Por: Óscar Montero
En Conmemoración al Día Internacional de las Víctimas de las Desapariciones Forzadas: 30 de agosto.
El cuerpo y el espíritu de los desaparecidos, hablan. Los sueños nos avisan y nos conectan con ellos que se manifiestan de igual manera con voces y ruidos en los espacios en donde han transitado y han habitado.
En Colombia, la desaparición forzada sigue siendo una de las prácticas más aberrantes del conflicto armado. Un método que no solo no deja rastro de las víctimas sino que también, mata en vida a las familias de estas.
Y aunque la esperanza de encontrar a los seres amados con vida siempre permanece, se aprende a vivir con el vacío y el dolor al pasar el tiempo y finalmente llega la resignación de encontrarlos vivos o muertos. Se guardan sus cosas personales como tesoros, y sus recuerdos viven en nuestros pensamientos siempre. Duro, pero es una realidad
Uno de los temores más grandes que nos acecha, es la posibilidad de no encontrar nada, pues podrían estar en aguas abiertas, incinerados o sus restos esparcidos, lo que termina en una búsqueda sin fin ni resultados.
La práctica de la desaparición forzada sigue robando la esperanza y desarmonizando la vida; nadie está exento de esta tragedia y más aún en un país en donde el conflicto armado y la violencia se agudizan y van mostrando fuertemente la degradación de su accionar.
La única manera, en muchos casos, de encontrarlos sería que los autores materiales e intelectuales de estas desapariciones hablen y digan dónde están, que los desaparecidos sigan mandando señales a sus familiares y amigos en las largas noches de angustias en las que se vive a diario, que la madre tierra, agua y demás sitios en donde fueron dispuestos sus cuerpos, orienten el camino para llegar y si no es posible, que esos lugares que los acogieron se declaren espacios sagrados para la vida y la muerte. No hay que desfallecer, la alegría de sus sonrisas deben seguirnos dando ánimo para buscarlos, porque ellos y nosotros merecemos estar en paz.
A mi primo Cristofer Montero, desaparecido hace más de 10 años, lo seguimos esperando, al igual que a todas y todos los que un día cualquiera dejaron de estar físicamente en nuestro entorno, pero que permanecen espiritualmente en nuestros pensamientos y corazones.
El descanso de todos llegará cuando los encontremos, para que regresen dignamente a la Madre Tierra y podamos cerrar el ciclo del dolor. Y aunque la tarea de indagar se torne muchas veces un rompecabezas,seguiremos buscando a los desaparecidos hasta hallarlos.
Este escrito es un ejercicio que busca seguir resignificando la memoria de los desaparecidos y que hoy, 30 de agosto, “Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas”, sigan siendo recordados, que se rodeen a sus familias y que se insista para que la institucionalidad a cargo de las búsquedas cada día crezca en conocimientos, recursos y herramientas para seguir en su misionalidad de encontrarlos.
Los seguimos buscando, y las instituciones se suman férreamente para hacerlo igualmente y juntos armar los rompecabezas de las investigaciones. La Fiscalía, por mandato desde 1991, los busca, esté relacionada la desaparición o no con el conflicto. La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas -UBPD- los busca antes del 1 de diciembre de 2016 como compromiso del Acuerdo Final de Paz. El Comité Internacional de la Cruz Roja -CICR- en medio de la guerra y como apoyo al Estado en línea del Derecho Internacional Humanitario los busca.
No están solas las familias, no están solos los desaparecidos, hay un mundo de personas e instituciones buscándolos vivos o muertos para seguir tejiendo la paz.