Por: Dumar A. Jaramillo-Hernández
Profesor Universidad de los Llanos MVZ. Esp. MSc. PhD.
Los alimentos están estrechamente relacionados con los procesos evolutivos de nuestra especie, por ejemplo, el aumento del consumo de carne y el paso de hábitats boscosos a otros más abiertos está relacionado con la aparición del género Homo. El registro más antiguo de humanos modernos (Homo sapiens) es de 300 mil años en Jebel Irhoud (Marruecos), pero hasta hace 10 a 12 mil años atrás existe evidencia de domesticación de ganado bovino y ovino, y la introducción de la agricultura. Uno de los primeros cultivos fue el de higos, seguido de trigo y cebada. La introducción de la agricultura marcó el comienzo para proporcionar fuentes estables de alimentos a las poblaciones que se asentaban.
Por supuesto, los cambios en la dieta (entendido como alimentos que consumimos en el día a día) trajeron mutaciones genéticas adaptativas de nuestra especie, como el consumo de almidón (presente en el trigo y cebada) que permitió la adaptación genética de la amilasa, enzima que degrada el almidón en glucosa originando una mayor fuente energética; también, los aportes de elementos tróficos cerebrales claves en la carne consumida, como la vitamina B3 (conocida como nicotinamida), aumentó entre un 30 al 40% el tamaño del cerebro en los Homo habilis, hace más de 2 millones de años atrás.
A esta altura los lectores se preguntarán ¿por qué estamos repasando la historia de la dieta de nuestra especie? Es importante permitirnos entender que el conocimiento de la biología evolutiva proporciona información importante sobre las condiciones humanas actuales, además, las proyecciones demográficas maltusianas predicen que la tasa de aumento de la población conducirá inevitablemente a una intensa competencia entre los individuos por los recursos alimentarios. Se estima que para el 2050 se aumentará en más del 50% la demanda de proteína de origen animal.
Para cerrar esta introducción, la inequidad de la oferta de alimentos hoy en día, conlleva a múltiples comunidades a poseer una variación genética notablemente baja en sus procesos metabólicos (hasta mucho menor que la presente en poblaciones de chimpancés estrechamente relacionadas). Esta situación puede obstaculizar el potencial adaptativo del cambio en la dieta, al respecto de la incorporación de alimentos como pilar fundamental de las mejoras en salud y prevención de enfermedades. Este tema lo trataremos en esta columna de opinión.
Aunque conocemos que varios alimentos que pueden integrar una dieta óptima son la medicina primordial, de acuerdo a un sinnúmero de ensayos clínicos que lo demuestran. La mayoría de nosotros seguimos consumiendo dietas ricas en azúcar, sal y grasas trans que se pueden conseguir fácilmente. Estas dietas son pro-inflamatorias y pro-cancerígenas; además, aumentan sustancialmente el riesgo de obesidad y enfermedades no transmisibles como la coronaria y la diabetes tipo 2. También se ha demostrado su asociación a osteoporosis y trastornos cognitivos. Dietas subóptimas que en su mayoría son accesibles y casi la única fuente de alimentos para las comunidades empobrecidas.
Según “Lancet Global Burden of Disease Resource Centre” (brazo de la prestigiosa editorial médica científica Lancet), entre los años 1990 y 2017, alrededor de 11 millones de muertes en el mundo fueron atribuibles a alto consumo de sodio (sal), bajo consumo de granos enteros y baja ingesta de frutas y verduras; así mismo, factores de protección para reducir el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles se enlistan: limitar el consumo de carne, de cereales refinados y azúcar.
El mundo, en este contexto de alimentos, está bajo dilemas críticos en pleno siglo XXI. El primer escenario es la inseguridad alimentaria: la pobreza y extrema pobreza sobresalen en múltiples Estados, donde las tasas de desnutrición infantil son alarmantes. Para la muestra un botón, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia 2015, 560 mil niños menores de 5 años sufrían de desnutrición crónica y 15.600 padecían desnutrición aguda severa (un infante desnutrido de forma aguda severa tiene 9 veces más riesgo de mortalidad que un infante sin esta condición).
Por otro lado, conocer los alimentos como medicina preventiva primordial, y alimentos para combatir enfermedades, donde los cambios en la dieta deberían ser recetados como tratamiento de primera línea, hacen repensar la medicina convencional occidental. El dilema aquí radica en ¿cómo puedo pensar en ajustar la dieta de poblaciones empobrecidas para prevenir enfermedades, si ni siquiera como Estado puedo garantizar una dieta básica que nutra correctamente a estos mismos individuos?
Pero invito a los lectores a entrar en el imaginario donde el “Gobierno del Cambio” de verdad soluciona los líos históricos estructurales del Estado y permite soberanía alimentaria a sus ciudadanos, en especial a los más desfavorecidos. En ese escenario, es importante detallar que hay dietas que permiten controlar una serie de enfermedades. El mejor ejemplo es la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension), enfocada en frenar la hipertensión, la cual incorpora frutas, verduras, granos enteros y lácteos bajos en grasa y elimina alimentos con sal y grasas saturadas, así como alcohol.
Se ha encontrado en múltiples estudios clínicos dietarios en población hipertensa, que la dieta DASH reduce la presión arterial hasta en condiciones similares a los efectos del fármaco nitrendipina. En Colombia cuatro de cada 10 personas adultas sufren hipertensión. En personas entre 20 a 40 años se puede hallar hipertensión arterial en el 10% de los individuos, pero en personas entre 50 a 60 años esta proporción se incrementa al 50%. Además, una de cada cinco personas tiene prehipertensión. La factibilidad de conocer y vincular como habito la dieta DASH debería ser primordial, aquí dejo el link donde se puede conocer un poco más de esta estrategia de nutrición enfocada en reducir la presión arterial: https://www.nhlbi.nih.gov/education/dash-eating-plan
Por otro lado, el ensayo clínico conocido como “PREDIMED” (Prevención con Dieta Mediterránea complementada con aceite de oliva virgen extra o nueces), mostró reducción significativa de las tasas de eventos cardiovasculares como infarto agudo de miocardio, accidente cerebrovascular y muerte (dieta también asociada a reducción de la severidad del síndrome de ovario poliquístico en mujeres).
Importante detallar que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en Colombia. De acuerdo con cifras presentadas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), de las 242.609 muertes registradas en 2019, 38.475 corresponden a enfermedades isquémicas del corazón y 15.543 a enfermedades cerebrovasculares. Seguramente, para todos los galenos en el país, es importante conocer los principios y bases en la inclusión de la dieta mediterránea en la población de riesgo a estos eventos, a continuación el link: https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa1800389
Otro importante ejemplo de intervención dietaría sustentada en la evidencia científica es el poderoso ensayo clínico “DiRECT” (Diabetes Remission Clinical Trial). Se comprobó que una dieta total restringida en calorías en pacientes de diabetes tipo 2, ayudó de forma importante y sostenida en el tiempo a controlar la patología, aún sin prescripciones de medicamentos habituales para esta enfermedad crónica. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), para el año 2022, se estimó que 62 millones de personas vivían con diabetes tipo 2 en la región de las américas, donde se espera que esta enfermedad aumente más rápidamente en los países de ingresos bajos y medios en contraste con los países de ingresos altos.
Varias agencias nacionales en salud (Reino Unido y Estados Unidos) recomiendan incluir como primera estrategia de manejo clínico una dieta baja en calorías propuesta por DiRECT para resolver la diabetes tipo 2 en sus pacientes. En Colombia, seguimos altamente dependientes de la industria farmacéutica para el manejo de esta enfermedad, y difícilmente un nutriólogo acompaña a los pacientes con predisposición a desarrollar esta enfermedad metabólica. De nuevo comparto el link, donde se puede consultar y revisar los datos asociados a DiRECT https://www.directclinicaltrial.org.uk/
Con esta información no cabe duda que el acceso equitativo a alimentos nos debería ocupar gran parte de las preocupaciones en las sociedades modernas, el hecho de alimentarnos óptimamente conlleva la responsabilidad de mejorar nuestro estatus de salud, tanto para prevenir enfermedades como para controlarlas cuando ya están instauradas. Por supuesto, antes de pensar en modificaciones dietarías específicas para diversos actores de la población con predisposiciones a enfermedades metabólicas, debemos tener enfoque como sociedad en solventar las necesidades primarias de alimentos básicos óptimos para infantes y niños.
Eso sí, si usted hace parte de la población privilegiada que no debe preocuparse porque no tiene nada para comer, podrá comenzar de la mano de sus médicos familiares a establecer pautas de alimentos que ayudan a prevenir y controlar enfermedades crónicas. El conocimiento ya está, ahora debemos procurar aplicarlo. Es una obligación evolutiva.