Por: Jaizareama Gerardo Jumi Tapias
El presidente de la República ha hecho llamados continuos a la movilización y de quienes siempre recibe una respuesta positiva es de los pueblos indígenas. Esta respuesta se debe tanto a un factor relacionado con su liderazgo y es aunado a la connatural experiencia cultural que deviene de nuestra interacción y, sobre todo, la enseñanza de la Madre Tierra. La vocación de los pueblos es colectivista, pues del mundo natural aprendimos que no es del individualismo de los seres que conviven que se logra pervivir, es de una interacción colaborativa constante inter y entre seres que la habitan. De la competencia individual deviene la sobrevivencia, pero de la solidaridad y las expresiones de apoyo mutuo deviene el buen vivir. Por eso nuestras luchas son comunitarias y el caminar por nuestros derechos es histórico.
Para los pueblos indígenas que aún subsistimos no ha existido descanso, pero el peso de resistir para pervivir se hace llevadero, porque se comparte comunitariamente. De eso tratan nuestras historias ancestrales, de eso habla en esencia nuestro Derecho Mayor, defender la Madre naturaleza es un deber insoslayable porque es la fuente de vida. Y aún es más amplia porque la vida no se signa a la limitada visión que aún tiene su ciencia, nuestra conciencia incluye el agua, los rayos, las piedras y hasta el petróleo, que como nos recuerda uno de nuestros líderes reconocidos, Berito Kuwaruwa, es la sangre de la Madre. Es por esta razón que muchas veces no entendemos a ecologistas, porque su posición es situacional, es lo que acontece ahora, se fija en este momento porque hay una crisis; la nuestra es una postura ética, nace con nosotros.
Los últimos dos siglos han sido nefastos. Nuestra experiencia nos muestra que los pueblos indígenas han perdido al menos el 80% de sus territorios durante esta época en promedio; hay pueblos y naciones indígenas a quienes se les expolió todo: su territorio, su cultura y su existencia. La experiencia republicana ha sido difícil para nosotros. De estos tiempos existen registros de varios líderes, encargados por sus mismas comunidades, a tener que caminar a los centros de poder para manifestar la exigencia de respetar el derecho ancestral de vivir en Paz, así con mayúscula. El más reconocido por ustedes es Manuel Quintín Lame, pero cada uno de los pueblos aún existentes y de los que han sido exterminados en este tiempo tiene varios y estos líderes que desde la palabra dulce han luchado por reivindicar a las comunidades y los territorios.
La fundación de la Organización Nacional Indígena de Colombia-ONIC llevó al resurgimiento del Movimiento Indígena a nivel nacional (porque antes existieron movimientos, pero no de magnitud nacional). Esta es la institución representativa que agrupa el mayor número de pueblos ancestrales en Colombia. Entre ellos se fueron tejiendo los principios que identificaron sus cuatro necesidades básicas: territorio, cultura, autonomía y unidad. De ellos se van creando una amalgama más amplia y compleja de exigencias ante el avasallamiento precapitalista, enfocada principalmente en la explotación de recursos naturales.
Movilizarse para el beneficio colectivo no es difícil para nosotros, pues en nuestras realidades territoriales es constante, es parte de nuestro origen. La mayoría de las personas lo conocen con el nombre que le dan algunos pueblos andinos: Minga; pero, tiene otros nombres, Minka entre los emberas, Donku para el pueblo Barí, Yanama para el pueblo Wayuu, por sólo dar unos ejemplos. Estos imperativos hablan del bienestar colectivo y propio; la envidia, la competencia y la prepotencia, no nos pertenecen. Nuestra existencia se basa en el sosiego que da el saber vivir con alegría por nuestros territorios. Este se ha ido perdiendo dramáticamente y en el caminar descubrimos que no éramos los únicos. Nos encontramos con campesinos, trabajadores, gente de las ciudades y los pueblos que también buscan reivindicar derechos propios y muchos derechos que también nosotros exigimos. En este camino, incluso, nos encontramos con gente como Gustavo Petro y por eso lo apoyamos.
Pero el escenario ha cambiado, antes marchábamos para resistir, hoy lo hacemos para exigir. Demandamos que las reivindicaciones para nuestro buen vivir se evidencien en programas, planes y proyectos con acciones concretas. Son 115 pueblos que han vivido al filo del exterminio; el gobierno no puede simplificar ni hacer salomónicas escogencias de cuáles sí y cuáles no, generando una competencia de escogidos a conveniencia, porque se debe gobernar para todos. El mundo indígena en sus diferentes expresiones se movilizará en la Minga, pero necesitamos que el gobierno no fomente división, siempre de nosotros obtendrá un llamado a la unidad, así lo ha podido evidenciar.
Hace parte del buen vivir que reivindicamos un valor que los Emberá llamamos So Biorâ; el buen gobierno que emana del buen corazón, aquel que no calcula a partir de privilegios, envidias o competencias. Este gobierno debe llamarse a cambiar lo que hasta ahora ha sido su forma de pensar, es el momento de establecer otra era que por fin nos traiga sosiego a todos. La fuente de los conflictos ha descendido de esta postura hedonista de una casta dirigente que no ha temido expropiar, eliminar o exterminar. No podemos replicar sus posturas egoístas, debemos ampliar la visión de país. No se está a favor per se, sino a partir de actitudes y acciones claras. Señor presidente, hay que minguerizar el gobierno, acá los pueblos nos seguiremos movilizando, como ayer, como lo hacemos hoy y como lo haremos mañana, porque la minga no para nunca.
Los pueblos indígenas somos pensamientos en acción.
El proceso constituyente al que nos convocan, el Acuerdo Político derivado de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 que rige a los colombianos, es garantista para todos; lo que se necesita es voluntad en su aplicación y en sus desarrollos legislativos, pues en todos estos años la han ido desvertebrando. A los pueblos indígenas nos importa mucho que el Estado reconozca y proteja la diversidad étnica y cultural; en la actual Constitución los territorios indígenas son entidades territoriales, al igual que los municipios, departamentos y distritos; los resguardos indígenas son inembargables, intransferibles, imprescriptibles y enajenables. Nuestra lucha siempre ha sido para que tengamos una Constitución verde, que proteja los recursos naturales y su biodiversidad, por el bien no solamente de los pueblos indígenas, si no para toda la sociedad. Por ello, en principio, no nos emociona la convocatoria de una nueva Asamblea Constituyente, por los riesgos que se corren respecto a los anteriores derechos protegidos en la actual constitución política, con la aprobación de artículos que eventualmente, pueden borrar el anterior texto constitucional y suframos los colombianos una regresividad de derechos con consecuencias incalculables. Las mingas tienen un carácter político, reivindicando por derecho propio el cumplimiento de las consultas previas y de los acuerdos firmados, como lo fue el Plan Nacional de Desarrollo, que incluye exigir las ejecuciones presupuestales en regiones y territorios indígenas, me preocupa que al final de este gobierno tengamos un porcentaje de ejecución más bajo que en los anteriores. Igual que apoyamos al mandato popular de Petro, con las movilizaciones también tenemos el derecho de reivindicar nuestra lucha.
Ahora, tampoco somos ciegos ante las nuevas realidades, con una constitución desvertebrada por una derecha que se atraviesa a las reformas estructurales, a un mandato popular que otorgamos al presidente Petro en suspenso, esto nos va arrastrando a un baile que no queremos. La posición de la derecha colombiana nos está llevando a una movilización permanente por los derechos y el respaldo al mandato popular. Nos corresponderá por esta inercia entrar al proceso constituyente con el objeto de construir consensos y acuerdos con todos los estamentos de la sociedad, sobre cuál sería el modelo de Estado, productivo, de economía redistributiva y extractivista, cambiando el porcentaje de pago al Estado y teniendo los dos intereses protegidos por la Constitución actual: el colectivo de los pueblos indígenas y el general. A este nuevo modelo del Estado Social de Derecho, con estas bases de consensos, nos iríamos a una Asamblea Nacional Constituyente.