Por: Óscar David Montero De La Rosa
En una conversación con mi amiga y lideresa del Pueblo Raizal, Silvia Montoya Duffis, a propósito del 21 de mayo, Día de la Afrocolombianidad, fecha que Colombia conmemora la abolición de la esclavitud, me comentó que muchos de los raizales de San Andrés Islas y Santa Catalina no se sienten representados en la palabra afrocolombiano, dado que Colombia siempre ha estado a espaldas del mar y de sus islas. En cambio me manifestó que sí se siente identificada y reivindica con la afrodescendencia.
Colombia en, en el artículo 7 de la Constitución Política de 1991, se reconoció como un país multiétnico y pluricultural, donde cohabitan negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros, pueblos autónomos, resistentes y luchadores que han aportado mucho a la construcción del Estado Nación, no solamente en cuestiones folclóricas como el baile, la música y la comida, sino también en la literatura, basta con recordar a Manuel Zapata Olivella y Mary Grueso.
Pero lo afro, lo negro, es mucho más que esto, es política, es territorio, es sabiduría ancestral, es la Ley 70 de 1993, es dignidad, es Palenque, es Petronio, es cultura, es mar Caribe y Pacifico, es costa y selva; es el corazón de los hijos de la Madre África en Colombia.
Son más de 10 millones de Afrodescendientes en Colombia y la gran mayoría viven en el Pacifico y en el Caribe, pero viven en todo el país organizados en Consejos Comunitarios que luchan y vivencian su cultura en territorios ancestrales en donde están ombligados, enraizados.
Hoy el pueblo afro, como en otros tiempos, está haciendo historia. Es la primera vez que una mujer negra llega a ocupar el segundo cargo más importante en el país, que el canciller de la República sea un afrodescendiente. Este es un mensaje que Colombia envía al mundo, pues estas personas están allí, no solamente por pertenecer a una comunidad sino por sus méritos.
Lo afro en Colombia, no es una cuestión solamente o necesariamente relacionado con el color de piel, es más que eso; como lo he venido relatando en los párrafos anteriores. Con esto quiero aquí referirme a las situaciones infortunadas como el racismo, que lastimosamente se vive a diario en este país.
Pero, a pesar de todo esto, el racismo sigue vigente en Colombia, incluso siendo un delito y de estar penalizado. Es un mal arraigo que hay en la sociedad colombiana que se debe erradicar desde la educación, la política, la cultura, el idioma y la cotidianidad: el racismo en Colombia mata.
Necesitamos avances reales en el reconocimiento y materialización de los derechos de los pueblos étnicos. La elevación de San Basilio de Palenque a categoría de municipio, es hoy un ejemplo de un gran avance, siendo un hito histórico que viene desde que ellos lograron ser el primer pueblo libre en Abya Yala (América). Benkos Biohó debe estar orgulloso de esto, la semilla de la libertad que sembró está más vigente que nunca.
Si bien en Colombia se abolió la esclavitud, hoy debemos buscar el mismo proceso con el racismo. Ninguna persona en el país y en el mundo debe sufrir algún acto discriminatorio por su color de piel, ideología política, género, etnia u origen. Derogar definitivamente el racismo es construir paz en Colombia. Esto no es solo dejar las armas, es tener sociedades respetuosas de la diversidad, garantías de derechos fundamentales y sobre todo salvaguardar a la vida.
Finalmente, los colombianos debemos reconocer que todos y todas en nuestra gran mayoría somos un salpicón de culturas, tenemos todos un poquito de lo afro, de lo indígena y hasta de lo español. Eso nos debe llevar a reconocer y volver al origen de nuestras raíces culturales.