por quién votar, la historia vivida no se puede repetir y si permitimos que continúe, somos cómplices de nuestra propia desgracia.
Finalmente, esperamos cambios, cambios para la vida. Todos merecemos darnos la oportunidad de poder vivir en un país en donde la prioridad sea la libertad y el buen vivir del pueblo.
Sea de derecha, centro o de izquierda, lo importante es que todos tengan claro que primero debe ser el pueblo, podemos pensar y gobernar de distintas maneras, pero cuando se tiene claro el propósito común todo fluirá.